Para no perder la costumbre, también dejo este drabble para mis lectores (:3) igual con dedicación especial a esa personita ¡Feliz Cumpleaños!


"¿Cómo, por María Teresa I, cómo había caído en las trampas de Prusia y haber aceptado una competencia como esta?" me reprendí mentalmente una y otra vez. Naturalmente yo era el mejor pianista de toda Europa, no tenía por qué haber caído en las provocaciones teutonas.

Pero eme ahí, frente a mi piano, con otro piano en sentido opuesto al mío que Prusia había conseguido de quién sabe dónde y él sentado en el extremo justo frente a mí. Sonriéndome. Esa sonrisa. Esa maldita sonrisa llena de confianza. Llena de arrogancia y egocentrismo. Tan seguro de sí mismo, de que me va a derrotar en mi propio juego. Esa sonrisa tan... malditamente seductora...

— Adelante, señorito — proclamó con un ademán de caballerosidad fingida. "¡Scheiße! ¡No vas a burlarte de mí tan fácil, Prusia!"

Coloqué mis manos sobre las finas teclas de marfil y las reconocí como si fueran una extensión más de mí. Comencé a tocar una animada melodía, sutil, melodiosa y a medida que mi interpretación tomaba forma en la atmósfera, mi confianza también iba creciendo "¡Por supuesto! ¡Yo iba a ganar!" me mentalicé y mis dedos se movieron con más gracias.

Había cerrado los ojos para sentir más vivo aquel sentimiento musical en el que me sumergía y también para no mirar la expresión del prusiano ¿Estaría sorprendido? ¿Pensaría que no podría derrotarme? O...

El palpitante sonido de nuevas notas que yo no había tocado. Graves, fuertes. Abrí los ojos de súbito al verme interrumpido y vi a Prusia comenzar a tocar cerrando los ojos de la misma forma que yo, como si las teclas del piano también fueran algo que él ya conocía sin necesidad de verlas.

Su música. Era la misma que yo estaba tocando pero más rápida, más fuerte, llena de algarabía. Tocaba con fuerza, con... ¡Gott! ¡Hasta su música era el reflejo de él mismo!

— Mein Gott, Gilbert no le hagas eso al piano — Me quejé un poco. Pero ¿A quién quería engañar? Su música era igual de buena que la mía. De pronto sentí celos de que él también pudiera ser bueno como yo. Fruncí el ceño y tensé la mandíbula envidioso.

Fue rápido en terminar también y pronto sus dedos se detuvieron sobre las teclas, abrió sus brillantes ojos carmín y los enfocó en mí. Me sonrojé de golpe y entorné la mirada cruzándome de brazos. Sonrió. Sé que sonrió. Sabía que ante mi reacción definitivamente él había ganado.

Sentí mi orgullo herido.

Se levantó y rodeó ambos pianos para llegar junto a mí, me negué a mirarlo un poco molesto por eso. Y de pronto esos dedos que habían acariciado el piano, estaban acariciando mi mejilla.

— ¿Mi señorito está molesto porque Ore-sama es tan bueno como él? — comentó.

— Tch. Idiotisch... — me quejé mirándole enfadado por fin — ¿Es que tienes que ser increíble en todo? — admití, eso seguramente iba a elevar su orgullo, lo vi sonreír por mi comentario y acercó su atractivo rostro hacia mí.

— No lo habría logrado sin ti — abrí mucho los ojos ante su confesión.

— ¿Was? ... — articulé tontamente.

— Aprendí a tocar el piano, por ti —

— Tonto — lo llamé y él sonrió, ya se había acostumbrado a mis insultos, sabía que no era lo que quería decir, pero no podía ser exactamente sincero conmigo mismo, ni con él — Así como yo aprendí flauta de ti — dejé que mis mejillas se arrebolaran cuando lo pronuncié y atraído por ese sonrojo que amaba ver en mí retiró los escasos centímetros que nos separaban y besó mis labios suavemente, como la melodía que yo había estado tocando antes.


Dense una vuelta por mi perfil, lo he actualizado. ¡Gracias por leer!