Disclaimer: los personajes de Crepúsculo son propiedad de la señora Meyer, yo solo los utilizo para mi diversión. Así como también, los personajes Christian Grey a E. L. James; Ethan Blackstone a Reiner Miller.

Además, tomamos prestados y con autorización de sus respectivas autoras, los Edward's de Sachita, L'Amelie, Partisan Once, Laura Atenea y a Aryam.

Esta historia salió de una locura esperemos que les guste, es una colaboración entre Aryam Shields Masen y su servidora Maricoles.

Se que quisieran ahorcarnos por demorar tantisimo pero les dire brevemente que hubo 2 mudanzas, mamás enfermas, termino de dos historia, y mucho trabajo pero por fin aquí esta ta esperado final, esperamos que les guste.

Capítulo beteado por Eve Runner, Beta FFAD: www facebook com / groups / betasffaddiction


Final.

(Así de original es el título, no se espanten)

Desperté con un terrible dolor de cabeza. Abrí los ojos y la luz me cegó, miré a mi alredor y estaba sola. La puerta se abrió y una enfermera malhumorada me comenzó a revisar.

Disculpe, señorita enfermera, ¿por qué estoy aquí?

Al parecer se cayó mientras salía corriendo del departamento de su amante. Ahora necesito que alce el brazo —dijo levantándome el brazo y ajustando a mí el cinturón para tomarme la presión.

¿Hace mucho que estoy inconsciente? —pregunté completamente atontada, me dolía un mundo la cabeza.

No, la trajeron hace unas horas. Se golpeó la cabeza y tiene un gran chichón pero nada de seriedad. Mañana le darán de alta, solo esta aquí porque su… —Me miró y vi la envidia en ella—. Amante, lo ordené. No se preocupe, él pagará todo.

¿Amante? —pregunté sin saber a qué se refería. Edward me había dicho que se casaría con el Iceberg, así que él no podía ser.

Mosquita muerta —bufó la enfermera—, son las peores… —Me dio un par de pastillas que me noquearon. Cuando desperté ya había amanecido, traté de buscar a la enfermera del mal pero solo noté un sobre en la mesita de noche. Estiré mi mano hacia el y olí su inconfundible aroma.

Abrí el sobre con miedo y con ansiedad…

Mi querida pelotita antiestrés:

Un auto estará esperándote a la una para llevarte a tu madriguera. Iré a verte esta tarde para hacerte una nueva propuesta.

E.

¿Una nueva propuesta? ¿Qué mierda? ¿El no iba a casarse con la princesa de la Antártida? Esto me daba miedo y algo de esperanza.

Salí del hospital con un dolor de cabeza, el doctor dijo que era normal, mientras me tendía un frasco con pastillas, dudaba que fueran para seres humanos, eran exageradamente grandes, tocaría partirlas en pedacitos y tomármelas con agua o con refresco.

Un auto estaba fuera del hospital, tal como el puto troll lo había designado y rápidamente me llevó a casa. Casi me da un patatús cuando llegué y vi que todo estaba ordenado, limpio y en su lugar.

Salí y me cercioré que fuera el departamento correcto e increíblemente lo era. ¿Qué había pasado? Con miedo miré mi recámara y además de limpio y ordenado, tenía sábanas y colcha nueva, por cierto no era ni rosa, no lavanda sino azul con gris, y mis muñecos de peluche no estaban en su lugar. Me sentía rara, como invadiendo un lugar que no era mío.

Estaba revisando, la ahora, bien surtida despensa y el refrigerador cuando sonó el timbre.

Era comida a domicilio. Intenté explicarle al chico que yo no había pedido nada, pero el chico insistió, que todo estaba pagado. Apenas iba regresando a la cocina cuando volvió a sonar el timbre esta vez era un mensajero que me entregó varias cajas envueltas en un hermoso papel color lavanda, el moño era la cosa mas bella, en una de las cajas había una tarjeta… era su letra.

Come y abre tus regalos, en ese orden. No me desobedezcas.

E.

Come y abre tus regalos —dije en alto imitando su voz—. Si vieras cómo te obedezco, señor metiche, en ninguna historia el galán mete manos en las cosas de la prota.

Terminé gritándole al aire. Me senté en medio de la sala y abrí mis regalos, mientras comía un delicioso espagueti y un suculento filete. La ensalada me la cenaría por la noche.

Lógicamente abrí la caja más grande primero, era una maldita computadora Mac Pro, como la de Anastasia, aun mejor que la de Anastasia porque esta era más nueva. Abrí el siguiente paquete, era una Ipad, tenía una notita.

Es tuya, he devuelto la de la empresa.

Una Ipad… mía, no dormiría llenándola de libros y fics. Me llevé un trozo de filete a la boca y calló sobre mi pijama de Winnie Poo, manchándola, maldije. Y escuché una risa.

Eres incapaz de obedecer, no sé por qué tuve la esperanza de que por primera vez me harías caso.

Mi cabeza, cual niña del exorcista, dio un enorme giro que hizo que me doliera la cabeza y el cuello.

¿Qué haces aquí? ¿Y cómo entraste? —Estaba segura de haber cerrado.

Agitó un juego de llaves y luego se acomodó en el sillón, ese sillón, que ahora estaba limpio y con una manta en el respaldo.

Veamos, Bellita. Ahora estás desempleada y tu casero me dijo que debes un mes de renta, en tu cuenta tienes lo justo para pagar la renta… —Y de pronto, de algún lado, sacó una bolsa de papel que yo no había visto—. Durante la limpieza encontramos esto. —Me enseñó mi frasco falso de café, donde guardaba mi dinero para emergencias—. Pero solo tienes trescientos dólares, que te alcanzarían para sobrevivir unos días, si… —Me miró fijamente con esa mirada que me dejaba helada—. Te lo devuelvo.

Es mi dinero, tienes que devolverlo —le grité y me fui encima de él para quitarle mi frasco, pero él fue más rápido y yo caí como costal de papas, lastimándome una rodilla.

¿Quién dice que es tuyo? Este dinero puede ser mío, imagínate si reporto la cantidad de cosas que has impreso sin permiso en la oficina.

Mis Fic's, ¿dónde están? —pregunté recordado la caja al lado de mi cama, donde los guardaba y ahora no estaba, ni siquiera lo había notado—. Soy un desastre, ni siquiera me di cuenta, por favor, devuélveme mis cosas.

Te devolveré uno por uno, siempre y cuando aceptes mis condiciones y te portes bien conmigo. Para empezar… quítate del sillón.

Me levanté y me quedé como idiota, ¿por qué diablos parecía que me hipnotizaba? Por no decir que me idiotizaba con su hermosa voz.

Se sentó de nuevo en el sillón y se palmeó las piernas, y ahí fui yo, obedientemente.

No llores, no me gustas cuando lloras, te ves fea —me dijo mientras tomaba mi playera de la pijama y me limpiaba las lágrimas.

¿Cómo no voy a llorar? Me despides, me robas mis cosas, mi dinero y… no sé qué diablos quieres y te vas a casar con el alter ego de la novia cadáver.

Una risa fresca pero siniestra salió de la boca del puto troll.

Sí, Heidy puede parecer un zombie en ocasiones, ella no está más en nuestra ecuación.

¿Cómo dices que dijiste? —cuestioné sin entender.

Era tener a Heidy y su estúpido misionero o tenerte a ti, a tu cuerpo y tu fantástica boca que hace el mejor sexo oral del planeta. Soy un hombre práctico, no sé qué diablos hiciste conmigo pero no puedo dejar de pensar en ti, así que después de mucho pensarlo decidí echar mi compromiso atrás, mandar a Heidy en un viaje eterno

¡La mataste! —grité angustiada.

¿Quién demonios crees que soy? —Arqueó una de sus cejas—. Le di una de mis tarjetas sin límite, que obviamente tendrán un límite, y si se atreve a acercarse a mí tendrá una cita nada agradable con uno de mis guardaespaldas

Entonces…

¡Dios! A veces pienso que Heidy tenía más cerebro que tú… Y eso que ella es rubia —bufó—. Te quiero a ti, Bella Swan

¿Tú me quieres? —le pregunté entre hipidos.

No te equivoques. No te quiero, digamos de la manera amorosa, te quiero como una necesidad física, como algo que necesito para vivir. Necesito el aire pero no lo amo.

Sus palabras frías me dejaron helada.

Si quieres puedes mudarte a otro departamento, aunque este limpio no me disgusta tanto. Te pasaré un sueldo además de cubrir los gastos del departamento y la comida. Como te vistas cuando no esté contigo no me importa pero si estás conmigo necesito que estés limpia y de preferencia con falda.

Lo miré. Él hablaba en serio.

¿No pedías tu limosna? ¿No querías ser la querida de alguien?

Solo sería estar disponible para mí, y alejarte de mi familia, nunca puedes estar cerca de ellos.

¿Por qué?

No me gusta mezclar las cosas, odio las cosas complicadas. ¿Aceptas o no?

Yo… —dudé una parte de mí, y en su gran mayoría, quería aceptar pero había una pequeña parte que me decía que no.

Tomare eso como un sí, ahora bésame. —ordenó y yo lo besé.

Bien. Ya casi tenía el final de este capítulo, ahora solo faltaba un buen lemmon, pero necesitaba inspiración. Miré el reloj faltaba poco más de una hora para que Edward regresara, tendría tiempo para buscar algo de inspiración, quizás un poco de porno, eso jugaría en dos bandos, me daría la inspiración que quiero y me dejaría tan jodidamente caliente que cuando llegara Edward del hospital podría desquitarme todo ese calor acumulado con él.

Y él sería el más feliz. ¡Dos pájaros de un solo tirón!

Cuando le conté todo lo que había soñado a mi Ed tierno y lindo se había sacado un poco de onda, él decía que lo había llamado Edward porque su voz era sexy como el infierno y él me había estado leyendo, así que mi subconsciente había creado una historia paralela.

Me animó a empezar a escribir, así que había creado mi cuenta en y estaba empezando a escribir una historia original, Mi Puto Troll –como se llamaba la historia– estaba empezando a tomar forma y tenía 3500 reviews, decir que estaba feliz era solo la punta del iceberg.

Me senté en la cama y coloqué mi laptop enfrente, abriendo el navegador de Google, quería empezar por algo suave así que me decidí por ver algo de porno comic, Edward me había dicho que se llamaba Hentai, eran lindos. Empecé por algo de BDSM, me gustaba mucho así que le di reproducir a un video y empezó la función… Luego de ver a Sailor Moon follando con Goku decidí que era mejor buscar algo de porno real.

Your Porn era el primer enlace en mi navegador así que le di entrar, había de todo; lesbianas, gays, tríos, orgías… pero me fui por algo suave… O eso creía.

Media hora después estaba jodidamente cachonda. Miré el reloj en mi laptop y aún faltaba como una hora para que Eddie llegara, ¡joder! Iba a morir de combustión espontánea.

Imagínate el titular.

Mujer, muere por altas temperaturas. Frente a ella fue encontrada su computadora con mucho material porno.

No podía permitir que eso pasara. Busqué debajo de mi cama a "Iroman". Rose me lo había regalado en mi último cumpleaños, era de color rojo con amarillo a. Edd no le había gustado mucho el regalito en un comienzo pero luego aprendió a quererlo tanto como yo, además él me hacía compañía cuando mi muy apuesto noviomarido estaba de turno.

Me quité la pijama que me había colocado y me quedé en bragas. Quitando mi laptop de la cama –le pertenecía a Cullen Corp y Edwin no me iba a reponer una laptop más–, o al menos esas habían sido sus palabras, la última vez que llevé mi lap destornillada no me quiso creer que se me había caído saliendo del metro y al final me tocó contarle que se había caído de la mesa, cuando Edd había llegado como un sediento y me había atacado en la cocina.

Me abrí de piernas y encendí a Tony Stark en la potencia mínima para ir entrando en calor.

Cerré los ojos fuertemente e invoqué a todos los dioses del sexo que conocía a y los que no… Especialmente a mi Dios personal de ojos verdes, cabello endemoniado y bata de médico. Mi jodido Doc, él era mucho más atractivo que mi puto troll. Mis gemidos empezaron suaves, muy suaves, fui dibujando mi cuerpo con Iroman desde mis pechos hasta llevarlo a mi entrepierna, cubierta por unas infames braguitas de encaje blanco, hasta que palpé como se humedecían; le subí la intensidad a mi consolador, gimiendo más fuerte mientras pensaba en mi hermoso león siendo un poco salvaje. Me recosté en la cama un poco más e introduje a Tony en mi interior, maldiciendo y retorciendo los dedos de mis pies, estaba casi segura que si abría la boca mis gritos se iban a escuchar hasta en el polo sur. Estaba tan cerca del orgasmo después de juguetear con mi clítoris, tan concentrada en mi placer que no sentí ni sus pasos, ni cuando se quitó la ropa, no sentí ni un jodido zumbido hasta cuando lo tuve recostado a mi lado… Sus manos tomaron mi mano afianzando el consolador dentro de mí.

—¿Tienes una jodida idea de lo cachondo que puede poner a un hombre encontrar a tu novia jugando con un maldito consolador? Cuando yo tengo algo mejor entre las piernas

Solté el aparato de mi mano, dejando que él lo introdujera en mí mientras yo tanteaba hasta tocar mi muy hermoso y viril miembro. Les juro que yo había visto pollas bonitas y la de Edward.

—No —dije con picardía—. No sabía pero tú puedes demostrármelo, ¿no? —Arqueé una ceja en su dirección y bombeé su miembro, arrancándole un par de gemidos.

Edward sacó a Tony, tirándolo por algún lugar de la habitación y ganándose un apretón de mi parte, iba a dañarlo y joder, no sé que haría sin el cuando mi muy apuesto maridonovio tuviera turnos de más de 24 horas, él me dio una sonrisa "inocente" antes de apartar mis piernas aun más y colocarlas sobre sus hombros, penetrándome con una certera y fuerte estocada.

—Tan mojada y dilatada para mí… Algo que agradecerle a ese artilugio de metal —susurró empezándose a mover dentro y fuera de mi cuerpo—. Te gusta así, nena…

—Sí —murmuré colocando un brazo en mi boca, ya el señor Chong, el casero de Edward, nos había dicho que nuestros vecinos se habían quejado un par de veces por nuestras muy vivaces películas porno –sus palabras, no las mías–.

—Pero puede ser mejor —susurré entrecortado.

—¡Demonios, por supuesto que sí! —dijo él saliendo de mí—. Ponte en cuatro, nena. Tengo que castigarte por haber empezado a jugar sin mí —inquirió con voz malévola y los ojos oscuros por la lujuria. Mordí mi labio en una actitud inocente, cosa que había aprendido de los fics y de la señorita Steele, antes de colocarme en cuatro y apretar los barrotes de la cama de Edd. Sentí una fuerte cachetada en mi nalga derecha y gemí de placer. Edward se acercó a mí y la punta de su miembro se paseó por mis pliegues húmedos, torturando mi clítoris un poco y haciéndome gemir—. No puedo castigarte cuando me gusta que te prepares para mi, nena. Voy a entrar por la puerta trasera —murmuró mientras introducía su miembro en mi sexo suavemente y bombeaba un par de veces, abrió los cachetes de mi culo y sentí su glande presionar mi anillo anal—. Relájate, hermosa. —Besó mi espalda y suspiré fuertemente, sintiendo como él se adentraba en mi interior, mientras apretaba los barrotes lo más fuerte que podía, era doloroso pero la recompensa era diez mil veces más satisfactoria que ninguna otra—. Envíe al jodido Tony lejos de nosotros podrás conformarte con esto. —Dos de sus dedos entraron en mi sexo y gemí—. Baja la voz, nena, no queremos que el señor Chong venga a interrumpirnos. —Asentí—. Bella.

—¡Joder! Edward, deja de hablar y muévete de una jodida vez, maldición —gemí cuando él se quedó estático. No era hora de hablar, estaba demasiado necesitada. Edward atendió mi orden moviéndose con maestría, rapidez y sensualidad, hasta llegar al clímax y caer en la cama uno encima del otro.

—Doy gracias a Dios porque estás tomando pastillas, no hubiese sido capaz de ponerme el puto condón. —Salió de mi trasero y se colocó a mi lado, atrayéndome a su pecho.

—Amén por mi buena cabeza. —Sonreí acomodándome mejor en él y acariciando sus brazos—. Llegaste temprano.

—Le dije a Carlisle que quería cenar contigo pero sin duda esto fue mucho mejor. —Sonrió

—Sí que lo fue.

—¿Qué te puso tan caliente que no te dejó esperar a que yo llegara?

—Estaba escribiendo y me quedé bloqueada, en el lemmon, así que me puse a ver porno… para inspirarme y terminé más caliente que una tostada recién hecha.

Edward se rio y me giré entre sus brazos, quedando boca abajo, amaba verlo sonreír.

—Por eso te amo, Bella Swan. Cada vez estoy más seguro de que he tomado la decisión correcta. —Lo miré sin entender—. Iba a llevarte a ese restaurante de comida italiana que tanto te gusta y hacer algo estúpido y romántico, pero "El Troll" no lo haría así, ¿no? —Negué aún sin saber qué quería decirme—. Mejor así, ¿no, nena? —Se deshizo de su abrazo, quedando sobre mí, mordisqueó mi pezón izquierdo haciéndome gemir—. No hay mejor momento que este… —Me miró a los ojos—. ¿Cásate conmigo, Isabella Swan?

Mi respuesta fue clara. Le di una buena mamada, como diría mi Troll.

Al otro día mientras llevaba unos contratos al archivo, y renegaba porque ahora seríamos una puta empresa verde, nada de impresiones innecesarias, solo lo básico, además… ¡todo en hojas recicladas! ¿Ahora cómo imprimiría mis adorados fics? Quería llorar.

El teléfono sonó. Era Rose.

—Bellita, antes de que te niegues, por favor. acompáñame al hospital. Necesito ir por mis vitaminas, anda y te compro un enorme helado de chocolate con lo que quieras encima.

—¿Con lo que quiera encima?

—Sí, Bella lo que quieras, hasta puedo acompañarte a ver libros, y si te portas bien te compro uno —Iba a gritar—, pero barato, Bella.

—Está bien, princesa mecánica, ese quiero.

—Ese te compro, Bella —me respondió Rose.

Colgué. El día parecía estar mejorando, lo único malo es que Edward iba a tener muchas cirugías y no íbamos a poder whatsapiarnos.

Le dejé un mensaje, llegaría tarde a casa y con hambre, mucha hambre pero no de comida. ¡Dios! el sexo con Edward era tan caliente, que con solo pesarlo…

El celular sonó y era un mensaje de una de mis compañeras, el jefe preguntaba si ya me había tardado. Dejé de soñar y me puse a trabajar, la tarde fue lenta.

Cuando por fin iba de salida mi jefe me mandó llamar, me iban a cambiar de departamento, creía que en ese departamento sería más útil, estaría como secretaria de recursos humanos, encargada de contrataciones, según mi jefe tenía buen ojo con las personas. Además me darían un aumento y si quería podría estudiar diplomados y especializaciones pagados por la empresa. El día terminó mejor de lo que esperaba. Le dejé otro mensaje a Edward contándoselo.

Rose por primera vez no me apresuró en la librería y me dejó ver todos los libros que quise, después me arrastro a Bath&Body Works. Salí con unas velas, cremas, esencias… Ok, exageré en lo que compré pero todo olía tan rico, me encantaban los olores dulces.

Llegué a casa y encontré una nota de Edward en la puerta.

Belleza mía, quítate los zapatos y cierra los ojos.

See… Otro jueguito, decidí adelantarme y quitarme también la ropa interior, al menos las bragas que era lo más rápido.

—Edward, estoy en casa —grité mientras me quitaba las bragas y las hice bolita en mi mano.

Escuche su grito.

—Cierra los ojos y no hagas trampa.

Lo obedecí y cerré mis ojitos, de pronto lo sentí junto a mí.

—No los abras, yo te guiaré, como quiero guiarte el resto de nuestras vidas, eso se escuchó demasiado feo. Mejor dicho como quiero que nos guiemos el resto de nuestras vidas. —Edward se escuchaba muy nervioso—. Ahora, Bella, abre los ojos.

Abrí los ojos y el departamento, bueno, solo la sala, estaba ordenada, llena de flores con una mesa con un largo mantel y un par de velas.

—Quería llenar todo de velas pero recordé nuestra última noche con velas y no quise incluir a los bomberos esta noche. Preparé tu comida favorita, tengo mucha cocacola fría y tengo un galón de helado de chocolate y si todo eso falla, tengo una botella de tequila, todo para pedirte… —dijo hincándose—. Que te cases conmigo, que me permitas ser tu Grey, tu Patch, tu Vampiro favorito, tu Jace, tú entiendes el concepto… Bella, cásate conmigo.

Me fui sobre Edward, abrazándolo fuerte, caímos en el suelo y comenzamos a hacer el amor.

Habían pasado tres semanas desde que había aceptado casarme con Edward. Mi madre y Rose planeaban una gran boda, lo que yo quería era… dormir, creo que tanto sexo me estaba pasando factura, Edward era insaciable y yo… bueno, no me quedaba atrás.

Era domingo y Edward lo tenía libre.

—Edward, creo que necesito vitaminas, todas las tardes muero de sueño, en mi nueva oficina me he quedado dormida tres veces esta semana. Casi me descubre mi nueva jefa.

—Estás muy cansada —me dijo apretándome una bubi y me dolió un poco.

—Sí, y no me aprietes tan fuerte, están muy sensibles es probable que ya me baje. Ya me terminélas pastillas hace… —Pensé—. Más de diez días.

—¿Más de diez días? ¿Y te duelen los pechos, tienes sueño? —Asentí—. ¿Náuseas?

—Nop, ¿por qué tendría nauseas?

—Bella, estás embarazada —gritó—. ¡Vamos a ser papás! —siguió gritando y bailando mientras yo me quedé parada, quietecita.

Toqué mi vientre, ¿un bebé? ¿En verdad tendría un bebé? ¿Qué clase de madre sería?

—¿Bella? ¿Qué te pasa? ¿No te emociona?

—Tengo miedo, Edward. Soy un desastre de persona. ¿Qué tipo de madre voy a ser? En serio, tengo miedo —le dije mientras lo abrazaba y él comenzó a besarme.

—¡Maldición! —gemí en voz baja mientras escuché a Edward llamarme. Amaba a mi esposo pero si lo despertaba iba a matarlo.

—¡Amor! —Edward volvió a llamarme, estaba en la mesa del comedor, había llegado de turno y estaba instalando el computador. Me sequé las manos con una toalla de papel y miré a Anthony dormir en su porta bebés—. ¡Bella! —Volvió a llamarme. Salí de la cocina y giré el moisés en dirección a nosotros. Tony, mi sapito y el coso de Edward, tenía tres meses y era un rey.

—Tsss —lo regañé—. Despertarás a Ethan —dije dándole un beso en sus hermosos y follables cabellos cobrizos.

—Tony duerme como un lirón —susurró—, en eso se parece a ti. —Me pregunté, mentalmente, si algún día lo llamaríamos igual, si yo decía Ethan él decía Tony.

Nuestro pequeño bebé había sido procreado la misma noche en que Edward me había pedido matrimonio, era época de lluvias y Edd me había dado un par de vitaminas C para que no fuese a pescar un resfriado, qué iba saber yo que eso jodía los anticonceptivos. Igual no me arrepentía, Ethan era la cosa más linda que mis ojos habían visto, después de su padre.

—Tú también eres y flojo. —Jalé la silla y me senté a su lado—. ¿Qué sucede?

—Tengo un bloqueo de novato. —Como lo leyeron, mi esposo escribía su primer fanfic. Después de mi éxito con el puto Troll yo había escrito varios fic más, Edward quería intentar y habíamos decidido hacer uno juntos con los personajes de Harry Potter, aunque la idea era de él y yo solo lo beteaba y corregía frasecillas, estaba emocionada.

—A ti se te da mejor esto de los lemmon, yo soy demasiado bueno en la práctica, aplico la del doctor sex, el sexo no se explica.

Rodé los ojos y tomé la laptop.

Estaban los dos, ahí, en la habitación, jodidamente nerviosos y dispuestos a disfrutar del sexo... Harry tomó la mano de Hermione.

—Sabes que te van a matar cuando vean esa pareja —dije sin mirarlo.

—Ellos debieron quedar juntos él era el perfecto mago y ella la brujita wenona, Ron es un perdedor —bufó.

—¡Oye! —Lo empujé—. Somos muchos los que amamos los Harmion. —Suspiré fuertemente antes de empezar a teclear.

Edward bufó y cruzó sus brazos sobre su pecho, dejándome desarrollar la primera vez de sus protagonistas. Estaba a punto de terminar la escena cuando sentí los labios de mi esposo en mi cuello.

—¡Jodido Cristo! Eso es ardiente, nena... ¿Tenemos condones en casa? —preguntó con ojitos de gato con botas. Mi pobre bebé… No habíamos tenido muchas relaciones sexuales desde que Ethan había nacido, hacía unos tres meses. Ni por el putas iba a volver a usar píldora, no eran seguras y no podía inyectarme nada mientras lactar; el doctor había dicho que la lactancia era un buen control de natalidad pero no estaba dispuesta a arriesgarme y volver a parir. Ethan Anthony Masen sería hijo único. Edward y yo lo fuimos y estamos vivos, algo locos pero vivos.

—Creo que vi un par en el baño. —Miré a Ethan dormir y luego vi el reloj—. Tenemos unos minutos. —Edd se levantó y salió corriendo al baño. Sabía que estaba caliente, yo estaba caliente, que no me echen paja las autoras que no se calientan con ese tipo de escenas, ¡joder! Son tan excitantes... Estaba empezando a desvariar cuando mi esposo llegó a mi lado, traía el paquetito de aluminio en la boca y peleaba con los botones de su camisa.

—Es el último —dijo, quitándose la camisa y rasgando el papel de aluminio con sus dientes.

—¡Lo rompes y te jodes! —le siseé. Edward lo sacó de su boca y terminó de rasgar el papel con sus dedos, aproveché para subirme en la mesa, agradecí mentalmente, tenía una falda bastante amplia, rodé mientras mi esposo caminaba hacia mí. El condón a mi lado y se lanzo a besarme fuertemente.

Por un momento pensé en decirle que no quería previos quería sexo del fuerte ya pero él amaba besarme y yo también amaba besarlo. Éramos unos maestros en el jodido previo.

Mis manos se pasearon por su camisa hasta llegar a su dura erección. Desabotoné el botón y baje la cremallera liberando mi Edwardconda de su encierro.

Tomé el condón y lo saqué del envoltorio relamiéndome los labios... ¡Ohh sí! Podía sentir cada músculo de mi vagina contrayéndose. Coloqué el preservativo en la punta de su pene y toda nuestra calentura murió cuando el sapocoso hizo su magistral llamada.

El llanto de Ethan nos bajó la calentura en un santiamén... Edward soltó una carcajada, en la que todo su cuerpo se estremecía y yo no encontraba la puta gracia, amaba a mi hijo pero… ¡quería sexo!

—Creo que podemos dejarlo para la noche. —Besó mi cuello y bufé—. Créeme, también estoy frustrado. —Miré su miembro listo y erecto para hacerme gozar.

—Júrame, que no tendremos más hijos.

—Quiero una princesita —dijo juguetón

—Y yo un hipopótamo pero nadie tiene lo que quiere, ¿no? —Me bajé de la silla y caminé hacia Ethan, sacándolo de su moisés.

—Piénsalo, nena… una pequeña con tus ojos y mi cabello. —Le alcé el dedo del medio dándole mi opinión acerca de su "princesa", me llevé a Ethan a la habitación, era la hora de su cena y yo era la vaca lechera.

—Deja eso ahí, Ethan. Samantha, no corras. —Si Edward no llega en quince segundos mataré a mis hijos, pensé luego de que Ethan casi tirara mi maleta y Samantha cayera por las escaleras.

No es fácil ser mamá de dos hijos, casi cuatro. Sí, descubrimos que somos una de esas parejas demasiado fértiles, ahora esperaba gemelos y tenía que estar en menos de dos horas en el aeropuerto.

Mi fanfic se había vuelto libro, tenía una lectura del final del libro para poder lanzar el nuevo, quién iba a pensar que iba a terminar siendo una escritora de éxito.

—Llegué, tuvimos una emergencia —me dijo Edward justificándose—. ¡Qué sexy se ve señora Masen.

—¿Sexy? Parezco ballena varada. Te juro, Edward, que si la vasectomía no te funciona nos volveremos célibes.

Edward río a carcajadas, sus hijos con él y yo estaba que me llevaba la fregada. Sí, sabía que era una caliente sin remedio.

.

.

.

Era la hora estaba en el escenario con las luces apagadas. Comienza, escuché por el pequeño chícharo que tenía en la oreja.

No podía seguir así, lo amaba más que nada en el mundo pero Edward no me amaba, ni siquiera le era indispensable, que se hubiera ido con la pelirroja en vez de quedarse conmigo porque me sentía mal fue la gota que derramó el vaso.

Hice mi maleta con lo básico, nada de lo que tenía lo había comprado yo, todo había sido comprado por Edward. Tomé mi Ipad y mi lap, no las dejaría. Había hablado con mi papá y necesitaba una secretaria, desde la muerte de mamá ambos habíamos estado muy unidos. Le había comentado lo relevante, que dejaba a Edward y que no quería que me encontrara. Él me propuso quedarme con él, pronto sería invierno y sabía que Edward detestaba la nieve, casi cuatro años de vivir con él me habían hecho conocerlo.

Releí la carta que le dejaba.

Edward, mi querido y amado Edward.

Me atrevo a llamarte así porque sé que no escucharé tus gruñidos.

Te amo, te amo tanto que me duele, eres lo mejor y lo peor que me ha pasado en la vida.

Tengo que dejarte, irme lejos, reencontrarme a mí, aprender a quererme a míy no solo a ti.

Tuya siempre.

Bella Swan.

PD: No me busques.

Quise besar la hoja pero no, debía de ser fuerte pero sobre todo ágil. El guardaespaldas que Edward me había asignado no era nada tonto, tenía que decirle la verdad y correr antes de que pudiera avisar a Edward.

¡Tom, Tom! —lo llamé. Había dejado ya mi maleta junto a la puerta de salida, cualquiera que entrara la vería, esperaba que nadie se la llevara.

Dígame señorita —me respondió todo serio.

Voy a dejar a Edward —le solté esperando su reacción y esperando alguna señal que me hiciera correr.

Tom cambió su expresión, era un hombre mayor como mi padre.

La entiendo, es la mejor solución, no se preocupe, ¿quiere que la lleve al aeropuerto? Puede usar mi tarjeta para que no descubra tan rápido a donde va.

Lo miré. Tom me entendía.

Gracias, creo que iré en autobús, no quiero deber dinero, ya no.

No se preocupe, tengo un par de amigos que me deben unos favores, venga conmigo.

Tom llevó mi maleta y me llevó a un aeropuerto privado y de allí me llevaron directamente a Forks, con mi padre.

Charlie me recibió con los brazos abiertos. Me dejó llorar por más de una semana pero después pillé un maldito virus y el doctor me dijo que si no cambiaba mi actitud tardaría más en recuperarme. Papá me señaló que yo había tomado la decisión, que ahora la asumiera.

Me puse en acción, me corté el cabello que lo tenía por debajo de la cintura, Edward no me había dejado que me lo cortara, me lo corté por debajo de los hombros, dejé de usar maquillaje, y volví a mis converse y mis jeans.

La gente en el pueblo había cambiado, ya no eran tan criticones. Tenía ya dos meses en el pueblo y comenzaba a sentirme algo me feliz.

Me despedí de mi compañera de escritorio, era una chica algo alocada me recordaba a mí cuando era más joven.

Caminé hacia el auto que papá me había prestado… cuando lo sentí… era él, estaba segura. Miré hacia atrás pero el estacionamiento estaba vacío. Sentí unas manos en mi cintura y grité, después de eso vi todo negro.

¡Diablos, nena! Despierta, dile a estos policías que no te hice nada. —Era él, era su voz. —Solo permítanle despertar, verán que les dice que soy su novio.

No, definitivamente, no era Edward, él jamás aceptaría que estaba conmigo. Aún recordaba, y me dolía, cuando un amigo de él pregunto si yo era su pareja y respondió que no.

Abrí los ojos poco a poco y estaba en una camilla, eso era seguro, y escuchaba muchas voces.

¿Ve? Está reaccionando, simplemente la asusté, quería darle una sorpresa. Amor, termina de despertar. —Abrí los ojos, ¿amor? ¿Me había dicho amor?

¿Edward? ¿Qué diablos haces aquí?

Dándote una sorpresa, vine por ti. —Edward se veía flaco y ojeroso. Debía estar follando y trabajando demasiado.

No pude contestarle porque en ese momento mi padre llegó e hizo que me llevaran al hospital y me revisaran.

Estaba esperando resultados de sangre, el médico dijo que necesitaba sacarme sangre, después de quince minutos metalizándome por fin me dejé. Quería irme a casa a dormir.

Papá le había pedido a Edward que por favor se fuera, al menos eso me había dicho. Resoplé como caballo, y me dio risa, poco a poco volvía a ser yo con mis locuras.

La puerta se abrió y lo vi aparecer.

Bella —dijo en un susurro—. Te ves muy bien.

No iba a quebrarme, ni a llorar, como quería hacerlo.

Pues tú te ves realmente mal. ¿Mucho trabajo y muchas mujeres? —pregunté, a mi parecer, sutilmente. Él sonrió.

¿Por qué sonreía?

Solo trabajo, y mira que estaba furioso contigo, me dejaste. No te encontraba. Tom me dio pistas falsas, tu padre me dijo que solo le habías dicho que querías desaparecer.

Me sonrojé. Se veía realmente afectado cuando hablaba.

Pensé… pensé que era lo mejor, al menos para mí.

¿Cómo puedes decir que me amas? Si me dejaste, Bella. ¿Sabes que he visto docenas de cadáveres buscándote? ¡Dios! —Pasó sus manos por su cabello—. Una vez creí que eras tú, sentí que me moría.

¿No encuentras otra bolita antiestrés? —le pregunté sin poder evitar las lágrimas.

No, tú eres mi única bolita antiestrés. Eres mi vida, Bella. Soy un estupido, te creí segura, vivimos cuatro años juntos y me comencé a asustar cuando soñé contigo embarazada. Solo salí con Victoria para intentar convencerme que tú no eras nada para mí pero no pude, me aburrí, ella no me decía cosas bonitas, no me decía que me quería, no era tú.

Me dejaste sola y yo me sentía mal.

Estaba asustado —me dijo desesperado, pasando otra vez sus manos por su cabello.

La puerta se abrió y era el doctor de toda la vida.

Buena, pequeña Bella, prontito tendremos un bebé corriendo por la comisaría.

No entendí y lo miré, pero la cara de Edward era de sorpresa y de…

¿Bella, ya tienes otra pareja? —me preguntó sin poder evitar que la voz se le quebrara.

¿Yo? No, ¿por qué querría salir con alguien si todavía no puedo sacarte de mi corazón?

Entonces, el bebé es mío —dijo abrazándome.

¿Cuál bebé? —Estaba confundida.

Bella, vamos a tener un bebé. Yo venía a suplicarte de rodillas que volvieras conmigo, ahora no puedo dejarte ir de mi vida, eres tú… tú eres mi vida.

Un bebé. —Toqué mi vientre.

Por favor, Bella, cásate conmigo. Vivamos juntos donde tú quieras, ¿recuerdas la casa que te gustó? La compré para nosotros pero si no la quieres podemos escoger una nueva.

Lo miré y lo abracé con fuerza.

Sí, Edward, casémonos. Viviremos en el departamento, en la casa o con mi padre, pero no puedo seguir lejos de ti, aunque no me ames. Con mi amor es más que suficiente… —Edward me impidió seguir hablando colocando un dedo ensobre mis labios.

¿Qué, no me he expresado correctamente? Bella, te amo, te amo, te amo… —A medida que lo repetía lo decía más fuerte.

Me quedé callada, esperando y de pronto el público se puso de pie y me aplaudió. Era el final de mi primer libro, un libro que había soñado y ahora estaba aquí.

Pasamos a la mesa para firmar los ejemplares. Entre el público descubrí a Edward y a mis dos pequeños, Edward me dijo ¡Sorpresa! Sin emitir sonido y me sopló un beso.

Comencé a firmar mientras Edward me observaba a los lejos, vi como sus papás se llevaban a mis chicos no sin antes soplarme unos sonoros besos. Había firmado cerca de 100 libros cuando sentí como si me orinara…

¡Mierda! No era pis, había roto aguas. Seth mi agente y guardaespaldas le dio una mirada a mi esposo, en cuestión de segundos fui sacada de ahí y llevada a una habitación

—¡Necesito un maldito hospital! —grité a Edward mientras apretaba su mano. Esperamos a que la ambulancia llegara, aún faltaban dos meses para que los gemelos nacieran y yo tenía mucho miedo. Edward siempre estuvo conmigo, él era el mejor hombre que podía desear, no se separó de mí aunque amenacé con dejarlo eunuco cuando durmiéramos… Igual, sabía que amaba su polla tanto como él y que no lo haría. Suspiré un par de veces mientras esperaba que el medicamento hiciera efecto.

Un par de horas más tarde llegaron a este mundo Emma Nicolle y Sebastian Masen, los últimos hijos que pensaba tener y más le valía a Edward que también fueran sus últimos.

No podía quejarme, tenía un hombre lindo y cariñoso que me hacía el amor con hambre desmedida, que me apoyaba en mis locuras, me consentía, era mi amigo, mi compañero y como plus… era el padre de mis hijos. Los hombres crueles de miles de experiencias traumáticas eran lindos pero como Katniss y Peeta… yo tenía mi Real… Y mi Real eran Edward, Etham, Samantha, Emma y Sebastian Masen.


Gracias a todas las que tuvieron la paciencia y nos compartieron su amor, feliz año y que este año este lleno de exitos.