Capítulo 7: Numero erróneo

Raditz se recostó en su cama viendo las gotas del suero caer una a una en un conteo infinito. Perdido entre sus pensamientos y preso de la ansiedad de perder a uno de sus amigos, sus ojos poco a poco comenzaron a cerrarse. Y su corazón encontró el alivio al nadar por un mar de descanso.

Pero un ruido lo despertó, mirando a la puerta de su habitación intento encontrar lo que lo pudo haber interrumpido. Al no encontrar nada, miro hacia la ventana y de nuevo, preso de una sensación extraña; no encontró nada.

Opto por cerrar los ojos para poder continuar su sueño, pero cuando consiguió su cometido, algo volvió a despertarlo. Esta vez arto y cansado, decidió romper el silencio de la noche.

— ¿Quién anda hay? —pregunto mirando a los lados. Al no obtener respuesta dijo—… ¿No vas a contestar? Que mal educado.

Pero un sonido y una pequeña luz hicieron que dirigiera su mirada allí. Su teléfono celular emitía un sonido constante, anunciando una llamada. El, asombrado, levanto el celular para contestar.

— ¿Hola? —Pregunto, ya que el número le salía desconocido— ¿Quién es? ¿Quién habla?

Del otro lado contesto una voz tercia y fría, casi en susurro espectral.

—Raditz… Raditz… —

— ¿Si? ¿Quién es? —Pregunto extrañado por la voz irreconocible.

—Raditz… Raditz… —

— ¿Turles, eres tú? Detente, me asustas— Tenía ganas de Colgar, pero algo se lo impedía.

—Raditz… pide un deseo—

— ¿Un deseo? —Pregunto el asustado.

—Raditz… Pide un deseo—

Raditz lo pensó un momento—Que Vegeta sea liberado de donde esta —

— ¿Ese es tu deseo, Raditz? —Hubo una pausa— ¿De verdad quieres eso? O ¿Quieres curarte ese problema del corazón?

—Bueno, yo… —Seducido por la proporción de esa voz, Raditz lo pensó—…Yo… quiero curarme del corazón.

—Raditz… ¿es ese tu deseo? —

—Deseo curarme el corazón —Dijo convencido.

—Bien… Raditz… pediste tu deseo—

La llamada se cortó, Raditz sorprendido, curioso y ansioso dejo el celular sobre la mesa y cerró los ojos para poder dormir de nuevo. Pero un sonido de un fuerte golpe de un mueble contra la pared lo hizo despertarse. Una mesa de metal con jeringas, guantes y otros artilugios médicos fue brutalmente estrellada contra una de las paredes de hormigón.

— ¿Qué rayos? —Se despertó de golpe— ¿Qué fue eso?

Al no obtener respuesta, Miro hacia la pared y pudo ver unos números en sangre escritos sobre la misma. Por acto reflejo, al contar los dígitos, noto que era igual a un número de celular. Abrió el suyo y busco en llamadas recientes.

Boquiabierto comparo el número de la pared con el de su celular. El numero anónimo que antes se mostraba "desconocido", ahora, en ese mismo momento y en ese mismo lugar; lo tenía impreso sobre la pared del hospital.

El tomo su celular, y con la bata médica aun puesta, preso del pánico, se arrancó el suero y salto los artilugios que yacían sobre el suelo. Corrió atreves de los pasillos de ese curioso hospital, empujando enfermeros y pacientes.

Llego a al salido y en medio de la noche se dirigió lo mejor que pudo a la mansión, bajo la lluvia y descalzo. Solo podía sentir la calidez de las gotas cayendo sobre su piel.