Los ojos de Sarah se abrieron con pesar al escuchar la alarma del reloj despertador sonar. Era jueves ¡Que gran día! Y volvía a la escuela… caminando al fin.

Pasó una semana desde el esguince de su tobillo curado con los buenos cuidados que le había proporcionado (al no levantarse en todo el tiempo de la cama). El inicio a clases comenzó desde ese lunes y no había ido a causa de su problema. Afortunadamente, la institución comprendió el estado de la chica así que su ausencia a clases estaba perfectamente justificada.

Ya podía apoyar su pie sin problemas en el suelo, el problema en sí era que no podía levantar la gran masa que ella constituía de la suave, calientita y rica cama. Quedarse más días en casa la mal acostumbró.

Por supuesto, no estuvo tan aburrida durante su reposo, Jack trataba de hacer algo de tiempo durante las noches y una que otra tarde para visitarla y conversar. Estar junto a él le hacía olvidar por completo el helado ambiente que se creaba dentro de su habitación. Y estaba segura de que esas pequeñas molestias en su garganta o de que su nariz se tapaba, no era cosa de casualidad. Se estaba enfermando. Se tardó. Al ser enfermiza, era usual que siempre se resfriara, le diera gripe o alguna otra enfermedad en esas fechas.

-¡Sarah, tienes que ir a la escuela! – oyó a su madre decirle desde otra habitación. No reprimió un quejido que salió de su boca. No quería levantarse, más no tuvo otra opción.

Durante su ducha y mientras se cambiaba, tuvo especial cuidado de no apoyar demasiado el pie o tomar mucha confianza en caminar normal. No quiso empeorarlo todo, aunque con ello le trajeran más días libres, se quiso evitar el dolor. Al menos usaba una plantilla en sus zapatos para evitarle esfuerzos de más a su querido tobillo.

Una vez lista bajó a desayunar, al terminar sus padres insistieron en dejarla a la puerta de la escuela. Se dejó consentir, aprovechando por completo las comodidades que –sabía- no durarían. Ya no era una niña y por ello sus padres ya no la trataban como tal. Circe seguía diciendo que sus hijas seguirían siendo sus bebés y aunque así fuese, en ocasiones las trataba como mujeres cuarentonas y solteronas.

Recordó con pesar como tuvo que echar sus patines al fondo del armario. Tuvo que explicar de dónde había sacado tan caros patines siendo que no existía ninguna tienda en donde encontrarlos ni poseía el dinero para comprarlos. Se excusó que una amiga se los había obsequiado por Navidad pero aún así sus padres le prohibieron salir con ellos sin su permiso ni supervisión, lo cual jamás obtendría después del accidente.

-Lo siento tanto, Jack. Sabes que adoré los patines, fueron un excelente regalo. – se disculpó cuando Jack los encontró buscando una manta para su amiga. Y él, aunque no se lo dijo, se decepcionó un poco. Esperaba más salidas al lago con la chica, sin embargo, el invierno no dura mucho y ella aún necesitaba tiempo para recuperarse así que sólo asintió abatido, sabiendo que quizá no le quedaba de otra más que esperar el siguiente invierno.

Una vez en el instituto, sus padres la hicieron pasar un momento bastante bochornoso. Su madre la acompañó hasta la dirección, tomando los justificantes y todavía no contenta con ello la guió hasta su primera clase. Por supuesto todos posaron sus ojos en ambas y Sarah quería creer que era porque caminaba extraño –casi cojeando- y no por la presencia de su linda progenitora que se hacía paso entre los estudiantes por medio de gritos.

-Juro que será la última vez que le permitiré a mi mamá entrar a la escuela… - murmuró para sí, cuando llegó a su lugar y su madre ya se hubiese ido.

-¡Sarah Cooper! ¡Ya estás aquí! ¡Feliz Año Nuevo!

Una chica entró corriendo al salón y fue a abrazar a su mejor amiga. La envolvió en un apretujón brusco pero lleno de cariño. La joven era bajita, con un cabello pelirrojo, lacio y que caía sobre sus hombros. Sus gritos aturdieron a Sarah pero sin duda le hicieron sonreír, nunca pensó que los extrañaría tanto. Sobre todo los chillidos que soltaba cuando se emocionaba de sobre manera.

-Georgia, sólo me perdí tres días de clase…

-¡Y no te veo desde las vacaciones! – le recriminó con su mirada color ámbar. - ¡Ni siquiera contestaste mis mensajes en Facebook!

-La verdad… no me metí en todas las vacaciones… - dijo Sarah, encogiéndose de hombros. Estuvo demasiado ocupada conociendo a Jack Frost como para postear algo, darle "me gusta" o compartir, ahora que lo pensaba… apenas y usó su portátil, eso quería decir que hizo un record. Agradecía al espíritu salvarla de su vicio secreto. Volvió a fruncir los hombros, sin darle importancia. – Feliz Año Nuevo para ti también.

El tono en su voz no fue precisamente el más entusiasta, seguía adormilada y molesta por su condición física. La joven pelirroja suavizó su mirada y la miró con compasión, luego con felicidad.

-¿Y? ¿Puedes explicarme qué ocurrió contigo que no te dignaste a asistir a clases? – acomodó sus cosas en el asiento de al lado, se sentó y recargó su cabeza en ambas manos sin quitar su mirada de la castaña.

-Ok, no te alarmes cuando te lo diga… -advirtió. Guardó silencio durante un rato en el que su mejor amiga la escudriñó con la mirada, pidiéndole que continuara y se dejara de rodeos. - Tuve un esguince en el tobillo y me golpee muy fuerte la cabeza por culpa… de unos patines… - confesó con algo de pena. El rostro de Georgia se desfiguró en preocupación y antes de que le exigiera más detalles, continuó con su explicación. – Estaba patinando y pisé mal. Caí y no pude levantarme en más de una semana.

-¡Que horror! ¿Pero ya estás mejor, verdad? – la aludida asintió dejándola sin preocupaciones. – bueno, ¿Y quién te llevó al hospital? ¿Renée estaba contigo?

Sarah se quedó muda, no sabía qué responder así que dijo lo mismo que había dicho con anterioridad.

-Estaba sola…

-¿Y cómo llegaste a casa? – inquirió Georgia, cada vez más confusa y angustiada.

-Jack Frost me llevó a casa… volando. – admitió. No pudo evitar reírse ante la confesión. La cara de su amiga era todo un poema, así que se apresuró a aclarar. – O eso dicen mis padres que yo dije.

-El golpe te afectó ¿Verdad? – dijo la chica, bastante seria. Al parecer no le había dado ni una pizca de gracia la "bromita". – Oh bueno… un poquito más porque ya estabas bastante obsesionada.

-¡EY! – se mostró ofendida ante la mención. Georgia se encogió los hombros de la misma manera que Sarah, dándole a entender que la imitaba.

-Ay Sarah… Tú siempre te has creído esas cosas, antes de salir a clases no dejabas de preguntarle a todos los profesores quién era Jack Frost. – Las mejillas de Sarah se ruborizaron, se removió incómoda en su asiento. Le había mencionado a Jack que le provocó demasiada curiosidad pero no quería imaginarse si él llegara a enterarse de que le había preguntado a cada profesor y casi a todos los chicos que conocía del instituto sobre él. Sería demasiado vergonzoso. – Y por lo que veo, aún no se te ha pasado tu pequeña obsesión con un muñeco de nieve.

-Dejemos de hablar de eso, necesito todos los apuntes que llevamos hasta ahora. Me ha encantado estar en casa tres días extras pero recordé que me he perdido de valiosas explicaciones ¿Me ayudas? – La castaña le suplicó a su amiga juntando ambas palmas y mirándola con cara de cachorrito, pero eso no fue necesario porque enseguida aceptó. No por nada Georgia era la mejor de la clase, la típica chica que siempre pone atención y no rompe ni un plato. Se quedaron conversando un rato más acerca de sus festejos, regalos y demás. La pobre de Sarah se moría por contarle que había conocido al mismísimo espíritu del invierno (agregando que sabía de la existencia de los demás guardianes), que le dio un postre de regalo y que él tuvo la intención de regalarle un perrito pero finalmente le regaló los patines causantes de su desgracia. Pero no pudo hacer otra cosa más que cerrar la boca y no comentarle nada. Sus vacaciones resultaron demasiado aburridas sin las menciones anteriores así que se encargó de resumir todo en simples palabras. En cambio, su amiga le relató con todo lujo de detalle las interminables anécdotas de sus tíos que vivían en California, pero se vio interrumpida por el timbre junto con el profesor que entró como un rayo al salón.

Durante todo el día, Sarah tuvo que luchar contra los nuevos temas que no comprendía. Estuvo perdida en todas las clases, no sabía de lo que hablaban ni de las tareas o trabajos que habían realizado, se frustró. Los profesores le desearon que se mejorara y añadieron una advertencia de que era mejor que se apresurara a realizar todas las tareas y ejercicios, cosa que la desesperó aún más.

Para el final del día, el ánimo de la chica estaba bastante decaído. Por si fuera poco sentía que su nariz estaba nuevamente tapada y su garganta se encontraba irritada. No saldría de su habitación por estar enfrascada en sus tareas y le preocupaba no ver a Jack por ese día. Aunque por otra parte, se alegraba de poder pasar toda la tarde con Georgia, la había extrañado demasiado. Ambas, unidas en un abrazo, partieron a casa a pie.

Circe las recibió con la comida lista y junto con su padre la atacaron con preguntas que con ayuda de la pelirroja pudo responder. Renée aprovechó la menor oportunidad para burlarse de su hermanita por "su amado Jack Frost al rescate" con la que la molestó desde su regresó del hospital. Georgia no pudo parar de reír después de la broma y la repitió durante la comida.

-¡Sí, bueno! Me acababa de golpear la cabeza ¿Pueden dejar de bullearme? – Pidió apoyo a sus padres quienes –entre risas- callaron a su hermana seguida de la amiga de su otra hija.

Después de la comida, la castaña se apresuró a empezar todos los trabajos pendientes.

-¿Cuántas personas se necesitan para bajarle el ánimo a una adolescente? – preguntó Sarah cerrando la puerta de su habitación una vez que ambas estuviesen dentro.

-Déjame pensar… - contestó la pelirroja. – 8 maestros, tus padres, tu hermana y luego tu mejor amiga… ¿12? - ambas rieron y procedieron a estudiar.

Las materias que más le preocupaban a Sarah era obviamente matemáticas que constaban de álgebra y geometría. Ejercicios básicos para retomar lo aprendido porque comenzarían con trigonometría lo que la abrumó. Después estaban química y física que tampoco eran sus favoritas, prefería mil veces literatura, inglés y artes pero tendría que aprobar las demás materias si quería irse a la universidad aunque aún no tuviera claro qué carrera elegiría. Las demás ciencias le parecían demasiado fáciles, así que no hubo mucho problema con ellas.

-Aprovechando que estoy en tu casa y que nadie del instituto nos escucha… tengo que contarte algo sobre Kurt Philip. – mencionó Georgia con un deje de emoción tratando de ser reprimido en su voz. Podría ser la mejor de la clase y la más educada pero si hubiese algo que Georgia disfrutaba eran los chismes, aunque jamás se atrevería a inventar uno, eso Sarah lo sabía.

-¿Y qué hay con él? ¿Es gay? – el horror se figuró en la cara de la pelirroja causando la risa de Sarah. - ¿Qué?

-Bueno… me invitó a salir. – confesó entre chillidos. Sarah se quedó muda y quieta en su lugar, no se lo vio venir. – Fue bastante lindo, en verdad. Se me acercó, me habló de lo lindo que era mi cabello… - Y así, la chica continuó hablando del perfecto momento que había vivido gracias a uno de los chicos más guapos del instituto, cabe mencionar que él era de último curso. Se le habían visto varias novias pero nada serio. Georgia quedó prendada de él desde su primer día y el hecho de que él la hubiese invitado le había hecho la chica más feliz del planeta. - ¡Fue tan emocionante! ¡Aún no puedo creérmelo! – se hizo aire con su propia mano, exagerando su expresión.

Sarah se alegró enormemente por ella pero también le había preocupado. Sintió una chispa de preocupación y… como no, algo de envidia. De la buena por supuesto. Era obvio que Georgia tuviese tan buena suerte, era guapa, tenía un cuerpo delgado y balanceado, era una excelente chica y tenía amor para todos. Le preocupaba sólo una cosa: Kurt era mayor, podía ser que tan sólo buscaba aprovecharse de ella y eso no lo iba a permitir como amiga de la chica.

Pero había otra cosa; quizá el hecho de que Georgia tenía pretendientes y ella no.

Si, exacto. Sarah no tenía pretendientes. Los tuvo antes, sí, pero era una niña y jamás se vio interesada en tener un novio. Pasaron los años y los chicos no se volvieron a interesar en ella y aunque en parte le aliviaba, la hacían sentir –de alguna manera- rechazada. Se preguntó cómo la encontraría Jack y recordó cuando una vez le había dicho que era bonita. Se sintió tan halagada aquella vez… la misma ocasión en que él supo que le gustaba. Le entristecía que no hubiese ninguna oportunidad con él, pero lo que más le afligía era que él no la veía de la misma manera que ella a él.

De alguna manera había entrado a la friendzone. Le causaba mucha gracia. Pero de algo estaba tremendamente segura, que lo que fuese que sentía por Jack… estaba empeorando. Lo intentó besar –lo cual resultó una misión fallida y vergonzosa- y el hecho que él pasara más tiempo con ella mientras reposaba hizo crecer esos nervios y revoloteos en su estómago.

-Sarah… ¿Qué te sucede? – Georgia preguntó.

-Nadam es sólo que… me preocupa que él sea mayor ¿Sabes? – ambas se miraron fijamente a los ojos, notando las inseguridades de la otra.

-No te preocupes, tendré mi gas pimienta a la mano y sabes que no dejaré que me hagan nada.

-Más te vale, no quiero que te sonría y te atonte con lindas palabras, Georgia. – le advirtió. – Porque si él te hace algo… el golpe será para ti ¡No querrás que te de tu merecido!

-Claro, como tú sabes pelear y dar ganchos al hígado, seguro me dejas en el suelo. – comentaban de manera sarcástica.

Unos golpes en la ventana las sobresaltaron. Eran fuertes, insistentes y de no ser porque Sarah sabía quién era, creería que tenían la intención de quebrar la ventana. Aunque tratándose de Frost… entendería si él lo hiciese. Las cortinas estaban cerradas por el momento.

-¿Y eso qué fue? – inquirió Georgia curiosa, los golpes sonaban como si alguien quisiese entrar así que estuvo atenta a cualquier movimiento de su amiga. - ¿Tienes un Romeo y no me lo has comentado? – sugirió burlona. Sarah la miró sonrojada pero negó efusivamente con la cabeza. Se levantó con prisa y descubrió la ventana. Detrás estaba un albino sonriente y quería entrar. La saludó con una mano mientras con la otra aún sostenía su preciado cayado. Sarah no devolvió el gesto –por Georgia- y se giró hacia ella y le sonrió.

-Nada, ¿Lo ves? Seguro alguien aventó piedras, a los niños les encanta jugar por aquí.

Jack se mostraba confuso ¿Por qué lo ignoraba su mejor amiga? Y luego vio la razón. Al fondo se veía a una sonriente pelirroja, parecía amigable. Sarah le devolvió la mirada pero ésta vez su rostro demostraba temor, nerviosismo, con un sutil gesto le indicó que era mejor que se fuese. Jack lo comprendió al instante pero no se movió, al contrario, se quedó ahí y le dijo a Sarah que abriese la ventana.

"No" le decía la joven.

-¿Sarah, qué tanto ves?

-La nieve. Me encanta ¿Ya la viste? – habló rápidamente, señalando a la ventana. Georgia la miró extrañada.

Y el albino seguía sin irse, sonreía travieso revelando sus intenciones. La chica se vio obligada a abrir y cerrar la ventana con rapidez, dejando al muchacho deslizarse graciosamente dentro de la habitación antes de que quebrara el cristal. Georgia observó contrariada a su amiga.

-¿Porqué abriste la ventana?

-Me estaba acalorando. – se excusó la chica, usando su mano como abanico.

-¿Sí? Pues ahora yo siento más frío. – Georgia se abrazó a sí misma y se frotó los brazos con las manos. No pudo evitar temblar a causa de la temperatura. - ¿Segura que cerraste bien la ventana? Porque de pronto hizo mucho frío.

Sarah miró amenazante al guardián que la observaba con diversión levantando ambas manos recordándole que no podía hacer nada al respecto a la fría temperatura. Sarah se sentó nuevamente con ella en la cama donde estaban regadas todas sus pertenencias y miró moderadamente al muchacho que no se había movido de lugar. Las jóvenes siguieron con sus estudios. Jack caminó hasta ellas y observó fijamente a Georgia. Sarah no sabía si sentirse irritada con él por observarla de esa manera tan despectiva o… por observarla de esa manera tan… detenidamente. ¿Celos, acaso? La vergüenza la atacó, ignoró al muchacho porque sabía que si le llamaba la atención descubriría su rubor, sentía los pómulos calientes.

Pero Jack decidió tomar otro camino. Se paró al lado de la sonrojada chica y decidió molestarla un poco, poniendo a prueba su paciencia. Empezó con observarla detenidamente, sabía que la pondría nerviosa y no se equivocó. Cuando la chica estuviese tan roja como el vestido que había usado en año nuevo e hiciese rebotar su pie contra el piso, supo que estaba alterada. Georgia ignoró la incomodidad de su amiga aunque ésta no se enfocara en sus intensas explicaciones.

Luego, el muchacho jaló varios mechones de su cabello, soltó unas carcajadas cuando la chica se quejó en voz alta atrayendo la vista de Georgia.

-¿Qué pasa?

-Me pegué con la base de la cama. – dijo, deseó detener a Frost con una sola mirada, era una lástima que no fuese posible.

En cambio, él siguió haciéndolo hasta que la chica le aventó un par de manotazos discretos para que la dejase en paz.

-¡Ouch! – se quejó él. Pero no se rindió. Empezó a picarle las mejillas con su cayado y luego con su dedo índice. Reía a carcajadas al ver las expresiones de enfado de la muchacha. Adquiría nuevamente una tonalidad roja pero de furia, sabía que no estaba nada contenta. Sarah no podía hacerlo parar, tendría que hablarle y si le hablaba Georgia la creería una loca, así que con su ser ardiendo de disgusto se quedó callada. Ignoraba las palabras que la pelirroja decía desde un buen rato. No podía pensar con Jack provocándola (no de esa manera).

La situación se volvió un poco más… intensa. Jack se había sentado detrás de ella y había pasado sus brazos por su cuello, abrazándola por detrás. Pegó su mejilla contra la de ella y notó lo tensa que se puso ante su acto. Sin que Georgia lo supiera, se quedó tan quieta como una estatua. Ella no notó que había dejado de respirar hasta que el aire le hizo falta haciendo reír una vez más al espíritu.

A pesar de que el contacto tan próximo con Jack la ponía muy nerviosa, no podía negar que le estaba gustando. Sus mejillas jamás se habían sentido tan calientes y no supo cómo reaccionar. No estaba pensando con claridad, y eso no era bueno.

Sintió la vibración del cuerpo de él y como su mandíbula se movía cuando él reía divertido por la situación. Pasaron unos momentos más en esa incómoda/cómoda posición hasta que la otra joven que ignoraba todo lo demás, miró de manera curiosa y confundida a la castaña.

-Sarah… ¿Qué tienes? – La chica no le respondió, pero como Jack no dejaba de reír burlándose de su vulnerabilidad, una idea le llegó a la cabeza.

-Es que… desde que estoy con el esguince no me he movido mucho y… estoy tan tensa. – aseguró con un tono fingido de pena y sin moverse todavía. El albino frotó su mejilla contra su rostro esperando alguna reacción, pero sin duda no se esperaba lo siguiente. Sarah levantó ambos brazos aparentando estirarse, luego alzó los codos y se retorció haciendo estiramientos de manera que el codo golpeara el cuerpo de Jack, cosa que consiguió. Le golpeó uno de sus costados, lo suficientemente fuerte para que se doblara de dolor y retirara inmediatamente sus brazos sobándose la parte adolorida.

-¡Ouch! ¿Qué rayos fue eso? – le preguntó. El golpe le dejó sin aliento.

-Pero creo que eso fue suficiente. – respondió más alegre.

-Pero si ni te moviste.

-No estaba tan tensa, de todos modos… ¿Sabes? Creo que ya he comprendido la mayoría, será mejor que yo haga el resto. No quiero que tus padres se enojen porque no has llegado a casa y ya es tarde. – mencionó Sarah hablando apresuradamente, comenzó a guardar todo ante la atenta mirada de Georgia quien simplemente le restó importancia al extraño comportamiento de Sarah y guardó sus cosas también.

-Sí, tienes razón. Además tengo que ayudar a papá a limpiar el garage. – Ambas guardaron todo y Sarah la acompañó hasta la puerta principal. Jack pudo escuchar que se despedían mientras se sentaba en la cama. Se sobó su costado, lastimado debido al golpe. En lo que esperaba observó el cuarto de Sarah, en el que ya había estado muchas veces. Cuando la chica volvió, Jack presintió que no se hallaba nada contenta por la manera en que azotó la puerta.

-¡¿Qué sucede contigo, Jack?! – preguntó enfadada. Se giró hasta el guardián mirándolo a los ojos y poniendo sus brazos en jarras.

-Tranquila Sarah, sólo era una broma. Quería ver qué tan paciente eras. – El albino rió al recordar los gestos de Sarah mientras la molestaba. Pero a ella no le parecía demasiado gracioso. – Además ¿Por qué te comportas así?

-¿Tienes en claro que si te hablaba parecería una completa loca? Si de por sí Georgia sabe que estoy algo zafada…

-¿Así que se llama Georgia? – le interrumpió interesándose por el sustantivo.

El cayado pasaba entre las manos del muchacho descuidadamente, jugando con él era la manera de alivianar el asunto, parecería que no era nada serio. Sin embargo, la joven sintió un pinchazo de celos ante el notorio interés en su amiga que sólo atinó a elevar su enojo.

-No es de tu incumbencia, te estoy hablando ponme más atención. – protestó. – Explícame por qué rayos me estabas fastidiando.

-¿Qué te pasa? – exigió elevando la voz. - ¡Ya te lo dije! Estaba probando tu paciencia.

-Que te quede claro que la paciencia no es lo único bueno de mí, a veces también lo es la fuerza. – Cruzándose de brazos y mirándolo altaneramente fue la manera en que Sarah logró burlarse de él, invirtiendo los papeles. Al hablar, sus ojos se entrecerraron con malicia.

-¡Me quedó clarísimo! ¿Por qué me golpeaste? – se quejó Jack. Había estado jugueteando con los muñecos que Norte había hecho pero en cuanto Sarah mencionó esa referencia los dejó caer en su lugar y el enojo se apoderó de él. Le había dolido el golpe y se lo hizo saber.

-¿Por qué rayos me abrazas? – El gesto de él cambió a uno burlesco y pícaro.

-Creí que te gustaría…

Fue suficiente para que ella se volviese roja.

-¡Jack Frost! No te aproveches…

-¿De qué? ¿De tu indiscutible e indudable gusto por mí? – se burló Jack levantando el mentón y uniendo sus manos en la espalda baja sin soltar el cayado. Pero en vez de ponerla aún más nerviosa y avergonzada, lo único que logró fue enfadarla más. - ¿Cuál es el problema? Sólo nos estábamos divirtiendo.

De ninguna manera no podía insinuar algo que a él ni si quiera le importaba, mucho menos burlarse de eso o aprovecharse, al menos así lo creía Sarah. Se dio cuenta de que él lo estaba tomando todo como un juego. Si esa era una broma, se había pasado.

-No. TÚ te estabas divirtiendo. – Lo apuntó con su dedo índice, luego suspiró. - Será mejor que te vayas. – propuso. – Tengo mucha tarea que hacer para entregarla mañana…

-¿Te enfadaste? – preguntó Jack intranquilo. Sabía que tal vez había sonado algo malvado cuando mencionó el detalle de... no importaba ya, pero nunca creería que Sarah se enfadaría con él –más de la cuenta- como para correrlo de su casa. Tal vez había sido bastante tonto jugar con ella de esa manera, no debió de haberla provocado enfrente de su amiga. Aunque ahora que lo pensaba no era la misma Sarah con la que había pasado las vacaciones de invierno, jugando con sus primos ni con él a lanzarse bolas de nieve. Ésta estaba furiosa pues jamás lo había tratado así.

-Sí. – afirmó ella. - pero no es por eso que quiero que te vayas. Ya me estoy enfermando. – Eso le tomó por sorpresa a Jack sintiéndose culpable, siendo él el señor del frío y del invierno era claro que ella se enfermase, pasaba demasiado tiempo con ella.

De pronto el enfado hizo acto de presencia en su persona al comprenderlo todo. "Alto Jackson, cállate" se ordenó a sí mismo aunque no sirvió de nada. – Ah ya entiendo, ahora que has vuelto a ver a tus amigos, prefieres pasar más tiempo con ellos…

-¡¿Qué?!

-Pretendes ser tan madura, dejando a un lado tus… creencias.

-¿De qué hablas? – preguntó sin entender.

- Es obvio que los prefieres a ellos, los conoces desde antes. – dijo Jack con la voz más neutral y firme que pudo conseguir. Logró hacerse escuchar a pesar de que Sarah le gritaba incrédula que acababa de correr a su mejor amiga en su presencia. - No tienes que pedírmelo, no te molestaré más, haz tus "tareas".

-Lo estás empeorando todo…

-Sí, me doy cuenta y lo siento. – concordó el muchacho alzando la voz.

-¡No me refiero a eso!

No pudo callarse, pero Jack supo que Sarah no fue la misma chica que él conocía delante de la otra adolescente, y se enojó con él ¡Más de la cuenta! Y lo golpeó. De alguna manera le dolió que ella fuese tan fría con él y prefiriese comportarse frente a su amiga e ignorarlo. El hecho de haberle recriminado y haberlo corrido le hizo sentirse peor. Su orgullo fue herido, no había sido herido desde hace años; cuando se convirtió en guardián y lucharon contra Pitch Black. Le hizo sentir rechazado. Tal vez eran tonterías pero no pudo alejar todos esos sentimientos que se agolparon en su pecho abruptamente.

Simplemente dijo adiós y volvió a salir por la ventana sin darle la oportunidad de Sarah para hablar o al menos escucharla.

-No entiendes, yo en verdad tengo mucha tarea… - murmuró cuando lo vio salir, aunque él no alcanzó a escuchar. Se quedó parada durante unos momentos más y una vez que el guardián estuvo lejos, dio un pisotón a modo de berrinche. - ¡Eres un idiota! no puedo creer que me... gustes.

La puerta del dormitorio se abrió con la misma rapidez con la que fue cerrada momentos antes, una Renée curiosa se acercó hasta su hermana menor y la escrutó con la mirada.

-¿Por qué gritas tanto? No me dejas hacer la tarea.

-¿Eh?

El rostro de Sarah palideció, tendría que inventarse una buena excusa esta vez. No podía volver a gritarse con Frost en su habitación otra vez.

Wow, su primera discusión de verdad. No hay amistad si no hay peleas :P ¡Es broma!

El capítulo no me convenció mucho, por eso tardé en publicar el capítulo, sin embargo aquí está y me gustaría saber su opinión al respecto.

Por favor, avísenme si tengo errores o algo parecido, me serán de mucha ayuda y les agradecería muchísimo :D

Quiero agradecer a todos los que se toman algo de tiempo en leer ésta historia y sobre todo a las personas que se toman su tiempo en dejarme un review *3* Los escritores no serían reconocidos de no ser por los lectores, claro está (No me digas...) haha ¡Son increíbles! :D

Disclaimer: Ninguno de los personajes creados por Joyce o Dreamworks me pertenece (lamentablemente) y por eso existe este fanfic :3 haha

¡Saluditos! :D