Desclaimer: Los personajes pertenecen única y exclusivamente a Stephenie Meyer, la historia es completamente mía y queda prohibida su reproducción parcial o total sin mi consentimiento. *LEER NOTA DEL FINAL*


"Dejo en él mi confianza y en usted mi esperanza"- Ángeles Mastretta.

Cap.1

Compañeros.

—Alice, ya te dije que no es necesario, puedo pagar el alquiler yo solo sin problema, no necesitas conseguirme un nuevo compañero— le volví a asegurar a mi pequeña y molesta hermana, pero como siempre ella no me escuchó.

—Nueva compañera— me corrigió— Ya te lo dije Edward, su nombre es Isabella, es una chica genial, vendrá mañana para ver el apartamento y decidirse si se quedará o no— me dijo rebotando de un lugar para otro acomodando y limpiando todo. —De verdad espero que se quede, de no ser así este lugar se vendrá abajo en pocos días— dijo con pena, yo sólo bufé.

—Estoy dieciocho horas en el hospital, Alice, ¿De verdad esperas que lo primero que haga llegando a casa sea limpiar?

—Podrías esforzarte un poco más— me reprendió colocando las manos en su cintura y mirándome mal.

—Como sea.

—Vamos, hermanito, yo sé que te agradará, es una chica preciosa, viene de Washington, no recuerdo el nombre del lugar pero es un pueblo bastante pequeño, así que trata de convencerla de que se quede— me dijo tomando su bolso y su abrigo, estábamos a principios de invierno y en Nueva York ya se sentía el frio.

—Pero si no le gusta…yo no me hago responsable— dije alzándome de hombros, bastante me había costado acostumbrarme a vivir con Alice, y era mi hermana, la idea de que una extraña viviera conmigo no me seducía en absoluto.

—Sólo sé bueno, ¿de acuerdo?— me abrazó ligeramente y se despidió con un beso, asentí y la acompañé a la puerta antes de verla partir en su pequeño mini Cooper.

Regresé al cálido interior de mi apartamento y me recosté en el sofá, mañana tenía sólo medio turno en el hospital así que tendría el resto de la tarde y el fin de semana para pasarlo solo, y con solo me refería a que la chica decidiera finalmente no quedarse como mi compañera, Isabella, repetí su nombre y con eso me quedé profundamente dormido sin si quiera haberme molestado en irme a mi habitación.


Desperté con un agudo dolor en mi cuello, debía recordar no volver a dormir en el sillón, revisé la hora, seis cincuenta y cinco, era realmente tarde, considerando que mi turno comenzaba a las siete y treinta y el hospital quedaba a veinte minutos de mi hogar, tomé un pantalón cualquiera de mi habitación junto con una camisa y mi abrigo, ni siquiera pasé por la cocina, ya tendría tiempo para desayunar después, tomé mi cartera, mi localizador, mi celular y mis llaves y salí disparado hacía mi trabajo, ser médico en la zona de urgencias no era algo muy relajado que digamos, pero rayos, amaba mi profesión.

Conduje rápidamente, y logrando un record como siempre, chequé mi tarjeta de entrada a las siete y veintinueve.

—Parece que a alguien se le hizo tarde— su burló mi hermano, Emmett, al verme cambiándome por mi ropa de trabajo y colocándome la bata.

—Buenos días para ti también, Emmett— le dije medio gruñendo.

—Va, parece que alguien no ha desayunado, vamos, la sala está muy tranquila, te invito un café— no pude negarme así que sólo lo seguí hasta la cafetería donde ordenó dos americanos y unos panques.

Cuando nos los entregaron y pude sentir el líquido caliente bajar por mi garganta, mis energías, junto con mi buen humor, regresaron.

—Pero si hasta te brillan los ojos, hombre— se burló de nuevo, él podría ser tres años mayor que yo, pero sin duda tenía la madurez de uno de quince.

— ¿Qué tal tu semana? — le pregunté sin inmutarme por sus burlas.

—Ya sabes, ha sido toda una locura, el trabajo, la mudanza, las giras de Rose— asentí, Emmett era cirujano ortopédico, lo que iba en total acuerdo con su personalidad, nada le ponía de mejor humor que arreglar unos cuantos fémures rotos.

— ¿Sigue con las pasarelas? — le pregunté refiriéndome a su esposa, Rosalie.

—Sí, aunque está pensando seriamente dejar el modelaje por un tiempo, ya sabes, abrir su propia empresa automovilística o algo parecido.

—De verdad, Rosalie es la mujer más extraña que he conocido— le dije bromeando, aunque en realidad, era cierto, Rosalie Hale era una mujer muy hermosa, modelo profesional y considerada uno de los rostros más hermosos del gremio, pero su amor por los autos y su amplio conocimiento sobre ellos la hacían un espécimen diferente a las demás, no podía haber nadie más perfecto para mi hermano que ella.

—Deja a mi Rosie en paz, sólo estás celoso porque ella sabe más sobre tu propio auto que tú— dijo fanfarrón.

—Lo que sea— dije ignorándolo, pero era un poco cierto, sólo un poco, aunque nunca se lo reconocería.

—Hey, Jasper— me hermano llamó sobre mi hombro al rubio novio de mi hermana y nuestro mejor amigo.

—Señoritas— nos saludó, sentándose en la silla libre de nuestra mesa.

—Qué hay Jasper, listo para desfilar a la horca, a que sí— bromeó mi hermano como siempre, pero a diferencia de mí, a Jasper nunca le importaba, es más, siempre le respondía y le enfrentaba, llegando a tener una rivalidad muy grande, pero su amistad siempre hacia que la dejaran de lado.

—Hombre, lo haré con la mayor alegría de mi vida— le contestó sincero, mi bipper comenzó a sonar en ese momento, demonios.

—Debo irme.

—Ed, Alice me dijo que estará antes en tu apartamento para asegurarse de que todo está en orden antes de que vaya Isabella— me recordó Jasper, maldije nuevamente, lo había olvidado.

—Eh, sí gracias Jasper— él asintió y se quedó con un confundido Emmett, quien no paraba de preguntar quién rayos era Isabella, yo los dejé solos, sin importarme las dudas de mis hermanos, el deber me llamaba.


— ¿Día duro? — me preguntó Jasper una vez terminé con mi turno, lo miré mal, él al igual que Emmett era tres años mayor, por lo que su residencia había terminado y ahora tenía su especialidad, él era neurocirujano, un área en la que debías tener un enorme temple sí o sí, y sin duda, Jasper lo tenía.

—Vamos, Ed, sabes que sólo trato de ayudar, hermano— asentí y lo dejé pasar.

—Podrías haber convencido a tu loca novia de que no era necesario conseguir una compañera de apartamento— medio gruñí, él me vio entre divertido y confuso y después negó.

— ¿Todo esto es por Isabella? Venga, Edward, ella es una gran chica, la conocí hace poco y te puedo asegurar que es grandiosa, Alice prácticamente se enamoró de ella— rió por su chiste, pero yo no le vi la gracia.

—Como sea, debo irme— no esperé a que me dijera nada, sólo me coloqué mi abrigo y salí a las concurridas calles de Nueva York, manejé lo más lento posible, pero igualmente llegué diez minutos antes de las cinco, la hora que había sido acordada para la visita de mi posible futura compañera.

Dejé mi auto en la cochera y subí a mi apartamento decidido a aprovechar el poco tiempo que tenía para mí, sin embargo no duró mucho, a las cinco en punto el intercomunicador sonó, dejándome saber que estaba alguien afuera esperando.

—Diga— respondí totalmente desinteresado.

Estoy buscando a Alice Cullen, vengo a ver un apartamento— me habló una voz suave aunque sonaba un poco débil.

—Ella no se encuentra, pero yo le mostraré el lugar, pase— le dije mientras oprimía el botón para abrir la puerta principal, susurró un leve "gracias" y me preparé para verla, Alice se había tomado "la molestia" de acomodado todo nuevamente, el lugar no se podía ver mejor, aunque faltaban algunos muebles y fotos, se veía muy bien, escuché el golpe de la puerta y me apresuré a abrir, un poco más nervioso de lo que esperaba.

Al abrir la puerta me encontré con unos ojos castaños viéndome con mucha curiosidad y expectación, no puedo describir que pasó, pero sabía, muy dentro de mí, que algo había cambiado para siempre, ella estaba ahí, una pequeña de al menos metro sesenta y cinco, más alta que Alice pero no tanto con Rose, de piel blanca con un cabello largo y lacio que enmarcaba un rostro en forma de ovalo perfecto, con la pequeña nariz respingona y los labios suavemente rosas, iba enfundada en un grueso y largo abrigo blanco, que le daba un aspecto muy formal y etéreo.

—Hola, soy Bella, vengo a ver el departamento— me sonrió cortésmente, mostrando unos perfectamente blancos y alineados dientes, deslumbrándome en el proceso.

—Eh, esto, sí claro, pasa, soy Edward, por cierto— ella sonrió de nuevo y entró al lugar un poco cautelosa pero observando todo con los oscuros ojos bien abiertos.

—Se ve un poco vacio— comentó, curvando ligeramente sus labios hacia arriba.

—Sí, mi hermana se llevó unas de sus cosas— dije medio atontado, ella sólo asintió, esperando por que comenzara el recorrido.

—Bien, déjame mostrarte todo— me adelanté y pude percibir un ligero aroma a jabón, flores y dulce, combinado con un olor un tanto fuerte que me parecía familiar, pero no recordaba de dónde.

—La cocina está por aquí, el comedor y la sala— le dije señalando todo, ella lo veía y esperaba su aprobación, la cocina era de última generación, totalmente equipada y limpia, con una pequeña isla en el medio, el comedor era grande, de ocho sillas y con un enorme florero en medio, la sala tenía tres sillones, uno de tres plazas, otro de dos y un pequeño diván, la pantalla plana estaba empotrada justo en medio de los tres y bajo ésta estaba un sistema de sonido, a los lados habían sólo un librero ya que uno era de Alice y había tenido que llevárselo, al igual que varios cuadros de las paredes y un pequeño sofá individual reclinable que había sido de nuestro abuelo y ella amaba, absolutamente todo era en colores cálidos y bien combinados con ciertos toques de azul y blanco aquí y allá.

—Es precioso el lugar, ¿Por qué buscas a una compañera? Si yo fuero tú no querría compartir este lugar con nadie— me dijo sincera, mientras seguía observando todo.

—Hace poco mi hermana, supongo que la conoces— aventuré, Alice y Jasper habían dicho que la conocían, pero pudieron haber estado mintiendo.

—Seguro, ella es…maravillosa— dijo sonriendo y negando, seguramente recordando alguna de las locuras de mi hermana, pero su amistosa sonrisa me sorprendió, mi pequeña hermana, aunque tenía un enorme corazón y era más leal y confiable que cualquier persona que hubiera conocido, no tenía muchos amigos, mucho menos amigas mujeres, algunas se sentían intimidadas por su natural y brillante encanto y otras se atemorizaban por su excesiva energía y efusividad, pero Bella, como se había presentado, parecía encantada con ella, lo cual me hizo sonreír.

—Bueno, ella y su novio Jasper se comprometieron hace poco y decidieron empezar a vivir juntos, cuando ella y yo nos mudamos a este lugar acordamos que pagaríamos la mitad del alquiler cada uno, pero obviamente ahora ella debe encargarse de otras cosas y no pude estar pagando un lugar en el que ya no vive, por eso decidió buscar a alguien más— le expliqué, ella sólo asintió esperando a que la llevara a las demás habitaciones.

Entramos primero a mi habitación, con un poco de vergüenza le mostré el lugar rápidamente, después el baño completo y finalmente la que podría ser su habitación, estaba vacía naturalmente, pero así se podía apreciar mejor su amplitud, las paredes estaba pintadas de un lavanda muy claro, el armario era de un blanco inmaculado y las cortinas de un azul pálido, ella se acercó a éstas y las abrió de par en par, pudiendo contemplar el central park en toda su extensión.

—Es precioso, todo el lugar lo es, pero…— no completó su frase, en lugar de eso se perdió en sus pensamientos.

— ¿No te gustó? — pregunté un poco decepcionado, ella abrió sus ojos desmesuradamente y negó con fervor.

—No, al contrario, me encanta, es magnífico, pero, sólo podría quedarme por unos meses— dijo con un sonrisa triste.

— ¿Por qué? — pregunté con curiosidad

—Digamos que después tendré una residencia un poco más…permanente— dijo con una mueca, no estaba comprendiendo nada pero sí sabía una cosa.

—Quédate— le pedí casi en un susurro, ella me miró desconcertada pero no apartó su vista de la mía, ella terminó con la lucha de miradas y volvió sus ojos hacía la ventana.

— ¿Cuándo puedo mudarme? — preguntó finalmente, con una ligera sonrisa colándose por sus labios, provocando que yo también sonriera.

—Cuando tú prefieras.

—Bien, entonces estaré aquí mañana en la tarde, ¿Está bien? — preguntó, cerrando más su abrigo a su alrededor, me preguntaba si tendría frió, cosa que era imposible pues la calefacción estaba funcionando a la perfección, de no ser así yo me estaría congelando con la ligera camisa que estaba usando.

—Seguro, está muy bien.

—De acuerdo, hasta mañana entonces, compañero— dijo tendiéndome su mano, yo la tomé rápidamente, quedé atónito con lo delgada y frágil que se sentía, la piel era muy suave, quizás demasiado, se sentía como si se pudiera romper, ella apartó su mano, sonrojándose suavemente porque había sostenido su mano entre la mía demasiado tiempo.

Salió de la habitación y yo la seguí, acompañándola hacia la puerta, me sonrió una sola vez más y se fue sin mirar atrás, yo miré distraídamente mi mano, recordando la fragilidad de la de Bella, se sentía demasiado delgada, y fría, su contacto a pesar de la calefacción y su abrigo era frio, el sonido de mi teléfono me despertó de mis cavilaciones.

—Hola— pregunté, sin ver el identificador de llamadas.

Dime que ha aceptado. — me ordenó Alice al otro lado de la línea.

—Sí Al, ella ha aceptado— le dije yendo hacia mi habitación, no quería volver a pasar una noche en el sofá.

Eso es maravilloso— gritó eufórica.

—Un día de estos me dejaras sordo— me quejé pero a ella no le importó.

No seas un bebé, por cierto, dejé un poco de comida en el horno y será mejor que no quede ni una sola migaja, no creas que no sé que nos has estado alimentándote bien, Edward Cullen— refunfuñó.

—Rayos Alice, eres una pesada, Jasper no sabe en lo que se está metiendo— ella iba a protestar pero algo la detuvo, escuché unas cuantas voces y después la voz de Alice de nuevo.

Tengo que colgar, te veré mañana, cena y descansa, te quiero— antes de que pudiera responder ella terminó la llamada, lancé mi teléfono lejos y me encaminé a la cocina, conociendo como conocía a mi hermana era mejor no tentar a mi suerte y acabarme la maldita cena.

Dos horas después, ya habiendo cenado y con mi cabello mojado por la ducha, me recosté en mi cama y me dejé ir al mundo de los sueños, esa fue la primera noche que soñé con Isabella.


Hola, uno, dos, tres, probando, ¿Está encendido? Sí lo está. HOLA!, ya sé, dirán, "Andy, ¿Sacas nueva historia y no puedes ni completar una? Yo les diré (música dramática y triste) Así es, estoy con una nueva historia, ¿Que por qué? Muy sencillo, ¡Estoy loca!

La verdad es que esta idea se me vino a la cabeza hace muy poco (al principio no suena como nada nuevo, pero lo es, claro que lo es y no lo digo porque yo la escriba y sepa todo lo que va a pasar, en realidad sí lo digo por eso pero, ustedes entienden) y la escribí como una posesa, y ya la tengo terminada, así que he decidido subirla, si les gusta la seguiré subiendo, si no les gusta, !La elimino y ya! !Así de simple!

Si de casualidad creen en mi locura y han leído alguna de mis otras historias, !No las voy a abandonar! Lo que es "No soy perfecto" está un poco atrasada porque es mucho más complicado, es lo mismo que Manual del Hombre perfecto, pero con un fondo totalmente diferente, (la verdad no sé en qué estaba pensando) ¡Es muy difícil! pero tengan paciencia que serán recompensadas mis bellas lectoras, actualizaré y seremos todas muy felices.

Tengan un excelente día. Besos. An.