NOTA AUTORA (TheAvalion): esta idea me vino cuando estaba buscando la manera de darle a Arthur y Merlin un hijo sin el embarazo masculino (porque no soy fan de eso) involucrado –y de repente, pareció muy obvio, ¡no puedo creer que no se me ocurriera antes! Y una vez que tuve la idea, no pude dejar de escribirla.

Esta historia comienza al principio de la quinta temporada, y avanza desde ahí.

Ahora hay un tráiler para este fic, hecho por la increíble Sally Sparrow : youtube watch?v=mcZC-_wtaUQ&feature = (sin espacios)

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El tamborileo de unos pequeños pies en el frío suelo de piedra

Cennan Feorhlif

•••••GUINEVERE•••••

La vida de Guinevere era perfecta.

Tenía los vestidos más bonitos del reino, tantas joyas preciosas que no sabía que hacer con ellas, y un castillo lleno de sirvientes a los que podía mandar tanto como quisiera.

Tenía un sitio en la mesa redonda, y su opinión importaba –en una forma que pocas opiniones de mujeres lo hacía. Y lo más importante, era demasiado afortunada por estas casada con Arthur Pendragon; su mejor amigo, el rey de Camelot.

La reina Guinevere tenía todo lo que la criada Guinevere jamás se había permitido ni siquiera soñar tiempo atrás, mientras pasaba las noches en la herrería de su padre y sus camisones estaban hechos de lana rasposa, en vez de la seda más fina de todo Albion.

En ese entonces, ella había contemplado al príncipe de oro con el mismo temor reverencial que todos sus iguales, y había estado contenta de servirle con recatado silencio; leal hasta la exageración e instintivamente deferencial hacia alguien cuyo rango exigía su respeto.

Esas características, incidentalmente, fueron atribuidas por mucha gente como una habilidad para servir a Camelot y al rey, no como una buena doncella, sino como una gran reina.

Con este título, que no había tenido de nacimiento, y probando cada día cuan capaz era de cogobernar el reino, Gwen estaba marcando lentamente una diferencia. Ella sabía esto, viendo los sutiles cambios en la forma en que los sirvientes eran ahora tratados por sus maestros. Y tan modesta como era, esa era una de las pequeñas cosas de su vida en la cual se permitía recrearse. Estaba haciendo una diferencia, simplemente siendo reina, y siendo buena en ello, y le alegraba que ese pudiera ser su legado.

Sin embargo, no era un secreto que Guinevere esperaba dejar un tipo de legado distinto a Camelot; una prueba mucho más sustancial de su existencia, y de su desventurado romance con Arthur.

Desde que ella y el rey se casaron hace tres años, ella ha soñado con tener un niño. Un precioso niño con sus ojos y su cabello, y con la sonrisa y la nariz de Arthur ; la imagen que tenía en su mente era tan clara que casi podía imaginar que era real.

Pero Gwen no era Morgana, y sus sueños no estaban predestinados a ocurrir.

Durante los tres años que han estado casados, ella lo ha esperado y deseado. Y Arthur también, su sonrisa se hacía más profunda cuando veía a los niños jugando en la plaza del mercado, y la miraba con esperanza cuando veía una mano perdida en su estómago.

Aunque ha estado inestablemente preocupado con sus nuevas y apabullantes responsabilidades desde que cogió el trono –a menudo teniendo que dejar el castillo para negociar tratados de paz con otros reinos durante semanas, y pasando la mayor parte de su tiempo, cuando regresa, trabajando en movimientos diplomáticos más allá de los que su padre hizo –Arthur ha mantenido sus visitas a sus aposentos también, incluso después de que el entusiasmo inicial de los recién casados hubiese pasado.

Cuando se casaron, obviamente, los aposentos individuales de Arthur y Gwen dejaron de usarse, y ambos comenzaron pasar cada noche juntos en su habitación compartida. Disfrutando de la libertad de estar juntos. Ella aún tiene escalofríos al recordar la forma en que Arthur veneraba su cuerpo, desbloqueando nuevos e inmedibles terrenos de placer para ella.

Pero rápidamente las obligaciones y rutina de Arthur le obligan a levantarse muy temprano y acostarse muy tarde, y él insistió que sería más sencillo para ella, realmente, si no molestaba su sueño trepando dentro y fuera de la cama a todas horas. Además, bromeaba, pobre Merlin que nunca sabe donde mirar cuando llega con el desayuno por las mañanas.

Por lo que, después de que se volviera evidente que Arthur iba a seguir insistiendo en su acto de caballerosidad, Gwen accedió rodando los ojos. Y mientras se mudaban eventualmente a sus habitaciones privadas pertenecientes, Arthur le prometió que se uniría a ella en sus aposentos tan a menudo como pudiera.

Gwen no estaba suscrita a los cotilleos de la corte, especialmente no cuando trataban sobre lo que ocurría en la privacidad de los aposentos de un matrimonio, así que ella no sabía cuan a menudo las parejas se juntaban después de tres años de casados. Pero incluso si pasaba demasiadas noches extrañando el sentimiento de tener a su marido en sus brazos, Guinevere consideraba que ella y Arthur tenían un increíble y confortable vínculo que no cambiaría por nada. Y durante todos esos meses en lo que Arthur sólo frecuentaba su cama un par de veces, Gwen nunca sintió su amor vacilar.

Pero se estaba empezando a preocupar, porque si sus encuentros no eran tan frecuentes como una pequeña parte de ella quería secretamente que fueran, sabía cómo se supone que debía funcionar. Por todas las cuentas que había hecho, ella debería haberse quedado en estado en su primer año de casada. Y cada día que pasaba, se preocupaba más de que ese estado no llegara.

Entonces, en un día como otro cualquiera, Guinevere se despertó en su cama (sola, por supuesto) después de otro sueño en el que mantenía un niño en sus brazos. Y sus manos cayeron automáticamente en su estómago como han hecho cada mañana desde hace muchos meses, con un extraño sentimiento sobre ella. Porque, sin ser capaz de explicarse a sí misma como o porque, en ese momento ella supo que no era ni sería capaz de concebir un hijo con Arthur.

Guinevere salió de la cama, bastante calmada, y fue a los aposentos de Gaius –tratando de no sentir como si estuviera yendo directa a la horca.

Y fue unas horas más tarde que Gaius con una grave expresión le confirmó la desgarradora noticia: que Guinevere no podría tener un retoño en su vientre. Pero incluso cuando él le palmeó el brazo (un poco extraño, pero ella apreció el sentimiento), Gwen no lloró –porque realmente lo llevaba sospechando desde hacía bastante tiempo, aunque se negara a creerlo hasta ahora.

Si ella hubiese mirado hacia la habitación de Merlin en ese momento, habría podido ver a su viejo amigo observando en silencio, tristemente; quedando congelado en el marco de la puerta después de irrumpir sin querer en un momento muy privado, siendo incapaz de pensar en una forma de salir desapercibido.

Y si ella hubiese mirado de cerca, Guinevere podría haber notado la infinidad de emociones que chocaban a través del rostro de Merlin, como una vieja historia que le contaron una vez sobre otro rey y su estéril reina resurgía en su mente, y la sombra de una idea empezando a formarse.

·······················

En un desacostumbrado acto de egoísmo, Guinevere no le contó a Arthur sobre esto, y le hizo prometer a Gaius que tampoco lo haría. Nunca había dudado del amor de su marido por ella, pero le preocupaba que sus obligaciones –las cuales le habían mantenido alejado de ella muchas noches –podrían empezar a tener más preferencia sobre ella, ahora que no existía más la posibilidad entre ellos de asegurar la continuación de la línea Pendragon una vez que ellos se hayan ido.

Ella también se sentía profundamente impotente y avergonzada, como si ella dejara Arthur fuera a propósito. Era irracional, Gwen estaba lo suficientemente equilibrada para entender esto, pero eso no hacía a su auto-odio menos palpable. Arthur se había casado con ella , una humilde sirvienta; había desafiado a su padre y se había denegado las ventajas tácticas que traería el matrimonio con una noble, ¿y todo para qué?

Nada, pensaba amargamente. Menos que nada; la destrucción del legado Pendragon, todo por ella y su humilde e indigno cuerpo.

Esto, pensaba con una creciente desesperación, mientras las semanas se convertían en meses y se encontraba a sí misma hundiéndose más y más en la apatía, más aún cuando no rechazaba los avances de Arthur, cuando venían, será por lo que me recuerden. La historia no la recordará como Guinevere, la reina de baja estirpe que floreció en una tierra marchita y ayudó a unir a la gente de Albion, no, sino como la plebeya Gwen que egoístamente atrapó al noble rey e intencionadamente llevó su legado a la ruina.

Lentamente pero con certeza, Gwen empezó a odiarse de verdad. Y aún siendo tan noble, valiente y diligente a su rey como era, Gwen no podía evitar odiar a Arthur un poquito también, por poner esta carga en ella; esta presión en la que su cuerpo no podía estar a la altura.

Guinevere vivió en esa burbuja de inconmovible desesperación por mucho tiempo. Todo empezó a sentirse desesperanzado y sin sentido; las charlas de paz y las tareas diarias de los caballeros perdieron significado para ella, y se encontró distanciándose de todo y todos por lo que había sentido placer alguna vez.

Pero entonces llegó el catastrófico día (que para ella había sido tan ordinario y desesperante como cualquier otro), en que Morgana envió un espía a Camelot para asesinar a Arthur. Merlin salvó la vida de Arthur –con magia – y fue lanzado inmediatamente en las mazmorras.

Y Gwen, que a pesar de su propio dolor seguía poniendo instintivamente el sufrimiento de aquellos a los que quería sobre ella, fue directa a los aposentos de Arthur a exigirle que Merlin al menos debería tener un juicio justo –sólo para encontrar a Merlin ya allí, sollozando en el hombro de Arthur que debería habérselo dicho antes, tendría que haberlo hecho, pero no podía soportar que Arthur no confiara en él o que pensara que podría haber supuesto algún daño a él o a Camelot; que él no podía cambiar lo que era, y que lo único que quería era servir a su rey.

Ambos hombres estuvieron envueltos entre sí hasta que notaron su llegada, y Gwen había visto, desapercibida desde la puerta, como Arthur había movido vacilantemente su mano arriba y abajo de la espalda de Merlin mientras le decía que sabía porque lo había hecho, que lo entendía, y que su único deseo era que se lo hubiese confiado antes.

Y Gwen había sentido una profunda afinidad con Merlin en ese momento, mezclada con un ahora familiar pinchazo de amargura por no ser ella la que se encontraba entre los brazos de Arthur mientras él le prometía perdón, lealtad y amor, por algo que ella consideraba un crimen tan atroz contra Camelot como la hechicería.

················

Un mes después, con un pequeño espectáculo, Merlin fue nombrado Mago de la corte ( con mucha indignación de los miembros del consejo de Arthur que también se habían sentado en la corte de su padre –después de que Arthur les había informado amablemente que podían callarse o marcharse, con la promesa de hacer que Merlin les golpeara con la puerta en el trasero en su salida.) y al día siguiente, su viejo amigo fue a visitarla en su cámara privada.

Esos días, apenas se había visto a Gwen en eventos oficiales. tomaba sus comidas en su habitación, usualmente se excusaba como enferma para las reuniones de la mesa redonda, y los nobles visitantes solían marcharse decepcionados por no haber podido echar más que una ojeada a la justa reina de la que tanto habían oído hablar.

Arthur notó su comportamiento, por supuesto, pero erróneamente lo atribuía a una enfermedad física en vez de mental. Ahora acudía a sus aposentos más a menudo que antes, pero sólo para sentarse a hablar con ella. A veces se recostaba la cabeza en su regazo y ella le acariciaba el cabello mientras él le contaba los tejemanejes de la corte, y otras veces simplemente se sentaba con ella en silencio, ocupado con mapas y pergaminos.

El estar con ella, sabía, era para recordarle su inquebrantable amor y devoción por ella, y demostrarle cuan preocupado estaba por ella. Y eso sólo la hacía odiarse un poco más, porque ¿cómo había pensado ella alguna vez ser digna de Arthur Pendragon?

Incluso después de que Gwen le había dicho que entrara, Merlin seguía parado en el marco de la puerta, sonriéndole vacilantemente. Se descubrió a sí misma devolviéndole la sonrisa; no era tan cariñosa como había sido antes, pero eso pareció darle valor a Merlin para entrar en la habitación, luciendo aliviado.

"Gwen," dijo, pareciendo tímido y no como el hombre que orgullosamente había estado la noche anterior tomando su lugar al lado derecho de Arthur en la mesa redonda, aceptando su legítimo puesto después de todos esos años.

"Merlin," le contesta, manteniendo su voz calma y agradable, "¿a qué debo este inesperado placer?"

Era una triste verdad, reflexionó Gwen, que la aparición de Merlin en sus aposentos ocurría raramente en esos días. Ambos solían ser muy cercanos, una vez –pero desde que ella se casó con Arthur y se convirtió en reina, Merlin la ha tratado diferente, aun cuando ella había hecho su mejor intento de disuadirlo de ello.

En aquel momento eso la había molestado y confundido, porque nunca parecía haber tenido ese problema con Arthur, pese a que él siempre había pertenecido a la realeza. Pero con el tiempo lo había aceptado como otro de esos inevitables cambios que venían con su nuevo estatus. Guinevere tenía pocos amigos entre los sirvientes en esos días, y aún menos entre las nobles que no estaban dispuestas a aceptarla como una de ellas.

Y que Merlin viniera a ella ahora, después de que su propio estatus había subido también –cuando sus posiciones en la mesa redonda eran al lado derecho e izquierdo del rey, respectivamente –no fue pasado por alto por ella. Pero Gwen era demasiado educada y modesta para dejarlo entrever.

Merlin aún la miraba vacilante mientras se acercaba a ella, sentándose en la silla adyacente a la larga ventana, ignorando el bosque y la remota ladera de la montaña.

"La echamos de menos hoy, mi lady," dijo. "en la reunión."

Ah sí, había habido otra reunión de la mesa redonda hoy. Ella había ido ayer por Merlin, por supuesto, después de que Arthur prácticamente le había suplicado su apoyo mientras iba a romper la última y más importante decisión de su padre (¿y cómo podría ella negarle algo a su amado rey de todos modos?), pero observar todas las miradas de respeto y adoración que le enviaba la corte de Camelot, que ella sabía ahora que no merecía, la agotó, y no era algo que ella se anticipara a hacer otra vez en cualquier momento cercano.

"Sí, lamento habérmelo perdido," dijo con elegancia, "desafortunadamente no me sentía lo suficientemente bien para dejar mis aposentos hoy."

Había una ilegible expresión en los ojos de Merlin cuando dijo, "parece que te has sentido mal demasiados días, Gwen."

Gwen le dio una tensa sonrisa, la cual esperaba le comunicara su rechazo a discutir el tema sin tener que soltar las despectivas palabras que tenía en la punta de la lengua.

Pero Merlin, siendo Merlin, por supuesto no lo entendió. " ¿no me dirás que es lo que te aflige, Guinevere?" preguntó, en un inusitado y cuidadoso tono.

Se mostraba tan amable, tan abierto y confiable, y ella pensó brevemente si la aliviaría contárselo a alguien finalmente, tener a alguien que supiera, y quizás no la juzgara mucho ya que Merlin se había guardado también ese profundo y doloroso secreto durante mucho tiempo…

Pero no podía. No le podía decir a nadie, nadie debía saberlo o sabrían el fraude que era. Gwen rompió el contacto visual con Merlin y giró su cabeza suavemente para mirar las montañas en la lejanía, sabiendo que estaba siendo grosera, pero no encontrando la energía para que le importara.

"Gwen," le llegó la triste pero insistente voz, "Por favor, mírame."

Lo hizo, porque era Merlin, y habían sido amigos por demasiado tiempo como para que ella fuera capaz de callarle ahora.

"Creo…" y ahí estaba el vacilante tono en su voz nuevamente, el cual tenía a Gwen vagamente intrigada. "Creo que sé que es lo que pasa por tu cabeza, la causa de tu angustia. Y creo… creo que puedo ayudar."

·······MERLIN········

Merlin había pensado larga y difícilmente sobre su decisión, y aún estaba indeciso cuando se presentó frente a Gwen.

El sintió su corazón romperse por ella, aquella mañana en la cámara de Gaius cuando escuchó su voz y fue a saludarla, sólo para encontrársela sentada en la cama reservada para los pacientes con una expresión cerrada en su rostro mientras el viejo doctor le transmitía la trágica noticia.

Y el corazón de Merlin se rompió por Arthur también, y quizás un poco por sí mismo. Guinevere no podía darle un hijo a Arthur. Eso no sólo significaba que Gwen no podría darle a Arthur la única cosa que Merlin sabía que Arthur quería secretamente más que nada en el mundo, sino que también significaba que todo lo que Arthur y Merlin estaban destinados a construir juntos, toda la paz y prosperidad que traerían a Albion, terminaría con ellos. ¿Quién sabía lo que el próximo rey o reina de Camelot haría, cuando la línea Pendragon hubiese terminado?

Merlin se dio cuenta que ni siquiera sabía quien cogería el trono una vez que Arthur y Gwen murieran. Morgana podría intentarlo, si aún viviera entonces, pero confiaba que los caballeros y cualquier otro sujeto de Camelot no lo permitieran –y que él nunca lo permitiría.

Supuso que algún familiar lejano de la familia de Uther podría probablemente darse a conocer, convenientemente, después de que la línea Pendragon desapareciera. Realmente no le importaba. No sería Arthur, no habrían conocido a Arthur, y su reino llevaría a Camelot nuevamente por el mal camino. Era un pensamiento paralizante.

Y mientras forcejeaba con ese conocimiento durante las siguientes semanas, Merlin se dio cuenta de dos cosas: una era que Gwen también se había dado cuenta de ello, y ese conocimiento la estaba matando. Y la segunda era que Arthur seguía siendo demasiado optimista y alegre, y por tanto no tenía ni idea de lo que su esposa había ilustrado.

Si esta hubiese sido la antigua Gwen, la criada que había sido cómplice y amiga de Merlin, quien se mantenía a su lado mirando con asombro poco contenido como Arthur se movía con esa gracia de otro mundo que sólo el gobernador del reino podía tener, entonces Merlin no habría dudado de ir con ella, admitir que lo sabía y hacer todo lo que estuviera en su mano para aliviar su inapropiada culpa.

Pero esta era la reina Guinevere, la esposa de Arthur, que ahora se movía con los mismos privilegios reales que su rey, y Merlin se había quedado solo, mirándolos desde lejos. Así que él no podía aproximarse a ella, porque esta Gwen era como una extraña, y él no sentía más como si fuera su lugar cuestionarla o confortarla en algo tan personal como esto.

Y aun estando frente a ella ahora, como mago de la corte, libre de darle la solución sin miedo a un castigo… Merlin aún dudaba al mencionar el tema. Sí, Arthur había descubierto y aceptado su magia –algo con lo que Merlin casi no se había dejado creer, pero que sabía era verdad, porque una parte de él siempre supo que Arthur actuaría de este modo –y él se encontraba donde pertenecía, al lado de Arthur. Pero Gwen era todavía una reina, y lo más importante, era la mujer de Arthur.

Pero sus reservas sólo lo mantuvieron alejado por un día, porque sabía que su antigua amiga sufría profundamente, que su sufrimiento había perdurado desde hacía mucho y estaba causando mucha preocupación a Arthur y también muchas noches en vela tratando de sofocarla. Especialmente porque Merlin había estado secretamente buscando, leyendo e investigando y, sin darse cuenta realmente de lo que estaba haciendo, empezó a encontrar una potencial solución desde el momento que descubrió que Gwen no podría tener hijos.

Fue con esta idea con la que se presentó con Gwen al final; cuando se encontró capaz de acercarse a ella y Arthur libre de involucrar su magia, y cuando supo que su plan era lo suficientemente sustancioso, y había una gran probabilidad de que funcionara.

"Te oí, aquel día, con Gaius," le confesó entonces, avergonzado pero manteniendo sus ojos al nivel de los paralizados de ella, ignorando la punzada de furia y traición que vio en ellos. "Sé que tu cuerpo no puede concebir un heredero a Arthur por mucho que tú quieras," dijo, y sintió su voz decaer cuando de los ojos de Gwen empezaron a caer lágrimas silenciosas a través de sus mejillas y le miraba con un pánico congelado.Como el ciervo que una vez fue, medita distraído. "Pero hay una forma… Gwen, creo que hay una manera de ayudarte, a ambos. Ayudarte a darle un hijo a Arthur. Con mi magia."

Y Merlin le explicó lo que sabía sobre la concepción de Arthur, que Nimueh había portado a la infértil Ygraine con un niño, y que creía que ella lo había hecho mal, porque él creía que podría hacer lo mismo por Arthur y Gwen ahora, sin tener riesgos y evitar hacer el mismo horrible sacrificio que Nimueh hizó.

Era tal la persistente confianza que Gwen tenía en su viejo amigo que no lo paró ni una vez, ni cuestionó su plan –o quizás, pensó Merlin con un pinchazo de dolor por ella, estaba demasiado desesperada como para que le importara, ni siquiera escuchar algo más allá del punto de "ayudarte a darle un hijo a Arthur." Sus ojos brillaban con una ferviente desesperación que nunca antes había visto en su suave y sereno rostro, pero pensó que veía algo de esperanza, y eligió ver eso como una mejoría.

·······GUINEVERE········

Gwen no se sorprendió cuando Arthur fue a su habitación esa noche –sus noches se habían convertido en una segura y confiable rutina que incluso en su disminuido estado ella podía ver. Egoístamente, sabía que era, pero en esas horas cuando se sentaban juntos y ella podía sentir su amor por ella llenar la sala, se permitía a si misma no importarle.

Estaba, sin embargo, sorprendida de que las primeras palabras en salir de su boca fueran, "Merlin me dijo que viniera a verte."

Por supuesto, Merlin era demasiado impaciente como para esperar cualquier otro momento, reflexionó Gwen, pero estaba de tan buen humor que lo dejó pasar. Simplemente rodó los ojos, lo que parecía un hábito extraño en su rostro ahora, y ahora el poco común movimiento pareció ser notado por Arthur también.

"¿Te sientes mejor?" dijo esperanzado, moviéndose cautelosamente hacia ella como si fuera una animal salvaje que huiría fácilmente asustado, y ella sintió su corazón romperse un poco con una pequeña oleada de culpa llenándola -¿Cuánta desesperación debe haberle causado, alejándose más y más de él? Aunque, esta nueva culpa era fácil de manejar sabiendo lo que podía ofrecerle. Lo que Merlin le dio para ofrecer.

Merlin le explicó su plan, y aunque ella sabía que honestamente no dudaría en dar su vida por su futuro hijo como Ygraine había hecho, Gwen también conocía a Merlin, y sabía que él no hubiese venido a ella sin estar seguro de que su plan podría funcionar. Pero Merlin había hecho una petición, la cual presentó como una factor innegociable antes de proceder: ella debía decirle a Arthur, decirle todo, porque él no podía esconderle nada más como hizo con su magia. Y aunque ella preferiría mantener los defectos de su cuerpo lejos del conocimiento de su marido, Gwen accedió, porque ningún precio era lo bastante grande como para pagarle a Merlin su ayuda.

Gwen sonrió a Arthur entonces, y se levantó para encontrarse con él a medio camino, pasando sus manos por su pelo y besándole suavemente. Arthur la envolvió en sus brazos tentativamente, aun cauto, con cuidado.

"Sí Arthur," dijo, alejándose. "lo estoy ahora."

Y le contó a Arthur todo. Desde que descubrió su dilema (lo cual hizo a Arthur hundirse en la cama con una expresión de infelicidad, y Gwen se mantuvo diciéndose que todo estaba bien, que estaría bien, sólo debía continuar con la historia), y su creciente desesperación y culpa.

Y Arthur tomó sus manos y ella pensó que quizás él podría mantener su amor por ella de todas formas, aun sin la solución de Merlin –pero eso ya no importaba de todas formas, porque ella había aceptado la proposición de Merlin.

Una sombra cruzó el rostro de Arthur, pero él sólo asintió en entendimiento, asegurándole su amor y diciéndole que no quería que ella hiciera nada que no quisiera hacer, que necesitaba tiempo para pensar, y que habría deseado que se lo hubiese confiado antes.

Estuvieron sentados juntos mucho tiempo, y Gwen quizás habría esperado algo más, sabiendo lo que sabían ahora –pero de repente Arthur se estaba levantando, luciendo vagamente distraído y murmurando que tenía cosas que hacer. Pero la besó tiernamente en el pelo y le dijo nuevamente lo feliz que le hacía que finalmente le hubiese confiado esto, y que esperaba verla al día siguiente para dar un paseo por las almenas.

Cuando la dejó, Gwen se sintió un poco decepcionada. Había esperado más…juego, de parte de Arthur, de algún modo, ya estando seguro que el futuro de Camelot estaba asegurado después de todo. Pero entonces otra vez pensó que Arthur no había estado en el apuro de ese conocimiento tantos meses como ella, así que razonó que él probablemente necesitaba tiempo para procesar y aceptar todo. Se fue a la cama sintiéndose más ligera de lo que se había sentido en meses, con una mano en su estómago, lleno de la promesa de la vida que pronto estaría formándose en él.

·········MERLIN·········

Cuando Arthur apareció enfurecido en los nuevos aposentos de Merlin, golpeando la puerta tras él tan fuertemente que todo el castillo debería haberlo oído, Merlin no se sorprendió completamente.

Simplemente levantó la vista del pesado tomo que estaba estudiando y se anticipó al enfado que estaba por llegar.

Y entonces, Arthur lo agarró por el cuello, empotrándolo contra la pared tan rápido que Merlin no habría podido usar un hechizo defensivo ni aunque hubiese querido.

"¿Qué ideas," gruñó Arthur en la cara de Merlin, sus turbulentos ojos a pulgadas de los de Merlin, "has estado metiéndole en la cabeza a mi esposa, Merlin?"

Merlin, sintiéndose un poco mareado por el movimiento y la cercanía de Arthur, simplemente mantuvo su mirada bloqueada en los oscuros ojos azules de Arthur, tratando de transmitirle toda su confianza y devoción. Arthur sólo necesitó un momento para recordar esto, que él le había prometido a Merlin una mutua confianza y amistad.

Y Arthur cedió, después de unos pocos minutos, aflojando un poco su agarre. Y cuando Merlin vió sus ojos suavizarse, supo que nada había cambiado entre ellos después de todo. Dejó escapar un aliento de alivio que ni siquiera sabía que estaba conteniendo.

"Hablaste con Gwen." No era una pregunta.

Los ojos se Arthur se empequeñecieron ante la mención del nombre de su esposa, y dio unos pasos hacia atrás, liberando completamente el cuello de Merlin y agitando su mirada, asintió una vez.

"esta vez no era mi secreto, como para contarlo, Arthur." Dijo quedamente, quedándose donde estaba. A este punto él y Arthur solían mantenerse en el espacio personal del otro, pero en este momento concreto creyó que era mejor mantener su distancia, mientras Arthur tomaba esta nueva y perturbadora información.

"esto no es por el secreto, idiota," gruñó Arthur, pero no había fuego en sus palabras. Suspiró pesadamente, pasando una mano por su pelo y sentándose a los pies de la cama de Merlin, luciendo tan derrotado que Merlin deseaba hacer algo, como poner una mano en su hombro, o…lo que fuera. Él realmente no sabía como funcionaba todo esto, emotivo-racional, ahora que ya no era su trabajo vestir al rey nunca más.

"Lo sé," dijo Merlin en su lugar, dejándose caer en la pared. Los ojos de Arthur fueron a encontrarse con él otra vez, y el dolor reflejado era tan evidente, descorazonador. "Mira, Arthur…"

Arthur sacudió su cabeza, alzando su mano para acallar a Merlin. "Bajo ninguna circunstancia vas a poner una mano en Gwen, ¿queda claro? Es demasiado peligroso."

Eso sorprendió a Merlin. "¿Qué? Arthur, ya se lo dije a Gwen, puedo ayud-"

"¡NO!" el rostro de Arthur aun estaba dolorido, pero el tono fue comandante, como el rey que era ahora. "No voy a arriesgar la vida de Gwen, Merlin, deberías saberlo." Solamente salió el indicio de una súplica su voz.

"Lo sé," dijo de nuevo, y entonces se acercó a Arthur, lentamente, y Arthur siguió el progreso a través de la habitación hasta que Merlin estuvo frente a él, mirando abajo, a su amigo. "yo tampoco, pero…Arthur, esto, ¿lo qué yo puedo hacer? Sabes que mis poderes no son como los de NImueh." Cuando Arthur sólo lo continuo mirando angustiado, Merlin añadió en voz baja, "¿No confías en mí?"

De acuerdo, ese había sido un golpe bajo, Merlin lo sabía, y por el modo en que los ojos de Arthur se empequeñecieron, él también lo sabía. Pero sólo asintió nuevamente, a regañadientes.

"¿Gwen te lo explicó, no?" otro asentimiento, y Arthur hizo un puchero ahora, lo que Merlin sabía que podía tomar como una buena señal, mostrando que veía el sentido aunque no lo admitiría. "Lo que Nimueh hizo, con tu madre…" ignoró la mirada de Arthur, porque el tiempo había pasado para Merlin como para necesitar retractarse frente a su rey y ambos lo sabían. "Fue magia oscura. Nimueh creo vida donde no había nada, de la nada. Esa vida, tu vida, no se suponía que debiera existir, sabes que es verdad. Había un desbalance que necesitaba ser restaurado, y eso le costó la vida a tu madre."

Arthur ya lo sabía, claro, la verdad de su nacimiento había sido una revelación dolorosa pero necesaria hace un tiempo. Pero aun así Merlin vio una espontánea expresión de dolor en los rasgos de Arthur, y más que nunca sintió el deseo de reconfortarle, solo por una vez, y fue tan fuerte que necesito cerrar los ojos por un momento para escapar de la intensa mirada de Arthur. Y esperó que Arthur tomara su expresión como un dolor compartido por el sufrimiento de su amigo.

Cuando sintió la mano de Arthur cubrir la suya, Merlin abrió los ojos para descubrir la mirada de Arthur sofocada pero no menos dolorida, y se permitió por un momento fingir que estaban hablando sobre algo muy distinto.

"Mi madre murió, Merlin," susurró tras un latido, rompiendo el momento. Y Merlin sonrió tristemente, dejando su mano escapar de la del otro hombre.

"Sí, lo hizo. Pero Gwen no lo hará." Fue una promesa. Merlin ya no era un niño asustado e inseguro de sus poderes, no después de todo lo que había hecho.

"¿Cómo puedes estar tan seguro?" y eso era lo crucial del asunto, Merlin se dio cuenta. Arthur confiaba en él plenamente, con su vida, con todo de lo que no podría dudar. Pero por mucho que lo intentara, incluso desde el descubrimiento de hacia un mes, Arthur no comprendía completamente la magia de Merlin –lo que sea que él podría decirle a cualquiera que retara cuestionarle sobre ella. Y ¿cómo podría, después de haber vivido en la ignorancia por toda su vida y todo lo que había podido vislumbrar era muerte y corrupción, antes de que Merlin entrara en su vida?

"Porque yo no voy a crear a este niño de la nada, Arthur," dijo, y si su sonrisa era un poco triste, entonces. "hay un amor entre tú y Gwen que nunca hubo entre Uther e Ygraine-"

"Mi madre y mi padre se amaban mutuamente," interrumpió Arthur, las palabras defensivas apareciendo casi automáticamente.

"Sí, lo hacían," aseguró Merlin a Arthur, "tanto como cualquier afortunada pareja obligada a estar junta por política, sin encontrarse a si mismos creando el vínculo que podrían haber compartido. Pero tú y Gwen… sois algo más. Desafiaste todo lo que te han enseñado por ella, Arthur, vuestro vínculo se forjó a pesar de todas las razones y convenciones, no porque debía serlo. Y eso lo hace más fuerte que cualquier magia. Lo veo en tus ojos cada día. Y eso es lo que hará funcionar este hechizo."

Arthur lo miraba intensamente ahora, completamente centrado en él, y Merlin tuvo que tragar y coger un profundo aliento antes de continuar. "incluso con el amor de Ygraine en su corazón… Uther se alejaba, Arthur, y eso es por lo que no funcionó. Tu vida fue creada solo por la magia, mientras que la vida que voy a ayudaros a crear con Gwen… en el caso de un amor tan fuerte, hay vida ya ahí, en ambos, esperando y deseando unirse. Todo lo que necesita es un pequeño empujón, pero es el amor entre ustedes el que la creará, al fin y al cabo, no la magia."

Arthur mantuvo sus ojos calificando a Merlin, su cara mostraba una mezcla entre creciente confianza y algo más que Merlin no podía identificar. "Es cierto, nunca he amado a otra mujer," dijo finalmente, despacio, mirando a Merlin muy de cerca, como si intentara juzgar su reacción. "Y Guinevere…bueno, estoy completamente seguro que soy el único hombre vivo que ama sinceramente. Ahora." Le mandó una significativa mirada a Merlin.

Merlin sacudió la cabeza, despachando lo que él creía debía ser la preocupación de Arthur sobre Lancelot. "El pasado no es importante, si vuestros corazones son verdaderos ente el uno y el otro ahora."

Cuando Arthur lo seguía mirando con una minúscula inseguridad, incluso cuando Merlin sabía que lo había convencido de que Guinevere no correría ningún peligro, Merlin se acuclilló frente al rey, colocando tentativamente sus manos en las de Arthur en un gesto intimo que generalmente no se arriesgaría a hacer –pero sabía que Arthur necesitaba de su completa seguridad en ese momento. "Funcionará, Arthur. Este hechizo sólo funciona con el amor verdadero, y sé que eso es lo que tenéis tú y Gwen. He visto tu amor por ella crecer desde el momento que te conocí. Funcionará."

Y Arthur tragó visiblemente entonces, mirando profundamente en los ojos de Merlin. "¿Y si no lo hace?"

Merlin se encogió de hombros. "Lo hará."

"Merlin."

"Bien. en los escasos casos grabados donde un niño no ha sido creado con el hechizo, ningún daño se le ha producido a la madre. O al hechicero." Añadió con una profunda sonrisa, viendo la pregunta formarse en los labios de Arthur.

Después de un momento, Arthur renuentemente le devolvió la sonrisa. Asintiendo a su vez. "Confío en ti."

La sonrisa de Merlin se amplió, y Arthur sólo vaciló un segundo antes de imitarlo, y ambos empezaron a caer en la realidad de lo que iban a hacer. Asegurándose que la línea Pendragon perdurará, y todo por lo que han trabajado no desaparecerá con sus muertes. El pensamiento hizo sentir a Merlin infinitamente pequeño, pensando en que finalmente entendía su propia importancia, y porque su destino y el de Arthur estaban atados.

Y sintió mucha felicidad, sentado todavía con sus manos descansando en lo muslos de Arthur y sabiendo que su amigo confiaba en él con algo tan importante como esto.

·······GUINEVERE·········

Desde que había hablado con Merlin, Gwen se encontraba con un buen ánimo imposible de decaer, aun cuando se le dijo que Merlin necesitaría tiempo para preparar el ritual, para que todo lo que necesitaría estuviese listo. Todo eso sólo la ayudo a sentirse más segura de que funcionaría, y que ella y Arthur serían padres pronto. Ese pensamiento estaba con ella en todo momento, como su constante compañía mientras estaba despierta.

Sus noches estaban repletas de sueños en los que mantenía a su futuro hijo en sus brazos, y Arthur empezó a venir a ella también, susurrando sobre el futuro que pronto crearían juntos mientras se movía dentro de ella; del amor que ellos compartían y que crearía una nueva vida. Asegurándole una y otra vez su devoción y su afecto, y cuánto amaría a su hijo también.

Incluso si Gwen encontraba su necesidad constante de recordarle que la quería un poco insistente, le permitió hacerlo y también reafirmó su propio afecto por él mientras se perdían en los lentos y confortables movimientos mientras hacían el amor.

Ella descubrió que con la promesa de un niño tan prominente, tan confiable, nunca habría querido a su marido tanto como ahora, y ella podría culparle duramente a él por sentir del mismo modo –sobrecogida por lo que el poder del amor entre ellos podía hacer, incluso si ese sobrecogimiento ensombrecía quizás el simple acto de amarse el uno al otro.

Estaba segura de que el abrupto cambio en su comportamiento no había sido notado por la corte, pero si alguien lo notó, sabiamente se lo guardó para sí. Sólo Gaius, a quien ella había evitado cuando había intentado acercarse por las verdaderas razones de su enfermedad, parecía desconfiar de su repentina alegría. No se había dado cuenta, hasta que la acorraló después de un banquete una noche y le preguntó, que no sabía nada del plan de Merlin; tras el cual había estado tan contenta y de tan buen humor frente a la profunda sensación de desespero que sentía antes, y le había preocupado que pudiera dañarse a si misma.

Pero Gwen hizo su mejor esfuerzo para asegurarle que simplemente había sido optimista, que por sobre todo creía en los milagros y que seguiría rezándole a los dioses y pidiéndoles que le concedieran lo que más ansiaba. Gaius parecía que quería protestar –como el hombre de ciencia que era –pero afortunadamente no lo hizo. Y mientras Gwen se alejaba, se imaginaba su cara cuando en el próximo examen descubriera que tenía un bebé, y se permitió una pequeña y privada sonrisa.

Cuando recibió la citación a la cámara de Merlin, y llegó para encontrar a Arthur ya allí, una arrolladora sensación de felicidad la sobrecogió. No necesitaba ver la esperanza en los ojos de Arthur, o la confianza en los de Merlin; ella sabía sin ninguna duda, con cada fibra de su ser vibrando en anticipación: era el momento.

······MERLIN········

Merlin no había estado nunca tan seguro de nada en su vida.

No sólo confiaba absolutamente que no cometería el error de Nimueh, ya que era incapaz, de hecho, de realizar ese tipo de magia oscura que forzó sobre Uther y su esposa todos esos años atrás, pero él podía sentirlo también, profundamente dentro de sus huesos: había un amor en esa sala, tan verdadero, tan completo, y tan diferente de cualquiera que nadie había esperado en la vida. Él sintió en el momento en que Arthur entró en la habitación tras él que todo estaba listo; era tan consumiente todo que casi se quedó pasmado, como si la magia ya hubiese empezado a aparecer en el círculo que había creado respondiendo al poder. Ese amor sería suficiente.

Y cuando Gwen entró en la habitación un poco más tarde, esa fuerza que sentía simplemente se incrementó, como si la fuerza de la vida no se hubiera mezclado todavía con la fábrica del universo. Merlin sabía sin una sombra de duda en ese momento que no estaba desbalanceando nada; que un amor como este existía con el propósito de crear una vida, y que él estaba simplemente corrigiendo un error, no alterando el orden natural de las cosas.

Se dijo a si mismo que esto era por lo que no había consultado a Gaius sobre esto. No lo entendería, porque Gaius no sentía lo mismo que él. Gaius había estado alrededor para ver caer todo espectacularmente la primera vez, no aceptaría que en esta ocasión era completamente distinto. Merlin no necesitaba el permiso de Gaius más de todas formas. Era el hechicero de la corte, Arthur le confiaba todos sus temores sobre la magia, y por primera vez en su vida Merlin sabía sin ninguna duda que él sabía más. No era arrogancia, no; era una simple aceptación de un destino contra el que había luchado durante mucho tiempo. Él finalmente había aceptado que era mucho más que sólo Merlin: era Emrys, y era todo lo que le habían profetizado.

Durante mucho tiempo, Merlin había creído que había sido puesto en la tierra para proteger a Arthur, para asegurar que Arthur viviría para ver Albion unido y el mundo fuera un lugar mejor después de arreglar todos los errores que Uther había cometido. Pero desde que oyó el apuro de Guinevere, empezó a entender su verdadero propósito: sí, estar al lado de Arthur mientras completaba su destino –pero todo lo que ellos harían juntos no significaría nada sin este niño, con el cual su legado podría seguir funcionando más allá de su propio paso. Este niño era el verdadero destino de Arthur y Merlin. Y de Gwen, recordó Merlin de repente, preguntándose brevemente por qué tenía que recordar su presencia en primer plano. ¿No era eso el por qué había luchado tanto porque Arthur y Gwen estuvieran juntos, porque sentía el estimulante de la vida que iba a crear de ellos? Si, claro, debe haber sido eso. Gwen y Arthur tendrían el bebé que se les sería negado si no fuera por Merlin. Ellos tres podrían conseguir el futuro perfecto, juntos.

Tomó las manos de Gwen y Arthur, y una vez más sintió el inevitable tirón del destino; sus rodillas colapsaron, y entonces, sintió la mano de Arthur reforzando su agarre en respuesta. Merlin le sonrió tranquilizándole y Arthur le devolvió la sonrisa, confiando, creyendo, y vio la misma seguridad reflejada en sus propios ojos.

"Clǽne lufrǽden, cennan feorhlíf. Gást ge ǽt, ǽlíf, gadertang," entonó Merlin. Sus ojos no abandonaron los de Arthur mientras decía las palabras antiguas; no habría podido mirar a otro lado aunque lo hubiese intentado, y los ojos de Arthur parecían encadenados a los suyos de igual forma. El aire se sentía cargado; Merlin pensó que veía finas tiras de colores flotando por el aire, un profundo dorado y un chocante rojo, tejiendo juntos hermosamente en su visión periférica.

Gwen, mientras tanto, miraba entre Merlin y Arthur con una leve confusión, pero cualquier duda que pudiera tener fue ahogada por el sentimiento que empezó a extenderse a través de ella ahora, más poderoso que cualquier cosa que hubiese sentido, y supo que la vida estaba creciendo dentro de ella, podía sentir la fuerza de ello.

"Clǽne lufrǽden, cennan feorhlíf!" Merlin gritó a su lado. "CENNAN FEORHLIF!"

Gwen sintió sus rodillas temblar; cayó hacia el suelo con sus manos aún sujetas por las de Merlin y Arthur y jadeó. El jadeo se convirtió en un gruñido, y ya no hubo dolor; era un placer puro diferente a cualquier cosa que ella haya sentido, y Merlin lo sabía porque también lo sentía, y también sentía a Arthur, el amor tan poderoso que sentía Merlin lo hacía desfallecer, excepto porque se mantenía fuerte, las palabras escapaban de él completamente si su conocimiento mientras él seguía perdido en los ojos de Arthur.

Y entonces, como su estuviera despertando de un sueño, oyó el entrante suspiro de sorpresa de Gwen a su derecha y supo que estaba hecho.

Parpadeó una vez, cogiendo un profundo y tembloroso suspiro que pareció despertar a Arthur de su trance también. Agitó la cabeza para aclararse, y Merlin se sorprendió de encontrar un breve sonrojo adornando las mejillas de su rey. Pero lo ignoró, sonriendo tentativamente en su lugar y descubriendo a Arthur devolviéndosela, revelando su compartida felicidad.

Sólo entonces Merlin dejó ir la mano de Arthur, girándose hacia Gwen, que estaba de rodillas en el suelo agarrándose el vientre con asombro, con una mirada distante en sus ojos. Merlin le dio un apretón en la mano y se arrodilló ante ella, y después de un momento sus ojos se encontraron, con preguntas y gratitud nadando en ellos. "Lo hiciste," jadeó. "Siento el niño."

Y estaba hecho.

······ARTHUR·······

Estaba hecho.

Arthur nunca había sentido nada como esto en toda su vida –darle más de esta magia para así completarlo no ha sido fácil, y una vez hecho, le aterra lo mucho que reniega a dejarla ir.

Tan sólo por un momento, pensó que podía sentirlo todo. Las piedras del castillo, los patrones del viento, y el palpitar del corazón de Merlin en su pecho. Todo eso lo llenó, lo consumió, y cuando se fue, Arthur pensó que finalmente entendía que se sentía al perder una extremidad.

Pero después de un momento, en el cual Arthur, Gwen y Merlin se miraron en un shock silencioso, Arthur se dio cuenta que sentía…algo.

El ritual estaba completo, y Gwen estaba embarazada –y Arthur supo como una iluminación que lo sabía, porque había algo, algo real y tangible y vivo, y él podía sentirlo con la misma seguridad con la que podía sentir su propia respiración.

Sus ojos encontraron los de Merlin, aunque una pequeña parte de él intentara decirle que mirara a Gwen en su lugar; después de todo, ella era la única realmente necesaria para hacer el ritual. Merlin era sólo….sólo….

No, pensó Arthur, no hay ningún sólo en lo que Merlin ha hecho. Merlin hizo esto por él, por ellos, les había dado un hijo. No hay nada de malo en darle las gracias por ello.

Sólo que, y Arthur tenía que admitírselo, gratitud no era quizás la palabra exacta para describir lo que se ha permitido sentir momentáneamente por su antiguo sirviente.

Porque durante el ritual, cuando la magia de Merlin se metió por sus poros, trepando muy dentro de su esencia –no había sido Gwen después de todo. Arthur había sentido algo que sólo podría describir como un toque dorado en su más profundo ser, y había sido la sensación más perfecta que nunca antes había sentido.

Y entonces supo que lo que estaba sintiendo era Merlin. Y lo más importante es que no se sentía mal.

Arthur desvía los ojos de Merlin con gran dificultad para ayudar a levantar a su esposa, ignorando las emociones que vio cruzando el rostro del otro hombre. Simplemente había sido por el ritual, se dijo a sí mismo. Debe haber sido así. Su esposa estaba embarazada. Es lo que quería.

La sonrisa de Gwen era temblorosa y sus ojos brillaban por las lágrimas, pero se veía mejor de lo que Arthur la había visto en meses. "Lo hicimos," susurró ella, abrazándolo estrechamente, y Arthur le devolvió el abrazo, tratando de sentirla, y no sólo al bebé que portaba…

Cuando sus ojos empezaron a dirigirse a Merlin de nuevo, quien había comenzado a recoger las velas en silencio y parecía tratar de hacerse tan invisible como pudiera, Arthur cerró sus ojos, escondiendo su cara en el pelo de Gwen, trantando de acallar todas las emociones que amenazaban con dominarle.

········MERLIN········

(2 meses de embarazo)

La noticia de la nueva condición de Guinevere recorrió Camelot en un tiempo récord; Merlin no podía ir a ningún sitio sin oír los susurros de la feliz nueva, y muchos sirvientes incluso se acercaban a él para preguntarle cualquier noticia nueva que les pudiera ofrecer (olvidando por un momento que Merlin ya no era más uno de ellos sino un considerado pero aun así temible mago, un factor que Merlin agradecía secretamente).

Nadie sabía, por supuesto, de la contribución de Merlin en la concepción del niño, y si fuera por él, nunca tendrían que descubrirlo. Era simplemente, como le había dicho a Arthur, un empujoncito hacia su destino.

Y el niño crecía en el vientre de Gwen, tenía que seguir recordándose, era un feliz acontecimiento solo de Arthur y Gwen ahora. Merlin había hecho su parte. Sentía una profunda sensación de alivio, como si hubiese conseguido algo sinceramente genial… pero él no se había preparado, pensó, para la profunda conexión que ese ritual le creo con el niño.

Inicialmente, Merlin había pensado que tenía sentido, realmente, como si de alguna forma hubiese hecho tanto en la concepción del bebé como Arthur y Gwen (aunque eso sonaría muy mal si intentara explicárselo a alguien), pero eso no explicaba el extraño tambaleo que sentía cuando estaba en la misma habitación que Gwen esos días; el poderoso arrebato de amor y protección –y extrañamente algo de posesión –que la proximidad del feto le traía.

Merlin estaba bastante seguro de que debía ser su magia, respondiendo a la vida que había ayudado a traer y que siempre estaría ligado a ella… estaba muy seguro que eso explicaba lo que estaba sintiendo, de todas formas.

Había sólo una persona en el castillo que no se regocijaba de la noticia del embarazo de Gwen. Merlin sabía que Gaius no estaría inmediatamente contento de que Merlin lo dejara fuera de sus planes, pero no esperaba la mirada de decepción lisiada que su viejo mentor le mandaba ahora, o la arrolladora preocupación que sentía por el bienestar de Gwen , la cual parecía una demostración de duda.

Merlin había intentado explicarle, muchas veces, que no había hecho nada como Nimueh, que nunca habría hecho esto si hubiese tenido la más mínima duda de que iba a poner la vida de Gwen en peligro como resultado. Y Gaius le replicaba todo el tiempo que ese no era el problema de todo –que Merlin era un niño descuidado, y que la magia siempre traía consecuencias, aun si ellos no entendían cuales eran. Merlin simplemente había suspirado tristemente y mirado como Gaius se alejaba, porque ¿qué podría decirle para convencer a su viejo mentor de otra cosa?

Al menos Arthur no compartía ninguna de las dudas de Gaius sobre las habilidades de Merlin, y por eso, Merlin estaba infinitamente agradecido. Él y Arthur se habían vuelto aun más cercanos desde la concepción del bebé, si eso era posible. De hecho, Merlin se encontraba a sí mismo atraido a Arthur tanto como a la creciente barriga de Gwen, y había notado un cambio en el comportamiento de Arthur que le hacía estar seguro de que él se sentía de la misma forma atraído hacia Merlin.

Con ello, los tres empezaron a estar juntos tan a menudo como podían, teniendo todas las comidas en los aposentos de Arthur y Gwen, y sentados alrededor de la chimenea hasta bien entrada la noche, ninguno de ellos parecía permitirse alejarse de los otros –hasta que Merlin obedientemente expresaba su deseo de retirarse por la noche, dejando a Arthur y Gwen solos, en contra de lo que querría. Y se mentiría a sí mismo si dijera que esa reticencia era sólo por dejar al niño; su recién descubierta inhabilidad para dejar la presencia de Arthur era muy poderosa. Pero él debía hacerlo, claro. Y lo hacía, cada noche, ignorando la expresión dolida de Arthur.

Era aún más duro dado el factor de que no solo sentía, de algún modo, al feto responder a su marcha inmediatamente, sino que también podía sentir la reacción de Arthur. Fue una realización gradual para Merlin, que los dos habían quedado ligados tras el ritual, y aunque no lo hablaran nunca, era innegable el hecho de que ellos se ansiaban el uno al otro ahora.

Merlin ha querido a Arthur durante mucho tiempo, por supuesto, ha pasado mucho desde que lo admitió. Pero esto era diferente. Había puesto sus sentimientos fuera, incluso había ayudado a Arthur a encontrar una esposa que amara… ¿Por qué resurgían ahora, después de tanto tiempo? Y ellos era mucho más duros de ignorar que antes –en particular porque ahora estaba muy seguro de que podía sentir el anhelo de Arthur también; y lo estaba matando, un poco, sentir la decepción del otro hombre cuando se escurría fuera de la habitación cada noche y hacía su lento y tortuoso viaje de vuelta a la suya.

Esto fue la única parte de toda su existencia por la que Merlin ha sentido una ligera pero agobiante duda. Y si Gaius no se hubiese vuelto tan distante y despectivo con él, hubiese estado tentado de preguntarle sobre ello. Como fuera, Merlin sólo podía buscar respuestas en su recientemente adquirido libro de magia, pero habían pasado dos meses desde el embarazo de Gwen y aún no tenía nada. Por el recuento del ritual todo había salido perfecto, y el embarazo avanzaba sin ningún obstáculo; ambos, Gwen y el bebé tenían una perfecta salud.

Pero los libros sólo hablaban del profundo vínculo creado entre los padres del niño, fortaleciendo el amor con el cual el niño había sido creado en primer lugar y tejiendo con la creciente vida una fuerza y presencia, conectando así a los tres en un vínculo mucho más poderoso que cualquier hechizo.

No había relatos de cualquier persistente vínculo que involucrara al hechicero con alguno de los padres o el feto, y Merlin no le encontraba el sentido a esto, sin importar cuanto lo intentara. Sólo estaba feliz de que Arthur no se aproximara a él por esto, porque sería la única pregunta a la que no sería capaz de responder.