-¡ESTÚPIDO CABALLO!-Le rugió Mathias a su caballo que galopaba en estos momentos.-¿¡NO PUEDES CORRER MÁS RÁPIDO?! ¡TENEMOS QUE COGER A ESOS DOS!

-Esto es lo más rápido que pueden ir los caballos.-Dijo el más joven de todos, Emil, un islandés.

Mathias era el mayor del grupo de ellos tres, pero entre los 5 nórdicos, el mayor era Berwald, de procedencia sueca. Después de Berwald y Mathias (el joven danés, dueño de los otros 4 nórdicos) estaban Tina y Dagny. Tina se había criado junto Dagny en la pobreza. Dagny es de origen noruego, mientras que Tina es de Finlandia. Ambas eran las únicas mujeres del palacio, las cuales se encargaban de las tareas de ''ama de casa'' (cocinar, limpiar…) Y por último, está el más joven de los cinco: Emil, un joven de Islandia.

Tanto Berwald como Tina, Dagny y Emil pertenecen a Mathias como criados. Berwald se encargaba de los trabajos difíciles y pesados, porque era el más fuerte, y también porque existe una rivalidad extraña entre Mathias y él, y Emil es el que se encarga del dinero del palacio.

Pero a pesar de sus diferencias, algo los unía a los cinco.

-Bueno, habrá que probar por otra forma.-Dijo Mathias con una sonrisa algo siniestra.

Y mientras tanto, los otros dos jóvenes huían sobre la yegua que galopaba.

-Cuando salgamos de Dinamarca, ¿a dónde iremos?-Preguntó Tina.

-Tengo una casa en Suecia. ¿Te apetecería ir…?

-Claro.-La chica sonrió, y Berwald se puso ligeramente rojo. Daba gracias a que no le veía, ya que le daba mucha vergüenza. Siempre había sentido algo… especial.-Te noto extraño… Estás muy tenso.

-No pasa nada, solo que quiero que salga todo bien. Y si no es así… En fin.-Se calló para no herir los sentimientos de la menor. Ella siempre estaba en medio de las peleas de Mathias y él, y siempre tuvo la esperanza de que algún día se llevaran bien. Pero tanto Berwald como Mathias sabían perfectamente que eran totalmente diferentes, y eso nunca sería posible. Pero nunca quiso que Tina se preocupara de eso.

Todos esos pensamientos fueron interrumpidos por una extraña sensación de Berwald y la yegua. La yegua se puso a dos patas, y tiró a sus dos jinetes al suelo.

-¿¡Qué le pasa?!-Preguntó sobresaltada Tina en el suelo, por el extraño comportamiento del animal.

-Ha oído algo… raro. -Berwald se levantó del suelo, y clavó sus fríos ojos en el horizonte.

Algo extraño se acercaba.

Berwald reaccionó rápido y agarró la mano de Tina, ayudándola a levantarse del suelo, y la arrastró hacia el denso bosque corriendo. Ella no sabía lo que pasaba, pero seguía a su compañero que tiraba de ella.

-¿¡Q-Qué pasa?!¿Por qué vamos al bosque?

-… A escondernos.-Respondió el sueco totalmente serio. Tina se asustó al ver al sueco tan serio, y guardó silencio.

Ambos jóvenes continuaron corriendo, pero no alcanzaron el bosque, estaba demasiado lejos…

Cuando de repente, Tina vio algo lo cual le dejó sin respiración.

Un dragón.

Un imponente dragón de escamas rojas escarlata se acercaba a ellos volando a grandes velocidades en el aire. Era tan bello… Pero tan grande…

Berwald miró al dragón con desprecio y un odio infinito. Sus ojos azules como el hielo estaban llenos de ira y rabia. Una parte de él, se había desatado.

El dragón ya estaba prácticamente delante suya, y lo peor de todo. Les había visto. Encima del dragón estaban sentadas dos personas, pero ni Tina ni Berwald les vieron, ya que toda la atención estaba en el esbelto dragón rojizo.

El dragón rugió, y batió las alas furioso, mirando a ambos jóvenes. Tina abrazó a Berwald asustada, temblando y con el corazón a mil al ver ese dragón.

-¡Tina, Berwald!-Ambos miraron al dragón, que era de donde procedía esa voz, pero el dragón no había hablado.

-¿D-Dagny?-Susurró casi sin aliento Tina.

-¿¡Qué le has hecho a Dagny?!-Gritó Berwald.-¿¡Y a Emil?!

-¡Estoy bien! ¡Estoy en el lomo del dragón!-Berwald y Tina comprobaron que sí, estaba en el lomo del dragón, y detrás suya estaba Emil. Pero… ¿Qué hacían ahí?

-¿D-Dónde está Mathias…?-Susurró Tina.

-Hump… Mathias, está aquí.-Respondió en un tono neutral el sueco.

-¿Dónde?-Susurró la joven confundida.

-Él… él es el dragón.

El dragón sonrió, divertido. Berwald no había fallado.

-¿QUÉ?-Tina se puso pálida y se agarró con más fuerza a Berwald.

-Tina, aléjate de mí.-Le susurró.

-¿P-Por qué?

-Porque… Yo también soy como Mathias.- Berwald dio dos pasos al frente, dejando atrás a la chica, y cerró los ojos.

El dragón borró la sonrisa de su rostro lleno de pinchos, y le miró seriamente, y se hizo el silencio.

Mathias se sentó para que bajaran Emil y Dagny de su lomo, y así hicieron.

-Mathias, no hagas tonterías.-Le recordó Dagny muy seria.

Se puso de nuevo a cuatro patas, y todas las miradas fueron dirigidas a Berwald.

Ya no era Berwald, sino una serpiente gigante alada.

-¡Un shek!-Gritó sin aliento Tina.-Berwald es… ¡Un shek!

La enorme serpiente alada abrió la boca mostrando su fila de dientes finos, que terminaba en dos largos y gruesos colmillos que color negro.

El dragón rugió, imponente. Movió la cola, golpeándole fuertemente contra el suelo.

Y ambas criaturas se abalanzaron sobre la otra, desesperadas por hacer daño al otro.

Tina se llevó las manos a la boca, siendo testigo que esa batalla tan sanguinaria. Dagny y Emil también estaban impactados, pero no tanto como la pequeña Tina.

Y de repente, Berwald mordió el cuello de Mathias. Una vez que sus colmillos llegaron a atravesar parte de sus durísimas escamas, apretó con más fuerza para meter su veneno.

Mathias rugió de dolor, y quitó a Berwald de un poderoso zarpazo en toda su cara. Ambos estaban malheridos, pero Mathias tenía veneno inyectado en la sangre.

Se tuvo que tumbar en el suelo, debido a que el veneno le hacía un gran efecto en el cuerpo. Dagny fue corriendo hacia él, y le colocó las manos en el hocico.

-¡Mathias! ¡¿Qué te dije?! Idiota…

El dragón gimió dolorido, y Dagny miró hacia abajo, triste. El veneno no tardaría en hacerle efecto, y eso le deprimía la joven tan fría.

Tina se quedó en el sitio temblando, sin saber qué hacer. Cuando sintió algo extraño en su mente, como si algo le invadiera la mente…

''Tina, escúchame''

Aquella voz que sonaba en su mente… Esa voz…

''No te asustes, soy yo, Berwald. Sigo siendo un shek, pero puedo hablar en tu mente.''

Tina suspiró aliviada, y miró hacia el shek que estaba en el suelo, mirándola con esa mirada azul.

''Escúchame: Voy a girarme totalmente hacia ti, y quiero que te subas a mi cabeza. Saldré volando y huiremos de aquí.''

Tina asintió ligeramente, mientras se mordía el labio, asustada. Pero confiaba en su compañero.

El enorme shek se movió ágilmente hacia ella,y ella se subió como pudo a su lomo.

-¡Eh!-Dijo Emil, yendo hacia ellos.-¡Dagny, se escapan!

Pero Dagny no le prestaba atención, estaba tumbada en el suelo, acariciando la cabeza del dragón malherido. Mathias tenía parte de su cabeza apoyada en sus piernas, ya que no quería aplastarla.

-Estúpido…-Susurró la joven noruega, mientras acariciaba al dragón.

Mientras, Berwald ya estaba planeando sobre el aire y encima suya, Tina. Tina no estaba acostumbrada, y él disminuyó la velocidad para que no estuviera incómoda.

Dagny miró hacia el shek que volaba hacia el horizonte, y apretó los dientes.

-¡PAGARÁS POR ESTO BERWALD!-Gritó llena de rabia, y se levantó y señaló al shek que se perdía en el horizonte.-¡YA VERÁS!

Era imposible que Berwald escuchara los gritos desesperados de Dagny, pero con la capacidad de escuchar los pensamientos de las mentes humanas, escuchó los gritos lleno de rabia y al mismo tiempo agobiantes de Dagny.

Entonces bajó ligeramente la cabeza, y ''desconectó'' de la mente de Dagny, ya que solo escuchaba insultos de ella hacia él.

-Berwald, ¿se pondrá bien Mathias…?-Susurró Tina casi sin voz.

"Claro que sí."

-¿Cómo estás tan seguro…?

"Esta junto Dagny, y Dagny es… especial''