Lamento mucho la demora, estuve un tiempo fuera de casa y no tenía Internet a donde fui, así que me he tardado más de lo que deseaba (y yo buscaba el Internet mientras tanto, incluso a las 2 de la mañana).

DaeikoSou: ¿En serio? :O OMG! Me siento muy feliz de leer eso, ojalá me sigas leyendo a futuro ^^

o.O Lizzy-chan O.o: Me alegra que te gusten mis capítulos, yo misma me siento muy indecisa con los mismos y siento unas ganas horribles de borrarlos u_u Es que no los considero lo suficientemente buenos

Rosario: gomen, gomen, necesitaba antes escribir parte del pasado de los chicos u_u

DigitalGirl123: ¿Nueva lectora! ¡Hurra! Se bienvenida. Yo solamente espero que al final los misterios resueltos no queden tan mal y sean de tu agrado


Haruhi supo que el recién llegado tenía un alto rango entre los demonios cuando vio al resto arrodillarse al unísono, únicamente Hikaru pareció incomodarse con dicha acción, como si le pesase pero no tuviera otra alternativa. Por instinto les imitó, agachando la mirada como los demás, sólo escuchando las pisadas pasar entre uno y otro, casi cerciorándose de que todos se encontrasen allí en ese instante.

–Saben bien que no tolero peleas de ese tipo –dijo el ser–. Suficiente tengo con ustedes peleando en la Tierra para tener que soportar sus rivalidades en Tierra Nueva. Si acaso desean probar su poder con cualquier otro, entonces dejen que los gritos de sus víctimas sean los que hablen. Que el número de torturas impartidas, el número de almas devoradas sean los que comprueben quién es el mejor de ustedes, y la sangre derramada, las batallas provocadas entre los hombres, la influencia en las Naciones lo que certifique cuál tiene mayor poder.

Los demonios asintieron al mismo tiempo, pelear entre ellos sólo podía darse si apoyaban a bandos contrarios entre los hombres, ¿no habían acaso iniciado la Noche de los Cristales Rotos, lo cual desencadenaría más tarde la Segunda Guerra Mundial?

–Y ahora, el principal tema que deseo tratar esta noche… –el Ser se sentó en un trono en el centro de la estancia– La noche de luna nueva de octubre se acerca, utilizaremos su oscuridad para ascender por el lado Norte del cielo, ya hemos discutido ello durante mucho tiempo, pero no quiénes realizarán el asalto en el Infierno.

–Que vaya Haninozuka –habló una voz que Haruhi no supo de dónde provenía–, que muestre que es de utilidad y del lado de quién está. ¿O acaso no puede enfrentarse a esa zorra? –dijo en tono burlón.

Lo siguiente que oyó fueron los gritos de dolor del ser que habíase burlado del pequeño rubio. Las llamas comenzaron a devorar su cuerpo sin permitirle morir, simplemente torturándolo y burlándose de su agonía.

–¿Alguien más osa reírse de mí? –preguntó con frialdad, nadie contestó– Si me lo permiten, guiaré el asalto.

–Sea hecho, ¿quiénes son los 12 demonios que se ofrecen y a las Legiones que gobiernan?

–¿Para un solo enemigo es necesaria tanta precaución, Lucifer? –cuestionó otro demonio.

Haruhi notó entonces el por qué de su repentina sumisión: allí, frente a ella, estaba el Ángel caído.

–Ese simple enemigo es tan antiguo como la vida misma –la voz aterciopelada contestó con tranquilidad–, es el único que recuerda cómo se inició todo, el ingenio es lo que le distingue del resto. Y no debemos olvidar cuál es su función: el escriba de Dios. Registra todo lo que pasa y se encarga de transmitir las órdenes de Él a Gavriel y Rapael, ¿o alguno desea que mis hermanos sean advertidos?

Todos callaron, comprendiendo la importancia de ese asunto, al instante miles de gruñidos se alzaron, proponiéndose y a los demonios menores a su cargo como peones en la futura Guerra que pensaban desatar. Fríamente fueron seleccionados por Lucifer aquellos que consideraba serían de mayor utilidad.

Haruhi tembló, no le gustaba el rumbo que tomaba la situación frente a sus ojos y sin embargo no podía hacer nada para cambiarla. Quizá Hikaru notó tal hecho, pues tomó su mano izquierda entre las suyas. Las castaña abrió los ojos con sorpresa, la calidez que irradiaba la piel de Akuma ya la había sentido antes… era la misma que la experimentada cuando le llevaron a la enfermería, no se trataba de Tamaki en dicha ocasión. Se sonrojó al comprenderlo y sintió su corazón latir con fuerza, casi como una pulsación que le invadía todo el cuerpo. Se hizo el silencio en ese instante y todos los pares de ojos giraron en su dirección.

–Hermano… –un demonio habló con cinismo a Hikaru– Esa sensación… esa sensación anterior…

–¿Has traído a un humano a nuestra Asamblea? ¿Acaso has traído a un Sacrificio para nuestro Señor? –preguntó otro.

La castaña notó cómo los demonios cercanos se relamían los labios, era costumbre que el Sacrificio otorgado al Príncipe de las Tinieblas fuera compartido con el resto cuando el mismo tomase su parte. Partir un alma humana en miles de fragmentos era la mayor agonía que podía tener un humano y era precisamente eso lo que más les divertía a ellos, saborear poco a poco cada bocado y disfrutar sus gritos de fondo mientras llevaban a cabo tal acto. Sin embargo, si Haruhi era virgen y llevada allí con dicha finalidad sólo podía deberse a un motivo: sería inmolada por Lucifer, él se encargaría de tomar su pureza una y otra vez ante el resto mientras que Hikaru sólo podría ver ello. Maldito corazón virgen… demasiado delicioso para ser resistido por el resto.

–Eso quisieran –masculló huraño–. Tengo un nuevo juguetito que recientemente se ha unido a las filas, ¿cómo podía desaprovechar la oportunidad de degustarlo en esta noche tan especial?

Las quejas no se dejaron esperar, más de uno ya se había acercado para tener un lugar en primera fila cuando permitiesen la toma del manjar, aunque algunos se mostraban escépticos ante un gesto amable de parte del antiguo ángel a su Señor. Para evitar que cualquiera se acercara más de lo que debería Hikaru tomó a Haruhi de la cintura, acercándosela más hasta hacer desaparecer la distancia existente entre ambos y sentándola sobre sus piernas reclamándola como de su propiedad. La castaña estaba apenada ante dicha muestra, él jamás había sido tan violento con su persona, por eso mismo no estaba preparada para lo que vendría a continuación. El demonio metió su mano derecha por abajo de lo que quedaba de su blusa y sostén, comenzando a apretar y estrujar con fuerza el pequeño botoncito izquierdo y haciéndolo resaltar sobre las telas. Sintió un cosquilleo en su bajo vientre que se extendió hasta su feminidad, clavándose allí un calor inmenso. La chica no pudo evitar soltar un gemido ante dicha muestra, ¿qué pasaba por la mente del azabache para hacer algo como eso?

–Gime más alto o no nos creerán… ¿o prefieres que todos ellos te tomen sin compasión? –murmuró entrecortadamente en su oído derecho.

Cerró los ojos ante ello… era cierto… si los demás descubrían que se trataba de una humana no habría nada ni nadie que los controlara. Hikaru no podría contra todos ellos e incluso si Honey y Mori se ponían de su parte, lo cual dudaba mucho en verdad, no saldrían bien librados de allí.

La mano izquierda del demonio bajó por su vientre, dejando un calor intenso en cada centímetro de piel que tocaba. Sin brindar explicación alguna comenzó a acariciar sus labios por encima de su ropa interior, la fricción era demasiado masoquista para ser soportada, Haruhi echó la cabeza hacia atrás mientras un pequeño gritito escapaba de sus labios. Fue entonces cuando notó que todos continuaban prestándoles demasiada atención, humedeciéndose involuntariamente.

–¿Por qué Hikaru debería quedarse con toda la diversión? –Honey habló– Yo digo que iniciemos.

Se oyó un grito sordo y fue entonces cuando los Condes, Marqueses y Príncipes del Infierno se volvieron contra su Sargento, cada uno entregándose al placer por completo. Sólo los ojos de Lucifer continuaron impávidos, observando todo lo que sucedía bajo su dominio y, en especial, con Hikaru siempre en mente.

Haruhi cerró los ojos con fuerza cuando el azabache comenzó a pellizcar suavemente su clítoris y un par de dedos intentaban abrirse espacio entre sus piernas, cerrándolas por inercia. El toque en sus pechos se hizo ligeramente más suave, más tolerable y, al mismo tiempo, más placentero.

–¿Te molesta? ¿No es lo que querías? –el cálido aliento de Akuma hizo erizar su piel.

Cuando abrió los ojos notó que ya no estaban en el sitio de la reunión, sino en una habitación con paredes color crema, en el centro de la misma sólo se hallaba una cama con sábanas en tonos vinos.

–Espero no te moleste, pero no creo poder llegar a mi guarida… te necesito…

Haruhi giró el rostro, posicionando sus labios sobre los de Hikaru, sorprendiéndolo con ello. Se supone la deseaba, se supone sólo quería corromperla, se supone era un simple contrato… por eso mismo no entendía por qué deseó no estar en ese momento y en ese lugar, no bajo esas circunstancias. Ella debía entregarse por primera vez a un humano que amase y la amara, no al demonio que degustaría su alma, no al demonio que la oiría gemir, que la condenaría a arder eternamente en las llamas del Infierno. Incluso si se trataba únicamente de una forma astral, incluso si su cuerpo estaba a salvo en la Tierra… él deseaba hundirse en ella, una y otra vez… una virgen… su contrario por excelencia… la pureza… quizá si lo hacía se sentiría menos sucio, menos condenado… quizás ella podía salvar su alma…

Sonrió…

No había nada qué salvar…

La aventó contra el colchón, mirándola completamente indefensa ante él, con el carmín adornando sus mejillas y los labios ligeramente entreabiertos. Abrió sus piernas con ambas manos notando cada uno de los detalles de su cuerpo, avergonzándola con ello

–Tan linda… –dijo roncamente– Haruhi, adoro verte tan expuesta ante mí…

. Se colocó por encima de ella sin apoyar todo su peso.

–Haruhi… ¿estás segura? No seré amable contigo… –le dio una última oportunidad de huir, de irse lejos antes de que se arrepintiera.

–Sí, lo estoy… Hikaru –le dijo, tomando su rostro entre sus manos.

Volvió a probar sus labios como antaño, era demasiado real, se sentía así. Sus bocas bailaron suavemente al compás de la otra, la lengua del azabache empujó con fuerza, entrando en la misma, recorriéndola y causando ligeros espasmos en la castaña. Se separaron dejando un ligero rastro de saliva entre ambos, mirándose con deseo mutuo. Haruhi sentía que toda ella ardía, no entendía cómo era posible que sus sentimientos o lo que sea que tenía por el demonio fueran tan fuertes, tan profundos, pero no se imaginaba a nadie más para realizar ese acto.

Ni siquiera Tamaki…

Hikaru comenzó a besar su cuello repartiendo pequeños mordiscos mientras bajaba por su cuerpo, ni siquiera tuvo que quitarle la ropa, bastaba sólo usar sus poderes para deshacerse de la de ambos, Haruhi sentía el aliento cálido chocando con sus pechos mientras besaba a los mismos, introdujo su pezón derecho en su boca, dejando que su lengua jugueteara con él cual si de un caramelo se tratara, sintiendo claramente cuando la chica se tensó bajo él. Su dedo corazón presionó con fuerza su clítoris y ella hubo de morder su labio inferior antes de soltar un gemido fuerte. Él sonrió al ver la serie de reacciones que causaba a su cuerpo por lo que comenzó a acariciar sus muslos describiendo círculos cada vez más marcados y pequeños sin acercarse demasiado a su intimidad.

–Por favor… –chilló la castaña cuando él rozó sus labios.

–¿Por favor qué? –le miró a los ojos.

–Más…

–No te entiendo… dime qué quieres, Haruhi.

–Dame más –cerró los ojos mientras se llevaba las manos a la boca.

–¿Más de qué?

–¡Fó-Fóllame! –soltó por fin.

–Sólo tenías que decirlo, pequeña –aceptó gustoso.

La boca del demonio descendió hasta llegar a su centro de placer notando los pequeños jugos que salían del mismo, aunque comprendía que todavía no estaba lo suficientemente lista para recibirle. Con sus dedos abrió su entrada, sujetando su clítoris con sus dedos índice y pulgar, estirándolo. Utilizó su lengua para recorrer en diagonal sus labios, oyendo cómo la castaña gemía por lo bajo así que comenzó a hacerlo a todo lo largo, degustándola suavemente, se introdujo en ella con lentitud, entrando y saliendo a un ritmo acompasado. Haruhi movió las caderas intentando que él lo hiciera más intenso, pero al parecer no eran esas sus intenciones porque no cambió sus movimientos, tomó su cabello entre sus manos empujando su cabeza un poco... ¡Dios, la torturaba demasiado!

–Por favor… Hikaru… –chilló.

–Te dije que no sería amable…

–No importa…

El demonio se irguió, contempló a la chica completamente a su merced y empujó con brusquedad de una sola vez, entrando en ella, sus paredes carnosas le envolvieron, aprisionándole, apretándole con fuerza. Comenzó a embestir rudamente, cada vez más fuerte, más profundo, deseaba clavarse hasta lo más profundo. Haruhi gemía con cada movimiento, sus pechos rebotaban violentamente con cada sacudida, clavó sus manos en las sábanas bajo ella ante los espasmos que comenzaba a experimentar, ¡se sentía tan bien! Su vagina se contrajo violentamente cuando él se hundió más profundo que las otras veces y la castaña casi vio lucecitas alrededor, el poder del orgasmo se derramó dentro de ella.

–¡Joder, Haruhi, casi me corro! –gruñó el otro al sentirla.

Quería más… así de simple. Tanto uno como otro deseaban más del otro. Hikaru se sentó en la cama con la chica todavía enlazada a él, permitiéndole a ella acomodarse mejor, enredando sus piernas en la cadera del otro.

–Hikaru… –murmuró la castaña.

El azabache la cargó un poco, haciéndola caer después una y otra vez sobre su duro miembro. Haruhi cerró los ojos y se mordió el labio inferior hasta casi sacarse sangre, no podía con toda la ola de sensaciones que experimentaban juntos.

–No te contengas, quiero oírte –le dijo el otro mientras recorría sus pechos con apenas la punta de la lengua.

–Hi-Hikaru… –obedeció– ¡Más, Hikaru, más!

Rodeó el cuello del azabache con ambas manos mientras continuaba con los movimientos que él le mostrase, dejándose caer una y otra vez sobre su polla erecta, lo único que se escuchaba era el golpe de sus cuerpos entremezclado con sus respiraciones entrecortadas y gemidos cada vez más altos de parte de la chica. Sin embargo, nada le preparó para lo que vendría, abriendo los ojos de golpe cuando sintió los dedos de Hikaru acariciando la entrada de su trasero.

–No… ahí no… –pidió suavemente.

–¿Por qué no? Tal vez se guste –le besó en los labios, dándole más confianza.

Estiró su agujerito sin piedad con ambos dedos e introdujo uno en él, sintiendo cómo se contraía involuntariamente, Haruhi se arqueó ante ello, ¿qué demonios hacía Akuma con su cuerpo? ¿Cómo era posible que provocara tales reacciones en el mismo?

–Estás tan estrecha… –jadeó– No lo haré por aquí hoy, pero, Haruhi… cuando realmente tome tu cuerpo te lo haré hasta por las orejas…

El chico introdujo un segundo dedo, moviendo ambos con fiereza. Haruhi sentía sus líquidos bajar por sus piernas, su vagina ardía demasiado ante las embestidas del demonio, sus pechos rebotaban tanto que sentía claramente el frío viento rozándolos. Y a Hikaru le encantaba verla, tan pura y tan pervertida al mismo tiempo, podía hacerle el amor todos los días y deseaba tanto que así fuera.

–Hi… Hi… ¡Hikaru!

La sintió tensarse cuando el segundo orgasmo llegó, corriéndose mucho más que el anterior y oprimiéndole tanto que casi dolía, él también estaba a punto de explotar. Su miembro se tensó fuertemente y se corrió dentro de ella, llenándola por completo. Haruhi enterró sus uñas en su espalda al sentirle, cerrando el ojo izquierdo ante los espasmos que le recorrían, todo su cuerpo temblaba, había sido demasiado para ser su primera vez… y comprendió que eso no terminaba cuando oyó la voz de Akuma en su oído.

–Párate, quiero verte.


Próximo episodio: Máscara