Notas del Autor: ¡yey! Yo de nuevo :3 Tendría que estar actualizando mi InuKag, sí, pero esta vez estoy aquí con un reto especial del foro '¡Siéntate!' de Inuyasha, "Reto 5 días - Declaraciones extrañas del Foro ¡Siéntate!". En este reto tendremos que hacer un fic de cinco capítulos, de temática romántica y relacionado o no con San Valentín. Cada día desde su publicación tendremos que publicar un capítulo nuevo hasta completar los cinco. Así que ya saben, esperen cada día la actualización de este fic especial ;)

o Pareja: Sesshomaru/Rin.
o Romance/Humor. AU.
o Requisito del Día 1: que involucre una manzana.

o Link al foro: /forum/Siéntate/84265/

¡Disfrútenlo! :)


CAPITULO UNO
¿Yo? ¿Niñera?

·

La cama de Rin era una maraña de sábanas y el edredón que se enredaban alrededor de su pequeño cuerpo. De pronto, el despertador rompió la paz de la habitación, provocando que de la chica saliera un lastimoso quejido y metiera la cabeza bajo la almohada. No quería moverse por nada del mundo, pero el estridente sonido estaba empezando a ponerla de los nervios. De un nada delicado manotazo apagó el despertador, y ya puestos, lo mandó a volar a la otra punta del cuarto. Inmediatamente pegó un salto fuera de la cama y se arrodilló junto al destartalado aparato.

— ¡Nooo…! Mi pobre despertador de Betty Boop — se lamentó intentando juntar todas las piezas en un intento desesperado por salvarlo. Resopló sintiendo que no podía haber empezado la semana de peor manera.

Dejó lo que quedaba de su despertador encima de la mesilla y se dirigió hacia el baño para darse una ducha que la despejara. La anterior semana había tenido muchísimo trabajo. Pasó toda la semana a cien por hora casi sin parar ni para su almuerzo, pero al final lo había conseguido. Salió del baño ya vestida y con una toalla en la cabeza. Observó su proyecto al fin terminado encima de su mesa de trabajo y sonrió. Ya había estado de morros toda la semana, y aunque todavía estada algo cansada sentía como su humor iba mejorando cuanto más pensaba en el momento de entregarlo. Por lo menos tendría toda la mañana para dedicarse a no hacer nada, antes de ir por la tarde hasta la empresa para entregarlo.


Ya de tarde, terminó de coger su bolso y las llaves de su coche, cuando reparó en su pobre despertador. Un escalofrío le recorrió la espina dorsal, y no pudo evitar tener un mal presentimiento. En fin, nadie estropearía su humor ese día.

A su llegada a la empresa lo primero que hizo fue llevar el proyecto terminado al despacho de su jefe. Esa era la parte difícil. Su jefe siempre le había intimidado un poco. Cuando llegó a esa empresa lo admiraba, era un profesional brillante y su fama le precedía, sin embargo no había logrado entablar relación con él. Era una persona estricta, demasiado seria, y aunque Rin siempre había tratado de simpatizar con él, el hombre no parecía muy por la labor. A pesar de todo, la chica seguía intentándolo día a día.

— ¡Buenos días señor Sesshomaru! — entró en su despacho, encontrándose al hombre con unas finas gafas cubriendo sus intensos ojos dorados. Tuvo que reconocer que le quedaban bien, su jefe era bastante apuesto pero ese ceño permanentemente fruncido no le ayudaba en nada a su imagen. — Vengo a traerle el proyecto. ¡Por fin está terminado! Pensé que no sobreviviría para verlo finalizado pero creo que ha quedado estupendamente.

Sesshomaru alzó la mirada hacia su empleada con una mueca de disgusto. ¿Por qué tenía que entrar gritando siempre a su despacho? Le irritaba ese exceso de alegría que parecía irradiar siempre, le parecía una molestia e incluso una falta de respeto que le hablara de esa manera. Sin embargo hacía muy bien su trabajo, y eso era, al fin y al cabo, lo más importante en una empresa.

— Déjalo encima de mi mesa. Lo revisaré y ya te diré si hay algo que modificar — le dijo casi sin alzar la mirada a ella.

— ¡Sí señor! Y anímese, creo que este proyecto va a ser un éxito — le dijo alzando el puño en señal de ánimo.

— No estoy en condiciones de animarme, y de todas formas su trabajo no es darme ánimo a mí — le contestó, y sin más, le hizo un gesto para que saliera de su oficina.

Ya en el pasillo contuvo las ganas de sacarle la lengua a la puerta de su malhumorado jefe. Hoy estaba incluso de peor humor que normalmente. — Que habrá querido decir con eso… Bueno. Ahora que por fin tengo un respiro bajaré a tomar algo a la cafetería.

Se encaminó hacia el ascensor, y cuando al fin llegó a la cafetería del edificio, vio a lo lejos a su amiga Kagome sentada en una mesa. Se encaminó hacia ella dispuesta a darle un susto por detrás. Justo cuando estaba a punto de pincharle por ambos lados de la cintura para darle una buena sorpresa, reparó en la pequeña niña que estaba sentada junto a ella. Rin se quedó mirándola con duda en los ojos. Kagome no tenía más hermanos que Souta, un adolescente en edad rebelde pero un encanto igualmente.

— ¡Rin! Que suerte que estás aquí, tengo un favor que pedirte — se fijó en la cara interrogante de su amiga que seguía mirando a la pequeña niña a su lado. — Esta es Kanna Taisho — Rin abrió los ojos como platos al oír el apellido de la niña —, es la hija de Sesshomaru.

— ¡Vaya! Sabía que estaba casado pero no que tuviera hijos.

Kagome miró con preocupación a la niña, que se mantenía con una expresión inmutable.

— Kanna, cariño, ¿por qué no vas a coger algo más para comer? Puedes pedir lo que quieras ¿sí? — la niña se quedó mirándola unos instantes en silencio, y finalmente se levantó camino de la barra. Kagome se volvió de nuevo hacia Rin que todavía no salía del shock. — Parece mentira que el frío Sesshomaru tenga una hija ¿no? — le sonrió algo triste.

— Sí bueno, pero no entiendo, ¿por qué está aquí contigo? — preguntó todavía confundida.

— Pues verás, en realidad Sesshomaru se divorció de su mujer hace tres meses. Kagura, la madre de la niña, salió de viaje el viernes pasado y estará fuera toda la semana. Sesshomaru tiene trabajo y la niña no quiere quedarse con cualquier niñera desconocida, así que me he quedado yo con ella de momento. Sin embargo…

— ¿Sin embargo…? — la animó Rin con miedo, temiendo lo que se avecinaba.

— ¡Lo siento! Sé que has tenido una semana muy dura pero Inuyasha tiene que viajar esta noche a cerrar un negocio a Hokkaido y tengo que ir con él como su ayudante. No te lo pediría si no me fuera imposible quedarme aquí con ella.

— Pero Kagome, yo nunca he cuidado de una niña pequeña — le dijo Rin nerviosa. — No sé si podré hacerlo por cinco días. ¡Si casi no se cuidar de mí!

— No digas eso, eres la persona en la que más confío, no podría dejársela a nadie más. Mira, solo tendrás que tenerla vigilada mientras Sesshomaru esté trabajando. Por la mañana estará en el colegio y solo tendrás que ir a buscarla y hacerte cargo de ella hasta que su padre salga de trabajar, se la devuelves y ya está. Por las mañanas él mismo la llevará a la escuela, ¡es muy sencillo!

— Kagome, hasta las plantas se me mueren, ¡y solo hay que regarlas! Además no creo que nos vayamos a llevar… ¡KYA! — apenas se había girado para buscar la figura de la niña cuando se la encontró a sus espaldas, muy cerca, con su cara seria, sus ojos inexpresivos y una manzana de un rojo intenso sobre sus pálidas manos. — ¿Siempre se aparece como un fantasma tras las personas? — le susurró a su amiga.

— Se amable con ella, es la hija de tu jefe — le dijo Kagome entre dientes. — Mira cariño, esta chica tan simpática de aquí se llama Rin y va a cuidar de ti mientras tu mamá esté de viaje.

La niña la miró, y casi se podía detectar la duda en sus pequeños ojitos. — ¿A dónde vas tú Tía Kagome?

— Yo tengo que ir en un viaje de trabajo con tu tío, pero ya verás que con ella te lo pasarás muy bien. Además vas a estar con tu papá en todas sus horas libres — intentó reconfortarla. Sabía que aunque no lo demostrara la pequeña también lo había pasado mal con el divorcio de sus padres. Se giró de nuevo hacia Rin que la miraba todavía insegura sobre ese tema. — Tengo que ir a casa a hacer las maletas y preparar el papeleo. Ya aviso yo a Sesshomaru antes de irme. La dejo en tus manos, verás que es una niña muy tranquila, no te dará problemas.

Rin no dudaba que fuera tranquila, es más, no la había visto moverse desde que se aproximara a la mesa. Finalmente se despidió de su amiga que salió veloz a avisar a su jefe de los cambios. Rin se giró de nuevo hacia la pequeña, preguntándose cómo había terminado en ese lio. En fin, solo era una niña pequeña, no podía ser tan difícil, ¿verdad? Además le daba un poco de pena la situación por la que estaba pasando, ella también era hija de padres separados y sabía lo que era para los hijos una situación como esa.

— Bueno Kanna, vamos a pasárnoslo muy bien ¿sí? — Pensó algo con lo que pudiera entretener a la niña. — Ya sé. ¿Te gustan los videojuegos? Tengo muchos en mi ordenador.

La niña negó con la cabeza.

— Vale… ¿Y las muñecas? A todas las niñas les gustan las muñecas — le sonrió con entusiasmo. Sin embargo, la niña volvió a negar levemente con la cabeza. ¿Es que nada le divertía? Digna hija de su padre, pensó en su fuero interno. — Bueno, no pasa nada. ¿Qué me dices del parque? Columpios, toboganes, balancines. — de nuevo negó con la cabeza, con cara impasible. ¡Pero que le gustaba a esa niña! Definitivamente, no sobreviviría a esa semana.

Vio como la pequeña albina acunaba la manzana en sus manos, mirándola como si quisiera comérsela pero al mismo tiempo le diera pena destrozar su bonito color rojo. De pronto alzó la vista hacia una desesperada Rin. — Me gusta dibujar.

— ¡Dibujar! — la chica sonrió, pensando en cómo podía habérsele pasado algo tan básico. Después de todo su jefe era un hombre bastante tradicional, y no le extrañaba que su hija fuera igual, si eran dos gotas de agua. — De acuerdo, vayamos a mi despacho, allí tengo muchas hojas y colores para que dibujes.

Por un momento, casi pudo ver como de sus ojos salían brillitos de pura ilusión. Rin tuvo que reconocer que a pesar de todo era una ternura. Era pequeña, apenas le llegaba a la cintura. De piel blanca como la tiza, al igual que su pelo que caía largo y lacio de un color rubio platino, casi blanco. Llevaba puesto el uniforme azul de su escuela totalmente impoluto, sin siquiera una mancha o una arruga. No parecía el tipo de niña que jugaba en el parque con la tierra, los niños, y se tiraba por los toboganes.

Fueron hacia su despacho para que la niña pudiera dibujar, y ella intentaría adelantar algo de trabajo. Una vez allí, le entregó a la niña varios folios en blanco y una caja de rotuladores de colores que le gustaba utilizar cuando planeaba nuevos proyectos. Al momento, la niña se sentó en una de las sillas frente a la mesa de Rin y se dispuso a comenzar. Todavía no le había dado tiempo a sentarse en su silla cuando el teléfono sobre su mesa comenzó a sonar. Contestó, y al otro lado de la línea la secretaria de su jefe le comunicó que este la requería en su despacho. Rin resopló empezando a exasperarse. Si al menos le hubieran avisado con tiempo hubiera tenido tiempo para mentalizarse.

— Kanna, voy un momento a hablar con tu papá, quédate aquí dibujando en lo que tardo — vio como asentía con su carita inexpresiva y posteriormente continuaba haciendo un cuadrado negro sobre el papel. Se fijó en que había dejado la manzana roja a un lado de los papeles, sobre la mesa. Se preguntó por qué la había cogido si no pensaba comérsela. — Bien… No salgas mientras esté fuera, ¿vale? Volveré muy rápido.

Rin salió a paso rápido en dirección al despacho de su jefe. No le gustaba dejarla sola, pero bueno, parecía una niña muy madura y tranquila para su corta edad, y de todos modos su jefe no podría matarla por algo que él mismo había provocado. Llegó y golpeó con suavidad en la puerta antes de entrar. Escuchó la voz del hombre procedente del interior que le permitía el paso y entró.

— ¿Quería algo, señor Sesshomaru? — se sentía un poco idiota preguntando eso, estaba claro cuál era la razón de su llamada.

— Siéntate — le dijo con voz impersonal y rostro severo. Perfecto, parecía que estaba de mal humor. — Kagome me ha dicho que tuvo que dejar a mi hija a tu cargo.

— Sí, verá, no creo que yo esté cualificada para cuidar de su hija, de verdad. No quiero que piense que le digo esto como una excusa, pero quizás si contratara a una niñera para cuidar de ella…

— ¿Dónde está mi hija? — la frenó en pleno discurso.

— ¿Eh? Oh, está en mi despacho haciendo dibujos — Sesshomaru la miró y casi parecía sorprendido. — Es una niña encantadora, pero creo que debería dejarla en manos de una profesional.

— No. Kanna no aceptaría quedarse con nadie que no conozca de antemano.

— B-Bueno, no creo que a ella le importe tanto en realidad. Conmigo ha estado muy tranquila — no supo por qué, pero en ese momento se acordó de su destartalado despertador y tuvo el presentimiento de que estaba cavando su propia tumba.

— Exacto. Mandé llamar a decenas de niñeras el fin de semana y no era capaz de permanecer ni cinco minutos con ellas. Eres la excepción, tendrás que ocuparte de ella hasta el viernes — Con apenas esas dos frases dio por terminada la discusión sin permitirle siquiera replicar algo.

— Espere, escuche. No puedo hacer esto de verdad, quizás si usted se queda con ella aquí en el despacho, con lo tranquila que es no lo molestará — intentó negarse todo lo que pudo, aunque parecía que al hombre poco le importaban sus argumentos.

— Imposible, tengo reuniones y asuntos que atender. Ahora si me permites tengo mucho que hacer. Bajaré a buscarla cuando termine de trabajar — y sin más se levantó y se aproximó a la puerta como queriendo obligarla a salir de ahí. Rin se encontraba en shock, y apenas pudo balbucear alguna queja.

— Por cierto — le dijo su jefe antes de cerrar la puerta tras ella —, esto es lo que tendrá que corregir antes del lunes que viene para que este todo correcto antes de la presentación — y sin más, le cerró la puerta en las narices.

¡No se lo podía creer! ¡Iba a obligarla a seguir trabajando y ocuparse de su hija al mismo tiempo! Era un explotador, él no podía trabajar con su hija alrededor pero ella sí ¿no? Menuda cara. Se giró y pudo pillar in fraganti a la secretaria riéndose de ella por lo bajo. Maldita, quería verla a ella en su situación.

De vuelta a su despacho y cada vez de más malhumor, vio que la pequeña seguía exactamente en la misma posición en que la había dejado. Todo seguía en su sitio, nadie diría que una niña de seis años hubiera estado en esa habitación totalmente sola por veinte minutos. Se aproximó a ella con aire conciliatorio para ver lo que había dibujado y echarle algún elogio. La niña había dibujado una casita rodeada de numerosos árboles que, suponía, formaban un bosque. Al lado de la casa había un árbol separado de los demás con algunas manzanas rojas desperdigadas por la copa. Bajo el árbol algo que supuso sería un coche aparcado, y al otro lado de la casa un rectángulo negro que no supo reconocer.

— Está muy bien Kanna, eres una gran dibujante. Pero, ¿qué es esto de aquí? — le preguntó señalando el rectángulo negro. La niña se giró hacia ella con su carita mortalmente seria. Finalmente le habló, sin dejar de fijar sus ojitos en los suyos.

— Es un pozo embrujado — le dijo con voz queda. Continuó dibujando.

Oh Dios mío. ¿Qué demonios había sido eso? ¿Tenía delante a la niña de The Ring o qué? ¿Sería acaso la gemela albina de Sadako? Claro, había venido a vengar a su hermana. Oh Dios. Ahora empezaría a retorcer sus pequeñas extremidades en ángulos imposibles y la perseguiría hasta la muerte. ¡¿Por qué a ella?! ¡Si ni siquiera había visto el vídeo! Era inocente, de verdad.

Quizás si Rin no hubiera estado tan nerviosa y cansada de todo, le hubiera preguntado a la inocente niña por qué dibujaba un pozo embrujado. Esta le habría explicado que al lado de la casa de su madre tenían un pozo 'embrujado' del que decían que te cumplía tus deseos cuando lanzabas una moneda en su interior. Rin se habría dado cuenta de que la niña no sabía diferenciar entre un pozo 'mágico' y uno embrujado, y ahí habría terminado todo el drama.

— Ah… que bonito — dijo sin más. Se sentó en su escritorio y decidió no pensar en nada más por un buen rato.

Se puso sus cascos de música y se dejó llevar por el sonido suave y relajante de la banda sonora de Braveheart, una de sus favoritas. Antes de dar se cuenta ya habían pasado dos horas, faltaba poco para que su jefe terminara su turno y viniera a recoger a su hija. Esta seguía dibujando grandes círculos negros por toda la hoja. Rin rezó porque no empezara a girar su cabeza trescientos sesenta grados. Decidió que lo mejor sería que revisase las correcciones de su jefe en su proyecto por si le surgía alguna duda respecto al tema. Abrió la carpeta que este le había entregado en su despacho y a poco más se levanta por la indignación soltando una maldición. Volvió a sentarse tratando de serenarse. ¡Pero es que lo había cambiado todo! No había dejado títere con cabeza, ¡pero si su proyecto estaba perfecto! Esto era absurdo, tendría que trabajar por horas para corregir todo eso, prácticamente le pedía que lo rehiciera de nuevo.

Se levantó de nuevo decidida a ir a replicarle a su jefe, cuando vio como la puerta de su despacho se abría dando lugar al hombre en cuestión. Se quedó parada en su sitio del susto.

— Kanna, vamos a casa — dijo sin más. La niña se giró a mirarlo un segundo, antes de recoger los papeles y guardar todos los rotuladores dentro de su caja para devolvérsela a Rin empujándola levemente contra su lado de la mesa. Cogió la manzana roja, todavía entera sobre la mesa, y dando un rodea a esta se sitió frente a la chica extendiéndola en su dirección.

— Gracias — sin más dejó la manzana en sus manos y se giró de vuelta hacia su padre. Sesshomaru la hizo salir primero, y antes de salir él mismo se volvió un momento hacia una estática Rin.

— Mañana la llevaré yo al colegio, tú te encargarás de recogerla — y sin más se dispuso a salir de la sala. Rin consiguió reaccionar para llamar la atención de su jefe.

— ¡Espere! La… La corrección que me devolvió del proyecto, ¿para cuándo es? No creo poder tenerla lista para el lunes, entre semana tendré que encargarme de la niña y solo con el fin de semana no creo que pueda terminarlo.

— Es para el lunes. De Kanna se ocupará por las tardes, pero eso no quiere decir que pueda eludir sus responsabilidades con la empresa durante la mañana — dicho esto, salió del despacho sin más explicaciones.

Espera un momento… ¡¿QUÉ?! ¿Pensaba tenerla explotada todo el día sin más? ¿Solo por qué se creía con el derecho para ello? Rin casi pudo sentir como todo el cansancio de la semana, los nervios, la irritación y el cabreo ascendían por su cuerpo hasta nublar su vista totalmente enfurecida.

— ¡Maldito bastardo arrogante explotador y su tétrica mocosa! — gritó lanzando la manzana en sus manos contra la puerta por donde había salido su jefe. Por suerte no tenía muy buena puntería y dio en la pared, reventando en varios pedazos justo al lado del rostro ligeramente sorprendido de Sesshomaru, que había vuelto a abrir la puerta y poco a poco iba frunciendo el ceño con disgusto. — E-Esto…

— Mañana recogerás a Kanna a la una en punto — la cortó sin dejarla disculparse. — Lo harás, y serás puntual, porque soy tu jefe y si no te despediré, encargándome de que ninguna otra empresa te vuelva a contratar.

Escuchó un fuerte portazo, señal de que su pequeño infierno personal había empezado. Observó la manzana destrozada en el suelo y gimió con desesperación. Había metido la pata pero bien.


¡Y eso es todo por hoy! Mañana tendrán el capi dos subidito 83 Espero que os haya gustado mucho el fic, y que me escribáis muchos reviews en el poquito tiempo que hay para saber si os gustó o no.

Las referencias a The Ring y a Sadako no creo que haga falta que las explique, y si no, ¡os perdéis una gran película! (La japonesa claro, la estadounidense me da risa e.e)

Os recomiendo mucho que visitéis el foro ¡Siéntate! de Inuyasha si sois fans de la serie. ¡Encontrareis muchas cosas interesantes! De nuevo os dejo el link por si acaso: /forum/Siéntate/84265/

¡Gracias por leer y hasta mañana! o3o