El Potterverso pertenece a J. K. Rowling.

Este fic participa en el reto Estados de sangre del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black. En esta ocasión, me ha tocado escribir sobre un sangre limpia.


A oscuras

o-o-o

Más de uno se reiría de vosotros.

Soy el heredero de los Black (desde que mi hermano renegara de nuestra familia). Firme defensor de las teorías puristas que llevan siglos en la Noble y Ancestral Casa de los Black (o eso creía), convencido hasta la médula de que la sangre es poder (y temiendo equivocarme); tanto es así que me he unido a la causa del Señor Tenebroso y tomado la Marca para demostrar mi lealtad (que flaquea más de lo que me gustaría admitir).

Yo, que he crecido rodeado de magia (magia antigua, magia poderosa); yo, que buscaba aprender hechizos por mi cuenta antes siquiera de tener una varita. Yo, la rama más corta del árbol genealógico de mi familia.

Yo, Regulus Black.

Traicionando aquello en lo que crees.

Tú no eres más que una sangre sucia. Una niñata de ojos azules y pelo rubio siempre despeinado (y encantador) con una extraña y poco saludable habilidad para acabar enredada en líos ajenos y salir perjudicada (y yo siempre te ayudo). Una cría demasiado guerrera para su bien, fallo genético, totalmente indigna de poseer magia.

Tú, que lo único que puedes decir de tu familia es que son personas respetables (o que sus semejantes las consideran dignas de respeto); tú, que si todo hubiera salido según las leyes de la Naturaleza ni siquiera sabrías de mi existencia (pero estás aquí). Tú, alguien que no pertenece ni a Hogwarts ni al mundo muggle.

Tú, Mary Macdonald.

Sin dejar de acercarte a pesar de verle las orejas al lobo.

Tienen motivos para reírse, ¿verdad?

Incluso nosotros comprendemos que esto no tiene lógica. Que no deberíamos acercarnos, no deberíamos mirarnos siquiera. Que es una terrible ironía el haber acabado así. Y, desde luego, cada vez es más peligroso. Porque yo ya no soy un niño que mira por encima del hombro a los sangre sucia. Ahora debería quitarte de en medio, cumplir con la tarea del Señor Tenebroso para conseguir los derechos que los magos de verdad nos merecemos.

No debería tratarte bien. No debería tratarte, maldita sea. Y, sin embargo, aquí estoy, dejando a mi cuerpo hacer lo que les viene en gana a mis sentimientos, intentando olvidar la traición que supone contemplarte, perderme en ti sin desear salir de este laberinto, amarte.

Y aun así lo haces.

Y tú lo sabes (mejor que nadie). Sabes que no soy alguien que te convenga y sigues conmigo (porque también sabes que tú no me convienes a mí). Como ayer, como la primera vez que te eché una mano. Como siempre.

Porque tienes la esperanza de salvarlo de esas ideas enfermizas.

También nosotros nos reímos. Yo sin hacer ruido, escondiendo la diversión de esta ironía tras el frío gris de mis ojos; tú a carcajadas, intentando contagiarme y consiguiéndolo siempre a medias. El caballero de la máscara plateada y la princesa sin corona. Reg y Mary. Un cuento digno de ser escrito.

En el fondo sólo sois dos niños que quieren ser felices.

Y luego nos vestimos, me besas para prometerme que no irás a buscarte un príncipe y te vas. Yo espero unos instantes antes de salir al pasillo, y el cuento se queda en suspenso. Volvemos a ser un mortífago y una sangre sucia, y ya no hay cabida para el amor.

Hasta que vuelva a anochecer.


Notas de la autora: Esta viñeta/one-shot/lo-que-sea va de la mano de un longfic que estoy escribiendo y al que le queda bastante para ver la luz. No obstante, espero que el presente fic os haya gustado.

Si sí, si no, o si otra-cosa, comentádmelo vía review ;)