Hugo había guardado una hoja seca en su libro de Historia.

Luego de su cumpleaños y las vacaciones de invierno, había vuelto a Hogwarts. Pero ya nada era igual. Los días transcurrían tan despacio y agobiantes… como si el tiempo se burlara de él, haciéndole tortuosa todas las horas. Ya casi ni le importaba su carrera de Auror. Solo pensaba en una cosa.

Lily.

El nombre dolía como una estaca clavada en seco en el pecho, en medio de una inspiración de aire. Como si todo se hubiera quedado a la mitad, y a la vez en nada. En nada.

Pero lo que lo había marcado para siempre, había sido cuando en el andén, Lily lo saludo con sus ojos tristes como si nada hubiera pasado, como si todo estuviera de maravilla, como si fueran los primos de siempre. Sacándole importancia, llenando con más barro lo que ya estaba más que asqueroso y forzándolo a tener que comportarse de la misma manera.

—Hola Hug. —Había dicho Lily, como quién saludo a un hermanito pequeño. Tan cínicamente, que a Hugo se le partió el corazón.

—Hola Lily. —Había susurrado el chico, sin entender nada en el momento. ¿Qué acaso todo había sido un horrendo sueño?

Al principio el hubiera jurado que no por su misma vida. Era demasiado real para no ser verdadero. Pero con el paso de las semanas en Hogwarts, donde Lily no mostraba ningún interés en su existencia… había empezado a preguntarse si en realidad había pasado algo. Pero siempre había algo que delataba al mentiroso. Y a Lily la delataba su lejanía.

Y ahora, con la hoja más seca que nunca en su libro de historia, solamente creía que el sueño se había apoderado de su vida y la había matado. Ya no tenía excelentes notas. Cuando quería hablar con Lily, esta ni si quiera le dirigía la palabra. Las cosas habían cambiado, y tan rápido como movidas por un terremoto.

Hugo estaba en la biblioteca, casi llorando con la hoja seca en medio de las manos. Casi estaba vulnerable, tan fina y tan apretada en medio de esas dos hojas que estaba a punto de doblarse. A punto de romperse. Y cuando Hugo enterró las manos con la hoja entre su cara, dispuesto a llorar como no lo había hecho en demasiado tiempo, alguien le toco el hombro.

Y ese alguien, aunque Hugo no había visto a la persona, era Lily. Él lo sabía.

—Vamos a fuera. —Lily no tenía expresión en los ojos. Era una máscara fría invulnerable. El pelo le caía en cascada, sin gracia, sin expresión. Estaba pálida. Hugo tragó saliva, y asintió lentamente.

La chica corría por los pasillos, y Hugo le seguía el paso como podía. Y llegaron a fuera, donde pudo comprobar que ya era de noche: Se había pasado toda la tarde observando esa hoja, perdiendo todas las clases. Suspiró, negando con la cabeza.

— ¿Por qué me haces esto?

Lily, que seguía caminando hasta los arboles más apartados de todos, paró en seco. Nadie los observaba, nadie los veía. Todos estaban adentro. Seguía estando el frio del invierno.

— ¿Yo? ¿Hacerte qué? —Las palabras dolían, más pronunciadas de su boca. Lily frunció los labios con angustia, acercándose a Hugo. —Eres mi primo. Mi primito, mi hermano…

Lily iba a revolverle el pelo a Hugo, cuando este la paró en seco con su mano, tan determinante como su mirada doliente. La voz le iba a salir rota, los ojos se le iban a empañar. Se odiaba a sí mismo por ser tan débil… y a la vez tan transparente.

—Dejaste de ser mi prima hace mucho, Lily. —La chica, que hasta el momento se había mantenido fría y distante, lo miro con dolor pintado en el marrón de sus ojos. Hugo bajó la mano de Lily con delicadeza. —Tú lo dijiste. No te quiero de esa manera.

Lil seguía apretando los labios, los puños, los ojos, estrujándose en todas partes. Hasta el mismo corazón, solo para resistir la emboscada de sentimientos. Y volvió a negar con la cabeza.

— ¡No puedo! —Gritó en un susurró, quebrándose completa. —Eres mi primo. ¡Mi primo! Eso significa que no puedo quererte de esa manera. No podemos. Esto es mentira, es un capricho…

Hugo soltó la primera lágrima, acercándose tanto a Lily que casi parecían uno solo. Se les cortaron las respiraciones a los dos, y por un momento todo dejo de moverse, sus cabezas dejaron de pensar en el mañana, en el después. Y solo sus dos corazones latían.

—No siempre amamos a las personas correctas para nosotros. —Razonó Hugo en voz baja, y Lily soltó un quejido con un par de lágrimas. —Pero eso no significa que el amor no sea verdadero. —Hugo agarró la barbilla de Lily, secándole una lagrima con su pulgar. Sonrió tristemente, pero sus ojos estaban llenos de ferocidad. — Lily, yo estoy dispuesto a amar con dolor por ti. Por nosotros. Yo… tú… podríamos vivir infelices para el resto de nuestras vidas sin probar con intentarlo aunque sea a escondidas, o pasar aunque sea una noche de infinita paz. Sin nadie, sin nada.

—Hugo… es demasiado horrible. —Lily estalló en lágrimas, poniendo la cabeza en el hombro de Hugo, sintiéndose desolada. —Es demasiado horrible no poder amar.

Las palabras latían tanto como sus corazones, como la pasión que sentían en el interior de su alma. Entonces Lily levanto la cabeza, mirando a los ojos a Hugo. Dejando de llorar, acercándose a su boca tanto como lo había hecho el día de su cumpleaños. Hugo pudo ver como se dejaba llevar por su corazonada de amor puro.

—Seamos rebeldes… seamos felices. Aunque sea una noche.

Y sus bocas se unieron, con la esperanza de que esa queda sea infinita, la felicidad dure demasiado, y que el sol nunca salga. Que la vida no mate el sueño que habían construido, aunque estaba construido en cimientos de mentira. Que por un momento, no exista nadie ni nada, no existan sus familias ni nadie que diga que eso era pecado. Porque si hay algo que no te dicen, es que el pecador es feliz pecando, y que si es así, tal vez no siempre sea un mal pecado.

Esa noche, Hugo y Lily se refugiaron en una torre vieja y abandonada a la espera que en medio de la oscuridad, nunca salga el sol para anunciarles que todo había acabo. Que tenían que volver a sus vidas, aparentar que nada había pasado. Aparentar que eran felices siendo correctos, buscando el supuesto amor bueno. No el amor que era malo solo por la sangre.

En ese momento, Hugo recordó a su hermana. Y como sus padres habían hecho un escándalo atroz por que su hija salga con un Malfoy. Si se enteraban que el salía con su prima… su vida estaría acabada. Pero no le importaba tanto como que lo separen el resto de su vida de Lily, y nunca más poder verla. La besó en la frente, como la última vez, antes de que salga el sol. Antes de la despedida.

Y sintió, como aunque sea por un instante, el amor era más fuerte que todo.