Quien ha ido a un museo de arte moderno, podría comparar la escena que se desarrollaba ante la puerta del departamento 2, en la lejana ciudad de Londres. Un chico rubio, de pie ante la estructura metálica, la analizaba, a semejanza de mirar un cuadro, del nuevo artista conceptual y trata de descubrir su incierto significado.

La barbilla posada sobre la mano y el acomode insistente de las empañadas gafas, desentonaban con los víveres que rodaban entre los pies del joven. La puerta era observada con tal empeño, como si esperase que por esta acción, se abriera.

Era tal su concentración, que no había percibido que ahora tenía compañía. El pelirrojo, imitándolo se limito a fijar su vista, pero cuando percibió que algo líquido acababa de ensuciar, sus relucientes botines nuevos, un tic nervioso se formo entre las delicadas cejas, dándole un aire aun más femenino.

-Tierra llamando a Ronald-pasando varias veces la mano delante del rostro del aludido, buscaba en el alguna muestra de conciencia

-al parecer no abrirá-fue la respuesta que recibió además de un leve pestañeo. Grell desconcertado, atendió a la cerradura.

-la llave que esta puesta ¿no, son las del carro?-pregunto al fin, sumamente confundido, y esta sensación creció aun mas, cuando Ronald con una extraña mueca, comenzó a reír, para después dirigir, tanto a la cerradura, como al pelirrojo una mirada de reproche

-Bravo, tenemos un Einstein entre nosotros-musito irritado, mientras giraba neciamente el pomo, con tal fuerza, que hizo saltar parte de la llave, dejando la otra más trabada.

Grell, reuniendo las piezas, comprendió lo sucedido: Ronald, en su típica distracción, había colocado la llave del automóvil, atorándola, en su vano intento por zafarla, el contenido de la bolsa de supermercado, se salió, llevando al joven rubio, a un ataque de nervios, el cual ahora estaba maldiciendo, en tanto pateaba la caja de leche, ensuciando mas el lugar

Sin decir nada, tomo sus hombros, y con suavidad lo hizo caminar, no sin antes tomar su billetera y celular que se encontraban en el piso. Ronald no menciono cosa alguna, caminando obedientemente, como un niño arrepentido de una mala acción

Un aroma delicado a rosas, fue la bienvenida al departamento de Grell Sutcliff. Desde que se mudara, Ronald, había estado ahí un par de veces, y siempre tenía la misma impresión, de encontrarse no en un departamento de un joven soltero, sino de una señora madura, y cursi.

La decoración era similar a la personalidad de Grell, alegre, impetuosa, con un ligero toque de elegancia, y coquetería. Lo único que había cambiado, era encontrar algunas de las pertenencias de Jill, como un casco, artículos de automotor y una curiosa katana, desperdigadas por el lugar, dándole, irónicamente un toque masculino a la pieza

El observar estos detalles, le hizo olvidar por algunos segundos, del caos que consideraba, era su vida en esos momentos.

-¿crees que esa katana tiene suficiente filo?-Tomando el instrumento, el desaliento con lo que decía, hizo que le pelirrojo la guardara en su estuche, para después darle un golpe en la frente e invitarlo a sentarse
entre bullidos cojines rosados, alargando la mano, tomo algunos caramelos, que Grell, le acababa de ofrecer

-al parecer, has tenido un mal día-comento ajustando las gafas de Ronald, quien se recargo en el sofá mirando al techo

-no, mal día no, un papel higiénico en un baño público, se consideraría más afortunado que yo en estos momentos-contesto tomando mas caramelos
-Ronald, si el trabajo es lo que te tiene así, podría hablar con Will, digo William para que te reduzca la carga-sugirió Grell, tratando de sonar conciliador

-¿Trabajo? ¿No me digas que teníamos que entregar algo hoy?-contesto palideciendo al instante, Grell solo soltó una risita nerviosa colocando la gran fuente de caramelos frente a el

-mira, estos tienen relleno de licor-desenvolviendo uno lo metió dentro de los labios del rubio, antes de que pudiera decir algo mas. Atragantándose, Ronald paso rápidamente el bocado, al menos eso le quito la expresión de amargura de su rostro

-si fuera el trabajo, no estaría tan preocupado créemelo-respondió tomando otro dulce

-mmm, supongo que debe ser un asunto de faldas-cuestiono el pelirrojo, el sonrojo de Ronald, contesto por si mismo

-a con que nuestro Rony, le llego la primavera, awww cuanto ha crecido mi pequeño Rony-el abrazo que le diera, tal vez en manos de una madre cariñosa, hubiera sido más suave, pero con la fuerza de un varón, el rubio, por segunda vez, estaba en peligro de asfixia

Lo que parecieran horas, atrapado entre los sólidos brazos de Grell, Ronald luchaba para liberarse del, y su penetrante perfume, provocándole un mareo. La escena hubiera continuado así, sino fuera porque el carcelero, lo liberara repentinamente

-ya veo que aquí estaban, y yo buscándolos en el lobby principal, pero que picaros, disculpen si interrumpí algo-la voz de Lao, sonaba picara, haciendo reaccionar a Ronald, Y ¿como no habría alguien pensar mal? La posición en la que Grell y el, se encontraban, daba mucho que pensar

-no es lo que piensas-exclamo parándose de un salto del sofá

-pero cómico resulta el señor Knox, cuando es descubierto en infraganti ¿verdad?-Ren Mao, solo asintió, sin mostrar emoción, por lo que estaba presenciando

-Ay Lao, como serás sinvergüenza, lo que sucede, es que mi vecino, atoro la llave en la cerradura y yo le he dado posada mientras te llamaba para que le dieras un repuesto-Grell declaro divertido, sin darle importancia al asunto

-ah, un repuesto, pero porque no fuiste conmigo en primer lugar?-inquirió sonriendo a Ronald, este solo volvió a tomar otro caramelo

-no tenia ganas de hablar con nadie-dijo, o eso se le entiendo entre bocados

-es que veras, al parecer Ronald, tiene fiebre de primavera en pleno verano-susurro Grell a Lao, quien escuchaba atento

-¡oh! Escuchaste eso, querida hermana, al fin, tu joven prometido, podrá seducirte apropiadamente-dijo Lao a la chica, que permanecía inmóvil

-dejen de hablar a mis espaldas-exclamo el rubio sin dejar de comer

-eres un personaje singular señor Knox, bien los espero abajo, y si hacen algo malo…me invitan-declaro Lao, antes de marcharse de ahí

-que tipo más pesado-refunfuño el chico, un pequeño montón de papelitos se acumulo a su lado, mientras que el contenido del dulcero estaba a punto de vaciarse

-woaw, cuando Ronald sufre, mis dulces también lo hacen-Grell suspiro, sentándose junto a el

-Bien ¿te gustaría hablar sobre el asunto?-viendo que ya no había mas caramelos que devorar y a la vez le impidieran hablar, Ronald se aclaro la garganta

-soy un idiota, sabes, creo que lo eche a perder todo-suspiro liberando así parte de la frustración

-¿pero cómo puedes saberlo? ¿Acaso ella te lo dijo?-cuestiono el pelirrojo

-no es necesario, después de lo que hice ayer, simplemente es innecesario que se diga algo, además Jill, debió informarte detalladamente de lo que ocurrió

-¿Ayer? Es raro, pues Jill, solo menciono que te encontró como un lirón dormitando en la biblioteca-respondió Grell alzando las cejas. Ronald, estaba sorprendido, creía que Jill, se regodearía en contar la humillante escena

-ella me beso-susurro Ronald ocultando su rostro entre un almohadón

-¿mi hermana? –Grell casi se cayo del sofá de la impresión

-¿Eh?

-Pero no creo que seas de su tipo, digo tu en ese caso serias el uke…

-no, a Jill, no la besaría ni porque fuera la única en el mundo, y deja de decirme uke-dijo Ronald golpeándolo con la almohada

-fue Penny, quien me beso y yo como un chiquillo idiota, simplemente me paralice ¡argh!-al terminar de decir esto, oculto su rostro nuevamente
Una sonora carcajada, y la mano de Grell sobre su cabeza, lo hizo sentir aun mas inmaduro

Después de todo, era la primera vez que alguien le besara. A pesar de tener una extraña reputación de pervertido, en muchos sentidos Ronald, era un párvulo inocente, y era su torpeza, lo que había provocado miles de mal entendidos
Eso no le hubiera importado tanto, pero desde algunos meses, que los temas de pareja, le parecían incómodos.

Lo que antes charlara, tan naturalmente, ahora lo hacía ruborizar, los chistes y las insinuaciones, incluso cuando veía una escena subida de tono, ya sea en el cine o mirando una serie en el televisor, le remitían a los mismos pensamientos, que consideraba fuera de lugar

En parte, podía culpar, la poca o nula relacion fraterna. Si apenas, podían dirigirse la palabra, mucho menos, podría cuestionarlo sobre asuntos como el amor o el sexo.

Se sentía, ridículo, buscando información en páginas para adolescentes, los cuales al parecer tenían más experiencia y práctica, los cuales presumían hazañas, que harían santificarse, incrementando más su pena, ya que se consideraba de mente abierta

Penny, para él, ya no era su amiga, la veía como una mujer. A esta conclusión, llego cuando por casualidad una tarde ella tomara su mano, provocando una serie de reacciones en su sistema nervioso

Las horas transcurrieron, vaciando la tetera en más de una ocasión, Ronald se desahogaba con Grell, a quien en esos momentos, consideraba como la única persona en la que podía confiar tales pensamientos

-y para terminar de arruinarlo todo, invite a salir a esa chica de la recepción, pero ya no se, que es lo que siento en verdad-concluyo al fin dejándose caer en el sofá

Sin interrupción alguna, el monologo había finalizado, Grell se limito a sonreír tocando su mejilla

-Ronald, las chicas tenemos un instinto, y el mío me dice que debes decirle lo que sientes a Penny-dijo en un tono suave

-tengo miedo de hacerlo y de equivocarme-respondió Ronald aun acongojado
-Y ¿Quién te dijo que no te equivocaras? Pero estarás mas arrepentido si no lo intentas-Grell palmoteo su hombro

-vamos, llámala ahora-le alargo el celular al cual Ronald rechazo

-ni de broma, prefiero que me cuelguen del Big beng-respondio sacudiendo la mano

-entonces, al menos mándale un mensaje-la negativa del rubio, hizo que Grell se desesperara

-fácil si no lo haces tú, lo hare yo-dijo en tono amenazador, a lo cual el rubio le arrebato el aparato

-está bien ,está bien, le mandare un mensaje-aunque por la acción de limitarse a mirar la pantalla, parecía decir lo contrario

-vamos, tu puedes Rony, amárrate bien el cinto, y demuestra que ya eres un macho-el tono amanerado de Grell,, en otra situación le hubiera dado risa, pero ahora lo impulso a enviar la misiva

Los segundos, se volvieron minutos, el celular estaba en la mesita de te, visto fijamente.

En la mente de Ronald, pasaban miles de escenarios, desde un rechazo rotundo, hasta una respuesta afirmativa, y si ese fuera el caso

¿Qué deberia hacer? ¿Cómo tocaria el asunto? ¿Cuál seria la reaccin de ella?

Las preguntas sin respuesta, seguían acumulándose en su cabeza, cuando la vibración del aparato los hizo sobresaltarse

Lentamente, como si su vida dependiera de ello, abrió el mensaje.

-Y ¿bien qué dice?-pregunto Grell ansioso

Ronald le mostro la pantalla

"tengo ocupado mañana, en la tarde que llegue te marco ¿sí?"

-sabes creo que en la fiesta de Lao, están sirviendo unas deliciosas margaritas, deberías ir antes de que se terminen

Sin añadir otra palabra, ambos salieron, hacia la reunión. Ronald, con una expresión neutra, caminaba con prisa, como queriendo disipar las dudas que venían a él.

Jill, los encontró, charlando con los otros vecinos, regañando poco después al rubio por su tremendo descuido. La fiesta, fue agradable, aunque la mente de Ronald se encontraba en otro sitio

Finalmente, cuando pudo abrir su puerta, gracias a la llave de repuesto que le diera Lao, se despidió de Grell y su hermana

-animo Ronald, tu puedes-le dijo al despedirse, Jill ajena a su conversación, solo tomo el brazo de Grell encaminándose al departamento que compartían

-¿Qué hare Marilyn?-pregunto Ronald a la chica rubia que le sonreía desde su cuadro

Y es que lo que no le había comentado a Grell, es que justo después del mensaje de Penny, recibiera otro

"confirmo nuestra cita, Ronald, no sabes cuánto la he esperado, pero te aviso, que la ropa debe ser formal, espero que eso no te incomode"

El mensaje de Saphire, le había tomado por sorpresa. Y ahora, no podía dejar de cumplir el compromiso

-en estos momentos, no sabes cuánto te envidio-musito antes de darle la espalda al poster, cerrando los ojos, tratando de esta manera, ordenar un poco el caos que se producía en su consiente