Más allá de la muerte

¡Holaaaaaa! XD

Volví de mi bloqueo de escritora, y mi horrosa gripa que me dio días después de mi último Fic publicado.

Este Fic es especial, lo hice para mi amada, venerada, y súper idolatrada Cutebeast64.

¡Feliz Cumpleaños! ¡Gracias por permitirme ser tu amiga!

Ojalá les guste, especialmente a ti Sempai, ammm...otra cosa Arthur aquí tiene 15 años y Alfred pues unos miles de añitos más XD será medio Shota espero no les moleste.

Disclaimer: Hidekaz Himaruya ¿Así que harás 5ta temporada para este año? *Sonríe*

Dedicado a: Cutebeast64 por tu hermoso cumpleaños mi amada Sempai, te quiero muchísimo. ¡Esto es para ti solita! ¡Felicidades! ¡Te mereces más! *Abraza como oso panda*

Pareja: Shinigami! Alfred X Human! Arthur

Géneros: A.U. Romance, Fantasía, Drama, Angs, un poco de Humor y Tragedia.

Advertencias: OCC en algunos personajes, vocabulario altisonante no común en la autora para escribir (Pero sí lo empleo ocasionalmente para expresarme verbalmente)

Aquí vamos, bienvenidas/os a...

Más allá de la Muerte.

3 2 1 ready...

Cap.1: Anhelo

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Los rayos del sol pronto lastimaron su rostro cuando entraron por la ventana, se levanto con mucho cuidado de no hacer ruido, para evitar que despierte su padre o de lo contrario no iría a la escuela.

Se puso sus zapatos negros que ya estaban desgastados, se paso las manos por el corto cabello rubio intentando inútilmente peinarlo, abrió la puerta de su cuarto siendo muy silencioso.

Fue al baño asegurándose de cerrar bien, una vez adentro se miro en el espejo, dio un ligero gruñido por los múltiples rasguños y moretones de su cara.

Suspiró, no había nada más que hacer que ponerse curitas en sus heridas, así que las tomo del botiquín medico del baño junto con un poco de alcohol, limpio su rostro y se coloco los curitas.

Odiaba esto, si su padre seguía con sus ataques de locura momentánea lo terminaría matando un día de estos, lo pensó mejor, si, morir no era malo al contrario, preferible a seguir con su vida de mierda.

Salió del aseo y bajo las escaleras que lo llevaban a la cocina, estando ahí tuvo mucho cuidado de no pisar algún vidrio de los tantos que estaban esparcidos en el piso.

La noche anterior su Padre se había emborrachado, rompiendo vasos, botellas y demás por esa área.

Al salirse de la cocina, paso por la sala para recoger su mochila, que probablemente estaría por ahí tirada en el suelo, la encontró a los pies del sillón, donde en ese instante dormía su padre.

El chico con una rapidez que no sabía que poseía, cogió la mochila y salió de su casa rápidamente corriendo por las calles.

Había cerrado la puerta muy rápido, por lo que si el mayor despertó, tenía que correr o sería su fin.

Una vez que sintió que se había alejado lo suficiente, regulo su caminar.

Él era Arthur Kirkland un joven de 15 años, de cabello rubio, ojos verde esmeralda de piel pálida casi blanca, hijo menor del matrimonio entre Henrry y Clarise Kirkland, del cual solo tenía vida su padre.

Pero este enloqueció por la pérdida de su esposa, ya que falleció por culpa de una enfermedad desconocida, mortal, y Scott su hermano mayor a causa de lo mismo, se volvió un pandillero violento, drogadicto y promiscuo que andaba vagando las calles.

Y él...se hizo un antisocial de primera, ya que continuamente era golpeado por su progenitor, su familia se desmorono a raíz de la muerte de su amada madre.

Todo se volvió un caos.

...

Una vez que estuvo en su salón, dejo su mochila en su pupitre, se dirigía a la salida cuando una chica rubia de ojos azules lo empujo a propósito

-¡Perdón no te vi!-exclamo con fingida preocupación y obvio sarcasmo barriendo con la mirada al chico.

-Tsk...-gruño este molesto ignorándola para continuar su camino

-¡Hey! ¿Por qué huyes, me tienes miedo?-le gritó burlonamente un chico de cabellos cafés, desde su asiento, sonriendo.

-Me pregunto quién será el miedoso realmente...-contesto el aludido altivamente con un claro toque de arrogancia.

-¿Qué dijiste?-pregunto ofendido, enojado frunciendo el ceño.

Antonio sonrió forzadamente.

-Lo que oyes, gatito marica, eres tu quién necesita de tus perros falderos para golpearme-Arthur se giro y lo miro a los ojos con una sonrisa de medio lado, dándose el lujo de escupir el suelo.

-Repite lo que dijiste Kirkland-lo retó, llamando con un silbido a sus 4 colegas, quienes se levantaron de sus asientos enseguida.

-Genial más diversión para mí-contesto el británico observándolos sin preocupación alguna.

Como si él solo pudiera con todos.

-Que son tu bola de perros falderos, eso dije-levanto una mano haciendo una seña.

-Vengan por mi...-murmuró sonriente.

-Inténtenlo si pueden...-se burlo haciendo una seña obscena con el dedo medio, diciendo claramente: Que les den por el culo.

-Te la ganaste Kirkland...-

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Las cortinas de seda blanca se movían adelante y atrás por culpa del viento que se colaba por la ventana, el hombre que se hallaba sobre la camilla del hospital respiraba a través de un tubo de oxigeno, descansando ajeno a todo su alrededor, con los ojos cerrados.

-Nombre: Iván, Edad: 25 años, Sentencia: El infierno, Hora de muerte: 10:15 a.m.-el sonido del lápiz escribiendo sobre el papel, la voz neutral carente de emoción alguna, el viento golpeando ligeramente su rostro, fue lo que hicieron abrir sus ojos violetas.

Encontrando frente a su camilla a un joven de cabellera rubia, el cual anotaba cosas sobre una libreta, sentado en un banco, cruzado de piernas, levantó su mirada.

Iván se paralizo de miedo... ¡Esos ojos!

De color carmín frívolos, llenos de odio, lo miraban como un ser inferior a él, trago saliva.

-¿Quién eres?-murmuro lleno de temor, al observarlo.

-Iván...vendrás conmigo-dijo seriamente al levantarse e indicarle con la mano que lo siguiera.

-¿Por qué? ¡¿Quién eres bastardo?!-ante las cuestiones el rubio sonrío con burla y el ruso gruñó.

-Tú...Asesino despreciable e inmundo, vil escoria, que te haces llamar Iván, vine por ti, para llevarte al infierno, el lugar donde perteneces-las palabras no fueron lo que lo impactaron, más bien fueron esos fríos ojos, la presencia de ese muchacho.

El tic tac del reloj que marcaba las 10:12 a.m. lo ponían nervioso, y entre tanto el rubio lo seguía observando, parado desde la entrada del cuarto.

-Soy un Shinigami...-el silencio reinó en la habitación, invadiendo los pensamientos de Iván.

-¿Un Shinigami? ¡Imposible! ¿¡Por quién me tomas!?-¿Un dios de la muerte? ¿Ese muchacho era?... ¡Eso es imposible, inverosímil, ilógico y mucho más!

-Que gracioso, pero eso no existe-comentó un poco más relajado, dándose el lujo de soltar una carcajada socarrona, que hizo que el rubio frunciera el ceño, claramente una muestra de indignación.

-Es muy gracioso ¿verdad?-el tono sarcástico del joven rubio, lo puso alerta, como si ese chiquillo supiera algo que él no.

El reloj marcó las 10:14 a.m. pronto Iván comenzó a tener leves agitamientos sobre el colchón, se llevo una mano al pecho, justo donde se hallaba el corazón.

-Cierto...mientras mueres terminare mi informe-dijo Alfred de lo más tranquilo con una sonrisa enmarcando su rostro, le lanzo una mirada de desprecio a Iván y se sentó de nuevo a continuar escribiendo.

El sonido del aparato que registraba el pulso del ruso se incremento, los médicos entraron inmediatamente al escuchar a una enfermera llamarlos, se acercaron y trataron de estabilizarlo.

-¡Es él, viene por mi!-el joven en su desesperación, se puso a gritar, señalando insistentemente un lugar 'vacío' para los doctores.

-¡Señor cálmese!-le rogaba la enfermera.

El mayor continuo así por pocos segundos, cada vez el dolor en su pecho aumentaba cortándole la respiración y luego...

Murió.

-Anota la hora de muerte: 10:15 a.m.-dijo uno de los médicos a la joven enfermera.

El chico sonrió, se encontraba sentado aún, guardo su libreta, se ajusto los lentes que portaba en ese momento y caminó hacía el cuerpo inerte, su sonrisa aumento.

-Causa de la muerte: Alucinaciones que alteraron su ritmo cardíaco hasta que murió... ¿Por qué tendría yo que mentir?-sus cabellos se movieron al compás del viento.

-Aterrador pero cierto...así es como es la existencia de los shinigamis-murmuró a la nada mientras miraba de lo más aburrido como los doctores empezaban su trabajo para desocupar la habitación.

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El sonido de su cuerpo estrellándose contra el piso, fue lo que hizo que se diera cuenta de la realidad: Lo habían golpeado y humillado.

-¿Qué decías Kirkland?-pregunto burlón el pelicafé, cruzado de brazos mirándolo con una mueca similar al desprecio y asco.

-Cállate...-murmuro quedamente Arthur, él cual estaba tirado en el suelo con la mirada afilada y clavada en Antonio, de sus labios escurrían varias gotas de sangre mientras que su cuerpo se hallaba marcado por los múltiples golpes que recibió, sin mencionar su ropa, la cual era un completo desastre.

-Vamonos muchachos, éste no se va a levantar en un buen rato...ja ja ja-

La burla fue general, cosa que hizo enojar a Kirkland, pero fue incapaz de levantarse debido al dolor de su cuerpo.

-Patético...-mascullo entre dientes, Antonio se detuvo al escucharlo, giro su rostro y observo el cuerpo tirado, sonrío con sorna.

-¿Eres tú quién está tirado en el piso, y dices que yo soy patético?... ¡No me hagas reír!-las risas aumentaron su tono y el pelicafe hizo una seña con sus manos, invitando a sus amigos a retirarse.

-No te daré tu merecido ahora porque, hay más que me esperan-

Arthur sólo los observo irse, y no hizo más que recargar su cabeza en el suelo.

Estaba harto de las humillaciones constantes, aunque realmente él no evitaba los pleitos, al contrario los provocaba.

-Arthur-san ¿Estás bien?-le pregunto uno de sus compañeros bastante preocupado, el chico de cabellos negros se agachó para quedar a su altura.

El de cabellera rubia levantó la mirada hacía él, sus orbes verdes se toparon con los negros de su compañero, suspiro vagamente, se levantó sacudiéndose el uniforme en el proceso.

-Si, Kiku…-le contesto de forma fría, lo paso de largo saliendo del salón.

El muchacho le miró consternado, sabía que Arthur tenía que cambiar su actitud.

Pero de igual forma eso no evitaría que acusara a Antonio y a sus amigos por molestar a Kirkland, después de todo Kiku era jefe de grupo.

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La mirada verde examinaba de manera minuciosa cada párrafo del texto que leía en ese momento, arrugo levemente su entrecejo con disgusto para luego dibujar una sonrisa complacida en sus labios, cada facción que se presentara en el rostro femenino frente a él era analizada, para tratar de adivinar que pensaba esa mujer.

-Alfred F. Jones...-dijo seria una mujer de cabellera café claro, ojos verdes, y un gran busto, como de algunos 20 años aparentemente.

-Dígame...Vieja...-contestó lleno de tranquilidad el rubio de ojos azules sentado frente a ella.

-¿Qué dijiste?-le retó la mayor con una gran vena en la sien a punto de reventar, alzando su puño amenazante.

-¡Nada, nada!-respondió de inmediato el joven Shinigami al percatarse de su error, sudaba a mares, y estaba pensando seriamente en proteger sus "tesoros" de la furia de la mayor.

-Eso pensé...-comentó tranquila la mujer, luego se llevo la mano a sus cabellos, pensando en cómo decirle algo de suma importancia al ojiazul.

Alfred F. Jones es un Shinigami, rubio con un peinado de mechones rebeldes y un cachito anti-gravedad, de ojos azul índigo que se observan a través del cristal de sus lentes, cuando recoge las almas de los sentenciados sus orbes se vuelven rojos escarlata de pupila afilada, piel bronceada, de actitud seria cuando debe, pero la mayoría del tiempo es bastante distraído y alegre. Su vestuario era algo sencillo al igual que el de sus compañeros, una camisa de vestir blanca de mangas largas con cuello, sobre esta un chaleco café con una insignia bordada en el lado derecho del mismo, y un elegante pantalón negro.

Tras su espalda cargaba una oz grande, y en su rostro siempre traía unos lentes de armazón oscura aparte de su gran sonrisa.

-Así que... ¿Recogiste el alma de Iván, eh?-ante la cuestión Alfred asintió enérgicamente.

-Últimamente le he llevado mucho trabajo a Lucifer-dijo un tanto divertido por su pequeña ocurrencia, pero se quedo callado de inmediato al recordar con quien hablaba.

-Como sea puedes retirarte, buen trabajo...-con una sonrisa el ojiazul agradeció el cumplido a su empeño y tras realizar una respetuosa reverencia a esa mujer, decidió retirarse.

-Con su permiso, Sra. Elizabeta...-

-Por cierto Alfred...-el rubio se giro a observarla, ella afilo su mirar.

-No te desvíes de camino a casa, ¿ok?-sin decir nada más Jones salió de ahí con un amargo sabor en la boca, algo le decía que esa advertencia iba en serio.

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Por cada paso que avanzaba, iba lanzando una que otra maldición en su fuero interno.

Como era su costumbre, caminaba a casa, pensando en que sería bueno que la psicóloga de cuarta le ayudara con hechos y no con palabras vacías, igual que todos los adultos a su alrededor.

"Arthur debes esforzarte para encajar en tu entorno social"

Hmp...Basura intelectual, ¿Por qué él debía cambiar y no los demás?

"También debes arreglarte para elevar tu autoestima, tu apariencia física es muy importante"

Si era cierto que descuidaba su apariencia, pero sinceramente si se arreglaba, en vez de burlas a su persona, sería acosado por medio salón.

Además prefería ir desaliñado porque así todos le evitaban.

Se detuvo al notar que estaba por llegar a la entrada de su hogar.

*..º...

Su mirada azulina estaba sumamente concentrada en ese punto concreto de la tierra, donde podía observar a cierta persona.

*..º...

Se lo pensó realmente antes de llegar.

Decidió por treparse a la azotea, teniendo cuidado de no caer al suelo.

*..º...

Una sonrisa se poso en sus labios al localizar a esa persona tan especial para él.

-¡Ánimo Artie!-susurró con alegría.

*..º...

Una ráfaga de viento acaricio su rostro de manera suave y sublime.

Como si alguien le animara a lo lejos, sonrió levemente por imaginarse tal cosa, eso era imposible.

*..º...

Su sonrisa aumento al ver que el joven humano logró subir a la azotea.

Lo que daría por ser uno de ellos, un humano, para estar cerca de él.

Lo había conocido hace unos meses atrás, después de recoger el alma de un maldito asesino.

Por culpa de una hoja rebelde de su informe, que voló a ese punto en concreto, al atrapar la dichosa hoja desvió su mirada al mundo mortal, fue cuando lo vio...a un ser de gran belleza, desde ese momento se quedo hechizado y se propuso saber todo de él.

*..º...

Se recargo en el muro de cemento de la azotea, levanto su mirada al cielo nocturno, entrelazo sus manos a la altura de su rostro, como si de un ruego se tratase.

-Por favor...mándame un ángel-susurro tímidamente, sintiéndose estúpido instantes después, se sonrojo levemente...no es como que estuviera avergonzado.

*..º...

Alfred sonrió al ver como el británico miraba el cielo anhelante, por un intervalo se sintió observado por él, pero de inmediato frunció el ceño con disgusto y enojo.

-¡¿Un ángel?! ¡Arg!-gritó enfadado, apretando su puño con impotencia.

-¿Qué esperabas Alfred, que pidiera a un Dios de la muerte? ¡No seas idiota!-se cuestiono a sí mismo, dándose por vencido, miro de nuevo a Arthur, seguía con las manos entrelazadas pero había cerrado sus hermosos ojos.

*..º...

Sí, desde el fondo de su corazón, su mayor anhelo era ese: conocer a un ángel, no precisamente un ser alado y celestial.

Para él sería un ángel aquel ser humano, o cualquier otro, que le sacara de ese infierno, o mejor dicho de su vida.

*..º...

Una lágrima se deslizo por su mejilla, se sentía triste, definitivamente Arthur no se merecía esa 'vida' que tenía, pero le lo que más le dolía era no poder ser útil para el rubio.

-Te lo mandarán...el ángel más hermoso y gentil, sólo para ti...-le echo una última mirada antes de darse la media vuelta y retirarse a su propio hogar.

*..º...

Una gota de agua mojo su cara, lo que le hizo abrir sus orbes, busco en el cielo algún indicio de nubes.

Pero estaba despejado en su totalidad, espero que su súplica haya sido escuchada, para luego escabullirse a las calles oscuras y esperar por lo menos hasta que dieran las 12 de la noche para poder volver, una vez que su padre estuviera bien dormido.

"Te estaré esperando ángel mío"

*..º...

Detuvo su caminata, por un instante sonrío con algo de alegría, para luego seguir andando.

"Descansa bien y cuídate mucho...mi pequeño, Arthur."

Continuará...

Lalalala~ *Se balancea*

¿Qué les pareció? ¿Muy malo? ¿O quieren continuación?

¿Te gusto Sempai? ¿Soy un asco? ¡Ojalá no!

¿Quieren morir a manos de Alfred?

¡Yo sí!

¿Arthur es un chico problema?

¡Lo es! XD

¿Antonio es un cabrón? (?)

¡Noooo!

Bueno explicaré unas cositas.

*Shinigami: Dios de la Muerte en japonés.

*El traje descrito es similar al de los Shinigamis en la serie Kuroshitsuji.

(Ahí me inspiré)

*La libreta de Alfred es una Death Note de la serie con el mismo nombre, allí anotas la causa de Muerte y la persona morirá, sino específicas le da un ataque al corazón.

Bueno me retiró... ¡Bye bye! ¡Gracias por leer!

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¿Ya dije: Reviews?

¡En verdad quiero Reviews!

Les daré el título del siguiente capítulo: Error.

Hasta el próximo capítulo~