Whisky escocés

- Lo de siempre, Minerva.

- Sí, Derek, lo de siempre.

Lo de siempre es whisky escocés. Minerva toma un sorbo y cierra los ojos.

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Pese a ser una bruja y estar muy orgullosa de serlo, Minerva no ha encontrado una bebida que le guste más que el whisky escocés. A Elphistone no le gustaba. Pero no iba a discutir los gustos de su esposa. De todas formas, Minerva no tomaba todos los días.

El whisky de fuego era sólo para esos momentos:

Las bodas de sus hermanos…

La muerte de su padre…

El nacimiento de sus sobrinos…

La muerte de su madre…

La muerte de Quién-tú sabes…

La muerte de Elphistone…

La muerte de Dumbledore…

Todos y cada uno de esos momentos fueron llorados o celebrados, acompañados de una botella de whisky escocés.

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- ¿Por qué tomas whisky escocés y no whisky de fuego como todo el mundo? - le preguntó Urquart.

- Mis abuelos me enseñaron a tomar whisky escocés.

Era en parte cierto, pero la verdadera razón era otra. Tomaba whisky porque le recordaba a Dougal McGregor. No sabía exactamente cuál era la relación pero así era. Tal vez la cebada… Tal vez la elegancia del whisky… Tal el renombre del whisky escocés era igual a la insistencia de Dougal por estar en su mente.

- ¿Qué bebes? - le preguntó Dougal hace mucho tiempo.

- No lo sé…

- Prueba esto, es whisky escocés.

- ¿En serio?

- Ajá. Bebe un poco.

Ella bebió. El líquido le quemó la garganta. Unas lágrimas cayeron por sus mejillas. Dougal se mordió los labios para no reír.

- No, no así no. Así.

Dougal bebió un sorbo. Minerva lo miró mientras lo hacía, como si disfrutara, como si paladeara la bebida. Se le quedó mirando. Él abrió los ojos y la miró. Y se quedaron mirándose, con el whisky escocés, como único acompañante.

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- Hola Minnie.

Ella volteó. Era Dougal. Con el cabello plateado, las líneas de la edad surcando su rostro, y un bastón en su mano derecha. Pero era Dougal. Y Minerva sintió que se enternecía.

- Hola Dougal.

- Ha pasado mucho tiempo.

- Sí…

Demasiado tiempo. Demasiados años que los separan. Demasiadas historias que los diferencias.

- ¿Vienes a visitar a tus hermanos?

- Sí, una de sus nietas, Robbie, se casa con…

- Edward McGregor. Uno de mis nietos.

- Ah.

Y se quedan en silencio. Mirándose. Contemplándose. Y luego él se rió.

- ¿Qué? ¿Qué sucede?

- Míranos nada más. Ambos viejos, ambos de vuelta de todo, y no podemos entablar más de cinco o seis palabras. Como si los años no hubieran pasado. Como si hubiera sido ayer que tú te sonrojabas cada vez que yo te miraba. Como si hubiera sido ayer que mis manos sudaban cuando me mirabas. Como si todo hubiera transcurrido ayer.

- Pero no… no es cierto…

- No, por supuesto que no. Y no me hago ilusiones.

Nuevamente silencio. Nuevamente el corazón se le acelera. Nuevamente se quedaba sin aire.

- Te casaste.

- Sí. ¿Tú?

- También me casé. Él murió hace mucho tiempo.

- Lo siento.

- Yo también.

- Mi esposa también murió.

- Lo siento.

Él se encogió de hombros. La miraba. Minerva se sentía incómoda.

- Cómo nos ha tratado la vida, Minnie. Hay tantas cosas que cambiaron.

- Hay otras que no. Sigues diciéndome Minnie.

- Para mí siempre serás Minnie.

Minerva se estremeció ante esa afirmación.

- Dougal, yo…

- ¿Quieres algo de tomar? - la interrumpió.

- Yo…

- Sólo un trago.

Minerva suspiró.

- Está bien.

Dougal sonrió ampliamente.

- ¿Whisky escocés?

- Sí.

Él la conduce hasta la única taberna del pueblo. Pide dos vasos de whisky. Ella se sienta en una de las mesas. Él se sienta a su vez. De repente, Minerva (debe recordarse que no es Minnie) se siente estúpida. Y ni siquiera sabe qué hacen ahí, uno frente al otro, después de tantos años, de tantas vidas separadas, de tantas cicatrices de vejez.

- ¿Minnie?

- ¿Um?

- No tengas miedo.

Porque esta vez él se promete que no la va a dejar irse. Y esta vez ella se promete no volverlo a abandonar.


Epílogo

Diario de Minerva McGonagall

Nunca sabemos los que nos va a deparar la vida. La vida está llena de detalles, de cosas buenas y malas, de equivocaciones, de miedos, de alegrías, de dudas, de satisfacciones, de amores… La vida está constituida de pequeños retazos de felicidad, de pequeños momentos decisivos, de cosas que no sabemos y que queremos saber. La vida está llena de impresiones, de asombros, de miradas que te quitan el aliento y de besos que te trasportan al portal de lo divino.

Nunca dejes de vivir, aunque pienses que eres demasiado viejo. Nunca dejes de sonreír, aunque pienses que no tienes motivos. Nunca dejes de buscar, porque siempre, al final del arcoíris, encontrarás un tesoro de duende..

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Y hasta aquí, el final de esta historia. Ya saben, un review hace feliz a esta escritora.