¡Hooooola! ¿Qué tal habéis empezado el año? ¿Os han traído muchas cosas los Reyes? ¿Cómo ha ido la vuelta a la rutina en general y las clases en particular?

En un arrebato me ha dado por participar en el reto "Olores de Amortentia" del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black". Para poneros un poco en situación, hay que escribir un three-shoot (tres viñetas, de 1000 palabras, máximo, cada una) sobre los olores que percibe una persona con la poción Amortentia. Yo he elegido a mi querida Hermione Granger para poder traeros una nueva historia Romione.

Soundtrack: Bubble, de Colbie Caillat.

Disclaimer: Todo lo que podáis reconocer pertenece a J.K. Rowling.


Capítulo 1: Césped recién cortado

—Vamos, Hermione, ¡solo un rato! —suplicó Ron, una vez más.

Hermione desenterró la cara de su libro y se puso la mano a modo de visera para evitar que los rayos de sol le diesen en los ojos. Había llegado a la Madriguera hacia un par de días, antes de tener que ir a Hogwarts a cursar su sexto año. Harry todavía no había llegado, así que estaría a solas con Ron durante varios días más. Y eso le gustaba y le aterrorizaba a partes iguales.

Sabía qué era lo que le pasaba con Ron. No era tonta. Se había pasado horas muertas analizando por qué sentía esas cosas con Ron pero no con Harry. Se suponía que los dos eran sus mejores amigos, debería sentirse igual respecto a los dos. Pero no era así. Ahora se daba más cuenta que nunca.

Cuando le veía ahí, tumbado sobre la hierba del jardín, con su carita llena de pecas y su puchero de niño pequeño, le parecía tan adorable que le daban ganas de ponerle un saco en la cabeza para que no la mirase así. Porque cuando la miraba así se sentía vulnerable, y el corazón le latía muy fuerte, y le temblaban las rodillas, y sentía cosquillitas hasta en las orejas. Y ella odiaba sentirse así de vulnerable. A ella le gustaba tener el control, estar preparada, saber lo que iba a pasar. Pero con Ron siempre era al revés.

—Venga, por favor —volvió a intentarlo Ron—. Que si vuelas un rato conmigo, te convertirás en mi persona favorita en el mundo entero.

Justo el dato que le faltaba a Hermione para terminar de decidirse. ¿Cómo esperaba Ron que le dijese esas cosas y ella pudiese seguir leyendo sobre las propiedades curativas de los bezoar como si tal cosa?

—Vale —dijo Hermione con fingido hastío—. De acuerdo, de acuerdo.

Dejando su libro a un lado, vio que Ron se levantaba mucho más rápido que ella, escobas en mano —las había llevado "por si acaso"—, y esperaba impaciente a que ella también se levantase.

—Alejémonos un poco, allí hay más espacio —propuso Ron echando a andar sin esperar a que Hermione se hubiese terminado de levantar.

—¡Hey, no! Prefiero quedarme por aquí. Cerca de la casa, por si me caigo y me desnuco, ya sabes.

El comentario de Hermione hizo reír a Ron. Y tenía una risa tan bonita y contagiosa que era como si un montón de duendecillos le hubiesen empezado a hacer cosquillas por todo el cuerpo.

—No voy a dejar que te desnuques —sentenció Ron de una forma tan simple, sin borrar la sonrisa de los labios, que tuvo que creerle— Anda, ven.

Hermione siguió a Ron por el jardín hasta que se alejaron unos cuantos metros de la casa. A cada paso que daba, la gryffindor empezó a arrepentirse de haberse dejado llevar por ese "te convertirás en mi persona favorita en el mundo entero". Odiaba volar. Estaba segura de que se le hubiese dado bien, como todo lo que se proponía hacer. Pero no le gustaban las alturas. No es que les tuviese miedo. Eso sería irracional. A lo que tenía miedo era a caerse desde las alturas.

—Lo primero que tienes que hacer es poner las dos manos en la parte de arriba del mango de la escoba, ¿ves? Así —le enseñó Ron ejemplificando él mismo lo que tenía que hacer.

—Ron, no soy tonta —espetó Hermione, cogiendo la escoba que Ron le tendía—. Eso ya lo sé.

Con toda la paciencia del mundo, Ron esperó a que Hermione agarrase la escoba con las dos manos.

—No tan arriba —le señaló el pelirrojo.

—¿Así? —preguntó Hermione, dejando resbalar sus manos por el mango de madera.

Ron contuvo la risa. Los papeles se habían invertido. Se acercó a ella y, rodeándola con un brazo, puso sus dos manos sobre las de ella. Atrapándola con su cuerpo, condujo sus manos hasta la altura apropiada para que guardase mejor el equilibrio una vez se subiese a la escoba.

Las manos grandes y ásperas de Ron seguían sobre las suyas. Pero Hermione no podía pensar en eso. Lo único en lo que podía pensar era en el olor que, de repente, parecía haberlo inundado todo. Césped recién cortado. Pequeñas hojitas de hierba se habían quedado pegadas a la ropa de Ron cuando había estado tumbado y ahora todo él olía a ellas.

Muy lentamente, Hermione giró su cabeza hasta que sus ojos se clavaron en los de Ron. Nunca le habían parecido tan azules como entonces. Quizá era porque nunca los había visto tan de cerca. Cientos de pecas se salpicaban a su alrededor, en sus párpados, en sus mejillas, en su nariz... Antes de que pudiese darse cuenta, tenía los ojos clavados en sus labios. El olor a césped recién cortado seguía inundándolo todo y Hermione no podía dejar de mirarle los labios.

Un calor punzante se acumuló en sus mejillas y alzó su mirada hasta encontrarse con la de Ron, enganchada a sus propios labios. Por Merlin, la forma que tenía de mirarla... Era como si alguien tirase de su estómago hacia abajo y la tierra se la tragase. Y todas esas cosquillas otra vez.

—Tienes que... sentarte... sobre la escoba —murmuró Ron sin apartar la vista de sus labios.

—Amm... Sí... —dijo Hermione, despertando del trance en el que se había sumergido—. Sí, claro.

Ron se apartó un poco de ella, quedándose justo a su lado. Él también se colocó en posición de despegué, con sus ojos puestos en Hermione.

—Ahora, da una patada al suelo.

—Ron... yo... —negó levemente con la cabeza.

—Voy a estar justo detrás de ti. Prometido.

Hermione no estaba segura de cómo iba a acabar su clase de vuelo pero lo que sí sabía con seguridad era que Ron no se apartaría de ella ni la dejaría caer. Sabía eso con la misma seguridad con la que sabía que no montaría en escoba por nadie más que por él.


¡Tadá! Hasta aquí el primer capítulo y primer olor de la Amortentia de Hermione. ¿Qué os parecido? ¿Os ha gustado la escena que he escogido? ¿Habéis escuchado la canción mientras la leías? Contadme ¡todo! lo que opináis sobre esta escena, me encanta saber vuestras opiniones.

El máximo de palabras (sin títulos, notas de autora, disclaimer, etc.) era de 1000, ¡esta viñeta tiene 999 palabras! Estaba al filo de lo imposible jajajaja.

No tardaré mucho en traer el siguiente capítulo, una escenita asociada al segundo olor que percibe Hermione. Ya tengo la idea de los otros dos capítulos restantes y puede que hasta de una pequeña sorpresa lalalala. ¿Alguna quiniela y/o sugerencia de qué puede ser?

¡Nos vemos pronto! Y, recordad, si queréis que Ron os enseñe a volar, rellenad ese cuadrito que tenéis ahí abajo *_*

Un beso,

Basileya.