Disclaimer: Todo lo que reconozcan es propiedad de una señora que vive allá en el Reino Unido. No, yo no soy rubia ni vivo allá, por lo que no gano ni un peso con esto.

Este fic participa en el reto "Olores de Amortentia" del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black".

Este es mi segundo intento con la tercera generación. Espero no meter las patas.

Canela

A Victoire le gusta cocinar. Pero no las cosas que le enseña la abuela Apolline, que hace unos guisos franceses rarísimos. No, a Victoire le gusta cocinar las cosas que le enseña la abuela Molly, que hace el mejor pastel de chocolate del mundo mundial.

Ahora mismo, la abuela la está enseñando a preparar galletas con canela y azúcar. Le gusta hacer los círculos de masa lo más perfectos posibles mientras los distribuye en la bandeja del horno con cuidado. Ha escuchado a la abuela Weasley decir que ella es "meticulosa" y aunque Victoire no sabe qué significa esa palabra, supone que es algo bueno porque la abuela lo dice con orgullo.

Además, ese día tiene un interés particular en que las galletas le salgan perfectas. Un interés con el pelo cambiante y los ojos traviesos. El mismo que desde que ella era pequeña se dedica a molestarla y tirarle las trenzas, a quitarle sus muñecas y sacarle la lengua cuando el tío Harry no ve. Pero también es el que la consuela cuando alguien más (casi siempre esa pesada de Dominique, que no sabe quedarse quieta) la molesta y le dice que es una creída. Claro que Teddy es un poco mayor y hace mucho que ella no lo ve porque ahora va a Hogwarts.

Y es el mismo que ahora mismo está cruzando la puerta de la cocina de la Madriguera, acompañado de su abuela, que es casi tan elegante como mamá. Por alguna razón que ella no puede comprender, Victoire se pone como un tomate cuando él le dirige una sonrisa. ¡Pero si es el mismo Teddy de siempre! Con el pelo un poco más largo, puede ser, pero el mismo de hace unos meses. Sólo que ahora es un Hufflepuff y viene a pasar la Navidad con ellos.

Sin embargo, aparte de la sonrisa, él no hace siquiera el ademán de acercarse a ella. Y, por alguna razón que desconoce, a Victoire eso no le gusta nada. Por eso se queda en la cocina, mirando por la ventanilla del horno cómo se doran las galletas.

—Vic, ¿no quieres ir a la sala? Teddy no está contando acerca de Hogwarts—le pregunta su padre, asomándose a la puerta de la cocina. La aludida arruga la nariz ante la idea de acercarse a ese maleducado.

—Enseguida. Cuando estén listas las galletas.

Su padre se encoge de hombros y vuelve al living. Después de tantos años de convivencia con Fleur ya sabe que a las chicas no hay que preguntarles muchas cosas. Por el bien de su integridad personal.

Cuando las galletas están listas, la abuela Molly las saca del horno (Vic es muy pequeña aún y se puede quemar, aunque ella protesta porque tiene nueve años, casi diez; ya es mayor) y las deja sobre una platón enorme.

—Ahora sólo hay que esperar a que se enfríen —declara la abuela antes de volver a la sala a escuchar las aventuras del muchacho.

Vic no tiene ganas de ir; aunque no sabe por qué. Mejor se queda en la cocina mirando las galletas humeantes. Y sintiéndose un poquitín orgullosa de que le han quedado perfectamente redondas. Está tan concentrada en el humo que surge de las galletitas que no se da cuenta de que alguien acaba de entrar a la cocina.

De hecho, no se percata de la otra presencia hasta que una mano aparece en su campo visual y se roba tres galletitas. Inmediatamente, la niña salta de su asiento.

—¡La abuela dijo que no podíamos comerlas hasta después de la cena! —espera encontrarse con la cara de James o Fred, pero en lugar de alguno de sus traviesos primos, se encuentra con Teddy, que ahora tiene el pelo naranja fosforescente.

—Hola, primita. ¿No ibas a saludarme?

Ella siente cómo se va poniendo roja. ¡Él había sido el que no la había saludado! Vaya que era descarado ese niño. Muchísimo.

—No. Tú no me saludaste antes.

—Merlín, chica —el chico sonríe traviesamente y su pelo vuelve a su azul "natural"—; no seas tan grave. Además acabo de saludarte ahora mismo.

Vale, sí la saludó. Incluso Vic tiene que reconocer eso.

—Hola, Teddy —gruñe, un poco a regañadientes—. ¿Qué tal Hogwarts?

La pregunta se le sale sola, aunque ella se ha convencido durante toda la tarde que le da absolutamente lo mismo cualquier cosa que tenga que ver con Teddy y su súper interesante vida en Hogwarts. Lo cierto es que se muere de curiosidad por escuchar qué tal es el castillo. Porque mal que mal, ella irá ahí en un par de años (aunque a mamá no le guste demasiado la idea) y quiere saber a qué atenerse.

—Bien, supongo —el muchacho tuerce la boca al decirlo—. Las clases son geniales y el edificio también es estupendo. ¡Hay escaleras que se mueven!

Durante un rato la niña escucha atentamente todas las cosas que su amigo le cuenta, deseando ser mayor para verlas también. Por como lo cuenta Teddy, Hogwarts es el lugar más genial del universo. Las galletas ya han dejado de humear.

—Eso sí, ninguna chica allá es la mitad de guapa que tú —suelta el chico como si nada. Para él no tiene nada de especial decir que Vic es guapa. Lo es. Así como Dominique es pelirroja y a Rose le gustan los libros (aunque sólo tiene cuatro años). Vic es guapa y punto.

Teddy es totalmente inconsciente de que esa simple frase ha provocado que su amiga se sonroje un poco y baje la cara.

Teddy le ha dicho que es la chica más guapa que conoce. Vale, no con esas palabras; hay que leer entre líneas.

Pero lo dijo.


Tonks es uno de mis personajes preferidos de Harry Potter, por lo que su muerte fue un golpe duro. Durísimo. Más aún con todo el tema de Teddy, que siendo hijo de ella y Lupin debe haber sido un chiquillo de lo más especial. En fin, que me apetecía contar su historia con Victoire (que no me cae tan mal después de todo).

Gracias por leer, espero que les haya gustado.

Muselina