Te lo he dicho con el viento,
Jugueteando tal un animalito en la arena
O iracundo como órgano tempestuoso;

Te lo he dicho con el sol,
Que dora desnudos cuerpos juveniles
Y sonríe en todas las cosas inocentes;

Te lo he dicho con las nubes,
Frentes melancólicas que sostienen el cielo,
Tristezas fugitivas;

Te lo he dicho con las plantas,
Leves criaturas transparentes
Que se cubren de rubor repentino;

Te lo he dicho con el agua,
Vida luminosa que vela un fondo de sombra;

Te lo he dicho con el miedo,
Te lo he dicho con la alegría,
Con el hastío, con las terribles palabras.

Pero así no me basta:
Más allá de la vida
Quiero decírtelo con la muerte;
Más allá del amor
Quiero decírtelo con el olvido.

Luis Cernuda

Habían pasado varios días desde que lograron salir de Enies Lobby ,Frankie había logrado guiarlos de vuelta a Watter seven y una vez que tuvo curadas sus heridas se dedicó a desmantelar el barco de la marina puesto que no querían llamar más la atención. Mientras tanto los integrantes de la tripulación de Mugiwara estaban recuperándose de sus heridas, aunque aquello les producía una gran satisfacción pues al fin y al cabo habían logrado salvar a su Nakama.

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Aquel día el sol lucia fuerte y brillante en el horizonte después de varios días con un tiempo inestable. Nami al levantarse y ver el sol no pudo evitar que una gran sonrisa se extendiera por su rostro, quería ir de compras.

-Sanji-Kuuun- Canturreo dulcemente mientras se sentaba en la gran mesa que había en el centro de la habitación, en el fondo Sanji preparaba el desayuno y al escuchar la voz de la pelirroja sus ojos se volvieron corazones mientras se acercaba a ella con un más que extraño baile.

-Dime Nami-swaaan- La navegante sonrió para si, Sanji había caído y haría todo lo que ella le dijera.

-Sanji-kun hoy quiero aprovechar el día tan magnifico que hace…

-Ya está, Nami-swan se ha dado cuenta de que está locamente enamorada de mí y quiere que tengamos una cita al lado del mar- El cocinero a su vez comenzaba a montarse su propia película.

-Me apetecería ir de compras y como pretendo comprar mucho no podré llevarlo todo yo sola- Siguió diciendo la pelirroja mientras ponía cierta cara de pena.

-Tranquila Nami-swaan yo soy todo un caballero y no dejaré que cargues con todo sola –Decía el cocinero sonriente- Además tengo que comprar algo de carne, Luffy…

-¿Carne? ¿Dónde hay carne?- El capitán hizo que ambos se sobresaltaran cuando entro pegando un portazo en la sala, Nami no pudo evitar sonreír.

-Ya no queda carne Luffy, no busques más te la has comido toda- Decía el cocinero mientras seguía fantaseando con el fantástico día en compañía de su pelirroja.

-¿Pero vais a ir a comprar más?- De repente la cara del capitán mostró terror- ¿O es que no vais a comprar carne nunca más?

-Pues claro que si palurdo, hoy mi querida Nami-Swan y yo iremos a comprar –Replicaba el cocinero otra vez con corazones en sus ojos.

-Naaami, ¿Puedo ir con vosotros?- Dijo Luffy mirando directamente a la navegante que tenía la cabeza apoyada en su brazo mientras les miraba divertida. Pero antes de que pudiera contestar Sanji enfureció.

-Pues claro que no, vamos a ir nosotros so..

-Claro Luffy puedes venir –Dijo Nami interrumpiendo al cocinero mientras sonreía dulcemente, algo a lo que Sanji no pudo oponerse y volvió a caer bajo sus encantos aunque en su interior maldecía a su capitán.

-Graaaacias- Dijo un emocionado Luffy que enrollo sus brazos entorno al cuerpo de la navegante que se quedó estática al sentir el abrazo de su capitán – Nami eres la mejor- esta al escuchar eso ultimo no pudo evitar sonrojarse.

Al poco tiempo Sanji sirvió el desayuno, por lo que Ussop y Chopper acudieron a desayunar con el resto de sus Nakamas, estos al escuchar como Luffy presumía de que iban a ir de compras se unieron de inmediato ante un más que resignado Sanji.

-Oh, pero yo no creo que pueda ir- Dijo el renito con algo de pena- Tengo que quedarme cuidando de Robin.

-No te preocupes Chopper, Zoro se quedará- Dijo Luffy mientras devoraba un cacho de queso.

-Pero…

-Chopper, no se ha separado de Robin desde que llegamos-Dijo Nami mientras cogía otro gajo de naranja.

-Tss, aunque me cueste decirlo después de lo que pasó se siente responsable de que mi Robin esté así, asique supongo que podemos darle un voto de confianza a ese estúpido marimo de mierda-Refunfuñaba Sanji.

-Bueno está bien- Cedió el renito- Tengo muchas ganas de ir a una librería.

Tiempo después todos estaban preparados para ir a la ciudad asique cogieron su dinero y partieron.

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Hacía ya varias horas que se habían ido y cerca de aquella sala había una habitación grande y bien iluminada gracias a una espléndida ventana que daba a un pequeño jardín. En el centro de la habitación se encontraba una cama donde estaba arropada hasta la cintura por una sabana color jade, Robín.

A simple vista cualquiera se podía dar cuenta que había recibido muchos golpes puesto que tenía moratones por todo su cuerpo, permanecía con el pecho vendado puesto que tenía rota alguna costilla y una cicatriz ni muy grande ni muy pequeña se dejaba ver en su vientre, lucia demasiado frágil, pero a la vez muy hermosa.

Cerca de la cama había un pequeño sofá sobre el que descansaba el agotado espadachín que había permanecido a su lado día tras noche esperando que su arqueóloga despertara. Ya que él había sido el culpable de lo que le había ocurrido a Robin, no podía dejarla sola, él tenía que estar ahí cuando recobrara la consciencia. Y así fue, cuando ella despertó él estaba a su lado, solo que se había quedado dormido.

Cuando el cuerpo de Robin comenzó a reaccionar, la morena consiguió abrir los ojos después de varios días, pero no pudo ver nada puesto que no se habían acostumbrado a la luz del lugar. Pocos segundos después pudo comenzar a ver con más nitidez comenzó a observar el lugar donde se encontraba y mientras recorría con la mirada el lugar se topó con él. Se veía tan dulce y a la vez tan varonil que no pudo evitar que una gran sonrisa se extendiera por su rostro mientras finas lágrimas caían por él, nunca había estado tan feliz y agradecida de estar viva. Un débil sonido se escapó de sus labios cuando intentó incorporarse y se apresuró en taparse la boca con la mano puesto que no quería despertarle pero ese pequeño ruidito había alertado al espadachín que había abierto un ojo mientras inconscientemente agarraba su katana, al ver que Robin estaba despierta saltó del sofá pero al ver las lágrimas en su rostro el peliverde se quedó blanco.

-¿Qué te pasa? ¿Robin te duele algo? – Inquirió Zoro con preocupación mientras la morena le miraba fijamente.

Momentos antes de perder en conocimiento había pensado que realmente no le volvería a ver, pero ahora le tenía frente a ella y no pudo aguantar esas ganas de tenerlo a su lado, de sentirle por lo que le agarro la camiseta y lo acerco a ella besándole, al principio el beso fue suave pues Zoro seguía preguntándose qué le ocurría pero a medida que pasaban los segundos comenzó a tornarse lleno de pasión sin desenfreno y se besaron, como nunca antes lo habían hecho, mostrando la gran necesidad que sentía el uno por el otro, sintiendo como aquel veneno se extendía por todo su cuerpo haciendo que perdieran la noción del tiempo entonces Zoro cogió en brazos a la morena (que andaba semidesnuda ya que solo llevaba las vendas y un pequeño culote) sentándola con cuidado sobre él mientras continuaban besándose sin parar, el espadachín acariciaba la espalda desnuda de Robin escudriñando cada rincón mientras la morena enredaba sus dedos en el pelo del peliverde, este comenzó a morder y a besar su cuello mientras la morena intentaba reprimir los ruiditos que se escapaban por sus labios, el espadachín siguió bajando por sus hombros hasta que se encontró con la cicatriz que tenía Robin en el vientre, la acarició con suavidad mientras depositaba un suave beso sobre ella volviendo a subir por el cuerpo de la arqueóloga que no podía evitar sentir como aquel hombre prendía fuego allá donde tocara, y sus labios volvieron a fusionarse en un beso voraz. Tras varios minutos sus labios se separaron para poder respirar. Zoro apoyó su frente sobre la de la morena que rodeaba el cuello de este con sus brazos.

- Por un momento pensé que no volvería a verte…Zoro- Susurró la arqueóloga, Zoro sabía perfectamente a lo que se refería puesto que por varios minutos llegó a pensar que la había perdido para siempre. El recuerdo trajo con el ese sentimiento de desesperación por lo que no pudo evitar agarrar más fuerte a la morena, ahora ella estaba con él y todo lo demás no importaba.

- Te entiendo- Gruñó el espadachín por lo bajo mientras agarraba el mentón de la morena para que le mirara- Robin, no vuelvas a hacerlo.

-¿Por qué no?- Dijo la morena sonriente.

-No quiero que corras peligro por mi cul...-Robin depositó un dedo sobre los labios del espadachín con suavidad impidiendo que continuara hablando.

- Lo volvería a hacer mil veces más- susurró la morena en el oído del peliverde momentos antes de morder con suavidad el lóbulo de su oreja haciendo que este se sonrojara. Aquella mujer era capaz de volverle loco.

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Poco tiempo después Robin se levantó de la cama pues decía que ya se encontraba muchísimo mejor además de que tenía muchísimas ganas de ver al resto de sus Nakamas. La morena obligó al espadachín a dejarla hacer cosas por si sola asique le empujo sobre el sofá que había en la habitación dejándole con una expresión de enfado que poco a poco fue desapareciendo al ver a la morena de espaldas a él eligiendo la ropa que debía ponerse para salir. El espadachín se la comía con la mirada, recorrió su cuerpo desde esas largas piernas descubiertas pasando por sus glúteos que quedaban un poco a la vista por las dimensiones del pantalón que llevaba puesto hasta llegar a su espalda que aunque estaba cubierta de vendas le parecía perfecta. Aquella mujer era cruel, como podía dejarlo ahí parado vestida de esa forma y sin esperar que el hiciera nada al respecto, asique con esa sonrisa tan suya se levantó del sofá dispuesto a cobrar venganza por aquella provocación, y avanzó hacia ella pegando su cuerpo al suyo cogiendo la ropa que tenía entre las manos y arrojándolas sobre la cama pegándola a la pared con los dos brazos dispuestos a ambos lados de la cabeza de la arqueóloga que elevó la ceja de forma seductora.

-Piensas que eres la única que puede provocar ¿verdad?- susurró sensualmente en el oído de la morena que no pudo evitar morderse el labio, mientras Zoro deslizaba los dedos por su cuello mordiéndolo sensualmente mientras se deleitaba con las reacciones de Robin que había abierto la camisa del espadachín de un tirón dejando su torso al descubierto, el peliverde agarro con fuerza los muslos de la morena colocando sus piernas alrededor de su cintura. Pegando después ambos brazos de la morena a la pared impidiendo que se moviera mientras la besaba apasionadamente.

-Cabeza de alga ¿Cómo se encuentra Ro..- La mente de Sanji pareció pararse en seco ante la imagen que tenía frente a sus ojos, ese estúpido espadachín estaba aprovechándose de la pobre e indefensa Robín aún convaleciente.

Zoro al escuchar que había entrado el cocinero lo maldijo mientras soltaba a Robin que se había sonrojado quedándose tras él.

–¿Que miras cocinero de cuarta?- Dijo un más que molesto Zoro mientras que Robin se colocaba a su lado, dedicándole una amplia sonrisa al rubio. Este percatándose de la poca ropa que llevaba puesta Robin sintió como la ira lo embargaba.

-¿Se puede saber que le estás haciendo a Robin?- Dijo este a punto de estallar mientras agarraba a Robin del brazo para ponerla detrás suya, pero el espadachín al percatarse de lo que hacía el cocinero cogió el otro brazo de la morena pegándola a él.

-Hago lo que ella quiere que haga, estúpido Erokuku –Gruñó Zoro con cierto rin tintín en su voz.

-No me hagas reír estúpido marimo, te estabas aprovechando de mi pobre Robin- Bramó Sanji acercándose a ambos.

-¿Desde cuándo ha sido tuya?- Continuó Zoro comenzando a enfadarse de verdad, Robin al darse cuenta de que los ánimos se caldeaban se puso delante del rubio sonriendo con dulzura.

-Sanji-kun, no pasa nada, Zoro no me estaba haciendo nada que yo no deseara que hiciera- Dijo esta con un deje de inocencia en su voz que por alguna razón dejo sin palabras al cocinero.

- Pero... Pero... ¿Tú y este?..- Balbuceaba el cocinero por lo bajo mientras Robin asentía con suavidad ante un Zoro triunfante que la agarro por la cintura besándola frente a las narices de un Sanji que en ese momento deseaba desaparecer de la faz de la tierra. Robin cayó rendía ante el intenso beso del espadachín pero al darse cuenta de que la puerta se había abierto y que tras ella estaban el resto de sus Nakamas cuyas bocas rozaban el suelo se separó de él muy sonrojada mientras sonreía. Nami poco después comenzó a reír a carcajadas mientras que los demás la miraban como si estuviera loca, la pelirroja se alegraba enormemente de que al fin esos dos estuviesen juntos, por lo que corrió a abrazarla.

-Me alegro tanto de que ya estés bien Robin- dijo la pelirroja sonriente. Zoro miró a Luffy que le devolvía la mirada sonriente mientras que Zoro se sonrojaba un poco.

-¡Chicos!- Dijo de repente Luffy que había tenido uno de esos ataques que le dan de seriedad- Creo que quieren estar solos- Zoro sonrió a su capitán al darse cuenta de que había captado el mensaje a la perfección, los demás le miraron con el morro torcido pues querían quedarse más tiempo y Nami no pudo evitar sonreír a su capitán, le encantaba cuando se ponía así. Todos fueron saliendo de uno en uno, Sanji casi tenía que arrastrarse por el suelo pues un aura negra pesaba sobre él, Ussop y Chopper salieron mientras Nami los empujaba, Luffy antes de cerrar la puerta les dedico una sonrisa a sus dos Nakamas que le sonreían.

Clok.

La puerta se cerró y ambos se quedaron mirándose el uno al otro.

- ¿Cómo ha podido pasar todo esto en tan poco tiempo?- Decía la morena mientras sonreía tomando la mano del espadachín.

- Y que más da, en algún momento tendrían que saberlo- Contestó este pegándola a él.

-¿Saber el que?-Inquirió la morena de forma sensual. Zoro se acercó a su oído y susurro.

-Que te amo- Robin no pudo evitar que una sonrisa se extendiera por su rostro - Por cierto mujer ¿Por dónde íbamos?- Susurro el espadachín de nuevo mientras acariciaba el cuello de la morena.

-Creo que por aquí- Dijo esta mientras pasaba un dedo por todo el torso del peliverde, llegando a sus pantalones, Zoro sonrió de lado, aquella mujer quería ganarle la batalla, pero no iba a poder, al menos hoy no.

-No, creo que íbamos por aquí- Dijo el espadachín subiéndola de nuevo en su cintura sentándola en el poyete de la ventana, mientras le arrancaba la poca ropa que la morena llevaba puesta mientras ambos se fundían un beso que los consumía, que los envenenaba poco a poco pero que a su vez los hacia vivir.

Y esa fue la primera vez que ambos piratas se entregaron por completo, fundiéndose el uno en el otro, convirtiéndose en una misma persona.

Aquella fue la primera vez de muchas otras en las que ambos se dieron cuenta de que el uno no podía vivir sin el otro.

Aquella vez se dieron cuenta hasta qué punto habían llegado a amarse.

Por fin habían descubierto lo que era ser feliz.

~End~

Podrá nublarse el sol eternamente;
podrá secarse en un instante el mar:
podrá romperse el eje de la tierra
como un débil cristal.
¡Todo sucederá! Podrá la muerte
cubrirme con su fúnebre crespón,
pero jamás en mí podrá apagarse
la llama de tu amor.

Gustavo Adolfo Bécquer


Bueno pues hasta aquí llega el fic, espero que os haya gustado el final. Agradecer a todos aquellos que han leído la historia y sobre todo a aquellos que me han dejado Reviews. Este ultimo capitulo se lo dedico especialmente a mis queridisimas Nakamas (vosotras ya sabeis quien sois verdad :3) y a Zoro Junior, que es una pena que no tenga cuenta pues me gustaria hablar con ella. Muchas gracias por leer, un fuerte abrazo, nos leemos :D