El otoño comenzaba arrancando hojas color carmín y dorado, las cuales danzaban al igual que lo hicieran sus antecesoras. En la pequeña región de Yatsuhara en donde los árboles y el cielo ocultaban a los yokai un joven de delgados cabellos rubios jugaba con un gato, un extraño gato. Quien viera al gato reiría ante su grande y ridícula cara, otros sin más afirmarían que era un maneki neko vivo.

Ambos, negándolo a cuanto se los preguntara, se divertían estando con el otro. Aprovechando las recién caídas hojas se las lanzaban cual si fueran bolas de nieve, ya era común escuchar la argentina risa del chico la cual se atesoraba como una piedra preciosa. Quienes lo conocían lo querían y sin duda alguna también tú lo querrías si le dieses una oportunidad para conocerlo.

Todas esas tristezas que vivió en el transcurso de su corta vida, puesto sólo tiene quince años, pulieron su corazón tan agradable y cálido con quienes discriminan. Entre los yokai este chico es conocido como el propietario del libro de amigos. Este libro tiene dentro de si el nombre de diversos yokai y ayakashi que pelearon contra la abuela del chico. Ella era hermosa, misteriosa, y sin embargo, siempre se encontraba sola. Su nombre era Natsume Reiko y ahora su nieto, Natsume Takashi, heredo el libro y regresa los nombres a sus propietarios.

En este momento él jugaba con uno de los ayakashi que perseguían el libro de amigos, este ayakashi que era llamado Nyanko-sensei – su verdadero nombre es Madara – se convirtió en el guardaespaldas de Natsume esperando su muerte.

Si habláramos de cómo llegaron a esta situación seria bastante sencillo resumirlo a lo siguiente:

Ese día Natsume había llegado al hogar de los Fujiwara donde lo esperaba Touko, ella lo recibió afable. Ambos entraron a la casa en donde se encontró a Nyanko sensei comiendo un bocadillo que la señora de la casa le había regalado. Ella comenzó a preparar las cosas para la cena, sin embargo, le faltaba un ingrediente para el Oden que prepararía esa noche. Natsume se ofreció a comprarlo.

Así Natsume y Nyanko-sensei se alistaron para salir al supermercado, no tardaron mucho en comprar lo que hacía falta. Era un día estupendo a pesar del vendaval ligeramente frio que jugaba con las ramas de los arboles haciéndolos cantar. Nyanko sensei en el camino de regreso se encontró con una rana y comenzó a seguirla emocionado, Natsume sin mucho afán siguió a su guardaespaldas, si tardaban demasiado Touko se preocuparía.

Lo encontró jugando con las hojas y en pocos minutos se encontró siguiéndole la corriente al ayakashi. Lo cual nos lleva al inicio. Natsume tomó las cosas que compro en el súper y corrió intentando alcanzar a Nyanko sensei, después de todo sólo a ese gato se le ocurriría jugar a las carreras cuando notaron el pronto anochecer. Estaban por salir del bosque, habían tomado un atajo y aunque pareciera que se adentraban más era todo lo contrario, cuando Madara cayó en un agujero oculto por las hojas de un árbol.

Natsume se detuvo para auxiliar al gato mientras una sonora carcajada se escapaba de su boca. La cual desapareció al instante de tocar el agujero, sintió como una tenue corriente eléctrica traspaso sus dedos, alejo su mano en un acto reflejo.

_Sensei – llamo preocupado, ningún sonido se escuchaba y una delgada placa de cristal apareció en un instante y se desvaneció en otro.

Natsume comenzó a asustarse, ese era un sello especial y él no podría quitarlo, por lo menos no sin saber qué hacer. Sin desperdiciar ningún segundo más salió corriendo al interior del bosque necesitaba hablar con Misuzu. El propietario del libro de amigos estaba tan concentrado en encontrar al yokai sin notar a su persecusor. En una parte especialmente tenebrosa de Yatsuhara unas largas extremidades oscuras cual vacío lo atraparon.

Tanto sus brazos como piernas quedaron inmovilizados, Natsume no necesito voltear para descubrir quién era su captor. El corazón del chico latía deprisa y un escalofrió lo lamio de pies a cabeza. La voz baja y siseante lo aturdió por un momento, necesitaba huir a toda velocidad de allí. Comenzó a forcejear contra el sirviente del exorcista pero parecía imposible, casi estimaba que su fuerza lo había abandonado.

Los pasos fríos y secos se acercaban cada vez más, Natsume parecía estar perdido. Frente a él se encontraba Matoba Seiji.

Natsume volvió a forcejear pero cualquier resistencia era inútil, observo fieramente al hombre frente a sí mismo. No entendía cuáles eran sus razones para tenerlo atrapado pero de algo estaba seguro: Matoba coloco la trampa para Nyanko sensei.

_Natsume Takashi – saboreo Matoba mientras alargaba una de sus delgadas manos y apresaba el rostro del joven. – ¿Sabes lo difícil que es poder hablar contigo? – realizo una pausa y acerco su rostro al del adolescente – estoy seguro que no.

Natsume observo molesto como sonreía fríamente aquel hombre, si el propietario del libro de amigos decidiera odiar a alguien seguro que ese sería Matoba Seiji. El exorcista se alejó un poco, un profundo dolor abraso a Natsume comenzando desde el estómago en donde lo golpeo sin mayor preámbulo el líder del clan Matoba y se extendió hasta dejarlo inconsciente.

Tomándolo entre sus brazos, con delicadeza se lo llevo el exorcista, nada en el resto del lugar llamo su atención a parte de ese muchacho de gran belleza y poder. Escondidos entre los arbustos se encontraban los yokai de clase media el uno al otro cubrían su boca evitando soltar algún ruido. Ambos habían sido atraídos por el ruido y al llegar se encontraron con que habían atrapado a Natsume dono. Ambos estaban dispuestos a ayudarlo cuando vieron al exorcista acercarse a la escena.

Eso sin duda alguna fue terrorífico pero lo fue todavía más el ver como secuestraban a su héroe. En cuanto sintieron al exorcista alejarse del bosque de Yatsuhara corrieron a buscar a Misuzu para contarle lo acontecido, sin embargo ya era demasiado tarde, ni aun con todos los yokais del bosque lograron encontrar el rastro de Natsume ni el de Nyanko sensei.

Tardaron dos días en hacer oficial la desaparición de Natsume y aún con toda la ayuda no lo encontraron, la tristeza se adueñó de los amigos y la familia del chico (humanos y ayakashi). Nadie era capaz de sonreír de nuevo y aun cuando la esperanza parecía menguar ellos creían que lo encontrarían.

Pasaría una semana para tener noticias de Natsume pero ninguna de ellas fue buena. El hombre que se había quedado con la tutoría de Natsume, molesto le hablo a la familia Fujiwara para avisar que la había concedido a otra familia que estaba dispuesta a cuidar bien del chico e ignorando cualquier protesta corto la llamada y evito a la pareja por tiempo indefinido.

Nadie volvió a saber nada de Natsume Takashi ni de Nyanko sensei y mucho menos del libro de amigos.