Capítulo V


Los párpados de Neji se encontraban cerrados de par en par tratando de ignorar los quejidos de los integrantes de su escuadrón. Habían regresado recientemente de una misión en el país de las olas y, aunque no había surgido ningún contratiempo, el reglamento dictaba que todo shinobi debía acudir al hospital para un chequeo médico general al regresar de cualquier misión fuera de la aldea, con el fin de evitar cualquier percance como efectos prolongados de sustancias tóxicas, infestación, etc.

Para cualquier ninja, acudir a un hospital era como si trataras de bañar a un gato. Pero si al entregar el reporte correspondiente a la Hokage, la firma y sello de un medic-nin no adornaba la parte superior izquierda de la hoja, podías enfrentarte a semanas de suspensión -no remuneradas, por supuesto.

La misión se había extendido dos días más de lo previsto, alcanzando un total de una semana entera en la que no entrenaba con Sakura. Hinata se había ofrecido a supervisar, en su ausencia, el desarrollo de la kunoichi y Neji se sorprendió de conseguirse ansioso por observar los avances que había alcanzado la medic-nin en el lapso de tiempo que le había llevado terminar la misión.

Una rutina muda había sido establecida entre ambos después de tres semanas de entrenar todos los días juntos al alba, y pasar más de cuatro días sin examinar su rostro femenino, vigilar su progreso, irritarla y sacarla de quicio -una de sus nuevas cosas favoritas-, se había vuelto perturbadoramente extraño. Como Tenten lo había hecho cuando se formó el Team Gai, Sakura se estaba abriendo camino hacia su círculo social íntimo, y amenazaba con instalarse y montar campamento.

No era una realidad que le molestara de manera particular, la compañía de Sakura era agradable, de conversaciones interesantes y argumentos graciosamente espontáneos. Era entretenido escuchar como la chica parecía no poder soportar el silencio prolongado y siempre terminaba interrumpiéndolo con cualquier trivialidad que cruzara su cabeza, con tal de hacer bulla. Era cómico la manera en la que Sakura de repente señalaba hechos elocuentes como "Neji, mira qué verde está el césped hoy", o "Uau, tienes una cana" -aunque en reserva, el ANBU sospechaba que algunos comentarios eran simplemente para irritarlo.

En esas semanas, Neji había podido conocer un poco más a fondo el carácter voluble y noble de la única fémina del legendario Equipo siete. Sakura, poseía una de esas personalidades que atraen a la gente debido a su magnanimidad y buena vibra, que contrastaba contradictoriamente con su impulsividad, pero que generaba una comparación interesante. Era inteligente, ocurrente, tenaz, poderosa, terca y atractiva. No era una belleza sobrenatural, en realidad, lo físicamente llamativo de su cuerpo era el color de su cabello y su trasero. Su cuerpo era delgado y tonificado resultado de las largas sesiones de entrenamiento a lo largo de su carrera, y su pecho no era significativo. Pero Sakura desprendía un aura que influía en su entorno de manera atrayente producto de sus virtudes y defectos.

Años atrás, cuando salvaron a Gaara con la ayuda de Chiyo-sama de la inminente muerte que lo esperaba gracias a Akatsuki, a Neji le había impresionado de sobremanera el abierto despliegue de emociones que Sakura había manifestado a través de lágrimas debido al gran sacrificio de la anciana. La chica era acero sólido y seda al mismo tiempo... era una contradicción con piernas, una increíblemente poderosa kunoichi que había escapado de la jaula de sus propias limitaciones con esfuerzo y voluntad pura, y al mismo tiempo estaba conectada de manera conmovedora con sus emociones, demostrando compasión y gentileza a sus pacientes cuando ejercía su ninjutsu médico.

Sakura Haruno era un enigma. Abarrotada de fuego y rabia con el poder de destruir sólidos muros de piedra con sus manos desnudas en un sólo momento, y al siguiente minuto, podía ser la persona más gentil y dulce que podías encontrar. Inevitablemente, Neji se encontraba a si mismo ahogándose en la curiosidad que la singular mezcla de temperamentos que rodeaba a la mujer le causaba.

Sus ojos se abrieron repentinamente cuando identificó la firma de chakra que se acercaba al salón donde esperaban para ser atendidos.

—...-ciente de cuatro años, con cardiopatía isquémica y arterias coronarias estrechas. ¿Qué haces?

—Evalúo el revestimiento interno, las embolias, arteritis, las estenosis ostiales y las funciones cardíacas con ninjutsu y miro si ha agotado las demás alternativas terapéuticas para ponerlo en lista de espera.

—No.

—¿Por qué no?

—El paciente está muerto. Lo mataste —contestó Tsunade sin prestarle atención, mirando los cuadros médicos que Shizune le había entregado más temprano.

—No lo maté —le respondió su pupila con el ceño fruncido, siguiendo su paso e ignorando por completo los cuatro pares de ojos que estaban sobre ambas—. Le hice un trasplante de corazón, y ahora vive sin la amenaza cardíaca, que no es lo mismo que estar muerto.

—Avísale a la familia y cómprale flores. Está muerto.

—No lo está —aseguró de nueva cuenta—. Aunque es un niño con un corazón débil, sus cuadros médicos son perfectamente sanos, puede aguantar la operación. No está muerto.

Tsunade la miró con una sonrisa de lado y le entregó la carpeta que estaba leyendo. Dio media vuelta y siguió caminando hacia la salida, dejándola plantada en medio del pasillo.

—¿Se va?

—Sí, terminé contigo.

—¿Porque lo maté? Le dije que no lo hice, shishou.

—Lo sé, y tú también, aunque intenté ponerte nerviosa. Puedes operar al niño.

Un chillido de felicidad se escapó de sus labios y Sakura sintió ganas de brincar y bailar como una cría de cinco años cuando le dicen que la llevarán a comprar helado. De hecho, estaba a punto de hacerlo cuando reparó en la presencia de su segundo equipo favorito de la aldea -el primero, siempre sería el de sus chicos, por supuesto.

La carcajada divertida de Kiba irrumpió los confines de la sala.

—Parece ser que alguien está teniendo un excelente día.

—¡No tienes idea! —exclamó abrazándolo a modo de saludo, sin que la genuina sonrisa abandonara sus facciones—. He pasado los últimos días absorbiendo pergaminos médicos y casi inhalando cafeína. Creo que voy a colapsar cuando termine esta operación.

—¿Si mueres puedo quedarme con tu colección de Icha Icha? —preguntó Genma, otro de los compañeros de Neji, con coquetería.

Sakura se carcajeó con ganas cuando Ken, el último integrante, le golpeó las costillas con el codo suavemente, reprendiéndolo. Tenía su cabello rubio amarrado firme en una cola sobre su cabeza y sus orbes pardos lo contemplaban reprobatoriamente.

—Sueña. ¿Qué tal la misión? —inquirió curiosa, chakra verde resplandeciendo alrededor de sus palmas mientras comenzaba el chequeo rutinario con Ken.

—Aburrida —respondió casi instantáneamente Kiba.

—Sin contratiempos —apoyó Genma alzándose de hombros.

Neji observó el intercambio con indiferencia mientras Sakura terminaba con cada uno de ellos. Se había vuelto costumbre ver a Genma y a Kiba coquetear con ella, y su respuesta solía ser una carcajada divertida y golpes suaves, como si no los tomara en serio o creyera que estaban bromeando.

Cada uno se fue marchando a medida que Sakura iba terminando los chequeos y firmando los reportes, hasta que como siempre, quedaron solos los dos. Neji tenía la costumbre de ser el último en realizarse el examen correspondiente, como alguna política o moral interna que se había instado como capitán del escuadrón.

El prodigio sintió la tranquilizante presencia de su chakra introduciéndose suavemente en su cuerpo. Se relajó de manera instantánea, sintiendo como su propio chakra se congregaba alrededor del de ella tratando de absorber la calidez que su energía desprendía. Sakura expandió su chakra por todo el cuerpo buscando algún indicio de que algo no estaba bien, mientras Neji se mantenía imperturbable en su asiento, registrando todos los movimientos que ella hacía.

—Te tengo una buena noticia —la escuchó decir, concluyendo la conexión de energía. Neji la miró sin contestar, esperando que prosiguiera—. Vas a sobrevivir.

—¿Necesito reposo?

Sakura lo miró extrañada por unos segundos. Neji parecía estar diciéndole algo sin decirlo debido al tono utilizado y a la intensidad de su expresión, fue entonces cuando reparó en la sombra que estaba a unos pasos de ellos, en su espalda.

—En realidad, deberías quedarte durante un par de horas para monitorear la restauración completa de tu chakra, sólo por si acaso —dijo finalmente pasados unos segundos, siguiéndole el juego.

—Es mejor que sigas las órdenes de tu medic-nin, Neji —Sakura escuchó una voz masculina a sus espaldas, e inmediatamente notó que no la reconocía—. Esperaba que pudiéramos pasar la tarde juntos para que nos pusiéramos al día sobre ciertos asuntos, pero tendrá que postergarse.

Sakura alzó sus cejas rosadas con sorpresa al comparar el parecido del hombre con Neji; parecía una versión anciana del genio Hyuga. La única diferencia, aparte de la evidente desigualdad de edades, era que el tono de piel del menor era más claro. Sin embargo, ambos compartían las mismas facciones aristócratas, los ojos color malva y el largo cabello de pigmentos castaños -característicos en los varones de su familia. El hombre, al que Sakura identificó rápidamente por el parecido como el abuelo de Hinata, tenía la frente descubierta y poblada de arrugas producto del paso del tiempo y la vejez.

No dudaba de que el mayor había sido un hombre sumamente atractivo durante su juventud, tal como lo era Neji en esos momentos, pero el tiempo no perdona a nadie y el estrés y ansiedad que produce el camino ninja en comparación con sus ganancias era una clara prueba de ello.

—No creo que hayamos tenido la oportunidad de coincidir en el pasado, Haruno-san —comentó la anterior cabeza del clan Hyuga, analizando con ojo clínico el rostro de la muchacha—. Es una combinación atípica. Pero he de admitir que el resultado no es desapacible.

Neji se tensó imperceptiblemente a un lado de ella, comprendiendo que su abuelo se refería a la fusión del cabello rosado y el Byakugan.

—¿No es eso lo que hace irremplazables a las personas? —articuló ella con cortesía, inclinando su cabeza levemente a modo de saludo—. Hyuga-sama.

El hombre alzó sus cejas minúsculamente con desconcierto, como si estuviera procesado la respuesta recibida.

—En... efecto —musitó al final.

—Me temo que debo retener a Neji-san por unas horas más. Lamento tener que posponer su reunión. Ha sido un placer, Hyūga-sama —Hideki se quedó de pie viéndola desaparecer al final del pasillo, con su nieto pisándole los talones después de haberle dirigido una reverencia.


—Tú lo agarras y yo lo golpeo —le dijo ella cuando estaban lejos del alcance auditivo de la ex cabeza del Clan Hyūga, haciendo ademanes con las manos demostrando exasperación—. ¿"No es desapacible"? —inquirió incrédula— Siento que me insultó educadamente. ¿En tu familia enseñan a hacer eso?

Neji la miró con una ceja alzada sin decir nada. A este tipo de arrebatos se refería cuando pensaba en el remolino de personalidades que formaban a la chica. De repente era sumisa, educada y política, y al minuto siguiente sus ojos resplandecían con sed de sangre.

—Enserio. ¿Quién demonios cree que es? Debemos enseñarle una lección —comentó más para si misma que para él, estampando su puño derecho contra su mano izquierda.

El shinobi casi rueda los ojos ante su comportamiento desequilibrado.

—En fin, ponte esto —le extendió un sobretodo médico azul sin mirarlo, mientras se adentraban en una sala con lavabos amplios. Neji reparó en que la había seguido hasta la habitación previa que daba al quirófano y en que Sakura se estaba enjuagando las manos después de ponerse el suyo propio.

—¿Por qué?

Sakura levantó la cabeza y lo observó con una sonrisa. A pesar del encuentro con la persona a la que culpaba de la mayoría de sus disgustos, el estado anímico de la kunoichi se encontraba por los cielos debido a la operación que ejercería en los próximos minutos. Había estudiado por largas horas, tratando de retener todo el conocimiento posible y entender las posibles complicaciones que podían surgir durante la intervención con el fin de reducir el margen de error y poder salvar la vida del niño que caminaba sobre la cuerda floja desde hacía unos días, producto de un sobresfuerzo físico durante un juego con sus amigos. Quizás, cuando la operación hubiera resultado en un total éxito (porque ella se negaba a pensar lo contrario), Daiki podría ser un ninja, como ella. Todavía estaba en edad de enrolarse en la Academia.

—¿Quieres ver cómo se ve la magia?

—Explícate.

—Escucha, Daiki, mi pequeño paciente desde hace unos días, sufre de cardiopatía isquémica y arterias coronarias estrechas, que en lengua sencilla es cuando se reduce el flujo sanguíneo al músculo del corazón, por un bloqueo parcial o completo de las arterias que le suministran sangre. Hace unos días sufrió un infarto y, ¡lo sé! ¿Puedes creerlo? Sólo tiene cuatro años. Es una enfermedad que afecta normalmente a gente con edad avanzada, pero Daiki es un niño pequeño y especial. Tiene una vida por delante y me niego a ver cómo se le arrebata la oportunidad de lograr grandes cosas. Así que, ¿qué dices? ¿quieres quedarte a ver cómo le damos una patada en la cara al destino?

La sonrisa de oreja a oreja que le obsequió Sakura no despistó a Neji de los nervios que, a pesar de su convicción, inundaban los orbes de la chica. Su balbuceo era prueba verídica de ello. Lo miraba expectante, como si esperara que el prodigio le concediera un deseo mudo que no se atrevía a solicitar, maquillándolo con la excusa de mantenerlo retenido mientras su abuelo deambulaba por los alrededores. Sakura estaba pidiéndole -sin pedírselo-, que se quedara y la acompañara durante la intervención, para que le obsequiara su aprobación si la operación resultaba exitosa, y para tener un hombro del que apoyarse si sucedía lo contrario.

No es como si realmente lo necesitara a él, Neji estaba convencido de que Sakura sabía lo que hacía al pie de la letra, y que había estudiado hasta la última probabilidad durante los días previos –si las tenues sombras violetas bajo sus ojos indicaban algo.

En esas semanas en las que había compartido con la kunoichi más de lo que encajaba dentro de lo normal, Neji se había familiarizado verdaderamente con lo terca y temperamental que podía llegar a ser la mujer cuando algo se le atravesaba entre ceja y ceja, y estaba seguro -quizás más que ella misma- de que podía lograr cualquier cosa que se propusiese (total, ya lo había obtenido antes y lo estaba haciendo en estos momentos).

Pero al final, no fue la esperanza que brillaba en el espejo de su mirada ni los imperceptibles nervios que una persona que no la conociera lo suficiente distinguiría, lo que lo hizo ponerse la bata médica y aceptar el tapaboca que se le ofreció. Si no la necesidad y el confort que Sakura depositó en él de manera silenciosa. No como un conocido con el que había compartido lo suficiente como para dejar de llamarse por sus segundos nombres. Tampoco como su entrenador de turno. Si no, como un amigo en el que sabía que podía contar cuando necesitaba a alguien. Además de que, realmente, no tenía nada mejor que hacer. La entrega de su reporte podía posponerse por unas horas.

El fuerte aroma a antiséptico y el gélido frío característico de salas similares lo incomodó, pero se mantuvo estoico y concentrado completamente en el procedimiento que la medic-nin comenzaba a realizar a escasos metros en el pequeño cuerpo depositado encima de la camilla. Dos enfermeras y un ninja -que se refería a Sakura como 'sensei'- la asistían durante la intervención, ofreciéndole diferentes tipos de bisturís, gasas y otros artefactos médicos.

Después de la primera hora como espectador, Neji perdió la noción del tiempo. Sus ojos color malva viajaban desde las manos enguantadas cubiertas de sangre hasta su expresión concentrada con pasión y firmeza. Sakura manejaba los instrumentos con experticia y, de vez en cuando, hacía preguntas concisas para enseñar y evaluar los conocimientos de su asistente.

El chico, que no aparentaba tener más de dieciséis años a lo mucho, la contemplaba con tanta admiración que le hacía recordar a su propio compañero de equipo. Este debía ser uno de las varias promesas médicas que seguían a Sakura y a Shizune por todo el hospital, buscando absorber todos los conocimientos posibles durante los turnos en los que coincidían con las aprendices de la Godaime. Ambas mujeres se habían hecho nombre a través de la mejor de todas, y con cada día que pasaba, su reputación en el campo aumentaba. El Hyūga estaba seguro de que más pronto de lo que todo el mundo esperaba, las dos superarían a su predecesora.

Hundido en sus cavilaciones, Neji sintió la mirada penetrante de Sakura sobre él y al corresponderla, sólo pudo distinguir sus pálidos orbes, pues su nariz y boca estaban escondidas detrás de una máscara blanca. Le dio la impresión de que la mujer quiso decirle algo con la mirada antes de que su atención volviera a concentrarse en el torso abierto sobre la parihuela.

—¿Estamos listos? —preguntó a sus ayudantes, y el capitán ANBU meditó si la pregunta estaba, en realidad, dirigida hacia ella misma. Recibió un asentimiento grupal y una de las enfermeras depositó a su lado una cava refrigerada que mantenía fresco el órgano que trasplantaría—. La presión está perfecta. La anestesia intacta. Hagamos esto. A la cuenta de tres...

Casi de manera inconsciente, Neji activó el Byakugan (no todos los días tienes la oportunidad de contemplar un trasplante, a fin de cuentas) cuando el corazón enfermo fue extraído de la cavidad torácica del pequeño y la presión arterial se desplomó como si se hubiera apagado la computadora, de la misma forma que su sistema de circulación de chakra -suficientemente bajo como el de un niño civil. Sakura entregó el órgano a una de las enfermeras y con delicadeza impresionante sujetó el que repondría el anterior. Lo colocó con sumo cuidado en el interior de su pecho y Neji advirtió la respiración congelada de la medic-nin, como si temía involuntariamente que un paso en falso estropearía todo su trabajo.

Cuando aseguró que el corazón estaba perfectamente posicionado, de la yema de sus dedos se alargó una fina aguja de chakra y comenzó a coser el tejido con lo que pudo identificar como los vasos sanguíneos.

—Paletas —el aprendiz se apresuró a proporcionarle dos espátulas plateadas mientras una gota de sudor se deslizaba por su sien.

Sakura las posicionó a cada lado del órgano.

—Carga —una corriente eléctrica se desprendió de las paletas y la mirada de todos los espectadores se concentró en la pantalla que indicaba las pulsaciones; completamente callada—. De nuevo, carga —le indicó al chico.

Una vez más el sonido electrizante interrumpió el silencio tenso del quirófano, y Neji podía literalmente ver como el corazón de Sakura se aceleraba de manera alarmante.

—Carga.

Los siguientes tres intentos fueron en vano, y a la altura de dos minutos después de silencio sepulcral, Sakura sintió que el alma se le iba a los pies. En su cabeza repasó la teoría más veces en un espacio de segundos de las que había practicado en los últimos días analizando qué estaba haciendo mal. Lo había hecho todo al pie de la letra, tal cual como su cerebro había memorizado.

—¿Lo está rechazando? —se atrevió a preguntar una de las enfermeras en un hilo de voz.

"No puede ser, los exámenes arrojaron un 95% de compatibilidad".

—Quizás... debamos anotar la hora...—murmuró la otra unos segundos después, insegura de si debía intervenir en el estado de cavilación de la Dra. Haruno.

"¿Anotar...? ¡Eso es!" —las femeninas cejas rosadas se alzaron y con rapidez puso a un lado las espátulas, sus manos resplandecientes con energía verde tomaron con cuidado el corazón y comenzó a masajearlo, enviando controladas vibras de chakra al interior del órgano buscando hacerlo reaccionar y conectarse con su nuevo organismo.

El genio estuvo tentado a acercarse para ver de cerca lo que Sakura estaba haciendo, pero evitó interrumpir la concentración de la kunoichi. Era increíble como las yemas de sus dedos soltaban impecables chispas de energía hacia el interior del coraz-

Un pitido, seguido por otro, y por otro, retumbó en la habitación cuya temperatura había descendido estrepitosamente durante los últimos diez minutos. No fue hasta entonces, que Neji dejó salir una exhalación que no se había dado cuenta que estaba reteniendo -como si se hubiera quitado un peso de encima- y su mirada se encontró con una idéntica a la suya, sólo que, a diferencia, esta se encontraba llena de lágrimas que se desbordaban por sus mejillas. Sin embargo, pudo observar él, las ventanas del alma se encontraban empequeñecidas y su máscara escondía una risa regocijante.

De algo estuvo seguro ese día, mientras escuchaba el latir del corazón dentro del niño, respondiendo positivamente ante el cuerpo desconocido: si la magia existía, esto era lo más parecido a ella.

"Sakura... eres increíble".

"Gracias..." —leyó en su mirada.


—¿Cuándo vamos a dejar de encontrarnos así? —inquirió con cierta burla.

—Qué problemático...—murmuró él con fastidio, pero con una media sonrisa traicionando sus facciones.

—Veo que sigues siendo el mismo... Shikamaru.

—Hey, Temari —saludó con una voz como si acabara de despertarse de una siesta, asintiendo con la cabeza a Kotetsu e Izumo que se encontraban a unos metros de las grandes puertas verdes, en sus respectivos asientos—. Tsunade-sama me envió por ti. Se supone que debo llevarte a tu hotel.

—¿Eso es? Después de tantos años, pensé que estabas aquí voluntariamente para recibir a una vieja amiga —se rió entre dientes, caminando a su lado.

—Tsk, "mujeres"...

La miró de reojo a un lado de él; la chica que había vencido a Tenten en los primeros exámenes chūnin se había convertido en una mujer con un atractivo feroz. Sus facciones habían madurado y les hacían justicia a sus veinticuatro años, con mechones dorados adornando los extremos de su rostro acorazonado, dándole un toque interesante y seductor.

Desde que Shikamaru habían ascendido a jōnin, una de sus principales ocupaciones era encargarse de la primera fase de los exámenes chūnin que se llevaban a cabo anualmente, y Temari solía ser la delegada de Suna que lo acompañaba durante la primera etapa, como representante de su aldea. Durante los años posteriores a la última guerra, ambos habían forjado una amistad sólida y él no podía negar que la inteligencia y el atractivo de la chica lo enloquecían de manera perturbadora.

Shikamaru sabía que debía tener cuidado con esta mujer.

De todas las kunoichi con la que había compartido a lo largo de su profesión, sabía que tarde o temprano, esta lo tendría envuelto alrededor de su dedo; tal como su madre tenía a su padre. Quizás era cierto eso de que los hijos repiten los patrones de sus precedentes, a fin de cuentas, su madre era un par de años mayor que su progenitor.

—¡Heeey, Shikamaru! —ambos se detuvieron sobre sus pies y se voltearon con una ceja alzada para encarar al rubio más escandaloso de toda la aldea— ¡Temari!

La chica le regaló una sonrisa cuando divisó al Jinchuriki del Kyubi acercándose a pasos apresurados hacia ellos, seguido por su siempre serio compañero de equipo y una tierna Hinata con mejillas sonrosadas.

—¿Qué hacen? ¿Gaara también está aquí? —su mirada color cielo viajó de uno al otro y pareció pensar algo de repente, pues su expresión se tornó pícara. Moviendo sus cejas con astucia agregó:— ¡Eh! No me digan que están en una cita, dattebayo...

Una carcajada escapó de los labios de la hija del Kazekage con diversión, aunque las puntas de sus orejas comenzaron a tornarse rojas.

—Hola, Naruto, chicos. Acabo de llegar a la aldea y Shikamaru estaba mostrándome el camino —les dijo con una sonrisa obviando que, en realidad, el camino se lo sabía de memoria—. Gaara vendrá en unos días para tratar ciertos puntos con la Hokage, y por los exámenes. Yo me he adelantado para supervisar que este vago tenga la primera fase bajo control.

—Temari-san —saludó la chica con timidez—. Debes estar hambrienta.

—¡Yosh! Justo el teme, Hinata-chan y yo vamos camino a Ichiraku. ¿Vienen?

Ambos se miraron y el estrategema se alzó de hombros, indicando que le daba igual.

—Seguro.

—¿Vienen de una misión? —inquirió Shikamaru observando sus mochilas.

—Sí, fue pan comido 'ttebayo.

—Oi, ¿esa no es Sakura? ¿Y Neji? —curioseó la kunoichi de Suna, viendo a lo lejos la figura femenina de la aprendiz de la Godaime, siendo acompañada por el prodigio del Clan Hyūga. Todas las miradas se dirigieron hacia el punto en el que estaba puesta la atención de la chica. Ambos caminaban despreocupados en su dirección inmersos en una conversación que, por sus expresiones, parecía ser interesante— ¿Están juntos?

—¡Sakura-chaaan! ¡Neji! —exclamó Naruto haciendo un ademán con la mano para llamar la atención de la chica de largos cabellos rosados y de su acompañante, ignorando la pregunta e inconsciente del aura hostil que rodeó de repente a su mejor amigo.

La aludida y su compañero parecieron salir de la burbuja en la que se encontraban enfrascados.

—Hola, chicos —saludó ella una vez que se encontraron a medio camino, con una sonrisa sincera. Sasuke, sin embargo, pudo detallar las ojeras que adornaban su delicado rostro y su expresión de cansancio. Sakura parecía recién salida de un turno ininterrumpido en el hospital de veinticuatro horas corridas. Neji, a su lado, sólo asintió con la cabeza a modo de saludo—. ¿De qué van?

—Temari acaba de llegar de Suna e iremos por ramen. ¿Nos acompañan?

—Creo que voy a pasar hoy, Naruto. Estoy a punto de estirar la pata.

—¿Te encuentras bien, Sakura-chan? —cuestionó Hinata a un lado de su novio con un deje de preocupación.

—¿Eh? Oh, sí, sólo algo exhausta. Además, este tipo —agregó, señalando con un gesto facial a Neji, quien sólo rodó los ojos— va a exprimirme en el entrenamiento de mañana.

—Mou, Sakura-chan, ya casi ni te vemos. Neji te tiene toda para él —se quejó su mejor amigo, incorporando de manera inintencionada el contexto implícito sexual, que hizo sonrojar a la chica y a Hinata hasta la punta de sus pies. El capitán ANBU carraspeó con cierta incomodidad— ¡¿Qué demonios, teme?! ¿Por qué me golpeaste?

—Por idiota —soltó como si fuera obvio, ganándose una risa contenida por parte de Temari.

—En realidad, podríamos medirte mañana —comentó el chico de manera pensativa—. Siéntanse libres de acompañarnos, Naruto, Uchiha.

—¿Seguro? —el primo de Hinata sólo se encogió de hombros sin repetirse y ella le regaló una sonrisa agradecida— Vale. Nos vemos mañana, chicos.

—Te acompaño a casa —manifestó Sasuke, colocándose a su lado y siguiendo sus pasos.

—O'-kay. Temari, es bueno verte. Asegúrate de esconderle a este vago los paquetes de cigarrillo —ambas compartieron una risa cómplice y la chica hizo un ademán con la mano para despedirse de todos.

Entonces, Sasuke no pudo evitar poner su mano en la espalda baja de Sakura.

Sólo para demostrar quién había puesto sus ojos en ella primero.

La mirada de Neji se redujo y no entendió, realmente, por qué el gesto le había causado irritación.


¡Hola de nuevo!

Quiero hacer una aclaratoria, porque no estoy segura de si lo he especificado bien con anterioridad, pero para que estemos sintonizados: en mi cabeza, Neji y Sakura entrenan juntos en la mañana hasta poco antes del mediodía debido a que él tiene responsabilidades con su clan y en los cuárteles ANBU como capitán de escuadrón que es. Se le siguen asignando misiones -eso no ha cambiado. Sakura está retomando su rutina laboral, como entrena por las mañanas, tendrá los turnos de la tarde en el hospital y pronto comenzará a hacer misiones nuevamente.

*Por cierto –cuando Sakura se refiere a que las personas son irremplazables es debido a las cosas que nos diferencian unos de otros (por si no lo especifiqué bien).

*Doctores del mundo, disculpen si metí la pata con los términos y procedimientos médicos haha. Lo mío es el marketing.

*Daiki: Chico de gran valor, con coraje y muy valiente.

ps. A veces creo que necesito un beta reader. Pero siento que tardaré el doble en publicar... ¿qué piensan ustedes?