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MEDIOCRE

CAPITULO XV

Extraño Amante

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Sakura y Sasuke habían regresado a casa durante el amanecer, incluso cuando entraron en silencio Ino ya estaba despierta preparando un laborioso pastel de manzana con otras frutas de temporada. Era claro que no había dormido mucho, sus ojos estaban ligeramente hinchados, sus manías nerviosas estaban a flor de piel, por no decir que su cabello era un desastre. Sakura se sintió un poco culpable de no haber avisado con tiempo sobre su improvista ausencia, probablemente se había quedado despierta esperando a que regresaran, insegura de si había pasado lo que en realidad pasó, o si por asares del destino hubiera ocurrido un accidente, un asalto, un desastre natural e inclusive el fin del mundo fuera de esa pequeña casa de descanso.

—Será mejor que tomen una siesta, hoy pasaremos el día con los Hyuga, como ya habíamos dicho —su voz tembló un poco, cosa que Sasuke quiso pasar por alto porque era claro que no estaba así por él, sino por Sakura.

Con su mano en su hombro, Sasuke se retiró a la habitación de Sakura, no sin antes mirarla con un mensaje escrito en su rostro. Estaba algo preocupado, pero esta le respondió con una sonrisa tímida, nerviosa, casi temerosa de verse feliz por lo sucedido.

Había tenido sexo con Sasuke. Su amigo cercano, sin ser de la infancia como Naruto o su mejor amiga como Ino, solo su amigo. Habían coincidido en varias cosas, ideas que ambos habían acuñado desde hace tiempo y que podían expresarlas estando con el otro. Tenían una conexión diferente a la que tenían con los demás. Sakura lo sentía, al igual que Sasuke. Este tocaba música y ella escribía historias en su pensamiento, después de bajarse de esa nube ambos charlaban, solo que esta vez en lugar de bajarse de esa nube, subieron hasta el cielo hasta encontrarse con el sol, quemándolos a ambos y convirtiéndolos en uno solo.

Sin embargo, su relación no había cambiado. Sakura sentía esa extraña sensación en su cuerpo, le dolía las caderas, así como también se sentía más enérgica y desestresada. El libido, sin duda alguna, los beneficios del sexo que varias enfermeras entre broma y broma comentaban. Sakura no era el tipo de persona que saliera con muchos hombres, y eso conllevaba a que no solía tener encuentros sexuales con frecuencia. No hacía falta recordar cómo había sido su primera vez, un chico interesante para ella, un par de salidas y después un encuentro romántico que posteriormente acabaría en ruptura. Su primera vez había dolido demasiado, y esta vez le había dolido más de lo que esperaba, probablemente por la poca frecuencia, pensaba Sakura.

Dejando de lado las memorias de la noche anterior, Sakura se dejó caer en el sillón doble, sabiendo que no iba a tardar mucho para que Ino le saltara encima con una lluvia de preguntas y reclamos.

—Del uno al diez… —murmuró detrás de ella, tenía puesto su cárdigan de tela gruesa, ese que usaba cuando pasaba las tardes en pijama tomando alguna bebida caliente, sus cristalinos ojos claros la miraron con mucha curiosidad— ¿es bueno, satisfactorio, fue una ronda o debo suponer que Sasuke es un semental por la manera en la que caminabas hace un momento? — inconscientemente Sakura se sobó las caderas, delatando que había cierto malestar— ¡Oh por dios, ¿Te das cuenta de que acabas de tener sexo con un vagabundo?! Digo, no dudo que Sasuke es guapo, que me parta un rayo si alguien llega a pensar que ese hombre es feo, pero… ¿qué tal estuvo?

Ni siquiera alguien tan fría como Sakura habría podido ocultar sonrojarse ante una pregunta tan directa.

—¡Nunca creí verte así de avergonzada! —Ino se había echado a reír por la expresión tan tímida de su amiga, quien quería ocultar su cara en los cojines del sillón— Tenia miedo de que al final no fuera lo suficientemente bueno para ti, ya sabes, es un joven tan apuesto, talentoso y misterioso que es imposible que no tenga un solo defecto y quien sabe… —Sakura puso los ojos en blanco en cuanto Ino desvió la conversación, pero rápidamente lo retomó—, pero entonces… ¿hay algo entre ustedes, una futura cita, una relación, un romance de telenovela?

Tanto Sasuke como ella no habían dejado claro qué tipo de relación iban a tener de ahora en adelante, no había necesidad, todo era tan perfecto que arruinarlo poniendo una etiqueta a la noche pasada haría todo más mundano y fuera de ese pequeño mundo en el que ambos se entendían tan bien. Pero Sakura no había querido tener una pareja estable jamás, así como Sasuke no parecía estar interesado en esa clase de relación, ser exclusivo para una sola persona, pensar en ella y procurarla todo el tiempo, tener citas, casarse, ambos rechazaban tanto el concepto que no hubo necesidad de discutir el tema cuando ambos despertaron en la habitación del motel.

Por lo que no hacía falta pensar demasiado para responder a las preocupaciones de su amiga.

—Sasuke y yo solo somos amigos, lo de ayer fue algo casual ¿entendido? —Ino pareció haber dejado ir un largo suspiro, curiosidad, probablemente—, ¿qué es lo que te preocupa tanto de esto?

—Nada, a decir verdad… —Ino se tomó un momento para hablar de una manera más serena— Es solo que… teniendo en cuenta que no sabemos mucho de él, ya sabes, su nombre es Sasuke Uchiha, un chico guapo, intelectual, musico y cantante, pero fuera de eso no sabemos nada más, ¿te ha hablado de su familia, de su vida cuando era niño, algún otro amigo suyo o siquiera te ha contado cómo es que se convirtió en un vagabundo?

—Si él no quiere hablar de ello, ¿Quiénes somos para entrometernos? —Sakura sintió como las manos de Ino se enroscaban entre ellas, una manía de que algo la intranquilizaba.

—S-sí, pero… ¿qué significa entonces el que Neji conociera su apellido?

Como un flashback Sakura rememoró esa extraña escena en la que Neji y sus amigos se conocieron, a la vez que este le había preguntado a su amigo si no se trataba del hermano de alguien más. Itachi Uchiha, si no mal recordaba. Sakura había dejado pasar aquello después de que Sasuke le evadiera el tema, y con los días lo había olvidado. Pero era cierto que había algo que Neji sabía que Sasuke no quería contar.

Puede que todas esas dudas que le preocupaban a Ino fueran ciertas, o puede que fuera mera coincidencia y finalmente no pasaba nada. Sakura prefirió dejar ese tema para después.

Por muy indiferente que fuera Sakura en muchas cosas, con Ino era algo totalmente distinto. Entendía que se preocupara tanto por ella, tanto Ino como Mebuki fueron las únicas personas que permanecieron a su lado después de la muerte de su padre, y Sakura, quien, si bien parecía agradarle la soledad, la verdad era que estaba eternamente agradecida con Ino por haber permanecido a su lado y al de Mebuki hasta el final. Inclusive ahora, ella seguía a su lado.

—No tienes de qué preocuparte, estaré bien, ¿recuerdas cuando peleábamos? Estoy bien entrenada.

—Yo siempre te ganaba, Frente de Marquesina —se bufó Ino con una risa.

Ino Yamanaka, con su manía con la limpieza, su actitud perfeccionista y ese carácter de no dejarse pisotear por nadie, era la mejor amiga de Sakura, y le parecía irónico que alguna vez ambas habían sido enemigas hasta la muerte. Recordaba las veces que ambas peleaban detrás del instituto, con doce años Sakura regresaba de la escuela con el cabello estropeado, la falda arrugada y la camisa sucia del polvo y la tierra que ambas removían entre jaloneaos y estirones.

—¿Naruto también sabe de esto? —quiso saber, Ino negó tranquilamente.

—Durmió profundamente antes de la media noche —sonaba casi como si ambas estuvieran hablando de un niño—, había preparado un poco de chocolate caliente, y junto con los bollos dulces que había comprado en la panadería, cayó rendido en menos de lo que canta un gallo.

Ino recargó su cabeza en el hombro de su mejor amiga, y lentamente pero seguro empezó a sentir el peso del sueño que había previsto anteriormente. Sakura hizo lo mismo recargando su cabeza sobre la de ella, acurrucándose hasta encontrar la posición más cómoda.

—Se habría puesto como loco si se hubiera dado cuenta, ¿no crees?

—Varias cuerdas de guitarra se habrían roto de ser así —Ino respondió bastante segura—, habría ido a todos los moteles de la ciudad, y déjame decirte que no son muchos, así que los hubiera encontrado más temprano que tarde.

—Parece que no hay manera de que estos se lleguen a llevar bien —susurró Sakura ya más adormilada.

—¿En serio crees que Naruto va a ceder su primer amor a su rival en la música?

Cómo iba a olvidar aquellas veces en las que Naruto, en sus doce años, con una guitarra vieja y nada de experiencia para tocarla, se paraba durante horas afuera del edificio, en un ángulo en el cual Sakura podía verlo desde su ventana sin siquiera asomarse. Sakura recordaba también haberse convertido en la comidilla de todo el edificio, así como la burla de los adultos, "la parejita del barrio" les llamaban.

—Si no es por la música, es por amor, y si no es por amor, es por ver quién puede colmarme la paciencia más rápido, aunque debo admitir que Naruto ha salido invicto de esa última desde que lo conozco —rectificó Ino con su puño en alto, cosa que le dio gracia a la otra.

Ambas siguieron bromeando sobre la pésima relación de los dos vagabundos de la casa. Tanto Sakura como Ino hablaban y hablaban en voz baja con los ojos cerrados, ignorando el amanecer que se alzaba de entre las colinas poco a poco recibiendo los campos verdes del pueblo, y con ello un par de chicas dormidas. La casa solía pintarse de un color rojizo durante esas horas de la mañana, así como al atardecer las paredes se transformaban y convertían el interior en un hermoso prisma de luz rojiza por el choque de luz contra las ventanas y los objetos de cristal dentro de la casa. Sakura recordaba mirar amaneceres así con su madre todo el tiempo, ella, tan romántica como emocional, solía decir que había declarado sus sentimientos a su padre en un atardecer parecido, y Sakura soñó durante un tiempo que alguien le declarara su amor en medio de un atardecer como ese. Unas ultimas palabras de amor antes de que el mundo acabara.

Pero en su lugar, bajo la luz de los faros y la oscuridad de la noche sin luna, había sido cubierta por el pecho amplio y masculino de un hombre igual que la noche. Su piel era cálida, suave y dura contra su piel, de un tono pálido bajo las sombras, sus ojos, que a pesar de ser azabache brillaban como dos flamas que le recorrían el cuerpo con deseo y lujuria, quemándola, consumiéndola como el sol había consumido las alas de Ícaro cuando este volaba hacía su encuentro.

La alarma del pastel resonó, y Sakura despertó con la sensación de haber perdido sus alas por las llamaradas del sol.

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Neji Hyuga había pasado los últimos días en cama, despertaba mas tarde de lo usual, dormía durante largos periodos durante el día y comía menos de lo habitual. Su prima más grande, aquella alegre, brillante y cariñosa Hinata Hyuga ya llevaba varias veces que le reclamaba por esa actitud. No le hacía bien a su salud, y él lo sabía, no volvería al trabajo pronto si no cooperaba con su recuperación, y aunque bien era cierto eso, Rock Lee estaba en la empresa preparado para no dejarlo entrar por lo menos hasta la siguiente temporada. Por otro lado, Hanabi, su prima menor, la más callada, tranquila y serena, le miraba con cierta preocupación cuando estos se encontraban por los pasillos de su hogar, así como cuando este solo salía para leer el mismo libro en la misma página durante horas.

Hinata se levantaba desde temprano para hacer tareas de limpieza, limpiaba las ventanas dos veces a la semana, quitaba el polvo de los muebles y abría todas las cortinas durante el día asegurándose que ninguna esquina conociera la oscuridad. Cualquiera menos la habitación de Neji, la cual estaba prohibida la entrada de nadie que no fuera él. El cuarto siempre estaba cerrado, las cortinas siempre estaban extendidas y más de la mitad del día Neji pasaba las horas dentro mirando la pared. Pero aún con todo ese silencio, con toda esa negrura, Neji solo podía ver una cabellera rosa cuando cerraba los ojos.

Unos ojos verdes que lo miraban con seguridad, una cabellera corta que no ocultaba la figura de su espalda, una postura recta de un cuerpo de figura delgada. Un pecho pequeño, piernas largas, una piel blanca y poco bronceada que le recordaba a esas muñecas que su tía solía coleccionar. Pero esa mirada fría y retadora le martilleaba como dolor de cabeza.

Kakashi se lo había advertido varias veces, era una chica peculiar. Una enfermera joven con la mirada de un adulto, con unos ojos tan penetrantes que como enfermera le iban bien porque te obligaban a acatar. Y ese carácter…

Hablando del médico con el parche en el ojo, Neji no había hablado mucho con él. La última llamada médica que había tenido este le había dejado claro que cumpliera con las rutinas físicas, ya que sus músculos estaban recuperándose, y un mal tratamiento durante la recuperación podía causar molestias en el futuro, dolores crónicos o tratamientos más largos y tediosos. Neji lo sabía, y Hinata en serio hacía lo posible para ayudarle, pero simplemente era inútil si no era Sakura. Pero su orgullo era grande, lo suficiente como para ni siquiera querer escuchar ese nombre en casa.

No después de lo que había visto.

—¿Ya terminaste de almorzar? —Hinata cogió su plato con la fruta a medio comer—Neji, siempre dejas las cerezas a un lado, ¿ya no te gustan?

Ella no esperaba una respuesta en realidad, Neji era muy silencioso y a veces bien podían comunicarse únicamente con gestos o expresiones suyas, pero últimamente así era él. Callado, sin decir nada con su rostro, solo se quedaba sentado mirando a la nada.

—Sakura va a venir hoy —dijo de pronto.

Y los hombros de Neji se tensaron.

—No te dije que me encontré con ellos en el mercado hace poco —Hinata llevaba los trastes de Neji y Hanabi, quien con sus auriculares puestos ignoraba la conversación—, quedamos de hacer una cena hoy, aquí, ya que la otra vez fue en casa de Sakura, de hecho, tengo que ir de compras en…

—¿No pudiste consultarlo conmigo antes? —Neji no quería dirigirle la mirada, pero Hinata sabía que esa era la primera reacción notoria desde que había regresado de la casa de Sakura—, no eres la única que vive aquí.

—Oh, pero si a Hanabi no le importa, ella adora a Sakura y adorará a Ino también, ¿no es así hermana? —Hanabi asintió, aunque Neji dudaba que ella hubiera escuchado la pregunta. Hinata se desató el delantal que traía puesto y lo colgó en un perchero de la cocina, donde había otros delantales suyos y de su hermana—, es algo que tienes que afrontar ahora, Neji, así que aséate y ponte algo lindo mientras yo no estoy.

Hanabi se levantó y fue hasta el fregadero para lavar los platos sucios. Hinata le dio un par de indicaciones de qué cazuelas, hoyas, y sartenes lavar para la cena, así como asegurarse de que el horno estuviera limpio, la vajilla pulcra y el comedor ordenado. Entre palabrería de su prima Neji entendió que iban a cenar pato al horno. Algo gourmet, clásico y refinado, algo que un Hyuga elegiría sin duda alguna.

—Neji… —antes de irse, Hinata fue hasta su habitación y encontró a Neji sentado sin saber muy bien qué hacer— ¿Pasó algo la otra vez?

—No sé de qué me hablas.

Estaba mintiendo, claramente. Tanto Hinata como Hanabi habían sentido una sensación extraña en Neji después de que este regresó en un taxi, con una expresión sombría y diferente al progreso que había tenido desde que se habían mudado al pueblo.

—Al principio pensé que estabas así por el chico Uchiha… —Hinata se acercó hasta su lado, y le tendió una mano sobre su hombro—, pero los Uchiha ya no son una amenaza para nosotros desde hace más de quince años, ¿hay algo más, ¿verdad?

La familia Uchiha, una familia anteriormente conocida por ser rica y poderosa como los mismos Hyuga. Todos por su característica apariencia sombría, cabello negro, ojos oscuros, con una mirada tan fría que uno no podía descifrar si este planeaba quitarte del camino o usarte como escalón. Fugaku Uchiha era un ejemplo claro, un hombre que Neji recordaba como un hombre que originaba miedo, no solo a los niños, sino también algunos mayores. Y después de Fugaku, era su hijo mayor, Itachi.

—Itachi Uchiha ha podido salir adelante uniéndose a las empresas Akatsuki en el extranjero —dijo Hinata—, los medios siguen cubriendo toda información sobre su paradero, y todos los periodistas a los que he contactado me han dicho lo mismo, su hermano menor murió hace aproximadamente quince años.

—No hay que ser genios para saber quién es ese sujeto, Hinata —la voz de Neji sonaba más ronca por el poco uso— si ese chico es Sasuke Uchiha, entonces eso quiere decir que hay huecos en el caso Uchiha que fueron manipulados por los mismos Uchiha.

—¿Tú crees que ese hombre sea el hermano que fue dado por muerto? Ino me dijo que era un vagabundo, no tenía un hogar y que sus únicas pertenencias era una caja de libros y una guitarra.

—No hay otra forma de saberlo más que preguntándole —fue lo único que respondió.

No era normal que el hijo de un empresario viviera en las calles, inclusive si los padres estaban muertos el dinero de su apellido había sido heredado a Itachi Uchiha al no haber otro heredero. Después de ser declarado como inocente durante los juicios este exigió la transmisión de los bienes de su familia, así como el dinero y las propiedades que estaban destinadas para su hermano.

¿Será que Itachi lo había traicionado, le había arrebatado todo para después desterrarlo y dejarlo en las calles?

—Sasuke es un chico muy tranquilo, también parece ser amable —Hinata le contó de la vez que los conoció—, junto a él estaba otro chico… un… chico rubio.

Debía referirse a Naruto, el escandaloso que le había reclamado por estar con Sakura la vez que llegaron a su casa. Era un chico con una voz aguda, molesta, con una actitud infantil y desastrosa que Neji no soportaba. Aún así, Sakura le miraba con una suavidad en su mirada que Neji no pudo soportar seguir viendo.

Luego estaba esa chica rubia, igualmente ruidosa, aunque de mejor apariencia y aparentemente consciente de que estaba tratando con un Hyuga. No era ninguna enfermera que pudiera ser colega de Sakura, así que lo más acertado era que fueran amigas desde antes, más cercanas que una simple amiga del trabajo.

Y luego estaba el chico Uchiha. A decir verdad, era el que menos le había desagradado, un chico igual de callado que él, con una mirada pesada que detonaba miles de emociones difíciles de explicar y a su vez te dejaba sin nada que decir. Un chico lleno de misterios detrás de su nombre.

Pero cuando Sakura abandonó su lado para ir corriendo hacía él no le importó mucho que él fuera el posible hijo perdido de los Uchiha. Tampoco le importó que el rubio estuviera haciendo uno más de sus escándalos con la otra chica mientras discutían por cualquier trivialidad.

Fue después de que el taxi llegara por él. Como había prometido se había quedado a tomar algo caliente, le dolían las piernas así que tampoco quería esforzarse demasiado si su enfermera no se lo pedía, pero justo antes de irse en el auto, una vez Sakura le había dado la dirección correcta y pagado el taxi, a pesar de que este se negó, pudo verlos. El chico de cabello negro se había acercado para abrazarla, inclusive con esa expresión neutra le rodeo el cuello y la atrajo por detrás. Sakura estaba riendo por ello sin apartársele, y después el chico rubio apareció para hacerlo.

Todos parecían ser amigos cercanos a ella, personas que seguramente habían visto muchos más lados de Sakura de los que él había tenido la oportunidad, algo más que su ceño fruncido y sus sermones de enfermera. Inclusive puede que ese chico sea…

—Neji —Hinata le llamó, y al parecer no era la primera vez ya que ya no se encontraba a lado suyo, sino que le había nombrado desde la puerta—, la cena empezará a las siete, por si quieres bajar, sino puedo hacer que Hanabi te suba lo que quieras.

Y dicho eso se fue.

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—En el nombre de… ¿cuántas veces tengo que explicártelo? —por tercera vez Ino echaba humo por las orejas mientras acomodaba la camisa a Naruto—, no lo arrugues, tampoco abotones el primer y segundo botón, no necesitamos que te veas formal para una cena casual.

Sakura se estaba poniendo sus zapatillas cuando vio a Ino y Naruto refunfuñando entre ellos. Ino se había encargado del conjunto de Naruto ya que en un principio este pensaba usar su ropa habitual desde que habían llegado a la casa de Sakura, una camisa de algodón naranja con sus pantaloncillos negros, pero no contaba con que Ino no estaría de acuerdo con ello. Sasuke por su parte tenía puesto una camisa negra en cuello largo con manga larga, unos pantalones semi ajustados y su abrigo desgarbado. SU cabello siempre se crispaba desde la parte trasera de su cabeza, y Sakura se acercó para acomodarlo.

—¿Quieres que me incline? —no era realmente una pregunta, Sakura estaba de puntillas tocándole el cabello mientras este, con esa altura que le sacaba una cabeza a ella, le miraba divertido.

Sakura se rindió no sin antes rechistar con su lengua.

—Ni poniéndote de rodillas podría hacer algo con ese cabello tuyo.

—Pensaba que solo querías tocarlo —este le tomó un mechón de su cabello y lo miró con una expresión serena—, ¿piensas dejártelo crecer?

Sakura había olvidado lo rápido que crecía su cabello. Ya habían pasado varios meses desde la muerte de su madre, y mucho antes de ello Sakura había pospuesto su visita con su estilista regular por el mero hecho de que estaba muy ocupada, así mismo siempre tenía el cabello recogido durante su trabajo y llegando a casa solo se veía detenidamente en el espejo antes de dormir.

—Puede que sí, puede que no… —ella misma también se agarró un mechón—, aunque admito que con este frío me viene bien.

Ambos se miraron y sonrieron con complicidad. Sasuke le pasó el brazo por los hombros, un gesto que ya se había vuelto regular, solo que esta vez Sakura tenía las mejillas más sonrojadas de lo habitual.

—Escuché una parte de su conversación —le dijo en murmullo mientras salían por el porche— y creo que Ino tiene razón al no confiar en mí.

—Ella no dijo eso —la voz serena de Sakura le rozó a Sasuke en un cálido suspiro—, es sobreprotectora, ya sabes que desde lo de mi madre…

Este le apretó la mano a manera de consuelo.

—Sin embargo, yo sé que no estoy siendo sincero, con ninguno de ustedes —detuvo su andar dejando que Sakura diera unos pasos más, cuando ella se giró, él le habló directo a sus ojos—, ¿alguna vez has escuchado hablar del apellido Uchiha?

Sakura negó con la cabeza, mirándole expectante a sus palabras.

—Mi familia murió cuando yo tenía once años —espetó—, yo… los encontré en su habitación, envueltos en sangre y apuñaladas. Cuando la policía llegó yo estaba en shock, y durante varios días estuve bajo el cuidado de una trabajadora social y una psicóloga.

Con dulzura y pena, Sakura le tomó el rostro entre sus manos. Sasuke ya no la miraba a ella, sino que había bajado la vista al suelo evitando así que ella viera lo duro que era para él hablar de ello. Este tomó su mano una vez más, ahora consolándose a sí mismo.

—No tienes por qué seguir hablando, yo…

—Pero debo hacerlo, por lo menos tengo que contártelo a ti. —le interrumpió Sasuke. Su voz sonaba diferente a la voz neutra de siempre—, mi hermano…

—¡Chicos, miren la hora! —Ino salió con prisa de la casa, detrás de ella iba Naruto con el pastel de manzana y una bolsa de cartón con lo que parecía ser un vino lo que venía dentro—, ¡Suban al auto o llegaremos tarde!

Sasuke jaló a Sakura para irse, y con las manos entrelazadas subieron al auto. Naruto e Ino seguían discutiendo por otra causa sin importancia que no notaron el silencio entre los otros dos.

—Todo está bien ahora, ¿no lo crees? —fue lo único que Sakura le dijo a Sasuke aun tomados de la mano.

—Sí —respondió en un susurró él.

Ino arrancó el auto.