¡Hola! ^^
Bueno, nada, solo decir que este es el capítulo final. Me parece que me ha quedado un poco raro, pero espero que os guste de todas formas.
También quería dar las gracias a todas las personas que han seguido este fic y que han dejado reviews. Me da un poco de pena tener que acabarlo, pero no podía alargarlo más.
Muchas gracias por vuestra paciencia.
Besos :D
Yuki.
-Yuki, ¿tu me quieres?- Me preguntó mi niño rosa.
-¿A qué viene eso ahora?- Le pregunté.
-Te noto raro desde hace unos días y seguro que es porque ya no me quieres.- Me dijo Shuichi mientras rompía a llorar.
-Lloras demasiado y te preocupas por cosas tontas.- Le dije.- Hace unos días me encontré con alguien que no veía desde hace mucho.
-¿Echas de menos a esa persona?- Me preguntó mientras se secaba las lágrimas con la manga de su camisa.
-No es eso, lo único es que me he puesto nostálgico.- Le contesté, aunque en verdad sí que echaba de menos a esa persona.
-¿Y por qué no vas a verle?- Me preguntó.- Si estás nostálgico deberías hablar con él.
-No, es mejor así.- Le dije y le robé un beso.
-Yuki, ¿recuerdas cómo nos conocimos?- Me preguntó inocentemente. Claro que me acordaba, me era imposible olvidar ese día.
-Lo recuerdo un poco.- Le dije para hacerlo enfadar.- Salí a dar un paseo y me encontré con la letra de una canción con demasiadas faltas de ortografía.
-¡Yuki, eres cruel!- Me gritó haciendo un puchero.
Esa noche no había dormido nada por culpa del trabajo. Mi editora me estaba matando a trabajar y aunque le diera largas no conseguía deshacerme de ella facilmente. Lo único que podía quitarme el estrés que había acumulado a lo largo de las últimas dos semanas era fumar un rato y, para mi desgracia, por culpa del trabajo no me había dado cuenta de que se me había agotado el tabaco.
Con toda la pereza del mundo me vestí decentemente para poder salir a la calle. Con lo cansado que estaba lo único que podía hacer era ir en coche, así que cogí las llaves y me dirigí hacia la tienda. Cuando encontré sitio para aparcar cerca de mi destino, me bajé del coche y andé lo poco que quedaba hasta llegar a la tienda. Iba distraido pensando en mis cosas que no me fijé y me choqué contra alguien.
-¿Estás ciego o qué?- Le pregunté con mi habitual mal humor, lo único que quería era fumar y dormir. El chiquillo con el que había chocado cayó al suelo y me miró algo asustado.
-Lo siento.- Dijo en un susurro mientras se agarraba el pie.
-¿Te duele el pie?- Le pregunté arqueando una ceja.-Solo un poco.
-Lo que me faltaba...- Murmuré y le ayudé a levantarse. Apoyado en mí se dejo guiar hasta mi coche y se sentó en el asiento del copiloto.- Espera un momento, tengo que comprar algo.
-¿Tardarás mucho?- Me preguntó con la mirada cristalizada.- Duele un poco.
-Esta bien, podré prescindir del tabaco.- Dije para luego subirme al coche. Esa mirada verde me había convencido.- Te llevaré a mi casa para ver ese pie.
-¿Eres médico?- Me preguntó dudoso y yo reí.
-No, pero te daré algo para el dolor.- Le dije y me miró desconfiado.
El trayecto hasta mi casa fue en silencio, ninguno de los dos dijo palabra alguna. El chiquillo me miraba de reojo con algo de timidez mientras que con una mano se acariciaba el pie como si de esa manera pudiera aliviar un poco el dolor. Se quedó muy sorprendido al ver mi casa y yo sonreí orgulloso.
-Es una casa muy grande.- Dijo en un susurro.
-Me gusta tener espacio.- Le dije y luego le señalé el sofá.- Sientate ahí.
-No es necesario que me de nada, ya casi no me duele.- Me dijo con una sonrisa que hizo que me faltara el aire durante un segundo. Le toqué el pie e hizo una mueca de dolor.
-Ya veo, pequeño mentiroso.
Al día siguiente volvió a mi casa para agradecerme el haber cuidado de él. Le invité a pasar y a tomar algo, tuve suerte y aceptó. Volvió más veces y yo con mucho gusto le abrí las puertas de mi casa. Ya no podía hacer nada, me había enamorado de él y lo único que deseaba era pasar tiempo con Misaki.
-¡Yuki!- Me llamó Shuichi desde el dormitorio. Tardé un rato en ir hacia donde él se encontraba, estaba escribiendo y él sabía que eso era sagrado.
-¿Qué te ocurre, bastardo?- Le dije arrugando el entrecejo. No debía molestarme cuando estaba trabajando.
-Estoy preocupado.- Me dijo tumbado en la cama y escondiendo la cara en un cojín.- Tengo que componer y no me viene la inspiración.
-Si vas a pedirme que te la escriba yo la canción estás perdiendo el tiempo.- Le dije.- Ya tengo bastantes cosas que hacer como para tener que solucionarte los problemas.
-No, no es eso.- Me dijo descubriendo su rostro.- ¿Tú que haces cuando no se te ocurre nada?
-Dar un paseo.- Le dije y me miró confundido.- Al pasear te distraes y los problemas se ven desde otro punto de vista, haciendo que no parezcan tan grandes. Ya verás como eso te anima.
-¡Yuki, eres genial!- Me dijo abrazandome y le devolví el abrazo brevemente.
-¡No puede ser!- Dije aporreando la mesa.
-¿Puedes hacer el favor de dejar de gritar?- Me pidió Misaki entrando en mi estudio.
-Es que no se me ocurre nada y mi editora vendrá mañana.- Le dije molesto.- La voz de esa mujer cuando se enfada me irrita.
-¿Sabes qué te vendría bien?- Me preguntó.- Despejarte y olvidarte de todo esto.
-Eso es fácil de decir pero...
-Debes pasear.- Me dijo acariciándome el pelo.- Al pasear te distraes y los problemas se ven desde otro punto de vista, haciendo que no parezcan tan grandes.
-Vale, saldré a pasear pero con una condición.- Le dije ya más alegre.
-¿Qué condición?
-Tú vienes conmigo.- Sin decir nada más lo arrastre fuera y comenzamos a dar un paseo muy largo. No supe muy bien dónde estábamos cuando comenzó a llover. No teníamos con qué cubrirnos y acabamos empapados.
-Mira, Yuki.- Me dijo señalando una vieja casa.- Parece que está abandonada, podremos refugiarnos de la lluvia ahí.
Entramos en aquella casa llena de polvo y telarañas. Nos dirigimos a lo que suponiamos que debía ser el salón y nos quedamos de pie mirando a nuestro alrededor. Habían unas cortinas viejas y grises, aunque seguramente en su día no eran de ese color.
-¿Nos sentamos?- Me preguntó ese joven que me volvía loco.
-El polvo se apegará a nuestra ropa mojada.- Le dije y encontré en un rincón de la habitación una manta con un estampado de flores que parecía casi nueva.- Sentemonos sobre esta manta.
-¿Qué hace aquí?- Me preguntó curioso como si yo lo supiera.- No parece vieja.
-Eso da igual, sientate conmigo.- Le dije colocando la manta en el suelo. Hizo lo que le había pedido y tumbados como nos encontrabamos comenzamos a besarnos apasionadamente. Él estaba muy nervioso y lo noté.- Tranquilo, no voy a hacer nada que no quieras.
-Yo quiero hacerlo, pero...- Me dijo poniéndose rojo mientras yo marcaba su cuello.
-Sé que es tu primera vez, seré gentil.- Le dije para luego añadir.- Solo si tu quieres hacerlo.
-Sí que quiero, Yuki, hazlo.- Me dijo y cumplí lo pedido. Sobre esa manta lo hice mío y recorrí su piel marcándola a mi paso. Así como estabamos, desnudos y sudados, me armé de valor y se lo pedí.
-Misaki, ¿quieres venir a vivir conmigo?- Le pregunté deseando que la respuesta fuera afirmativa. Al principio se lo pensó un poco pero luego asintió sonriendo y haciendome muy feliz.
-Cualquier día de estos me voy y no me vuelves a ver más.- Me amenazó Shuichi enfadado.
-¿Y dónde irás?- Le pregunté.- Tu madre se moriría del susto si te viera aparecer por su casa, ahora que se han librado de ti...
-¡Imbécil, llorarás cuando me vaya!- Dijo Shuichi.
-No te enfades.- Le dije intentando tranquilizarlo.
-Me enfado porque siempre le haces caso a él y pasas de mí.- Me dijo Shuichi bastante enfadado.- Aquí lo único que vale es lo que dice Tohma Seguchi, pues no, yo también cuento.
-Siempre te enfadas por idioteces.- Le dije perdiendo la poca paciencia que tenía.
-No son idioteces, siempre te dejas influenciar por él y lo peor de todo es que no te das cuenta.- Me dijo y salió dando un portazo. Me sentí mal porque en el fondo sabía que tenía razón.
Me había dejado. Me lo merecía por idiota, me había comportado como un imbécil y ahora estaba en esa situación. Me quería morir, mi pequeño Misaki se había ido dejando solo una nota. ¿Podía ser la vida más cruel? Era cruel, pero no injusta. Para mí era justo el haberme quedado solo. Ese día fui a su casa y discutí con él. Ahora si que eradefinitivo, se había acabado todo o eso fue lo que creí en ese momento. Ya hacía dos semanas de eso y todavía no podía asimilarlo. Para mi sorpresa ese día Misaki apareció delante de mi puerta, pero no vino solo, le seguía un intento de persona; Usami Akihiko.
Pero el que ganó y recuperó el amor de ese niño fui yo, no él. Yo era el vencedor, disfruté de mi victoria durante el poco tiempo que pude. El día que me reconcilié con Misaki le hice mío y más tarde, sin perder el tiempo, fui a contarselo a Tohma.
-¿Has vuelto con él?- Me preguntó sorprendido. Yo esperaba que se alegrara por mí, pero no fue así.- ¿Por qué?
-Porque le quiero.- Le dije y frunció el ceño.
-Eso ya lo sé, lo que no tengo claro es que él te quiera a ti.- Me dijo y le miré comenzando a mosquearme, sabía que lo que iba a decirme a continuación no me iba a gustar nada.-Tengo entendido que se ha estado viendo con Usami Akihiko,¿no es así?
-Sí, pero fue un beso tonto.- Le dije para que se callara.
-Oh, se han besado y todo.- Me dijo formando una sonrisa de lado.- Quiero lo mejor para ti, Eiri, por eso quiero que te alejes de ese niño. Solo es un crío que no sabe lo que quiere y te va a hacer daño, olvidate de él y busca a otro.
-No puedo hacer eso, él es mi mundo.- Le dije ofendido por lo que acababa de decir.- Desde que me dejó lo he pasado muy mal, ahora que vuelvo a tenerlo no voy a echarlo todo a perder.
-Ha besado a ese escritor.- Me dijo levantándose de su silla y acercándose a mí.- No parece ser del tipo de chicos que besan a cualquiera, si lo ha hecho es por algo y puede llegar a repetirlo. Te acabará dejando por él.
Salí de su despacho muy enfadado, Tohma se estaba comportando como un idiota y por su culpa me estaba poniendo celoso. Pasaron los días y seguí dándole vueltas a lo que me había dicho mi cuñado. No tenía sentido, Misaki me quería y no me iba dejar por ese escritor. Entré en mi casa esperando el recibimiento de Misaki, pero no me dijo nada. Se encontraba muy concentrado leyendo.
-¿Qué haces leyendo?- Le pregunté sorprendido.- Eso no es muy normal en ti.
-He visto el libro y me ha dado curiosidad.- Le contesté.
-¿Y que libro es?- Le pregunté sentandome a su lado en el sofá.
-"No quise evitar enamorarme de ti"- Me dije algo nervioso..
-¿Ese no es el nuevo libro de tu sensei?- Le pregunté frunciendo el ceño y él se limitó a asentir.- Tenemos que hablar, esto no funciona.- Le dijo de golpe. Algo dentro de mi se había roto al enterarme de quién era el autor de ese libro, en ese momento supe que Tohma tenía razón.- Es mejor que lo dejemos estar antes de que sea demasiado tarde, Misaki, te aprecio pero no te amo.
Esa fue la mentira que le conté para que se fuera de mi casa. Amaba a ese muchacho pero si él quería a ese Usami yo no podía retenerlo junto a mí haciéndolo infeliz. Si de verdad quieres a alguien déjalo ir, eso me parecía una mierda pero no me quedaba otra.
"¿He hecho bien?" Era la única pregunta que rondaba por mi cabeza. Desde el día anterior esa pregunta me estaba matando. Decidí encender la tele para distraerme un rato, ojalá no lo hubiera hecho.
-Les informamos de un nuevo cotilleo sobre la vida amorosa de uno de los hombres más guapos de todo Japón.- Dijo la presentadora del programa. "Que asco, un programa de cotilleos" pensé, pero antes de cambiar de canal escuché las siguientes palabras que me obligaron a seguir viendo esa basura de programas.- El gran Usami Akihiko es gay y está saliendo con un menor de edad. Aquí les dejamos las imagenes que hemos obtenido de la pareja en medio de su firma de libros.
Después de ver esas imagenes pude responder a la pregunta que no había podido sacar de mi cabeza. "Sí, he hecho bien". Él iba a ser muy feliz y yo debía resignarme.
-Yuki.- Me llamó Shuichi en un susurro, haciendo que yo me volteara a mirarlo.- ¿Tú me amas?
-¿Qué pregunta es esa?- Le dije mientras lo acercaba más a mi cuerpo para abrazarlo.
-A veces no lo tengo muy claro, me cuesta ver lo que sientes.- Me confesó cabizbajo.
-Tonto, si no te amara no dejaría que vivieras en esta casa gorroneándome a diario.- Le dije y supe que esa era la respuesta que él quería ya que buscó mis labios para atraparlos en un beso.
FIN.