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PRIMERA PARTE

30 de enero 2019

Nota autora: Después de 6 años –y un poco más–, me he dignado finalmente a editar los errores de ortografía y gramaticales, pero eso es lo de menos, sino que quiero agradecer a quienes han leído esta historia y se han mantenidos atentos después de tanto tiempo, escribiéndome cada vez que tienen la oportunidad y dándome su apoyo.

Hace mucho que quedó atrás esa chica de 16 años que comenzó esto por una idea loca después de leer el epilogo de RE3: Némesis y una entrevista de Shotaro Suga, ahora mismo me encuentro terminando mi último año de universidad, en marzo tengo la última presentación y después tendré mi título universitario, por lo que puedo decir que me han acompañado en un camino de aprendizaje enorme, desde dos años antes de salir del colegio y ahora terminando la universidad.

Me he enamorado de la literatura como jamás pensé que lo haría, he estado trabajando en cosas fuera de los fandoms, pero no por eso he dejado esto, pronto tendré más historias de RE y espero que les guste tanto como esta.

Debo decirles que estoy muy, muy agradecida con todos ustedes y con quienes comiencen a leer esta historia, porque esto comenzó gran parte de un sueño que espero algún día concretar.

Sin más, aquí los dejo con la historia.

UNO: PEQUEÑO SECRETO

ADA

«Una mujer se mira en el espejo. Solía hacerse llamar Ada Wong, pero esta mañana va a decir adiós a su nombre.

No volveré a ser Ada Wong, se toca el abdomen y piensa, esta es la marca de Ada Wong, no la mía.

Y, mientras dice adiós a Ada Wong, no puede evitar derramar algunas lágrimas, sin embargo no tiene mucho antes de su próxima misión»

—Solamente debo ser más cuidadosa y nada malo nos sucederá— dijo colocándose el largo vestido rojo con detalles dorados. —Esta es la última misión por un tiempo— tras decir esto suspiró y con su muñeca se secó algunas lágrimas que habían recorrido sus mejillas.

—Agente Wong— la llamaron a la puerta.

—Ya voy— dijo desde adentro y caminó hasta la cama en donde se encontraban los zapatos, los cuales se colocó y rápidamente salió sin antes tomar sus cosas.

Tras la misión, regresó hasta Tatchi, ciudad en la que residía y en la cual se mantenía oculta, llegó hasta su departamento y rápidamente se fue a bañar. Tras salir caminó solamente cubierta por una bata de seda roja, entró en su cuarto y ahí sacó el corto camisón de un tono un poco más oscuro que la bata, lentamente retiró esta y la dejó caer al suelo, se miró durante unos segundos en el espejo y llevó sus manos hasta su abdomen, a sus treinta y cuatro años jamás pensó que estaría en ese estado, menos aún que lo haya provocado solo una noche, de las tantas, con un joven de ojos celestes y cabello castaño claro. Jamás pensó que pasar esa noche con Leon Scott Kennedy provocaría esto, un embarazo.

Sacudió su cabeza intentando no pensar en eso, tomó el camisón y se lo puso, caminó hasta la cama, removió algunas sabanas para acostarse, tras taparse se quedó ahí, sentada e inmóvil, atrapada en su mente que revivía esa noche, quizás el destino los había vuelto a unir y eso era lo que debía suceder, lo cual dio como resultado a esa pequeña criatura que ahora Ada llevaba en su vientre y que la hacía temer lo peor. No era tan fría como para abortarlo y menos aún si se trataba del hijo del hombre del cual estúpida e incondicionalmente se enamoró en unas horas y que al volver a verlo había revivido ese sentimiento que ocultó bajo mil llaves en su interior, pero que con sólo una mirada de él logró abrir esa caja fuerte en la que escondía sus sentimientos.

Y de esa manera pasaron seis largos meses, completamente sola después de haberse alejado de la compañía tras excusarse con enfermedades y asuntos personales, y esa mañana no sería distinta a ninguna otra. Se levantó, dificultosamente caminó hasta la tina, abrió la llave, dejó que esta se llenara, se desvistió y entró en esta, sus músculos se relajaron y se mantuvo quieta por unos segundos, después lentamente, y con cuidado, acarició su abultado vientre.

—Solo falta un mes, querido— dijo sonriente.

Sentía como en su interior se movía, era lo más hermoso que le había pasado y que, a pesar de sentirse sola a veces, ese bebé recordaba que tenía alguien más en su vida, ahora lo tenía a él, al pequeño Kennedy, pero que debido al desconocimiento del padre tendría que solamente ponerle su apellido, Scott Wong.

Quizás era muy atrevido de su parte usar el segundo nombre de él, pero no lo llamaría igual o sería incluso más obvio.

Ya habían pasado seis largos e interminables meses en los que había hablado con su vecina, una mujer de ya avanzada edad, muy carismática y amigable, se habían vuelto muy cercanas ya que ayudaba a Ada con curiosidades del embarazo, además le había pedido que cuidara a Scott mientras iba a hacer su trabajo.

En todo ese tiempo solo sabía de Leon a través de algunos informes de agentes que se lo habían encontrado en sus misiones, a pesar de todo, ella jamás lo buscó sabiendo en donde se encontraba y que hacía, no quería llevar ese secreto que pesaría en su joven vida, él acababa de cumplir treinta y dos años, y aunque se viera maduro, ella sabía que no lo era, por lo cual seguiría siendo un secreto hasta el momento preciso, Además, a pesar de que ya no tenían los encuentros que los caracterizaban tanto y el último ni siquiera alcanzó a concretarse, debido a la llamada de Hunnigan, él no se daba cuenta o al menos no era como los primeros meses, en que cada vez que su número quedaba registrado en el celular de Leon éste la llamaba, quizás se había dado por vencido, tenía otra pareja o quizás pensaba que de nuevo ella se había alejado, como lo hacía de vez en cuando debido a las misiones.

Pasó ese mes rápidamente hasta que el día llegó, se subió al taxi que la llevó a la lujosa clínica y entró, rápidamente la dirigieron a la habitación, tras unas horas de preparación y el parto, por fin lo tenía entre sus brazos, a pesar de su cansancio lo abrazaba de manera cariñosa y cuidadosa, lo miraba fijamente, era precioso y único, sus ojos se deleitaban con el cabello rubio que resaltaba en la piel un poco más morena símil a la de Leon, y los dos verdosos ojos que habían eran más claros que los de ella. Quizás su obsesión con el color rojo era preocupante, pero así le gustaba, además encontraba que a su pequeño hijo le sentaba bien, ya que el pequeño traje que había entregado para que lo vistieran combinaba perfecto con sus rasgos además de los detalles azules que adornaban el traje. Sonrió y levemente besó la frente del bebé.

—Bienvenido, guapo— murmuró aun sin borrar la sonrisa. —Eres igual a tu padre.

—Señorita Wong, aquí están sus papeles— dijo el doctor entrando a la habitación.

—Gracias— dijo tras ver como al doctor dejarlos sobre la mesa de noche.

—Scott está sano, no hubo dificultades y no tiene problemas, felicitaciones— dijo sonriendo. —Si me permites, lo dejaré en su cuna.

Ada solamente asintió y el doctor tomó al pequeño infante, lo dejó en el interior de la cuna y se retiró despidiéndose con la mano, Ada se acomodó, tomó los papeles, los revisó y después los volvió a guardar, esta vez en su bolso. Suspiró y se recostó en la cama, miraba desde ese lugar a su pequeño niño que dormía plácidamente.

Se durmió rápido, pensó sonriendo, estaba por fin más tranquila, ahora sólo le quedaba irse de ahí por la mañana para no llamar la atención de la agencia, pero por eso había ido a esa clínica, la exclusividad era impresionante y por unos ceros más en el pago final, habían falsificado los papeles de nacimiento.

Ya después de haber terminado de descansar fue dada de alta por la mañana, tomó sus cosas y cargó al bebé hasta el taxi, viajaron hasta llegar al departamento, sin ser vista por los demás, subió hasta el piso en donde se encontraba su departamento, pero antes de entrar, rápidamente su vecina apareció y se acercó.

—Mira nada más, que hermoso muchachito— dijo sonriendo. —Déjame ayudarte.

Y antes de que la espía pudiera reaccionar, la mujer le había quitado a su pequeño hijo de los brazos, sin más remedio sonrió y abrió la puerta dejando entrar primero a la señora junto a Scott y después cerró la puerta tras de sí. Ambas caminaron hasta el cuarto que había preparado para el pequeño con la ayuda de la mujer, y es que Ada podía ser una experta en armas, pero en lo que se trataba de maternidad su conocimiento era nulo.

—Esta es tu habitación Scott— dijo la señora sonriendo mientras jugaba con la pequeña mano del bebé. —Tu mamá se esforzó mucho para que quedara así de hermoso.

—¿Quiere quedarse a comer, señora Ming?— le preguntó a la mujer, la cual con una gran sonrisa esbozada en su rostro asintió.

Wong solamente asintió y salió de la habitación, su departamento no era muy grande, pero era lo suficiente como para que ambos vivieran, una cocina amplia, una sala—comedor de gran tamaño y dos habitaciones que compartían un baño en el medio.

Desde ese día su rutina cambió completamente, a veces despertaba de madrugada debido a los llantos de Scott, lo amamantaba y volvía a dormir, unas horas más tardes volvía a levantarse para cocinar, después de comer jugaba con Scott y hablaba con la señora Ming que diariamente la visitaba, pero en su interior sabía que esa rutina no duraría mucho, pronto el llamado de Wesker se hizo presente, sin más remedio tuvo que aceptar la misión o pondría en peligro la vida de Scott, a pesar de que nadie en la compañía sabía de su embarazo aun así era peligroso.

—Lo cuidaré bien, no te preocupes— dijo sonriendo la mujer de avanzada edad.

—Gracias señora Ming, se lo pagaré.

—No es necesario, querida.

—En el bolso hay dinero para la comida, ropa y juguetes, si necesita algo más también están las llaves del departamento— le dijo rápidamente, la mujer solo asintió —Adiós guapo, volveré pronto no te preocupes— dijo dándole un beso sobre la frente al pequeño Scott antes de salir a la misión.

Así pasó el tiempo hasta que Scott cumplió un año, un cumpleaños muy pequeño, solo había comprado una pequeña torta, la señora Ming y su esposo habían asistido y habían llevado con muchos regalos para el pequeño.

Y como tal rutina de los primeros meses ya se había terminado, ahora sólo estaba la de salir a misiones dejando a su pequeño niño con su vecina, regresaba con regalos para ambos y a los días volvía a salir a una nueva misión, hasta la muerte de Albert Wesker. Posterior al suceso, la compañía se mantuvo en recesión durante un tiempo, el que aprovechó para pasarlo con el infante, pero que volvió cuando un nuevo presidente se hizo cargo de Neo—Umbrella, y no era nada más que Simmons, antiguo científico de las instalaciones y un loco obsesionado con ella.

Para el segundo cumpleaños de su hijo recibió una llamada, rápidamente se negó, pero debido a las insistencias de Simmons tuvo que acceder, como siempre puso una condición, seria unos días después, el accedió y así fue dos días después se embarcaba en una nueva misión.

A la república oriental Eslavos, objetivo conseguir las plagas criadas por Svetlana Belikova

Siguiente capítulo: Damnation.

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