InuYasha & cia. no me pertenecen, son propiedad de Rimko Takahashi.


Era casi imposible que Jaken no encontrase todas las mañanas a Rin durmiendo en el sofá o tendida sobre una cama que no estaba preparada. Él no sabía —ni se imaginaba— porque parecía que jamás dormía y una continua y desusada sonrisa aparecía sin querer en sus labios, cuando se distraía, a la misma vez que se sonrojaba, parecía que recordaba algo muy agradable. El desayuno paso rápidamente de ser el acontecimiento más bullicioso de la mañana a un simple acto silencioso y rutinario. Rin no parecía ella misma y se exaltaba con cualquier cosa, como si viviese en un sueño del que la sacaban constantemente al llamarla por su nombre o producir ruidos medianamente fuertes. Su distracción llego a límites insospechados cuando en medio de la clase exhalo un suspiro profundo; hubiese pasado desapercibido por cualquiera, si no fuera porque iba acompañado de un nombre.

— ¿Sesshōmaru? —pregunto Kagome con picardía, sacando a Rin de sus cavilaciones.

— ¿eh? ¿Dijiste algo Kag? —De verdad que Rin no había puesto total cuidado a lo que había dicho su compañera, pero su subconsciente había reaccionado ante esa palabra delicada que poseía la facultad de hacerla soñar y despertar continuamente.

—últimamente estas muy distraída Rin —comento Kagome inmediatamente, buscando una insinuación que hiciera a su amiga confesar lo que ella llevaba tiempo sospechando —, acaso estas saliendo con un chico.

La exaltación de Rin conmociono de inmediato a toda la clase. Ni bien Kagome había terminado de afirmar sus sospechas cuando ella se levantó de inmediato lanzando un sorpresivo « ¡¿Ah?!» que le otorgó a sus mejillas un tono rojizo. Al verse observada por treinta pares de ojos curiosos volvió a sentarse con cuidado, más apenada que nada.

—Estas diciendo barbaridades Kagome —se defendió Rin—, yo no tengo nada con el amo Sesshōmaru.

—Mm… yo no había mencionado nada del tal Sesshōmaru ¿Quién es? ¿Cómo lo conociste? ¿Y qué es eso de llamarlo "amo" como si fuese la gran cosa? —pregunto con rapidez la otra muchacha, amontonando una interrogante tras otra, sin darle a su amiga la oportunidad de reflexionar bien acerca de las preguntas.

—No es nadie —informo con nerviosismo.

Un secó golpe de su carpeta al cerrarse dio por finalizada la charla y Rin salió del salón. Las impertinentes preguntas de su amiga la habían hecho recordar algo que poco le gustaba, las salidas nocturnas con su amo no llegaban exactamente a ningún lado y, aunque su corazón latía como loco con solo pensar en él, nunca habían hablado sobre el amor o algo parecido, solo sobre si ella quería permanecer a su lado por siempre, explícitamente sobre si dejaría alguna vez que él la convirtiera en vampiro, le mordiese el cuello.

Mientras se peinaba en el lavado corrió su cabello para atrás y observo su cuello con cautela, la sola idea de sentir un par de colmillo que se le enterraría en la carne y le succionarían la sangre era grotesca; un poco sádica y molesta, además de que jamás volvería a ver la luz del sol y todas las personas que ahora eran sus amigas luego serían sus presas. Tenía que decidir rápido lo que quería en realidad, pues había hecho una promesa que debía cumplir.


—Señor Sesshōmaru —le llamó el mayordomo, al ingresar en el cuarto oscuro donde descansaba su amo—, ¿quería verme?

—Sí, Jaken —Contesto Sesshōmaru—. Me dijiste hace un par de días que Rin estaba comportándose extrañamente ¿dime que pasa?

—Señor, no sé si será impertinente de mi parte decirle esto —murmuró con indecisión—, pero creo, no, estoy seguro, de que la mocosita está enamorada. No sé de quién, ella nunca menciona a ningún chico, pero se está comportando como una completa enamorada. Se distrae a cada tanto, deja cosas sin hacer y se exalta cada vez que alguien pronuncia su nombre, además esta semana vi que escribía y escribía algo en un cuaderno, poniendo una carita de ángel, que no me dejo la menor duda de que está enamorada.

Un suspiro resignado hizo eco en el vació y oscuro cuarto. Sesshōmaru empezaba a arrepentirse de su decisión, ya no quería que Rin lo quisiera porque ahora podía hacerle daño y eso era mucho peor que vivir en las sombras de su existencia sin siquiera saber si ella se percataba de su presencia a ciertas horas y de los pequeños detalles que arreglaba para ella cada día. Le dolía imaginar que la interrupción abrupta que había hecho en la vida de su protegida la ponía ahora en lugar poco propicio, había muchos que lo querían muerto a él, entre ellos Naraku, uno de los vampiros que en esa lejana noche de invierno habían intentado asesinar a Rin. Por otro lado, y viéndole el lado bueno a la situación, esa pequeña niñita que había cuidado por tanto tiempo y con una extraña devoción, muy ajena a su naturaleza, ahora lo amaba, tal vez tanto como él lo hacía.

—No te preocupes Jaken, ella ha estado saliendo conmigo —confeso el albino, sirviendo un poco de vino tinto en una copa—, en las noches se escapa a tu vigilancia. No eres muy eficaz, sabes.

El pobre sirviente sintió que le tomaban del pelo, era imposible que su querido Amo Sesshōmaru estuviese saliendo con la mocosita, él no era de esas personas. Lo había sorprendido al enviarlo por ella al orfanato, pues ignoraba como su Amo tenía conocimiento de la existencia de Rin, como ignoraba muchas otras cosas, ahora la idea de que él estuviese enamorado, o algo así, de ella, era supremamente imposible, no tenía sentido por ningún lado, debía estar en un mal sueño.

—Señor, ¿me está tomando del pelo? —pregunto con cautela.

— ¿Crees que soy un hombre de bromas? —le respondió secamente Sesshōmaru, terminando de beber el vino que había servido.

—No señor, claro que no. Me retiro, hasta luego.

La salida del sirviente le dio vagas esperanzas a Sesshōmaru de buscar una solución a su actual problema, pero ahora Rin se le colaba en los pensamientos repentinamente y empezaba a llevarlo al pasado esporádicamente. Suavemente, y sin darse cuenta, cayó en un profundo sueño, raras veces se quedaba tan quieto y tranquilo, pero la imagen y la idea de tener a Rin por siempre a su lado era demasiado bella para desecharla y no prestarle atención. Por otro lado, ella había prometido tener una respuesta para esa semana y, ya que era el último día, habría de decírselo.

Si Sesshōmaru tenía suerte, su protegida abandonaría su «fugaz y poco atractiva» vida como humana y se uniría a él en una vida larga y divertida en la que se amarían por siempre y para siempre. Era un hombre —digo vampiro— tan confiado que en ningún momento se atrevió a cuestionar el hecho de que ella quisiera ser humana renunciando a él, confiaba tan ciegamente en la persona de Rin que bajo la guardia dos segundos y se quedó dormido.


Los sentidos del vampiro reaccionaron de pronto, su olfato había detectado sangre y sus oídos un par de gritos. Miro a su alrededor y vio las cortinas recogidas, una alta y blanca luna alumbraba la habitación, dándole un aspecto un poco tenebroso.

Volvió a escuchar los gritos.

Con rapidez se levantó de la silla, corriendo a zancadas hasta el origen de ese bullicio, la sangre le era conocida, sabía quién era, pero no con exactitud. Hizo su oído más agudo y pudo distinguir la voz de Rin pidiendo auxilio desesperadamente. Se detuvo en el inicio de la escalinata para mirar el living poblado de vampiros, con sus sirvientes desangrándose en distintos lugares del pasillo, pero a Rin no podía localizarla.

—Sesshōmaru, que gusto verte —hablo una figura masculina que poco a poco fue saliendo de un rincón de la estancia—, creí que no vendrías a mi pequeña fiesta. Discúlpame por lo de tus sirvientes, pero olvide los aperitivos.

— ¿Dónde está Rin, Naraku? —cuestiono el albino de inmediato. Analizando el terreno con una mirada, solo eran Kagura, Byakuya, Bankotsu, Jakotsu y Naraku.

—Ah, hablas de la pequeña niña que iba a ser mí comida cierta noche ¿verdad? —respondió con picardía, dándole a entender a su anfitrión que tramaba algo—. En vista de que no aprecias, la he dejado como plato fuerte, no te preocupes, compartiremos contigo.

Y sin que Sesshōmaru tuviera oportunidad de formular otra pregunta o tuviese oportunidad de reaccionar, Kagura saco de un armario a Rin, a quien mantenían atada y amordazada. Estaba bastante serena, a pesar de la situación, pues confiaba en la fuerza de su Amo. En los tres segundo que duro la primera mirada que compartieron, ella le expreso con los ojos lo asustada que estaba, pero que no se daría por vencida y no permitiría que la vieran desfallecer, al menos podía aparentar la fuerza que no tenía.

—Sabes, Sesshōmaru —empezó a hablar Naraku de nuevo—, nunca pensé que tu tuvieras esa predilección por los humanos. Al principio pensé que solo la cuidabas para tener carne y sangre joven de la cual alimentarte un buen tiempo, pero ¿enamorarse? Me decepcionaste y yo que te creí una buena muestra de nuestra raza.

—Y yo espere un oponente con cerebro —alegó el albino, parándose frente a Naraku—. Esperas que me quede aquí parado mientras la haces daño a Rin y…

—Es cierto —Recapacitó el malvado—, atrápenlo muchachos.

Este hombre es idiota. Reflexionó Sesshōmaru mientras se zafaba del agarre de Jakotsu golpeándolo en el estómago y le lanzaba un puñetazo a Byakuya que se acercó al mismo tiempo que el otro. Kagura, se le lanzo al cuello, intentando morderlo e incapacitarlo, pero en un rápido movimiento esquivo su ataque, haciendo que se chocara con Jakotsu y ambos quedaran inconscientes.

Se apresuró a buscar a Naraku con la mirada, al parecer estaba tratando de escapar, llevándose de paso a Rin con él.

— ¿A dónde vas? —dijeron burlonamente Byakuya y Bankotsu, interponiéndose entre Naraku y él—. No creemos que estés invitado a ir con ellos.

Sesshōmaru no tenía tiempo para bromear con ambos y luego rescatar a su pequeña. Maquino rápidamente un plan y lo ejecutó, valiéndose de su agilidad para volar, que ellos también poseían, alzo vuelo escaleras arriba, buscando que lo siguieran y en cuanto los tuvo a oscuras en el corredor los asesino a uno por uno con sus garras.


—Vamos Rin-chan —pedía misericordiosamente Naraku—, no te retuerzas de esa forma, si no caerás al vacío y morirás.

Debido a la mordaza Rin apenas si respiraba y en ese momento deseaba tanto poder abrir la boca e insultar al patán que la estaba secuestrando. Mantenía los ojos tan cerrados como podía al saber que ese tonto podía —y un dudaría— en soltarla a esa altura, sumándolo al hecho de que el solo mirar para abajo la producía un vértigo tremendo, volar no estaba entre las cosas que apreciaba. Al menos el paseo no duro mucho y pronto estuvo en tierra firme, en un edificio abandonado, para ser más exactos.

—Creo que todos murieron ¿Una última voluntad?

—Claro —le escupió en la cara cuando hubo desatado la mordaza—, pero no creo que la cumpla.

Naraku dejó escapar una carcajada, era una chica bastante linda. Le daba hasta un poco de lastima matarla, pero, como siempre, debía evitar a los sobrevivientes y mucho más cuando se trataba de una venganza. Sesshōmaru no solo le había interrumpido la cena años atrás, también frustró muchos de sus planes de estafa en la bolsa y que matara a un par de personas que se inmiscuían en sus negocios. Aunque tuviera un semblante poco encantador, Sesshōmaru seguía siendo una buena persona, y eso era disgustante.

—No te asustes pequeña —insistió Naraku, acercándose a Rin y corriéndole el mecho de cabello que cubría su cuello—, no creo que duela, aunque… no estoy seguro.

Perfilo el cuello con sus colmillos y una sardónica sonrisa, disfrutando segundo a segundo el terror que sentía emanar de la muchacha, como al acortar la distancia su pulso se volvía cada vez más rudo y ahogaba un grito desesperado, eso en cierta parte lo excitaba, preparo su mandíbula y apretó, pero no chocó con nada porque un dolor intenso, el desgarre de su cuello, se lo impidió. Sesshōmaru había clavado sus filosas garras en su cuello y luego, con ellas mismas, halo hacía atrás, abriéndolo.

Rin exhalo un suspiro de alivio, y recibió con total agrado el abrazo que su protector le ofreció, una vez la hubo liberado. El escapar de la muerte no era una anécdota que pudiese contar todo el mundo, y menos teniendo como referencia a un vampiro psicópata que intento comérsela. Por un momento no se escuchó más que la respiración agitada de ella, de verdad que por un momento había perdido toda esperanza y ya se echaba a los brazos de la muerte, pero esa repentina intervención de Sesshōmaru le había recordado que tenía una vida que se quedaría a medias si moría, por ende se asustó a sobremanera.

Sesshōmaru no perdió oportunidad, la cargo y volvió con ella a casa. No esperaba dejarla ahí a merced de otro idiota, pero la razón principal era que por lo que había pasado tenía una razón más para hacer que Rin se quedara con él por siempre, quería estar seguro de que no sería fácil lastimarla y que podría defenderse sin problemas.

— ¿Estas mejor? —pregunto, una vez la sentó en un sofá.

Kagura y Jakotsu ya no estaban, seguramente habían huido.

Rin no contesto a la pregunta, solo asintió y miro a su alrededor. Alguien se había encargado de arreglarlo todo y limpiarlo. Ese alguien tenía el claro nombre de Jaken, quien, afortunadamente, no estaba esa noche en casa.

Rin llego a la conclusión que cada vez que algo interesante sucedía él se lo perdía.

—Rin, necesito que me des una respuesta —soltó de pronto Sesshōmaru, tomándola un poco por sorpresa—. Mira lo que sucedió hoy, no quiero estar pensando a cada segundo que algo malo te sucederá.

La muchacha lo miro tiernamente desde el sofá, podía verse realmente tierno, a su parecer, cuando se enojaba e intentaba darle solución a las cosas de la manera más apresurada posible, sin tener en cuenta ni el momento ni la situación.

—Yo… —empezó a hablar Rin despacio, intentando no tartamudear—, creo que no lo haré —lo soltó tan de repente que Sesshōmaru desvaneció de inmediato la media sonrisa que intento formar imaginando una respuesta afirmativa.

—Amo Sesshōmaru, yo lo quiero mucho… no, yo lo amo —se sinceró, cortándosele la voz en el último momento—, pero esta noche me di cuenta de lo poco que encajo en su mundo, es bastante raro, y molesto, si me permite aclarar. Aun así yo me quiero quedar a su lado todo el tiempo que pueda, siempre y cuando no me convierta en vampiro.

Lo último sonó como un puchero que bajo la frustración de Sesshōmaru, tenía que admitir que ella lo había convencido, no del todo, pero lo suficiente para encontrar su punto. Estaba seguro de que era mala idea, pero al tratar de enfrentar a Rin, para convencerla de que era tonto tomar esa clase de opción, se topó con un par de orbes chocolates que lo miraban directamente, con una actitud, a la vez sumisa y firme, que le hicieron olvidar su propósito.

—Si es lo que quieres —resolvió el albino sentándose junto a Rin—. Solo promete no apartarte mucho de mí.

Incluso Rin, quien mejor lo conocía, pudo sorprenderse de las dulces e inusuales palabras con que le había hablado, mientras la encaraba mirándola muy fijamente.

—Como podría no hacerlo —contesto divertida, volviendo a tener su clásica sonrisa.

Ambos se miraron a los ojos un par de segundos, reconociendo el poder se esa promesa que acaban de hacer y, como para que fuese más verdadero, el vampiro estiro la mano y suavemente acaricio la mejilla de su niñita, acercándose lentamente para besarla.

Fin.


Hola :3

Bueno, quiero dejar en claro que esta pequeña continuación ha sido solo porque la retadora la sugirió y siendo sincera también porque a penas hube terminado se me ocurrió esta idea.

Perdón por tardar tanto terminar, pero había quedado en tomarme diciembre para adelanter, y/o terminar, los proyectos que tenía atrazados, por ello hasta ahora me reporto a la finalización de este mini-fic.

Espero haberlos divertido, sobre todo tu Fumiis, que fuiste la de la idea principal. Tambien a Saya 21 Angel, S. h, sasuhina. 18, Kararely, Faby sama, Rigel y lau 05 por sus lindisimos reviews, además tambien hubo alguien que me envió un review anónimo así, que a ti, tambien gracias.

Gracias por todo, un beso. Se les agradecería un ultimo review.

Sayonara n_n