El joven pelirrubio chasqueó la lengua al momento de salir de la secundaria y reconocer a su primo Kaito, y peor aún, ver a Yori corriendo hacia él para saludarlo con un fuerte abrazo. ¿Cómo podía alguien tenerle más cariño y ser más cariñosa con Kaito que con él? No era algo lógico. Frunció el ceño, buscando con la mirada a su gemela, quien permanecía junto a Yuuki y Zero, este último sostenía firmemente la mano de la peli castaña, gesto que también notó Rima, quien de inmediato se excusó con la pareja y fue directamente hacía él.

Había sabido siempre que ese momento sería incomodo para él, Rima se lo había advertido también muchas veces, pero no podía dejar de observarlos. Además, si volteaba vería a Yori con Kaito, y siendo sincero, ambas escenas le molestaban. Rima carraspeó a su lado, sonriendo luego con fingida inocencia.

-¿Estás bien?

-claro… ¿Por qué no podría estarlo?

-bueno, básicamente porque ninguna de las mellizas te necesita de compañía

-¿eh?

-¿Crees que no he notado cómo miras a Kaito cuando esta con Yori? Si esos no son celos, probablemente yo sea idiota

-no son celos –dijo él, tratando de convencerse más a sí mismo que a su gemela –Kaito no es alguien que tome las relaciones en serio, en cambio Yori…

-pues es la primera vez que lo veo tan interesado en alguna chica, y sabe que Yori no es de las mujeres que se toman a la ligera

-Yori no es de las mujeres con las que Kaito suele salir

-¿Pero sí es de tu tipo? ¡Vamos Aidou! Que a un chico le gusten ambas hermanas, en este caso mellizas, no sería nada raro

-lo sería si esos mellizos fuéramos nosotros –le comentó él riendo por lo bajo –no son celos –agregó luego de una largo suspiro –no son celos…

-¿me convences a mí o a ti mismo?

-creo que… a ambos –Rima sonrió al verlo derrotado

-pues entonces has algo rápido, antes de que Yori termine enamorada de Kaito

-¿No lo está ya? –la peli naranja rió por lo bajo, dándole una palmada en el hombro

-hermano… ¿De verdad dices entender a las mujeres?

-no molestes –chasqueó la lengua al ver la sonrisa en el rostro de su gemela. Yori negó antes de acercarse a ellos junto a Kaito –ya me voy, vamos Rima

-etto, primero debo ir por Rin a la guardería

-¿sola?

-eh prima, yo te acompaño, de todas formas Yori debe ir a su trabajo, y yo voy a tu casa

-¿Cuánto tiempo piensas quedarte? –le preguntó Aidou de mal humor

-no lo sé, pero será más de una semana, Yori aún me debe una cita –la joven se sonrojo, asintiendo a la vez que le entregaba a Rima las llaves de su casa

-te encargo mucho a Rin… -murmuró bajando la mirada –cuídala bien

Rima le sonrió, asintiendo rápidamente antes de tomar a Kaito del brazo y llevárselo con ella antes de que nadie alcanzara a decir una palabra. Le agradaba la idea de que su gemelo se enamorara de Yori, ya que los sentimientos de la pequeña peli castaña hacia él eran también muy evidentes. Además, ni ella amaba a Kaito ni Kaito la amaba a ella, ambos sabían muy bien que lo suyo solo era amistad, pero de eso Aidou no tenía ni idea, eso era lo divertido.

Avanzaron hasta la guardería que estaba a sólo metros de la preparatoria, conversando sobre esto y aquello. Kaito era divertido, así como también demasiado cariñoso con ella, algo que sin duda la fastidio en su momento, pero ahora ya se había vuelto costumbre.

Rin parecía bastante feliz de verla, ya que balbuceaba una y mil frases sin sentido, llevándose el pequeño puño cerrado a la boca y reír tiernamente. Era una niña preciosa, de eso no había duda, en especial cuando tenía tal parecido con el pelirrojo que a ella la volvía loca. Extendió sus brazos para recibirla mientras Aidou se encargaba de tomar el bolso con los objetos de la bebé pelirroja que en esos momentos se acurrucaba en los brazos de su hermana. Debía admitir que Rima con un bebe en brazos se veía preciosa, radiante de amor maternal. ¿Amor maternal?

-"Olvídate de eso Aidou, recuerda que si fuera por ti, Rima estaría ahora en un convento." –sonrió de medio lado, haciendo una pequeña reverencia para despedirse de las encargadas de la guardería. –De verdad es muy linda –le comentó a su melliza, quien asintió mientras la pequeña sujetaba firmemente su dedo –se parece mucho a Shiki

-ya lo sé…

-¡Pues yo no tenía ni idea de que tuvieran una hermanita tan pequeña! –Exclamó Kaito observándola más de cerca –es muy tierna

-eso es otra clara señal de que Yori no te tiene confianza

-¿eh? –el peli castaño lo observó confundido, parpadeando un par de veces antes de hacer una enorme :O, asintiendo como si por fin entendiera de qué rayos hablaba el pelirrubio -¡A, eso! –Soltó una pequeña risita antes de negar en silencio –eso me temo, creo que Yori confía más en ti

-claro –dijo con aires de superioridad –pero bueno, apresurémonos antes de que Rin se aburra de los brazos de Rima. –Kaito no pudo evitar sonreír de medio lado, pensando en lo muy idiota que era su primo pelirrubio. Decía saber todo de las mujeres… ¡ja! Si, como no.

-es realmente un idiota –bufó Rima en voz baja, acomodándose a la niña en los brazos.

-Ya Rima, que no es más idiota que el hermano mayor de esta pequeña

-¿Qué tiene que ver Shiki en esto?

-es tan idiota que aun no se da cuenta de que estas enamorada de él.

-¿Qué cosa? ¿De dónde sacaste esa estupidez?

-de la forma en la que lo miras… ¡Eh Rima! Recuerda que tú eres solo nuestra, tienes prohibido enamorarte de alguien, no quiero que tu corazoncito se lastime

-mi corazón nació lastimado, no lo olvides

-pues yo creo que ya estas sana

-no eres doctor Kaito, pero sí, creo que está sano

-y queremos que siga así princesa

Rima le dio un suave golpe en el hombro antes de caminar delante de él. Que absurdo, ella estaba enferma del corazón mucho antes de conocer a Shiki, no veía porqué enamorarse podría enfermarla aún más… de la cabeza tal vez. Sonrió de medio lado, rebuscando en su bolso las llaves que Yori le había entregado, y es que, entre conversa y conversa ni siquiera había notado que ya estaban frente a su casa. Aidou se despidió de ella y entró a su propia casa, seguido por su primo. ¡Genial! Par de ingratos que la dejaban sola.

..

..

El pelirrojo se dejó caer con gran escándalo sobre el único piso de la cocina, comenzando a jugar con su cabello en lo que sus hermanas terminaban con sus turnos. Era aburrido, sí, estaba ansioso de llegar a su casa para poder ver a Rima cuidando de su hermanita. Se le hacia una imagen muy tierna de sólo imaginárselo. Sopló una pelusa que había en su camisa y le dirigió una vacía mirada a Yori, quien entró a la cocina seguida de Yuuki y Natsu. Ese chico no le agradaba, pero era un buen trabajador y llevaba mucho tiempo con ellos, así que su abuelo ya le había tomado cariño… de ser por él, lo habría despedido hace mucho.

-¿Cómo crees que le esté yendo con Rin? –preguntó Yuuki quitándose el delantal.

-¿uh?

-Rima… idiota, estoy hablando de Rima –se encogió de hombros, como restándole importancia al asunto –es una linda chica

-¿Hablamos de Rin o de Rima?

-¡Aish! Shiki, realmente eres molesto cuando te lo propones –se quejó Yuuki haciendo un mohín –sigo hablando de Rima

-¡Ah, sí! Es linda

-¿Te gusta?

-¿A qué quieres llegar con todo esto?

-¡Shiki! ¡No puedes ser tan ciego! –Se desesperó la peli castaña casi zamarreándolo -¡Rima es una chica genial! ¡Ideal para ser tu novia!

-para eso debo gustarle –ella lo soltó, dejándose caer melodramáticamente sobre el piso que acababa de desocupar su hermano mayor

-hombres… -murmuró rodeándose de una aura oscura y deprimente -¿Por qué son tan idiotas? ¡Dios! –se lanzó de rodillas al piso, alzando los brazos hacia el techo en pose de suplica exagerada -¡Dale inteligencia a mi hermano!

-primero revisa tus calificaciones y luego imploras por mí –bufó mientras Yori y Natsu observaban la escena con una gotita al estilo anime -¡Ya colócate de pie!

-¿Qué es todo esto? –La voz de Ruka se hizo eco mientras su hermana menor seguía tirada en el piso implorando por Shiki -¡Yuuki! ¡Deja de hacer show que todas las personas te están escuchando!

-un momento… -reflexiono Shiki, comenzando a entender el significado de las palabras dichas por la más loca de sus hermanas -¿Insinúas que le gusto a Rima?

-¡Vaya que serás idiota! –exclamaron sus 3 hermanas, casi compadeciéndose de él.

-pero… ¿Por eso me preguntaba esas cosas?

-¿Qué cosas?

-qué tipo de chicas le gustaban, qué impresión le dio la primera vez que la vio –numeró María, que venía entrando. La joven se desarmó la coleta, dejando que su cabello plateado cayera libre sobre su espalda. Se quitó el delantal y volteó hacia sus hermanos -¡Ese día prácticamente se te estaba declarando! Grandísimo idiota

-¿Y yo cómo iba a saberlo? –Recibió un fuerte golpe en la cabeza a modo de respuesta, gentileza de sus amorosas hermanas -¡Auch! ¿Eso porqué?

-¡Deberíamos darte otro por preguntar esa estupidez!

-Creo que eso de que las calificaciones no reflejan tu real inteligencia… -murmuró Ruka llevándose un dedo al mentón en una pose intelectual –Shiki, deberías hablar con ella, tú… ¿tú la quieres?

-Pues… eso creo…

-¡Ya tarado! –Gritó Yuuki golpeándolo con su mochila en la cabeza -¿Qué impresión te dio cuando la viste por primera vez?

-pensé que era muy bella, interesante… bella

-¡Eso ya lo dijiste! –la menor de las mellizas estuvo a punto de golpearlo nuevamente, pero Ruka se lo impidió

-si lo repite dos veces… es porque le gusta –explicó calmadamente la mayor, liberando la muñeca de su hermana. Shiki frunció el ceño, colocándose de pie bruscamente. Con que así funcionaba la lógica de los Kuran. Interesante. Se desperezó, llevándose ambas manos tras la nuca, avanzando hacia la salida -¿a dónde se supone que vas? ¡Aun no viene Seiren!

-iré a ver cómo está mi hermanita menor, ustedes llévense el coche

Ruka sonrió de medio lado, atrapando en el aire las llaves que su hermano le lanzaba. Quería ver a Rima lo más pronto posible. Y luego el muy idiota decía que no le gustaba esa chica. Yori se carcajeo, mientras Yuuki alternaba su mirada entre ella y María, sin comprender muy bien toda la situación.

..

..

Correr nunca había sido una de sus mayores aficiones, de hecho… era lo que menos hacía. Pero necesitaba verla, ¡Vaya que lo necesitaba! ¡Realmente era un idiota por no haberlo notado antes! Sus preguntas, la forma en la que lo miraba, las cosas que le confiaba. ¡Ella lo quería!

No se detuvo hasta que pudo reconocer su casa. Estaba frente a ella, apoyado en sus propias rodillas, tratando de recuperar el aire perdido durante su carrera. Alzó levemente la mirada, buscando las llaves desesperadamente. Las hayo luego de unos minutos, y abrió cuidadosamente. Toda la casa se encontraba en completo silencio, solo unos suaves murmullos venían desde la habitación que habían arreglado para Rin. Sus pasos casi no hacían eco, se sentía como un ladrón en su propia casa.

Asomo apenas la punta de la nariz por la puerta entre abierta, observando cómo Rima tarareaba suavemente una canción, haciendo funcionar el móvil que había sobre la cuna de la pequeña pelirroja. Al parecer esta dormía, ya que la mayor se dio media vuelta, tomó el biberón y le echó una última mirada, decidiéndose al fin a salir.

Rápidamente se quitó de en medio, aunque seguía casi frente a la puerta, la cual se abrió silenciosamente. Rima seguía mirando a la niña, para luego mirar al frente y casi estrellarse con el cuerpo del pelirrojo. Iba a gritar, pero este le cubrió la boca con una mano, rodeando su cintura con su otro brazo libre para impedir que se cayera. Finalmente liberó su boca, y ella frunció los labios, casi regañándolo con la mirada por asustarla de esa forma.

-Vuelve a asustarme así y de seguro me envías al hospital –dijo en un susurro, frunciendo el ceño.

-¿Por qué lo dices?

-¡Aish!, ya suéltame –él la quedó viendo completamente serio, casi asustaba verlo de esa forma -¿Qué te ocurre? –no respondió, simplemente la besó de pronto, con desenfreno, exigiéndole una pronta respuesta. Ella nunca había besado a nadie, y ahora, de la nada… tímidamente comenzó a mover sus labios, tratando de seguirle el ritmo. Finalmente la liberó, pasándose una mano por el cabello. –Shiki…

-la primera vez que te vi… pensé que eras linda, luego sonreíste y pensé que eras hermosa, me miraste a los ojos y descubrí que eras cautivadora, no dudé en compararte con una muñeca de porcelana… mi abuela nunca me dejó tener una, pero a mí me encantaba sólo mirarlas… ese día que te vi fuera de nuestro salón, supe que te gustaba la diversión y las locuras, cuando te traje a casa luego de esa fiesta, agregue a mi lista que disfrutabas también los momentos de paz. La primera vez que cargaste a Rin… esa imagen se quedó aquí –dijo señalándose el pecho, específicamente, la zona del corazón –quería volver a verte con un bebé en brazos, verte alimentándola fue una escena hermosa, cómo tus ojos brillaban de sólo mirar a Rin… Me enamoré de ti Rima –los ojos de la joven no pudieron abrirse más de la impresión. Shiki… ¿Había dicho que ella le gustaba?

-¿Lo dices en serio?

-claro, y no me importa tener que soportar la paliza que me den tus hermanos, si tú también me quieres

-¿Sabes lo mucho que he tenido que esperar para escucharte decir eso? ¿Acaso eres tan idiota que no lo habías notado antes? –Suspiró, retomando la compostura –yo también me enamoré de ti –Shiki sonrió, volviendo a besarla.