Elmust


Disclaimer: FMA no es mío.


—Voy a matar a alguien, Winry— Masculló Ed, jalándose la corbata.

Su esposa lo miró desde la puerta y caminó hasta él para acomodarle con paciencia adquirida la prenda que él se proponía deshacer en un tic nervioso poco común para su personalidad. Con suavidad, deslizó sus manos por sobre la solapas del saco negro abotonado y luego hasta sus hombros antes de levantar sus inmensos ojos azules hasta los suyos.

—Ed, cariño, tranquilízate. — Le murmuró, como si a un niño le hablase — Es el matrimonio de nuestro hijo, amor, es muy importante para él.

Edward gruñó sobre malas elecciones de esposa, aunque no lo decía seriamente. Es decir, el mismo había elegido a la mejor, cuando muchos dirían que no era la más apropiada. Pero allí estaban, a sus bien vividos cuarenta y muchos años, acompañando a su hijo en su matrimonio.

Él debería confiar en el gusto de su hijo, porque había sido él mismo quien lo crió y le enseñó. A su hijo, un alquimista como él mismo fue, su primogénito. Miró hacía el reloj de pared y pensó en los segundos. El tiempo era una cosa curiosa, lógica y a la vez fantasiosa. Parecía ayer cuando él mismo se estaba casando.

—Ella es una buena chica, Ed, lo sabes — Winry le dice, acariciándole el esbozo de barba que suele crecerle en las mejillas. — Y Maes la ama mucho.

Edward mira a su esposa, hermosa y resplandeciente a pesar de todo lo que han vivido. Su pelo tiene apenas unas pocas canas que se pierden entre sus cabellos rubio limón, pero sus ojos brillan de la misma forma en que lo hacían cuando tenían seis años. En esos ojos, el tiempo no vale.

—Lo sé, lo sé, pero ella es… tan…

Winry se rió.

—¿Tan Mustang?

Su esposo la vio enfadado, aunque no lo estaba en lo más mínimo. Solo que no estaba complacido en que su hijo se casara con la hija del Coronel bastardo y tuviera que compartir a sus nietos con él. Agh, nietos, se estaba volviendo un viejo. Además, si de pura casualidad salían parecidos a él, se suicidaría.

— Pero, por suerte, salió un poco más a la Coronel Hawkeye. — Edward repusó. — Rubia, pero con ojos oscuros. La viva imagen de ella.

—Con la personalidad de él — Winry agregó, para picarlo.

—¿Cuál es tu punto?

Ella contuvo una sonrisa.

—Es que, adorado esposo, tus futuros nietos, se parezcan a quien se parezcan, llevaran tu apellido.

Entonces Ed lo pensó un segundo y una amplia sonrisa se extendió en su rostro, cosa que asustó un poco a la mujer rubia. Oh, dios santo. ¿Qué había hecho?

Pero él borró su sonrisa, la miró y la beso rápidamente.

—La novia llegará pronto… — Dijo, y Winry pensó que, sin importar cuantos años pasaran, Edward siempre sería Edward.

Y ella, bueno, ella estaba ahí para meter la pata ocasionalmente, negarlo, y convertirlo en una divertida anécdota para después.

:-:

—Y entonces mi padre se emborracho y le grito a mi suegro, casi al final de la fiesta de mi casamiento, "¡Pudrete Mustang, que tus nietos llevarán mi apellido"

—¿Y que hizo el abuelo entonces, papá? — Pregunto Ryan.

Rihara Mustang Elric, entrando con el té le respondió a su hijo adolescente.

— Dijo "¡Emitiré una ley de doble apellido entonces, Acero!"

—¿Ah, y entonces? — Preguntó el joven, bebiendo de su té.

Los esposos se miraron, sonrientes.

—Borrachos, decidieron confinar sus apellidos— Contesto su padre.

—Y así es como surgió tu segundo nombre, señorito Ryan Elmust Elric Mustang, y la ley de doble apellido. — Rihara dijo, riendo. — oh, y tu abuela Winry les tomó una foto.