¡Hola!
Sé que tengo demasiado tiempo perdida pero ahora he vuelto, al menos por un tiempo, aviso que realmente que ya no me agradó la forma en que estaba escribiendo la historia, así que he decidido reescribirla :3 tratando de conservar la esencia con la que inicié. Espero que esta re adaptación les guste como lo era la historia anterior.

Disclamier: InuYasha y Co. no me pertenecen y hago esto sin fines de lucro.


Risas, suaves risas era lo que llenaban el espacio en aquel salón tan grande. Dos jóvenes corrían, una detrás de otra. Observándolas estaban dos jóvenes más, que las seguían con la mirada con una sonrisa pequeña.

De un momento a otro la escena cambio. Estaban en un descampado, fuego y gritos era lo único que se escuchaba. Sobre una montaña de cadáveres sonreía con malicia una joven, un par de ojos rojizos refulgían con fuerza a través de la densa oscuridad.

Un grito desgarrador, ojos rojos, una espada empapada de sangre y una sonrisa tenebrosa.

Se despertó agitada y sudorosa, ¿Qué había sido eso? Observó a su alrededor, todos seguían dormidos, bueno, casi todos, sólo faltaba uno.

Suspiró con pesadez, podía adivinar con facilidad el lugar donde se encontraba él, hacia tiempo que ya no sentía el mismo interés que antes.

Se levantó despacio, tratando de no despertar a ninguno de sus acompañantes. Al estar reincorporada avanzó con lentitud hacia la profundidad del bosque llevando consigo su arco y unas cuantas flechas.

Avanzó por los arboles sin ver realmente por donde iba. En ese momento era más importante hallar que significaba ese sueño, ¿Quiénes eran esas chicas?

Negó con la cabeza, regresando a la realidad notando que estaba en un pequeño claro. Levantó la mirada observando la luna en su fase menguante. Ver esa luna le recordó a cierto inuyoukai. Se preguntó qué estaría haciendo en ese momento. Y la sorpresa la invadió ¿Qué hacía pensando en Sesshomaru? Se golpeó mentalmente.

Bajó la mirada, sorprendiéndose al ver que tenía un acompañante y era nada menos que el ser en el que estaba pensando hace unos momentos. Decidió que lo mejor era marcharse del lugar pero su boca tenía otros planes.

— Es un hermosa vista ¿verdad?- murmuro con suavidad sabiendo que él la escucharía perfectamente.

Realmente no esperaba una respuesta, más sin embargo la obtuvo no como tal pero un ligero asentimiento fue suficiente para saber que la escuchaba. Después de eso, se quedaron en silencio hasta que un bostezo por parte de ella irrumpió la tranquilidad.

— Ya casi amanece… - susurro más para sí misma que para su acompañante, dio media vuelta dispuesta a marcharse, cayendo en cuenta que no sabía cómo había llegado a ese lugar, se giró al ambarino que comenzaba a retirarse del lugar, corrió un poco acercándose lo suficiente a él — Eh, Sesshomaru ¿Podrías decirme por dónde llegué?-

Este se limitó a señalar rumbo al sur. Kagome agradeció y partió carrera con dirección al rumbo señalado. Caminaba con rapidez, tenía que llegar antes de que se dieran cuenta que se no estaba dentro de su futón.

Al cabo de unos minutos llegó al improvisado campamento, por suerte todos seguían descansando, así que optó por dormitar unos minutos o al menos esa era su intención, más sin embargo cierto chico peli plata no pensaba igual.

— ¡Eh! ¡Kagome! ¿Dónde rayos estabas? - Gritó despertando al resto del grupo.

— Eso es algo que a ti no te importa, Inuyasha- Se limitó a contestar un poco cortante y seca, tratando de dar por terminada la conversación.

— ¡Claro que me importa! Eres mía y no puedes andar por ahí sin mi permiso…-

Terminó murmurando un tanto sonrojado el peli plata, aquella declaración había sorprendido a todos, Kagome no salía del estupor que le había causado con esas palabras. ¿Realmente Inuyasha había dicho eso?

— ¿Cómo puedes decir eso? Toda la noche estuviste con Kikyo…- no era un reclamo, su voz era suave, tranquila hasta cierto punto. El hanyou abrió y cerró la boca varias veces incapaz de contradecir las palabras de la chica futurista.

El monje se aclaró la garganta, atrayendo a su persona la atención de todos.

— Desayunemos y volvamos a la búsqueda de los fragmentos ¿les parece la idea?-

Todos asintieron, aceptando de buena manera el cambio de tema. Una hora después se encontraban de nuevo caminando. Cada uno iba sumergido en sus pensamientos, más un estruendoso ruido los hizo volver la atención a la realidad.

Frente a ellos, estaba la marca de un rayo, pero ¿Cómo era posible? El cielo estaba completamente despejado, no se veía ni una sola nube negra. Un nuevo rayo cayó justo al lado de la chica del futuro. Cegando por unos segundos a todos, cuando la intensidad del rayo bajo, pudieron percatarse que faltaba uno de los integrantes. Inuyasha intentó captar el aroma de Kagome, obteniendo un nulo resultado.

¿Qué había pasado? Lo último que recordaba era estar junto a Inuyasha, cuando un rayo cayó a su lado. Abrió con pesadez los ojos ¿En qué momento los había cerrado? Su alrededor era de tonos claros, azules y amarillos, movió las piernas notando que estaba acostada sobre una superficie bastante suave. La palpó con las manos, de verdad era suave, se reincorporó tratando de buscar una pista que le dijera en que sitio se encontraba.

— Ha despertado…-

Giró su cabeza buscando el lugar del que provenía. De lado derecho estaba una joven de larga cabellera negra, ojos grises, esbelta, piel trigueña y un poco más alta que ella. Vestía un pantalón negro pegado a su figura, un hakama violeta sin mangas y un obi amarillo, calzaba botas hasta las pantorrillas de tonalidades violetas.

— ¿Quién eres? –

La chica sólo sonrío y le dedicó una mirada llena de ternura y admiración. Se acercó a ella e hizo una reverencia.

— Mi nombre es…-


¡Chan chan chan chan! ¿Quién creen que sea la chica?

Realmente espero que lo que acaban de leer sea de su agrado. Nos leemos en el siguiente capítulo :3