Intriga


Ya todos sabemos que FMA no me pertenece.


— ¡Encontré señales contundentes, Teniente Hawkeye! —Dijo Rebecca Catalina, teniente segunda, asistente del Führer.

Riza la mandó a callar con una mirada intimidatoria, mirando hacia todos lados buscando posibles observadores, aunque concientizándose de que estaban en su departamento y nadie podría verlas y oírlas. Pero la precaución nunca estaba de más, aún menos con la imprudente teniente Catalina. La mujer dejó su taza de té en su plato correspondiente y fulminó aún más fuertemente a su amiga con sus ojos marrones. Pero la morena se rió.

—Anda vamos ¿O vas a negarlo?

—Lo que afirmas, Rebecca, no tiene fundamentos, ni mucho menos son contundentes — Expresó la mujer — Y apreciaría no gritaras en mi departamento, los vecinos podrían quejarse.

Rebecca la observó con sus ojos picaros y desvergonzados.

—¿Más ruido del que debiste hacer anoche? Lo dudo.

Riza la riñó automáticamente, bufando poco delicadamente y sorbiendo algo más de la cálida infusión.

—Anoche, Rebecca, te repito, no pasó nada de lo que afirmas.

— Lo que había entre el sofá y la mesa de tu recibidor, Riza, es una camisa de hombre, con perfume de hombre… ¿Algo más contundente que un hombre que olvida su camisa como si fuera lanzada? ¿Y con el perfume aún en ella?

Riza depositó nuevamente la taza en su plato para respirar pausadamente y tratar de convencer inútilmente a su mejor amiga de que no había metido a un hombre a su departamento ni que había tenido sexo salvaje con él. Pero no había forma de negar lo innegable. De nada serviría, ciertamente ella no tenía camisas como tales, ni usaba perfume masculino.

— Mi vida sexual no es de tu incumbencia, Rebecca.

— ¡Ajá! ¡Con que sí te acostaste con el general anoche!

Riza la miró con más dureza de la habitual, tratando de mantener a raya los latidos de su asustado corazón, y simulando indignación.

—¿Estás diciendo que viole una norma establecida del código de la milicia, Rebecca? ¿Y con mi superior directo?

Su tono había salido acido y oscuro, tenue y atemorizante. Rebecca se dio cuenta automáticamente que se había pasado de la línea y se encogió de hombros.

—Es su perfume, al menos. Ya, ya, Riza, que era una broma — Dijo Rebecca, aunque sus suposiciones eran para ella una real posibilidad— ¿Era guapo?

Riza apretó los labios y no respondió. Rebecca bufó, tomando su cartera que había ido a buscar, pues la había olvidado un par de días atrás.

Antes de salir, con Riza acompañándola hasta la puerta luego de una larga despedida, agregó:

—¡Diviértete!

Riza negó con la cabeza sonriendo y cerró la puerta. Apenas lo hizo se abrió la puerta del baño de su habitación y un par de segundos luego Roy Mustang salió de su cuarto hasta la sala vistiendo solo sus pantalones.

—La teniente Catalina es demasiado observadora ¿No lo crees, Riza?

Ella se encogió de hombros y le lanzó su camisa.

— Lo es, señor, así que no use esa camisa frente a ella de nuevo. — Pidió y luego agregó: — Además, ella puede vivir con la intriga.

Roy sonrió de lado, colocándose la prenda que su teniente le había dado.

— Espero lo haga.


Esto es algo que nació de la nada, cuando supuestamente debería estar estudiando Economía. En lugar de eso me puse a escribir.

Yo sostengo que estos dos eran amantes, y lo digo en el buen sentido de la palabra y no en el sentido sucio y deformado que el español le dio a la palabra. Lo digo en serio, me fastidia que "amante" signifique ser una querida, o algo así.

En fin, les mando un beso enorme a todos. Gracias por leer.