Hola lectores ! Bueno acabo de empezar con esta historia que pensé en ella hace tiempo, pero no sabía si publicarla. Al final me he decidido, así que espero que os guste. Intentaré subir capítulos diarios! Que la disfrutéis y espero que os guste

Los personajes no me pertenecen son creador por Akira Toriyama.

Capítulo 1: La vuelta del guerrero.

Esa noche fue la peor para ella. Una joven de melena azul se movía a un lado y otro de la enorme cama ¿qué le pasaba? Había sido un día como otro cualquiera, ni siquiera tenía nada que hacer al otro día. Fuera lo que fuese, una sensación la invadió haciendo que tuviera un escalofrío, en otras palabras... nada bueno.

Como era de esperar, nuestra ya muy conocida Bulma no había conseguido dormir en toda la noche preguntándose el porque. Ni siquiera era estrés porque su hermana, Tami, había vuelto de Estados Unidos tras terminar allí sus estudios. Ella tenía 25 años, era rubia como su madre y tenía los mismos ojos que los de Bulma, azules. No se diferenciaban mucho, solo en carácter. Tenían algo de mal genio, como su hermana, y también gran ego, pero muy alocada. El problema es que tenían muy poca comunicación, a diferencia de la peliazul ella no quería heredar la empresa de sus padres, ella quería ser famosa, que ya lo era por ser hija de un científico, pero quería serlo de otra manera. Ser modelo, salir en importantes revistas, siempre tener reporteros detrás de ella enfocándola con una cámara. Y que ese sueño se hiciera realidad le costaba demasiado, tanto que casi no hablaba con su hermana. No sabía que ella había estado en un planeta llamado Namek, que había muerto su novio y luego resucitado. Pero sobre todo, que durante unos meses tuvieron un invitado.

-Bulmita-llamó la rubia a su hermana que estaba en la cocina tomando sus cereales.

-¿Qué quieres, Tami?-preguntó la peliazul sin mucha alegría.

-¡Menuda cara!-se sentó a su lado-¿no has dormido? ¿No me digas que has estado toda la noche con Yam?-

-Tami...-suspiró, odiaba los interrogatorios de su hermana.

-Perdona, sabes que hace tiempo que no te veo y no hemos hablado de nada-rodó un poco los ojos-te vi el otro día en un programa del corazón.-

-¿Cómo?-Bulma abrió los ojos incrédula ¿acaso la toma el pelo?

-No se de que te sorprende, saliendo con un jugador de béisbol es normal que las imágenes se publicaran.-

-Ya-dijo secamente-

-Y hablando de esto, Bulmita-no había algo que más odiase que su hermana la llamara así, como si fuera una cría-podrías presentarme algún compañero de Yam.-

-En primer lugar, Tamita-la nombró con burla-no me llames de esa manera, sabes que no me gusta. Segundo, no serás más famosa por salir con un jugador, cuándo te deje serás del pasado y tercero ¿por qué lo llamas Yam? Ni que lo conocieras tanto...-

-Bulmi... Bulma-rectificó-yo no quedaré en el olvido, soy la hija de un gran científico.-

-Sí, del cual su empresa será solo mía porque tú no quieres saber nada de ella-respondió levantándose de la mesa.

-De verdad, mira que eres mala Bulma-se cruzó de brazos-si no me ayudas no podré conseguir ser portada de revistas y salir en las mejores películas.-

-Mira, si de verdad lo quieres yo hablo con Yamcha y que te consiga una cita con un compañero suyo, pero luego pase lo que pase no me vengas con algunas cosas porque yo solo te diré que te avisé-respondió intentando huir a su cuarto.

-Eres la mejor, hermani...-la frase de Tami nunca acabó, puesto que un temblor hizo que ambas hermanas cayeran al suelo. Cuando pasó se levantaron con rapidez-¿que fue eso?-

-No lo sé, pero un terremoto no era. Vino un ruido del jardín-contestó Bulma-será mejor que vayamos a ver.-

-Em... claro-dijo algo asustada-¿te parece ir primero?-

Su hermana solo la miró y salió delante de Tami. La verdad miedo era poco lo que sentía Bulma, ya estaba acostumbrada a cosas peores como para asustarse de un terremoto o una explosión que no fuera causada por un guerrero.

Cuando estaban en el jardín encontraron a su madre (con una bandeja, como no) asustada. Había impactado una nave de la Capsule Corp., una que ya se le hizo conocida a la peliazul.

-Pero si es la nave de...-cuando quiso decir su nombre la puerta se abrió, dejando ver de entre la pequeña polvareda que dejo el impacto una figura masculina. Un hombre de no gran altura, pelo en punta, ojos fríos y azabaches con una pose de brazos cruzados. Cuando la polvareda desapareció se le pudo ver con mejor claridad-¡Vegeta!-

-¿Eh?-Tami miró al hombre, vestía ajustado, con un escudo y un agujero en el medio. Esos rasgos tan masculinos, su mirada, su musculatura que se notaba gracias al vestuario, su pose era todo... la habían conquistado. Luego miró a su hermana y le susurró al oído-¿lo conoces?-

-Sí, Vegeta estuvo...-el hombre se había acercado a las dos mujeres con el mismo gesto.

-Mujer-dijo mirando a la peliazul-¿ha venido ese payaso ya?-

-¿Goku?-preguntó Bulma-no, todavía no hay noticias de él.-

Vegeta se cabreó mucho, tanto tiempo buscándolo por el espacio, un año entero, para nada. Pensó que volvió ya que no lo encontraba, pero tampoco. Goku se hacía más fuerte y él, aunque en el espacio siguió su duro entrenamiento, todavía no se convirtió en un Super Saiyajin.

-Pero no tardará-interrumpió la científica los pensamientos del guerrero-podrías quedarte aquí a esperarle si quieres.-

-Hmp.-

-¡Claro!-saltó Tami mirando al Saiyajin que la impactó al verla, no sabía quien era, pero era igual de gritona que la otra-soy Tami, la hermana de Bulma.-

No tuvo respuesta, ni siquiera un encantado, pero claro, ella no sabía que así era Vegeta, y que la verdad no le gustaba juntarse con humanos, un motivo más para no responderla.

-Bueno, Tami-dijo Bulma viendo la tensión que había, más por parte de él-Vegeta ¡que sucio que estás!-gritó mirándole de arriba abajo-ahora mismo te darás un baño.-

Vegeta la miró cabreado, pero en verdad si le interesaba ver a Goku cuando volviese, no habría mejor sitio que la Capsule Corp. Por lo tanto el guerrero tragó saliva, con ella su orgullo y siguió a la humana, tras la mirada de Tami, que estaba empezando a tener celos de su hermana, ya que nunca le impactó tanto un hombre como aquel, y estaba claro que si vivían en la misma casa no podría evitarla y acabaría por ceder.

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