¡Hola! ¿Cómo están lectores?... espero que se la estén pasando súper… este es mi nuevo fic, lo escribí hace un par de años, pero no había podido publicarlo, espero que les guste y que DEJEN REVIEWS!

*los pensamientos de los personajes estarán entre comillas en letra cursiva.*

Nota: acepto sugerencias, críticas (respetuosas), amenazas de muerte…XD (solo si no continuo el fic) y cualquier otro comentario que quieran hacerme.

Disclaimer: los personajes de PoT no me pertenecen, son propiedad de Takeshi Konomi. Cualquier reclamo que tengan sobre la serie…se la dicen a él.

"Solo una oportunidad"

Capitulo 1: Encuentro.

Jueves. El clima era templado, perfecto para salir, pero para Sakuno Ryusaki era el día de hacer las compras. El reloj daba las diez de la mañana, salió en su auto hacia el supermercado sin pensar que algo inesperado podía ocurrir.

Mientras tanto, en una lujosa habitación hotel, un joven tenista de 24 años, de ojos color ámbar y porte de famoso, discutía con su entrenador y agente, Thomas Green.

-siempre es lo mismo contigo, Thomas. Esta es la última vez que lo tolero.

-relájate Ryoma. Simplemente creí que tener algo de publicidad aquí en Tokyo no sería mala idea.

-¿creíste? Esas maniáticas estaban a punto de arrancarme la camisa. –decía Ryoma frunciendo el ceño. –no quiero que vuelva a pasar, ¿entendiste?

-vamos Ryoma, ¿no vas a admitir que fue divertido? –decía el joven entrenador de 26 años mientras una risa burlona se escapaba de su boca.

-¡¿divertido?! –en eso Ryoma toma un cojín del sofá y lo impacta contra la cara de Thomas haciendo que este retroceda estrepitosamente y caiga sobre un sillón. – ¿esto te parece divertido? –dijo sonriendo maliciosamente.

-¡de acuerdo, no te enfades! No volverá a pasar, lo prometo. –dijo mientras cruzaba los dedos en su espalda.

-eso espero.

Ryoma camino hacia el refrigerador, lo reviso e incluso movió ciertos alimentos de su lugar buscando lo que quería.

-mmm…aquí no hay ponta.

-¿ponta? –dijo Thomas sin entender a lo que se refería.

-si, ponta. Mi bebida favorita.

-ya veo. De seguro el hotel no compra ese tipo de bebidas. Se lo haré saber al gerente, tal vez pueda hacer algo para conseguirte tu preciada ponta. Debo irme, tengo una junta a las 11 con el jefe de la revista "Tokyo Sports" y es mejor ser puntual, cosa que tú ni siquiera conoces. Trata de no meterte en problemas, ¿de acuerdo?

-lo que tu digas. –le dijo mientras encendía el televisor, se acostaba en el sofá y fijaba su vista en un partido de tenis que transmitía ESPN.

Thomas salió de la "habitación presidencial" del hotel. Ryoma estaba dispuesto a tomar una siesta, pero lamentablemente su estómago demandaba ponta, así que, por más que sabía que se arrepentiría de lo que iba a hacer, tomo una chaqueta, una gorra y sus gafas de sol, y salió hacia la tienda más cercana y menos concurrida que se encontrara en los alrededores del hotel.

Pero para su mala suerte, la única tienda cercana al hotel era un pequeño supermercado, no tan concurrido, el cual contaba con los suficientes productos (y a un buen precio) para que la gente optara por ir allí y no a un mercado. A decir verdad, cuando Ryoma quería tener algo, lo conseguía a como fuese y su deseada ponta no sería la excepción. Así que tomo valor y se adentro al "mini supermercado" sin pensar que lo que encontraría en ese lugar no solo sería un ponta.

En frente del mismo supermercado se encontraba una joven de 24 años, de cabello rojizo y ojos color rubí que le daban una apariencia angelical y seductora. Llevaba puestos unos jeans y una camisa violeta con la letra "R" (por su apellido) en color blanco. Estacionaba su automóvil, un mustang convertible de color azul. Salió rápidamente de él y camino hacia la tienda.

Al estar ya dentro, lo primero que hizo fue revisar la lista de compras que había preparado el día anterior para así no olvidarse de nada, pues era muy despistada. Tomo una carretilla y lo primero que busco fueron los comestibles.

-zanahorias… ¡listo! Manzanas… ¡listo! Maíz enlatado… ¡listo! –decía mientras tachaba de la lista los productos que ya había conseguido. Y así continuo sucesivamente hasta que tuvo que buscar las bebidas energéticas. Para poder llegar a esos estantes tenía que pasar primero por las bebidas enlatadas. Volteo a su derecha y vio las latas de ponta, una encima de otra, en completa organización. Se acerco al estante y tomo cuidadosamente la ultima lata de ponta de uva que quedaba, la miro y suspiro.

-hace mucho que no tomaba una de estas. "El amaba las pontas de uva" –dijo mientras un recuerdo recorría su mente.

Flashback

Estaba sedienta, había entrenado por más de 4 horas sin descansar y para colmo su entrenador la había dejado sola en ese inhóspito parque, el cual le causaba escalofríos, pues ya estaba anocheciendo.

Sakuno caminaba a toda prisa buscando un bebedero o alguna máquina expendedora de bebidas. Al encontrar una, se dispuso a buscar unas monedas en sus bolsillos, pero estos estaban vacios, y como siempre, había dejado sus cosas cerca de la canchas de tenis que se encontraban al otro lado del parque.

Poco a poco las lágrimas iban llenando las cuencas de sus ojos, amenazando con salir en cualquier momento. Estaba muy asustada y quería irse de allí. De pronto escucho unos pasos que la hicieron estremecerse. Trato de salir corriendo pero sus pies no respondían a las órdenes de su cerebro.

-¿Qué haces aquí Ryusaki? –dijo un joven de su misma edad con indiferencia.

-yo…yo estoy…perdida y…

Sakuno no pudo terminar de hablar ya que Ryoma le había ofrecido una lata de ponta de uva, que aunque no fuese su sabor preferido, la acepto con gusto solo por el hecho de venir de parte de él. Ella la tomo entre sus manos y la observo por largo tiempo.

-¿no piensas tomarla?

-no…digo sí…es solo que… -decía mientras luchaba por no tartamudear.

-bueno, haz lo que quieras. Adiós.

Sakuno observo como Ryoma se alejaba y aunque sus palabras habían sido muy duras, no le importó, porque "su príncipe" (como solía llamarlo Tomoka, su mejor amiga) le había comprado una ponta, y eso valía mas que cualquier signo de rechazo por parte de él.

Fin del flashback

Ryoma caminaba como loco por todos los pasillos de la pequeña tienda buscando su preciado tesoro. Se dio cuenta que por la desesperación había estado caminando en círculos y se detuvo para poder visualizar mejor el lugar. De repente, a lo lejos pudo observar unos estantes de latas que tenían el mismo logotipo de las pontas. En ese momento Ryoma comenzó a apresurar el paso, hasta el punto de llegar al lugar trotando, pero se detuvo cuando una joven tomo una lata de ponta de uva y la sostenía en su mano mientras la observaba detenidamente. Ryoma esperaba ansioso a que ella la soltara y así el poder tomarla y pagar por ella. Pero al notar que esta no era devuelta en su lugar se acerco a la joven para saber que tanto haría con esa deliciosa bebida.

-disculpa… ¿vas a comprarla o qué? –dijo con su típico tino de voz apático.

Sakuno, al escuchar la voz del joven, quedo estática. El se encontraba a sus espaldas, pero ella podía sentir como se le erizaba la piel, y el recorrido de un leve escalofrío en su espina dorsal. Estaba asustada, nunca había sentido algo así, y esa voz se le hacía tan conocida que casi podía asegurar que era de…

-mmm… ¿vas a estar allí parada o vas a responderme? –decía Ryoma mientras empezaba a molestarse.

Sakuno se volteo lentamente para poder ver el rostro de la persona que causaba tantas sensaciones en ella. Mantenía la vista en el suelo y al levantarla, sus sospechas fueron aclaradas.

-tu…ry…ry…ryo…Ryoma…

-si…soy yo, pero como… -decía susurrando, según él, para que nadie más lo descubriera.

Ryoma al ser tan despistado aun no reconocía el rostro de la joven muchacha hasta que notó el leve sonrojo que pintaba sus mejillas de un color carmín. Fue entonces cuando su mente experimentó una especie de epifanía o revelación que provoco en él una emoción extraña y casi olvidada en su corazón…nostalgia.

-sak…Ryusaki, ¿eres tú? –dijo quitándose las gafas para poder verla mejor.

Sakuno seguía ensimismada. Aun no lograba asimilar dicha impresión, y por un segundo sintió desfallecer al escuchar su nombre dicho por él. Era como volver a la adolescencia. Comenzó a temblar y el alcanzó a notarlo.

-¿estás bien? –decía tratando de no sonar preocupado.

-yo…yo…tu…

En eso, su vista se volvió borrosa y sus pies no soportaron el peso su cuerpo, cuando se desmayo y "casi" impacta contra el suelo si no fuese por Ryoma que la sostuvo segundos antes de chocar. Sakuno estaba pálida y cuando Ryoma se percato de que su temperatura corporal estaba descendiendo, corrió hacia afuera, reviso el bolso de Sakuno y encontró una llaves con un pequeño control de alarma, apretó el botón de en medio y un auto resonó entre los demás, corrió hacia él con ella en brazos, la acomodó en el asiento de atrás y condujo rápidamente hacia el hotel mientras al mismo tiempo llamaba a su doctor para que llegara lo más pronto posible. A lo lejos, en la entrada del supermercado, unos cuantos pobladores observaban sorprendidos la escena, murmurando el nombre del tenista y hasta cosas sin sentido, sobre todo una periodista y su acompañante, el camarógrafo, que miraban con malicia como el auto se alejaba con rapidez.

-excelente… Roger, creo que nuestro regreso a la farándula está por comenzar.

-oh si…

Mientras tanto, en una habitación de hotel, una chica de cabellos rojizos retomaba la conciencia. No sabía exactamente en qué lugar se encontraba ni mucho menos la hora que era. Su cabeza le daba vueltas y se sentía mareada. Aun no habría lo ojos, por miedo y por malestar, pero decidió hacerlo para cerciorarse que por lo menos tenía todas las partes de su cuerpo intactas. Trato de recordar lo que había sucedido, pero todo en su mente estaba borroso.

Al abrir sus ojos, se dio cuenta que se encontraba en una cama, con la misma ropa de la mañana, pero…no en su habitación. Se desespero casi al instante. Tenía miedo. De pronto su mente comenzó a imaginar el sinfín de posibilidades que existían sobre la razón de su paradero. Podría haber sido secuestrada por un sicario de la famosa mafia japonés, o estar perdida y encerrada en esa habitación para vender sus órganos, o…

-veo que ya despertaste, ¿Cómo te sientes? –dijo el joven ambarino con sus facciones serias pero relajadas.

En eso, todos sus recuerdos regresaron a su memoria. Las compras, la ponta, el encuentro… ¡por Dios! Ryoma… En ese instante, sus mejillas se tornaron de un color rojizo, sus manos temblaban y ya comenzaba a ponerse nerviosa.

-Ryoma, tu…

-doctor, Ryusaki ya despertó, ¿puede venir un momento? –dijo sin prestarle atención a la joven.

En eso, un señor entre los 40 y los 45 años se hizo presente, sus cabellos comenzaban a tornarse un poco más claros, su mirada era sincera, pero disfrazaba un cansancio aun más profundo. Sakuno lo miro con detenimiento para luego preguntar.

-¿don…dónde estoy? ¿Qué fue lo que me pasó?

-no se preocupe señorita, el joven Ryoma me llamo y me explicó la situación; así que yo la atendí mientras estaba inconsciente. Sin embargo, me gustaría hacerle unos cuantos chequeos ahora que está despierta, para poder determinar mejor su condición. Por cierto, soy el doctor Yosuke Takahashi, es un placer.

-¿mi condición? Pero yo…

-no tiene porque temer, se lo aseguro. Solo fue un desmayo.

Sakuno cada vez recordaba mejor las cosas. Pero aun no entendía por qué Ryoma hacia todo esto por ella, si total, habían pasado 8 años desde que…ambos se alejaron. Ryoma, que momentos antes había estado en la cocina, regresaba de ésta con un sándwich en la mano y una ponta en la otra. Así es, a pesar de todo, había logrado conseguir la ponta de uva que tanto quería, ¿Cómo? Nadie lo sabe.

Al verlo, Sakuno sentía la necesidad de hablarle, de estar cerca de él, pero algo más fuerte se lo impedía…su orgullo, porque eso fue lo más importante que aprendió a valorar en la universidad, su orgullo. Por ello, nadie más volvió a pisotearla, ni a lastimarla…

La joven continuaba observándolo, mientras este comía gustoso su sándwich, hasta que el doctor le pregunto algo.

-señorita, ¿su ciclo menstrual es constante?

Al escucharlo, el rostro de Sakuno se torno más rojo de lo que ya estaba. Estaba totalmente avergonzada y mas porque Ryoma estaba a un metro de distancia. Al parecer este no había escuchado la pregunta, pues seguía comiendo de manera normal.

-no tiene porque avergonzarse señorita Sakuno, es algo muy normal, puede responderme con toda confianza.

-ah…yo…s-si, si es constante.

-muy bien. –decía el doctor marcando algo en lo que parecía ser el registro medico. Pero si esa pregunta había puesto de esa manera a Sakuno, la siguiente le causaría un paro cardiaco.

-¿mantiene una vida sexual activa, señorita? ¿O debería decir "señora"? –decía el doctor con completa naturalidad.

Al contrario de Sakuno, que sentía que su cabeza iba a explotar de vergüenza. Y para su desgracia, esta vez Ryoma si escucho la pregunta pues casi se ahoga con su ponta; tosía y tosía que por un momento el doctor Yosuke pensó que el enfermo no era Sakuno sino Ryoma, y ya estaba tomando su estetoscopio y posicionándolo en el pecho del joven.

-no…no es necesario que haga eso doctor. -decía Ryoma tratando de incorporarse y controlar su ataque de tos que parecía interminable. Tenía todos los motivos para abandonar la habitación y tomar un poco de aire fresco, pero prefirió quedarse, pues algo en su interior (llamado curiosidad) lo incitaba a quedarse y escuchar la respuesta.

-doctor… -decía Sakuno roja como un tomate. –no… creo que eso sea necesario sa…saberlo, es decir…

-solo debe responderme, no tiene nada de malo si eso es lo que piensa. Es una simple pregunta.

-sí, ya…ya lo sé, es solo que… -afirmaba tratando de buscar una excusa.

Pero el doctor la veía con una mirada tan paciente y tranquila, que Sakuno término resignándose y respondió, no sin antes mirar rápidamente a Ryoma.

-yo no…yo, es decir…yo nunca…bueno, aun soy…virgen. –dijo la "pelirroja" reuniendo todas sus fuerzas para no llorar de la vergüenza.

Ryoma al escuchar su respuesta, sintió como si su vista y su mente se iluminaran, y su corazón volviera a latir, pues habría jurado que en los pocos instantes en que ella estuvo indecisa, su corazón se había paralizado y luego vuelto a latir. Pero claro, el nunca admitiría dicha "señal de debilidad", aunque el mismo no pudiera explicarse el porqué de ese comportamiento.

-ya veo, entonces queda descartada la posibilidad de embarazo. Muy bien, continuemos.

El doctor realizo unas cuantas preguntas más a Sakuno y al final le recetó unas pastillas para controlar el estrés, le recomendó hacer ejercicio y yoga por las mañanas y comer frutas y verduras. Luego de un par de minutos, el doctor se fue y Sakuno y Ryoma quedaron solos en la habitación.

Sakuno aun se encontraba sobre la cómoda cama de Ryoma. Hasta ese entonces no había podido admirar la amplitud y elegancia de la habitación. Había un televisor pantalla plana último modelo. Un guardarropa del tamaño de su cocina, alfombras importadas, cortinas de seda, sillones de lujo…todo se veía tan fino y costoso. Hubiera continuado observando todo a su alrededor pero una mirada gatuna la hizo temblar y estremecerse en su interior. Ella trataba de no mirarle a la cara porque sabía que automáticamente la sangre se concentraría en su rostro pintando de color carmín sus mejillas. De repente cayó en cuenta que ya no debía estar en ese lugar, se puso de pie y estaba dispuesta a salir si no fuera por la voz del apuesto tenista.

-espera… -dijo él viéndola directamente a los ojos. -¿ya te vas?

-si…yo…yo…gracias por…preocuparte, yo…no…yo…te…te lo pagaré, lo prometo. –decía maldiciéndose por dentro por ese estúpido tartamudeo, bajando la vista.

-no te estoy pidiendo que me pagues. Toma. –dijo entregándole las llaves de su auto. –Tuve que tomar tu auto para poder traerte hasta aquí- caminando lentamente hacia ella, hasta quedar a menos de medio metro de distancia.

-gra…gracias, Echizen. –decía Sakuno al borde un paro cardiaco al sentir los latidos de su corazón aumentar el tripe de su labor. Era tanta la cercanía que podía escuchar la respiración de él.

-"¿Echizen? ¿Desde cuándo me llama Echizen?" –pensaba Ryoma sintiendo un extraña sensación en su pecho.

Sakuno que mantenía su cabeza baja, levantó la vista y se encontró con los hermosos ojos ámbar, que años atrás (y aun en el presente) la habían hecho perder la razón. Sus miradas se mantenían estáticas, uno frente al otro. Sakuno no sabía si correr o quedarse allí parada, hasta que noto como la mirada de Ryoma se tornaba distante y seria. Se aparto de él, tomo su bolso y salió de la habitación.

Al encontrarse por fin solo, Ryoma no dejaba de pensar en el encuentro con su antigua compañera de escuela y…antigua novia. Porque aunque tratara de no pensar así, no podía negar que ellos habían tenido algo. Y eso, aunque no lo admitiera, le afectaba.

Se recostó en su cama y el aroma a jazmines de Sakuno había quedado impregnado en su almohada. –Sakuno. –dijo en un suspiro. Respiro profundo y a los pocos segundos se rindió ante el sueño, quedando completamente dormido.

Sakuno apenas y llego sana y salva a su casa, después de casi chocar contra un puesto de frutas por estar tan distraída pensando en Ryoma. No podía dejar de pensar en el. Al llegar a su casa lo primero que hizo fue tomar un baño, ponerse una ropa ligera y encender el televisor para así poder distraerse un poco. Pero lamentablemente no era una chica con suerte, y al cambiar de canal se topo con una entrevista de Ryoma, explicando que viajaría a Japón para participar en el torneo mundial de tenis. Al verlo, Sakuno no pudo evitar sonrojarse. Se veía tan guapo y atlético, que poco a poco el sonrojo se iba apoderando de su rostro.

-a pesar de todo, no has cambiado nada. Sigues igual de atractivo y la madurez solo ha asentado más tus facciones varoniles. –decía casi en un susurro, seguido de un suspiro. –Ryoma… -decía mientras poco a poco se quedaba dormida, tratando de controlar los latidos de su corazón.

Continuara…