Notas del autor:
-Bien, os dejo este fic que no está basado en ningún anime, manga, libro, serie televisiva… Todo proviene de mi imaginación, así que si no está en el sitio correcto, avisadme, por favor, y lo rectificaré.
-Las marcas que puedan salir a lo largo de la historia en por detallar, no quiero sacar ningún beneficio, sin animo de lucro, mi único objetivo es mi disfrute a la hora de escribir y la del espectador al leerlo.
-Por otro lado, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
-Esta historia se sitúa en España, es por eso que los nombres son de este país.
-Su lenguaje es obsceno y habrá un posible lemon.
-Los pensamientos estarán escritos en cursiva.
¡Buenas, criaturitas del señor! ¡Pues aquí os dejo este fanfic! Solo deciros que espero que lo disfruteis lo mismo y tanto como yo lo he disfrutado mientras lo escribía.
Capítulo 1: Bocadillos y algo más
Suena el despertador, ese estúpido aparato que te impide sumirte en ese éxtasis de paz y tranquilidad al que las personas llamamos sueños.
Al lado del despertador se encuentra una joven gruñendo, adormilada. En cuanto en despertador hace su trabajo, acto seguido se tapó ambos oídos con la almohada en un intento de no escuchar ese irritante sonido, pero sabía que no podía quedarse el resto de la mañana metida en la cama y a regañadientes decide incorporarse, sentándose en el filo de la cama dejándose ver con un sencillo pijama formado por un pantalón corto rosa son algunas rayas naranjas y blancas transparentadas por el fondo rosado, a modo de cuadros; y una camiseta morada, de tirantes y con dos botones abrochados en la parte superior. *1
Con el dorso de las manos se aclara la vista, apartando algunas legañas junto a un bostezo. Mira el calendario: 15 de septiembre. Por desgracia hoy empiezan las clases, un nuevo curso, nuevas amistades, nuevos profesores…todo es nuevo.
Aunque este es su cuarto año en el instituto, aun no acaba de acostumbrarse a las novedades, aparte de la pereza que suponía el cambio: vacaciones de verano-vuelta a estudiar.
Ella: una persona que solo se centra en sus prioridades, estudiar y cuidar de si misma mientras sus padres se ausentaban durante un tiempo para cuidar de su abuela, la cual vive en el extranjero.
Nunca le preocupo nada más, la poca compañía que tenía era la de su perro y su mejor amiga, Elvira. Aunque ese mismo día llegaría ala ciudad su primo, Francisco, para hacerle compañía y no se quedase sola en casa.
Una vez terminó de asearse, desayunar y vestirse, se dispuso a salir de la casa para ir al instituto.
Su vestimenta era bastante sencilla: pantalones vaqueros de pitillo, largos; una camiseta de manga corta, gris y con una carita fucsia; unas zapatillas mustang de lona color gris al igual que la camiseta; y, por último, echó su cabello castaño, largo y bastante liso, hacia un lado, a modo de flequillo.
Cogió sus auriculares negros con una franja azul, se los colocó al cuello y se acomodó la mochila a la espalda.
Bajó las escaleras desde la cuarta planta, hasta llegar al portal, abrió la puerta y giró a la izquierda, rumbo al instituto, colocándose los cascos en las orejas.
La música que escuchaba dependía de su estado de ánimo, el cual estaba por los suelos: sus padres estarían en el extranjero durante un tiempo indefinido; su mejor amiga había sido colocada en una clase diferente a la suya y eso de hacer amistades…no era su fuerte; el mundo se le venía encima porque…se sentía sola…
Encendió su reproductor de música y ni paró a pensar en un grupo de música, solo le dio al botón para reproducir la última canción que escuchó.
Era rap, una canción bastante triste y que iba acorde con sus sentimientos en ese preciso momento.
Él camina solo (sí),
Siempre lo ha hecho.
Pisa cada charco,
Se siente en su derecho.
Siempre minoría entre
La minoría.
Intruso entre amigos,
Intruso entre familia.
Intenta ahogar una carcajada, sin duda había dado en el clavo. Tenía razones para sentirse así.
Si mientes o no,
Es algo que no le preocupa.
Te mira y te sonríe pero,
No te escucha.
Él camina solo y tú,
No eres él.
El tiempo es pintura
Y él no encuentra su pincel.
Sigue caminando, absorta en la canción y el sentimiento que transmite, sin percatarse de que había conseguido atraer la atención de alguien.
Su mundo: su burbuja,
Y así crece.
Aprendió a seguir recto
Cuando el camino crece.
Perdió la fe,
Quizá nunca la tuvo.
Prende llamas invisibles
Para el mundo,
Dejan que se queme
Y así solo se consume:
Siempre fuerte pero,
No es inmune.
Dejan que se queme
Y así solo se consume
No te derrumbes, eh,
No te derrumbes.
Suspira pesadamente, lo que le permite desconectarse de la canción al escuchar como alguien la llamaba por su nombre.
-¡Bea! –Gritó una muchacha de pelo negro que le llegaba un poco más debajo de las orejas. De ojos azules y piel clara.
La aludida paró la canción y se giró hacia donde procedía la voz, sonriendo.
-Por fin… -Dijo la muchacha, una vez llegó a la altura de su amiga.
-Lo siento, Inma, es que no te escuchaba con la música puesta –Se disculpó ella, quitándose los cascos de las orejas, soltando una pequeña risa.
-Ya te vale, llevo como media hora llamándote, mujer –Refunfuñó la de ojos azules hinchando los mofletes cual niña pequeña.
-Lo siento, lo siento –Repitió sacando la lengua a modo de burla, a lo que ambas echaron a reírse.
Comenzaron a caminar hacia la entrada del instituto, que se encontraba a pocos metros de ellas.
-Oye… -Llamó Inma a su acompañante, que la miró con una pequeña sonrisa- Te voy a echar mucho de menos en clase… -Dijo, extendiendo los brazos para abrazarla.
-Y yo a ti, idiota –Contestó Bea, abrazándola. Inma era bastante más alta que ella, así que la diferencia de altura era notable.
-Joder... ¡deja de crecer! –Bufó Bea, antes de echarse a reír.
-¿Perdón?
Y entre risas y más risas, cada una se marchó a sus respectivas clases.
Entró en su aula, en la cual ya había bastantes personas. Decidió sentarse al lado de la ventana, más o menos a la mitad, no muy atrás ni muy cerca del profesor.
Echó una ligera vista a los que iban a ser sus compañeros este curso.
Nada que le llamase la atención.
Una vez sonó el timbre, dando a entender que las clases comenzaban oficialmente, entró el profesor, que por lo visto, les impartiría Biología.
La clase fue algo entretenida con esto de las presentaciones, pero al fin de cuentas, no causaba verdadero interés en la muchacha.
Una vez acabaron las tres primeras clases, tocaba el descanso, así que se dispuso a ir a la cafetería a comprarse un bocadillo, las tripas le rugían como nunca.
Salió lo más pronto que pudo de la clase para llegar a su destino antes que aquello se convirtiese en una matanza por ver quien llegaba antes a la barra.
Camina por el largo pasillo, en el cual no había mucha gente, visualizando a lo lejos la cafetería.
-Venga…a la izquierda y llegaré a mi paraíso… -Murmuró, divertida, antes de doblar a dicha dirección. Eureka, no había moros en la costa.
-Buenas, Antonio –Saludó Bea al encargado de la cafetería, un señor de unos cuarenta años, de ancha panza y de rostro algo aguileño, pero de carácter cálido.
-Vaya, hola, Bea.
-Ponme uno de…jamón y queso.
-¡Marchando uno de jamón y queso! –Repitió él, entrando en la cocina para preparar el pedido.
Metió su mano en el bolsillo para sacar el dinero de este.
-A ver…. Cincuenta céntimos…ochenta… Mierda… -Murmuró al ver que faltaba dinero, cuarenta céntimos para ser exactos.
Miró a su alrededor a ver si había algún conocido al que pedirle dinero prestado, pero nada, no había nadie, pero, de repente, s ele encendió la luz al final del túnel: encima de una pileta habían una moneda de cincuenta céntimos, una de veinte y otra de cinco.
No era muy partidaria al robar, pero una urgencia es una urgencia y sabía que Antonio era muy pesetero y no le gusta que le deban dinero, así que estiró el brazo hacia el mostrador y cogió la moneda de cincuenta metiéndola rápidamente en su bolsillo.
Poco después llegó Antonio con un bocadillo.
-Muchas gracias –Dijo, algo nerviosa, dejando el dinero en el mostrador.
Iba a marcharse con el bocadillo cuando el dependiente le llamó.
-Bea, espera, que te tengo que devolver diez céntimos.
-No pasa nada, quédatelos –Respondió, riendo nerviosamente.
Y sin más interrupciones, se dispuso a salir de la cafetería…el problema es que alguien le esperaba en la puerta, impidiéndole salir.
-Eh… ¿Quieres algo? –Preguntó la chica, algo molesta, echándola un ligero vistazo al muchacho.
Era algo más alto que ella, de pelo corto y revuelto de color castaño y de ojos marrones vestía unos pantalones vaqueros oscuros, zapatillas de deporte color verdey una camiseta marrón lodo con la cara de un Goomba.
El chico se inclinó lo suficiente como para intimidarla, sonreía, una sonrisa que no ayudaba a relajarla.
-He visto como cogías el dinero…bueno, MI dinero… -Murmuró, haciendo hincapié en ese mi- Se lo dejé ahí a Antonio porque iba un momento al baño.
-¿Q-Qué dinero? -Preguntó una muy nerviosa Bea.
-No te hagas la tonta…
-L-Lo siento…no lo sabía, es que…me faltaba dinero…
-Sería tan bonito ir a la Jefa de Estudios y contárselo… Sabes lo mal que lleva eso del robo.
-¡No, por favor! –Suplicó ella, exasperada.
-Bueno…una cita a lo mejor lo arregla.
La chica se quedó perpleja, ¿cómo?
-Ni de coña, puedes meterte tu dinero por donde te quepa.
-Bueno, bueno…me conformo con que mañana me invites a algo, ¿qué te parece el trato? Yo no me chivo y tú me invitas a un bocadillo en compensación por robarme parte del dinero –Dijo él, extendiendo la mano.
Ella dudó un instante, genial, le había tocado el chulo de turno.
-Está bien… -Contestó, estrechándole la mano a ese extraño muchacho. Su mano estaba algo fría, pero su contacto era bastante agradable, tanto, que hizo enrojecerse levemente e, incómoda, salió por patas de la estancia.
Una vez quedó libre, se dispuso a irse al patio, donde la esperaría Elvira, solo que alguien la agarró por la cintura y susurró al oído con una voz forzadamente ronca:
-Bea.
Esta, con un respingo, se giró rápidamente, alertada, pero esto cambió al ver que era su amiga.
-¡Joder, Inma, ya te vale! –Bufó.
-¡Lo siento, lo siento! –Contestó ella, intentando no reírse- Pero cuéntame, tía, ¿qué hacías hablando con Rubén?
-¿Quién? –Preguntó ella, ladeando la cabeza.
-Ya sabes, el buenorro ese con el que acabas de hablar.
-Ah, te refieres al imbécil ese…
-Tía, pero si es todo un portento de hombre, ¿lo has visto bien?
-Si, si que lo he visto, pero ¿qué quieres que te diga? Es un chulo…
-¿Y qué ha pasado? ¡Cuenta, cuenta! –Dijo ella, tirándola del brazo hacia un banco.
-Pues…verás… Fui a la cafetería a por un bocata, me di cuenta de que me faltaba dinero, pero vi que había unas monedas en el mostrador y…las cogí prestadas, pero…por lo visto, ese tal…. ¿Rubén? Se las había dejado ahí a Antonio para que se cobrase mientras él le hacía el bocata e iba al baño… Rubén me pilló y el muy burro me dijo que me perdonaba la deuda si…tenía una cita con él… -Gruñó, hinchando los mofletes cual cría.
-¿Qué? ¡Vas a follar! –Gritó una eufórica Inma, alzando los brazos al aire.
-¡Tía! –Gritó ella, mientras sus mejillas tomaban un enorme tono carmesí- ¡Le dije que no y el respondió que con que le invitase a un bocata le bastaba, burra!
-¡¿Le has rechazado?! ¡¿Pero tú estás bien de la cabeza?! –Chilló, perpleja.
-Mira, déjalo…me voy al baño, ahora vuelvo… -Refunfuñó ella, dándole una bocado a su apetitoso desayuno.
Tras algunas burlas por parte de Elvira hacia Beatriz, volvieron a empezar las clases.
Con algo de pesadez, caminó hacia su aula, sentándose en el mismo sitio en el que se sentó en la clase anterior.
Apoyó su codo en la mesa y su cabeza en la mano, la clase de matemáticas le aburría soberanamente y no porque no prestase atención, si no porque le resultaba demasiado sencillo.
-Pss…aprovechada –Escuchó detrás suyo, pero lo ignoró, no iba con ella- …tú, aprovechada… -Volvió a escuchar a sus espaldas, y sin saber por qué, se giró lo suficiente como para comprobar si iba con ella o no.
-Por fin te giras, aprovechada… -Sonrió el susodicho, moviendo los dedos de su mano derecha, cuyo brazo se apoyaba en la mesa, un gesto claramente de burla.
-No puede ser… ¿Qué demonios hace este imbécil en mi clase y…sentado detrás mió?
Continuará
TU COMENTARIO ES MI SUELDO
Notas:
-Rubén está basado tanto físico como morlamente en el Youtuber elrubiusOMG.
-La canción que escucha Bea es Mostruo, del disco Rutilismo, de autor JPelirrojo y Curricé.
Otras Notas: Si...estaba escribiendo el fic: A lifetime with you, pero si no lo estoy continuando es por motivos personales, pero intentaré continuarlo en cuanto pueda, lo siento.
Por otro lado: Intentaré subir capítulos cada dos semanas, probablemente los domingos, no creo que pueda antes porque con esto de que empieza el instituto solo me dejarán tocar el ordenador una hora diaria, lo que quiere decir que me costará llegar a tiempo, perdonadme.
Roronoa Yuuko.