Otro día, nuevamente la misma rutina. Se levantaría temprano para ir a la secundaria, donde estaría hasta las 4 de la tarde. Tendría que soportar las burlas y el maltrato por parte de Seiren y su grupo, gran cosa.

Saliendo de la secundaria, tendría media hora para ir a su trabajo de medio tiempo como cajera en una tienda de ropa, eso hasta las 8 de la tarde. Luego correría para llegar en media hora hasta el bar donde trabajaba como mesera hasta las 12 de la noche, y más en los fines de semana.

El bar era propiedad de Kaito, Ichiru y Kaname, 3 pervertidos que no dejaban de comérsela con la mirada en todo momento. El último era, además, dueño del edificio en el que arrendaba un pequeño departamento, donde apenas pasaba 6 horas al día.

Esa era la rutina diaria de Rima Tohya, una joven de 17 años recién cumplidos. De estatura mediana, largas y contorneadas piernas, diminuta cintura y busto normal. Su piel era de un pálido y cremoso rosa, ojos azul claro, y cabello de un tono rubio oscuro, que llegaba hasta poco más debajo de los hombros.

Cualquiera diría que era hermosa, pero ella no lo creía así. Durante toda su vida había escuchado cumplidos respecto a su belleza, los cuales poco apoco fueron cesando, ya que su frialdad los opacaba.

De niña había sido feliz, eso hasta que su familia murió en un accidente automovilístico cuando ella apenas tenía 8 años. Desde entonces había estado yendo de casa en casa, de familia en familia. En ese entonces ya había desarrollado una personalidad fría y distante hacia los demás. Ya a los 14 años decidió arreglárselas sola, teniendo todo tipo de trabajos insignificantes. A los 15 años, tuvo que aprender a soportar las constantes burlas de Seiren, quien la había tomado odio porque, accidentalmente, Rima le había manchado con bebida el uniforme el primer día de clases. Era por ese motivo que nadie quería acercársele, por miedo a Seiren.

Unos meses después de entrar a la escuela, su mejor amiga de toda la vida, Mei, le dijo que su novio, Aidou, quien iba en su mismo salón, pero nunca se habían hablado, necesitaba un compañero de piso. La renta era mucho más barata, por lo que no dudó en aceptar.

Solamente había durado 9 meses con Aidou, ya que luego decidió irse. Aun así, él se había vuelto su mejor amigo, casi como su hermano.

Desde entonces había comenzado a vivir su rutina diaria, hace más de un año.

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El molesto ruido del despertador la sacó bruscamente de su sueño. Lo tomó con prisa para ver la hora. Las 7 de la mañana. Dio un suspiro y se levantó, fue hasta el baño y se dio una ducha rápida. Se colocó el uniforme y le dio un sorbo a su taza de café antes de tomar su mochila y salir corriendo con unas cuantas almendras en la mano para espantar al hambre.

El trayecto desde su casa a la secundaria era de casi media hora a pie, el medio de transporte que ella ocupaba diariamente.

Llegó a su salón cuando faltaban solo unos minutos para que tocaran. Aventó su mochila sobre la mesa y apoyo su cabeza sobre ella, usándola como almohada. El timbre sonó re repente y ella cerró los ojos. "Otra vez tarde", pensó apenas sintió la mochila de alguien chocar con la mesa a su lado. Sonrió de medio lado al escuchar las muchas maldiciones que su compañero murmuraba a regañadientes.

-2 minutos luego del timbre, nuevo record –bromeó sin abrir los ojos. Pudo escuchar claramente la disimulada risa de su compañero

-algún día llegaré antes que tú

-llevas casi 2 años diciendo lo mismo –Aidou volvió a reír, apoyando los codos sobre la mesa para poder observarla mejor

-¡luces horrible! –Exclamó de pronto el pelirrubio, obligándola a abrir los ojos para tratar de asesinarlo con la mirada –deberías dormir más

-no tengo tiempo, lo sabes

-lo tendrías si volvieras a vivir conmigo, así podrías dejar ese trabajo en el bar

-ya lo hemos hablado muchas veces Aidou, necesito ese trabajo si quiero estudiar periodismo, la paga es muy buena

-lo que se justifica por el hecho de que los dueños se mueren por llevarte a la cama

-Aidou –ella frunció el ceño, colocándose de pie para saludar al profesor, que acababa de entrar al salón. Aidou se encogió de hombros, sacando su cuaderno de historia –eso no tiene nada que ver

-claro, repítelo hasta que te convenzas.

Rima iba a responderle, pero el profesor comenzó con su clase, la cual se vio interrumpida minutos después por la llegada del típico grupo de los populares, el que estaba conformado por Kain (el primo de su mejor amigo), Zero (el hermano de Ichiru, uno de los tres pervertidos que tenía como jefe), y finalmente estaba Shiki, el típico niño mimado que siempre tiene todo lo que quiere.

Nunca le habían simpatizado mucho. Aidou pasaba la mayor parte del día con ellos, y no lo culpaba, eran sus mejores amigos. Cuanto le hubiese gustado que su amiga Mei estudiara en la misma escuela para no estar tan sola. Desde luego, Aidou la invitaba con ellos, pero nunca le había agradado ese tipo de personas, que por el solo hecho de tener dinero, se creían los reyes del mundo, el pelirrubio era la única excepción a la regla.

Al finalizar la primera clase, ella y Aidou fueron hasta la cafetería, ya que el pelirrubio adoraba comer, ese era uno de sus pasatiempos favoritos.

-apuesto a que hoy no desayunaste –dijo Aidou sentándose junto a ella en una de las mesas más apartadas

-claro que desayuné

-no me digas –murmuró él enarcando una ceja –déjame adivinar, un sorbo de café y 3 almendras

-fueron 5 –lo corrigió Rima soplando su flequillo

-¿quieres algo?

-no tengo hambre

-deja tu orgullo a un lado por 5 minutos Rima –le aconsejó su amigo -¿Qué tal un trozo de pastel?

-que sea de chocolate –Aidou sonrió, colocándose de pie y caminando hacia la caja.

Rima aprovechó para observar a su alrededor. La mayoría de las mesas estaban ocupadas por gente sin mayor importancia. En la que se encontraba en la otra esquina del recinto estaban los amigos populares de Aidou, comiéndose unos enormes sándwiches, y un poco más allá estaban dos de sus tres enemigas, Ruka y María, las mayores bufonas de Seiren. Al parecer no la habían visto, lo cual la alivió bastante, no quería problemas por el momento.

Aidou volvió acompañado de una joven que traía su orden, 2 enormes trozos de pastel de chocolate y 2 capuccinos. Rima rodo los ojos y sonrió para sí misma, su amigo nunca cambiaría.

Luego de comer volvieron a su salón para matemáticas, una de sus asignaturas menos favoritas. La profesora los hizo resolver unas páginas del libro de ejercicios mientras ella tejía algo. Rima hizo lo que pudo, la mayoría gracias a Aidou, que era buenísimo con los números.

Terminando esa clase, vino la de química. Fórmulas y más fórmulas inservibles, en una clase aun más inservible. Ese era el pensamiento de Rima mientras observaba por la ventana, luchando por mantenerse despierta.

-Rima, oye Rima

-¿hmm?, ¿dijiste algo? –Aidou rodó los ojos, cerrando su libro

-te estaba preguntando si querías almorzar con nosotros

-ya sabes que no –su amigo bufó molesto, comenzando a guardar sus cosas en la mochila –no te enfades Aidou

-Mei se enfadará si se entera de que te dejé sola otra vez. Además, no quiero que Seiren te moleste

-Mei no tiene porque saberlo –dijo Rima mirando el reloj con ansiedad –voy a estar bien, he estado sola desde los 9 años, una hora más no me hará daño

-detesto cuando hablas así –el timbre sonó, indicando que era hora de almorzar

-tus amigos te están esperando –dijo Rima empujándolo para que caminara. Aidou chasqueó la lengua y se despidió de ella dándole un beso en la mejilla.

Rima tenía razón. Durante esa hora nadie la molestó. Aidou se alivio bastante al ver que seguía completa cuando volvió. En las horas de la tarde les tocaba gimnasia, lo cual era una tortura, ya que el profesor Yagari no los dejaba ni respirar. Rima terminó de dar las 15 vueltas alrededor de la cancha y pidió permiso para ir al baño.

-detesto correr –pensó en voz alta, bebiendo un poco de agua. Se ató el cabello en 2 coletas y se mojó la cara. Bebió otro poco de agua y fue a la salida

-miren nada más –chasqueó la lengua al reconocer a las 3 personas que le bloqueaban la salida –pero si es Rima Tohya, ¿Qué tal tu día?

-normal –se atrevió a contestar. Las otras 2 rieron como tontas – ¿me dejan volver a mi clase?

-disculpa, no era nuestra intención molestarte –dijo Seiren con cinismo –pero te tenemos un regalo

-¿un regalo?

-me contaron 2 pajaritos que te gustaba el pastel de chocolate, así que te trajimos esto –las otras dos sacaron un enorme pastel y se lo lanzaron encima, llenándole el cabello, el rostro y el pecho de chocolate, comenzando a reír. Seiren le sacó una foto y la dejaron sola

-¿Por qué no pueden dejarme en paz? –les gritó Rima limpiándose la cara. Las lágrimas amenazaban con salir sin permiso de sus ojos. Se lavó las manos y se echó agua en la cara y el cabello -¿es que no tienen nada mejor que hacer?

Le fue imposible quitarse el chocolate de la polera, por lo que debió volver a su clase tal y como estaba, diciéndole al profesor que alguien que llevaba un trozo de pastel había chocado con ella. Al finalizar la clase, guardo el buzo y la polera en su casillero, se colocó el uniforme y fue hasta la tienda donde Yori, la administradora y hermana de Mei, la esperaba. Se colocó la chomba con el logo de la tienda sobre su uniforme y comenzó a atender. Minutos después llegó Mei, con quien conversaba cada vez que no tenían clientes.

Mei era una joven de su misma edad, de largo cabello de un tono marrón claro, al igual que sus ojos. Tenía muy buen físico, y la conocía desde que tenía memoria. De niñas habían estudiado juntas, pero a los 15 años se separaron. Ambas trabajaban juntas en la tienda de Yori, y se veían los fines de semana, por lo que nunca habían dejado de ser las mejores amigas.

Saliendo de la tienda, se despidió de su amigo y corrió lo más rápido que pudo para llegar al bar, ya que iba atrasada. Suspiró con una mezcla de alegría y cansancio al reconocer la entrada de empleados, se alisó un poco la falda del uniforme y entró. El primero en saludarla fue Ichijo, un simpático rubio de 19 años que trabajaba como barman. Luego de cruzar un par de palabras con él, fue hasta los vestidores, donde guardo la mochila en su casillero y sacó una falda de mezclilla bastante corta, un peto de color verde oscuro y zapatos de tacón alto. Se cambió rápidamente y se maquillo un poco para luego salir.

El bar acababa de abrir, por lo que los clientes apenas comenzaban a llegar. Rima se acercó a la barra, donde Ichijo conversaba animadamente con una joven de cabello marrón oscuro, ojos del mismo tono y linda sonrisa, de nombre Yuuki, la hermana de su jefe y casero, Kaname. También era camarera, pero con ella los clientes sabían comportarse adecuadamente.

-¡Rima! –Exclamó la pequeña peli castaña al verla -¿Qué tal tu día?

-igual que todos, pésimo

-no te desanimes Rima –hablo Ichijo con su característica sonrisa de "todo estará bien" –ya verás como todo mejora

-eso lo dices porque tú ya saliste de la escuela

-la universidad es peor –dijo Yuuki que, al igual que el pelirrubio, estaba en su segundo año de medicina –vamos, creo que es hora de trabajar –Yuuki fue hasta donde un grupo de jóvenes, mientras que Rima se quedo unos minutos más en la barra

-luces cansada –observó Ichijo limpiando un vaso

-lo estoy

-¿problemas en la secundaria?

-¿tú qué crees? –Ichijo rio divertido. Rima negó en silencio y comenzó a atender algunas mesas.

La noche pasó normalmente, con uno que otro borracho latoso, buenas propinas, y la insistente mirada de sus jefes sobre ella. Cuando el reloj dio al fin las 1, la joven fue hasta los vestidores para colocarse nuevamente el uniforme de la escuela. Cuando se estaba cambiando, la puerta se abrió. Esto no le importo mucho, ya que las demás también debían cambiarse ropa.

-vaya noche ¿eh? –comentó quitándose el peto, quedando solo en ropa interior. Buscó su blusa y siguió hablando -¿Yuuki?

-frio… frio…

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Hola de nuevo

Quería aclarar que muchos personajes de la historia no pertenecen a VK, Mei por ejemplo, está basada en el personaje de Sakura (naruto), ya que a veces puede ser muy tranquila, y otras veces saca fuerza de quien sabe donde para atormentar a alguien que la haga enfadar.