Buenos días, tardes o noches, dependiendo la hora en que leas esto. Gracias por tomarte la molestia y el tiempo de leer este fic.
Resumen: Por supuesto que no esperaba más. Sabía que no le iba a dar lo que necesitaba, tenía después de todo un corazón negro. Sexo tal vez, pero hasta ahí. Y no le importaba, a final de cuentas. Pero, ¿Y si comenzaba a importarle?
Pareja: ZoroxRobin
Advertencias: Lime, lemon, no muy desarrollados. Tal vez lenguaje altisonante en algún capítulo.
Disc: One Piece no es de mi propiedad, sino del mangaka Eiichiro Oda. Escribo este fic sin fines de lucro, únicamente como entretenimiento mío y de quien se tome la molestia de leer.
Black, Black Heart
Introducción: Las reglas de MI juego
Robin abrió sus ojos celestes, despegó su cabeza del poderoso pecho que hasta el momento le servía de almohada, y se levantó con lentitud. Hizo su mejor intento por no despertarlo, se quitó de la cintura el brazo fuerte que la rodeaba y le mandó un beso con la punta de los dedos. Pensó en la reacción que hubiera tenido ante su coquetería de haber estado despierto, y sonrió. Se puso la ropa interior con cuidado, y luego se puso la blusa y el pantalón que había usado durante la fiesta alocada que desembocó en aquella situación.
No se quiso calzar los tacones. No lo quería despertar, así que anduvo descalza hasta la puerta. Abrió, salió, y cerró tras de sí con la misma precaución.
Una vez que estuvo fuera, la brisa olorosa a mar le dio por completo en el rostro, mientras ella admiraba con deleite la noche estrellada que se ofrecía ante sus ojos. Se dirigió a su habitación con andar lento y ligero.
Abrió, entró, y encendió una lámpara, pero antes de que pudiera volverse para cerrar la puerta, un rechinido atrás de ella le indicó que alguien le había ahorrado el trabajo.
-Vaya, Nami, que sorpresa que estés aquí tan tarde.
-Robin…necesito hablar contigo.
-Eso es más que evidente. Adelante, siéntate, de cualquier modo pensaba quedarme despierta y leer un rato.
Nami estaba detrás de donde se posicionaba la puerta cuando se abría. Estaba con los brazos cruzados sobre el pecho y tenía una expresión preocupada en el rostro. Robin estaba frente a una repisa, buscando el libro que planeaba leer.
-Por favor dime…que estás ebria.
Robin miró a Nami unos segundos, ya con el libro en la mano, antes de proferir una sonora carcajada, con lo que consiguió que Nami se sonrojara, mitad de vergüenza y mitad de enojo.
-¡No le veo la gracia! ¡Estoy preocupada por ti, Robin!
-Lo…lo siento, Nami- Robin se limpió una lagrimilla que se le resbalaba por su mejilla debido a la risa- es que tu sabes mejor que nadie la resistencia que le tengo al alcohol.
-¡No me preocupa eso! ¡Me preocupa lo que hiciste!
-¿Y qué hice?- preguntó la mayor con más curiosidad que antes, dejando el libro a un lado mientras se sentaba en la orilla de su cama.
-¡Pues tu…!- Nami bajó la cara- te acostaste con Zoro.
El rostro de la morena no negó ni confirmó nada, solo se mantuvo de frente e inmóvil.
-No comprendo- susurró al final, cuando se dio cuenta de que ella no tenia nada más que decir- ¿Es eso una acusación?
-No- repuso la mandarina, a decir verdad, sorprendida de que Robin no lo negara ni lo refutara, sino que lo aceptaba sin más- es por lo que estoy preocupada. Robin, ¿Qué esperas lograr?
-Yo nada, Nami, no comprendo de qué te preocupas tanto.
-¡Es que no llegarás a ningún lado con él!
-¿Y quien dice que quiero llegar a alguna parte, Nami?
Nami relajó sus músculos, parándose en seco. Robin la miraba con sus siempre misteriosos ojos azules.
-Fue sólo sexo- confirmó la arqueóloga para disipar las preocupaciones de la menor, sólo que esta se pareció preocuparse más, de ser posible.
-Robin…
-Nami, ¿No me consideras suficientemente madura para manejar una situación así?
-No es eso, es que…Robin…
-Nami, ya pasó. Estoy bien, es de lo más natural. Ya me he acostado con algunos otros hombres antes y no me ha sucedido nada malo, me sé cuidar.
-Pero estoy segura de que no querías a ninguno de ellos. Con Zoro es diferente. Dime, ¿Cómo lo verás a los ojos mañana en el desayuno?
Robin sonrió esperando que la pelinaranja se calmara aunque fuera un poco. Nami se acercó y se sentó frente a ella en la cama, y le tomó la mano.
-No dudo de tu madurez, Robin, más de una vez me has mostrado que cuando se trata de mantener la calma tú eres como de hierro, pero tengo miedo de que salgas lastimada, yo te quiero como si fueras mi hermana. Y no es un secreto para mí que tú sientes algo por Zoro.
Robin sonrió y le apretó la mano a Nami.
-Claro que no, Nami, no sé de donde sacas eso.
-No eres la única persona a bordo que no se pierde de nada- susurró- me ofendes si crees que no lo sé.
-Nami…yo no siento nada por él. Bueno, es mi nakama, y lo quiero como a todos ustedes pero no es lo mismo que "sentir" algo por él.
-Cuídate mucho, por favor.
-No te preocupes, todo estará bien.
Nami esperó unos momentos. Antes de salir, miró a su amiga una vez más.
-¿Piensas seguir con él?
-Si tiene ganas y yo también, no me voy a negar, así de simple.
-Ves todo tan sencillo.
-Porque lo es Nami.
-No entiendo qué beneficio puedes sacar de todo esto.
Robin sonrió traviesamente y le guiñó un ojo a Nami.
-El mejor sexo de toda mi vida.
Nami no se esperaba semejante respuesta por parte de Robin…o bueno, tal vez sí, o…ya no sabía. Lo único que entendía era que estaba mal.
Abrió la boca con intención de protestar pero no lo hizo. Finalmente…
-Es tu problema- contestó, no sin antes soltar un suspiro escandaloso que divirtió aun mas a la arqueóloga, quien rió bajito, lo cual hizo que la navegante se sintiera por demás molesta.
Nami le dedicó una última mirada de desacuerdo y salió de la habitación.
Robin cerró sus ojos, dejando de lado, con desgana, el libro que había querido leer. Se dejó caer en la cama, se cubrió los ojos. Floreció una mano y con ella apagó su lámpara de noche. Se envolvió bajo las sábanas y se dispuso a dormir. Aún sintiendo sobre su piel las manos rasposas, todavía percibiendo en su cuerpo el aroma a metal y a mar, aún sintiendo en sus oidos retumbando los sonidos de los gemidos y las expresiones varias de aquel hombre con quien había estado minutos atrás.
No sabía si estaba bien lo que estaba haciendo, solo sabia que le gustaba.
¿Qué le hubiera dicho Nami de haber sabido que aquella no era la primera vez que Robin se acostaba con Zoro? En realidad llevaba algunos días así.
Todo había comenzado una noche en que Robin se quedó despierta y Zoro hacía la guardia. Ella estaba en cubierta, leyendo, pues la noche era bella y quería aprovecharla.
Zoro bajó de la torre de vigilancia, dirigiéndose a la cocina. Robin supo que el peliverde la miraba de reojo mientras caminaba, nunca se le pasaban por alto ese tipo de detalles. Llevaba días, plenamente consciente de que no le era del todo indiferente al espadachín y esa atención de su parte le complacía, eso era seguro.
¿Qué pensaba de eso ella, mujer experimentada y con cierta madurez en esos temas? Le parecía exquisitamente atrayente. Nunca había conocido a un hombre como Espadachín san, y su aura fuerte y su poderosa manera de mirar a veces la hacían sentirse estremecer, aunque fuera secretamente.
Siempre había querido tener una relación más sana y agradable con el espadachín. Quizás esa noche tranquila en la que los dos estaban despiertos (ella por gusto y él por deber) podría acercarse un poco a él y mantener una pequeña y civilizada conversación.
Cuando él iba de regreso, Robin lo llamó. Comenzó a hablarle de cosas triviales y trataba de obtener alguna respuesta adecuada por parte de el, pero solo conseguía monosílabos como contestación. Terminó acompañándole a la torre de vigía, donde ella se percató de que ni siquiera había hecho el intento de alejarla.
Robin sintió que algo realmente importante sucedía. El espadachín no había renegado de su presencia ni una sola vez. Lentamente se acercó a él, y comenzó a beber de una de las botellas de licor que el peliverde había traído, solo para probar la paciencia que su nakama estaba dispuesto a darle.
-¿No te molesta que esté aquí, Espadachín san?
-En realidad no- contestó él sin prestarle importancia- me da igual.
Esto la hizo sonreír, pues el moreno estaba fingiendo muy mal su nerviosismo, y la verdad ella no estaba tan tranquila tampoco. La tensión que se formó entre ellos justo en ese momento casi podía cortarse con un cuchillo.
Decidió acabar con aquello antes de que algo saliera mal, pero de pronto se encontró a si misma mirando a Zoro de frente, arrodillada frente a él, que estaba sentado. Quizás fue porque estaba ebria. Ya había bebido antes de estar con Zoro, y lo poco o lo mucho que bebió estando con él trastornó por completo sus sentidos. Era muy resistente al alcohol, y quizás era la situación en que se encontraba la que había detonado todo aquello. Se acercó a él sin que el moreno pusiera resistencia, una vez más. Lo observó, y él también.
¿Desde cuando había nacido ese deseo dentro de ella? Se reclinó sobre su pecho, se acercó a su cuello y aspiró profundamente su aroma. Casi por accidente, comenzó a besar su piel suavemente, y cada vez con más pasión. Era increíble como su nakama respondía a aquellas caricias, con esos sonidos tan intensos saliendo de su garganta, y mejor, porque comenzó a corresponderle besando su cuello de la misma forma.
Ella se contuvo menos en cuanto a mostrar sus sensaciones, sus gemidos eran escandalosos y cuando no pudo contener más el placer terminó recargándose contra Zoro con muchísima fuerza, como buscando un apoyo en él. Aquellos labios eran mágicos.
Robin jadeaba. Las manos de Zoro acariciaron sus brazos y fueron bajando poco a poco por sus piernas.
Pronto el calor aumentó, y la ropa sobró. Comenzaron a dejarse llevar como nunca en la vida se lo habían permitido. Se olvidaron de las reservas, de la vergüenza, y los dos se sujetaron uno al otro, como al borde de un abismo, con la pasión consumiéndolos y el fuego arrasando con todo lo que había en su interior.
La señal de alarma vino cuando Zoro se percató de que Robin no le permitía besarla en los labios. Cada vez que lo intentaba ella le huía, haciendo que finalmente él desistiera y se contentara con ocupar sus labios en todo lo demás.
Ella no planeaba llegar tan lejos, pero finalmente no le importo en absoluto, cuando sintió la forma tan intensa en la que el hombre besaba todo su cuerpo, con poca o ninguna ternura, pero lleno de toda esa fuerza y ese poder que necesitaba sobre ella, debajo de ella, dentro de ella.
Cuando los gritos se acabaron, ambos se refugiaron en los brazos del otro, en la paz completa del placer que acababan de experimentar.
Después de varios minutos, Robin se puso de pie lentamente, mientras Zoro absorbía con los ojos cada uno de sus movimientos felinos y enloquecedores.
-Zoro…-llamarle por su nombre ahora no era nada- ¿Seguiremos con esto?
Se había comenzado a vestir. Zoro buscó con la mirada su ropa, tratando de meditar una buena respuesta para aquello.
-Si tú quieres.
Robin termino de vestirse y se arregló un poco el cabello. Miró a su nakama vestirse, y entonces tomó la decisión sobre lo que debía de decirle en esos momentos, algo que la tenía un poco preocupada, a decir verdad.
-Solo tengo…una condición, Zoro.
Él le dio a entender que la escuchaba así que ella le explicó.
-No puedo permitir que me beses en los labios. Eso nos convertiría en…amantes, y sería mucha responsabilidad para ambos.
Zoro no reaccionó. Le pareció interesante lo tranquila que Robin estaba después de lo ocurrido.
-Así que no somos amantes….- dijo finalmente en un tono reflexivo- ¿Entonces qué seremos, según tú?
-No lo sé… ¿Nakamas que tienen sexo ocasionalmente?
Zoro se encogió de hombros ante la sugerencia de la morena.
-No me importa mucho en realidad. Si lo que estas diciendo es que no va a haber compromisos, por mi no hay problema.
-Por lo tanto, no esperaré un trato diferente o especial de tu parte, Zoro. Todo tiene que seguir como hasta ahora.
Zoro se incorporo luego de vestirse los pantalones buscando con la vista su camisa, que localizó a algunos pasos de él.
-Yo también tengo una regla.
-Adelante.
-Nadie de la tripulación debe saber de esto. Ni siquiera Nami, si es que piensas contárselo por ser tu amiga. Se tiene que quedar entre los dos.
Robin terminó de vestirse.
-Tenlo por seguro, Zoro.
Y dicho esto, bajó de la torre de vigilancia y se fue a leer, tal como estaba antes de lo sucedido.
Habían pasado varios días de eso, y lo dicho, lo habían hecho varias veces desde entonces, y esa noche, aprovechando el barullo de la fiesta, se habían escapado antes de que alguien se percatara de la mirada de acuerdo que habían utilizado para "quedar". Ahora Robin solo esperaba que Nami fuera discreta. Que la navegante creyera que aquella noche era la primera y única que ella y Zoro habían compartido era bueno, pues quería decir que ambos habían hecho bien su trabajo de disimular.
Trató de ignorar el hecho de que aquellas experiencias le estaban dejando una sensación muy extraña últimamente.
Solo sexo. Esas dos palabras ahora la estaban haciendo temblar. Cada vez que la imagen de Zoro venía a su mente, era lo único que podía pensar. Después de todo ella siempre lo tuvo presente, incluso desde antes de aquella fatídica noche. De él no podía esperar más. Ni ternura, ni amor.
Sólo sexo. Y hasta ahora estaba bien.
Pero más tarde…quien sabe. No quería pensar en eso.
Continuará
Notas varias de la autora: Gracias por leer este fic. Por tratarse de la introducción no se desarrolla mucho y me basé demasiado en los diálogos tal vez, pero quiero dejarlo así, pues la parte fuerte de la trama vendrá después. No es el primer fic que escribo, pero sí con esta cuenta, esta pareja y esta temática. Es una nueva área para mí y espero lo mejor.
Un poco de contexto: la historia se basa en la canción Black Black Heart, de David Usher. Es una canción muy intensa, y en general se presta para el fic. Tiene tres versiones, una lenta muy sexy, una un poco más rápida, suena algo pop, y la rockera, con más energía pero también bastante sexy. Desde ahora aclaro que el fic no se va a centrar en el sexo porque ese no es mi estilo, sino en las consecuencias que puede traer una relación de esta naturaleza.
¿Porqué Zoro y Robin? Esos dos son una bomba de tiempo, con tanto misterio y seriedad. En mi humilde opinión, es una pareja...simplemente única, se presta para una infinidad de situaciones.
En fin, espero sus comentarios, si quieren dejar críticas o darme el visto bueno o lo que quieran.
Hasta la próxima
Aoshika October