¡Hola a todos! Soy una humilde servidora más que quiere subir su ff para que el mundo se entere de una historia alterna a la original.

Tal vez no me conozcan, por eso quiero presentarme antes, ya había escrito un fic en Potterfics, se llama "El Principio del Fin" y era Dramione, me fue bastante bien, y ahora quiero presentarles otra a parte.

Bueno, mucho ya, quiero agradecer a Melissa que tal vez no lea esto, pero quien me ayudó a corregir muchos errores.. Y eso.

Qué lo disfruten:


El vapor del expreso de Hogwarts era cada vez más intenso, así como los silbidos regulares causados por el horario a cumplirse. Había aún muchos alumnos fuera del tren hablando con familiares, aceptando consejos y despidiéndose cariñosamente, así como algunos alumnos que se rehusaban rebeldemente a entrar antes de tiempo. Esa última semana Hermione no la había pasado en la casa de los Weasley's como ya se le había hecho costumbre, y como sus padres no podían acompañarla pasando el andén 9¾, ella pasó sola dando traspiés y grandes zancadas empujando su baúl y mirando constantemente el enorme reloj que parecía apurar los minutos más de lo normal.

Pero no tardó en encontrar a la Sra. Weasley abrazando a Ginny; a Arthur, hablando entre un tono de seriedad y simpatía a Harry y a Ron. No dudó ni un segundo y se acercó a ellos lo más rápido que pudo. Ron fue quien primero la notó y sonrió de manera un poco tontita, pero haciendo caso omiso ello, se tiró a ambos abrazándolos lo más fuerte que pudo.

— ¡Vaya, Hermione! Creí que te perderías el último año —comentó Ron cuando todos se despidieron finalmente y subían al tren.

— ¡Ni siquiera deberías soñar con eso! —comentó Hermione mientras se colocaba detrás de Harry y sentía que Ron quedaba detrás suyo—. No deberías porque te quedarías sin alguien que te ayude con tus tareas.

—Creo que la modestia se ha ido —musitó Harry con tono divertido. Volteó la cabeza y miró un compartimiento—. Aunque de verdad es cierto— Tomó la puerta y la empujó con fuerza—. Adelante.

— ¡Pero sin mí no son nada! —repuso Hermione riendo con ganas colocando a Crookshanks (estaba en una jaula) en el asiento. Tomó su baúl y lo colocó en un rincón del compartimiento. Harry y Ron fueron más rápidos, así que se apresuró a sentarse entre Crookshanks y Ron. Harry quedó en frente a ambos.

Un último silbido y sintieron como el tren empezaba a marchar, Ron se asomó por la ventanilla para mirar a sus padres al igual que Harry y se despidieron con las manos. Al terminar de despedirse Harry se sentó tomando todo el asiento, mientras Ron volvía a colocarse bien al lado de Hermione, como si temiera represalias.

— ¡Qué verano más loco! ¿No? —dijo Ron al fin.

—Ni me lo digas —agregó Harry mirando por la ventana—. ¿Dónde está Pig?

Hermione sintió tristeza por un segundo al acordarse de Hedwig, y además Pig había sido regalo de Sirius, sin duda esa lechuza era fuente de recuerdos nostálgicos.

—Lo dejé libre, creo que puede llegar solo a Hogwarts, ¿no? —preguntó achicándose Ron.

—Sí, bueno, eso creo —agregó Harry sin darle mucha importancia—. Tal vez debí comprar otra lechuza…

Hermione miró a Crookshanks y pensó por un segundo si compraría otro gato si él se muriese, quitó el gatillo y dejó a Crookshanks libre, el gato pelirrojo perezosamente salió y se acomodó en el regazo de Hermione. "Después de todo los gatos no mandan cartas, como las lechuzas", pensó distraídamente.

—Pero no lo hiciste, no puedes hacer nada ya —respondió Ron un tanto fuerte, la puerta de abrió de golpe y todos giraron a ver.

— ¿Quisquilloso? —preguntó Luna con una sonrisa. Harry aún nostálgico llevó su mano a su bolsillo y quitó unos galleons.

—Quiero uno.

—Gracias, Harry —dijo Luna dándole la revista y saliendo apresurada sin llevar el dinero de Harry.

Los minutos pronto se convirtieron en horas, Hermione miró su reloj y advirtió de que Hogwarts se encontraba cerca, y que tenían que ir a cambiarse, lejos de hacer caso a su palabra, Harry y Ron siguieron jugueteando con un libro y riéndose. Casi fuera de sus cabales tomó usu baúl y quitó una mochila, abrió la puerta del compartimiento y lo cerró de un portaso, sólo así se dio cuenta de que Harry y Ron pegaron el susto al oír un grito.

Caminó entre la gente que se encontraba fuera de los compartimientos esquivando de vez en cuando hechizos locos que los alumnos usaban para fastidiar, de tanta distracción que ocasionaba todo chocó con alguien, y casi sin notarlo pidió disculpas.

—No necesito tus disculpas, Granger —gritó Malfoy pasando con nervios al lado suyo.

—Qué pesado —murmuró en voz baja al sentir que Draco ya pasó, grave error, porque sintió como se volvían hacia ella.

—Qué impura —comentó con asco.

—Qué patético —contestó en una salida totalmente de sí, nunca respondía porque estaba a favor de ignorar, pero escuchar que la llamaran impura de una manera tan despectiva la lastimaba, lejos de importarle quien sea, solo era la manera tan prejuiciosa con la que decía ello.

— ¿Sabes qué, Granger? —preguntó Malfoy derramando veneno con las palabras—. La única patética eres tú por creerte mucho solamente por luchar contra El Señor Tenebroso, ¿pero sabes qué? No eres más que una sangre sucia inmunda.

—Y tú no eres más que un ególatra presumido cobarde e idiota —dijo Hermione con voz aparentemente calmada—. Porque no sabes agradecer que gracias a mí, Harry y Ron estés libre, no pudriéndote en Azkaban.

—Ahh… Cierto… —Agregó con sarcasmo el rubio acercándose a Hermione hasta quedar lo suficientemente cerca—. Yo no les pedí nada. Quédense con sus grandes dotes de héroes, para mí no son más que basura.

Y Draco se alejó empujando a cuánto estudiante se pusiera en su camino. Hermione tragó saliva mirando al suelo y se colocó la mochila bien en el hombro y se fue directo al baño.

No pudo aguantar llorar al llegar allí. No le importaba lo que Draco Malfoy pensaba de ella. Y mucho menos ser Impura. Era algo tan sentimental. Sentirse menos que los demás, eso la carcomía, ¿por qué no podían ser todos, personas sin necesidad de buscar racismo? Y a ella la afectaba, nunca dejaría de afectarle por lo visto. Después de haber sido torturada por Bellatrix Lestrange pensó que nada peor podía pasarle, pero estaba equivocada, seguía doliendo.

Entre llanto y llanto intentaba secar sus lágrimas, terminó de cambiarse pero no le dieron ganas de salir rápido, total pensó que había ido demasiado pronto y que aún faltaba, luego se miró al espejo y esperó a que sus ojos volvieran a ser normales. Se secó unas cuantas lagrimillas más y se lavó la cara. Después de secarse tomó su mochila, su varita y abrió la puerta para salir.

El tren estaba vacío.

Salió corriendo y se bajó del tren dando zancadas, era la segunda vez en el día que llegaba tarde, miró hacia el camino para llegar a Hogwarts y las carretas arrastradas por Thestrals se alejaban. Dejó de mirar y corrió hasta ella, para su suerte aún había una carreta.

—Señorita Granger ¿Por qué ha tardado tanto? —El Profesor Filius estaba con una enorme lista en la mano, Hermione agachó la cabeza para mirarlo a la cara.

—Se me pasó el tiempo, perdone señor.

—Espero que no vuelva a ocurrir —añadió Flitwick—. Supongo que no volverá a ocurrir porque es el último año… creo que crecen tan rápidos —Hermione frunció el seño con confusión al ver al profesor tan sentimental.

—Sí, bueno… no ocurrirá —dijo sin saber qué responder.

—Está listo el último carruaje, puede subir, ya he marcado su llegada —comentó Flitwick señalando con la mano el carruaje—. El único que me falta es el Señor Malfoy. Adolescentes rebeldes que para mí ameritan expulsión directa, cómo se atreven a…

La voz de Flitwick fue opacándose mientras Hermione se dirigía al carruaje, puso un pie para subir y entonces vio que no estaba sola, y no podía creer quién era el que estaba allí sentado.

— ¿Herrmione? —El acento extranjero fue tan pronunciado que no dudó en sonreír—. ¿Eres tú Herrmione?

— ¿Viktor? —El hombre apuró a llegar hasta Hermione y la tomó de la mano ayudándola a subir al carruaje—. ¡Realmente eres tú! —dijo admirada.

—Sí —asintió con la cabeza mientras se sentaban, uno al lado del otro.

— ¿Y qué te trae de nuevo a Hogwarts? —preguntó Hermione aún riendo.

—Es una sorrprresa —respondió con su típico acento alargando la "RR".

—Vamos, Señor Malfoy, es el último carruaje y no puedo dejar que vaya solo —la voz del profesor Flitwick se escuchó estridente así que ambos dejaron de mirarse y miraron hacia Malfoy, quien se dedicó a subir con la típica mirada "de odio" que tenía. Flitwick subió dando saltos y el final se sentó en frente de Hermione. De pronto el carruaje empezó a andar cuando el Profesor dio la orden.

— ¿Entonces no me lo vas a decir? —preguntó Hermione volteándose hacia Viktor.

—Llegaremos en menos de 10 minutos ¿no puedes esperar a llegar?

—Tal vez sí, pero no quiero —repuso como si fuera una niñita pequeña.

—Pues… debes esperar —alegó finalmente Viktor

—Bien.

Hermione intentó mirar todos lados menos hacia el frente, ya era totalmente incómodo que Malfoy viajara con ellos para sumarle que su propio profesor estaba allí sentado agitando los pies en el viento al no llegar al suelo, quiso hablar más con Viktor, pero sería aún más incómodo, ninguno de los cuatro decía nada, y todo con excepción del Profesor Filius parecían dispuestos a mirar para todos lados con tal de distraer la vista.

Los Thestrals empezaron a disminuir la marcha en cuanto llegaron al colegio. Hogwarts estaba tan enorme y hermoso más reluciente que nunca. El primero en bajar fue el Profesor Flitwick, seguido por Draco Malfoy, quien bajó y caminó a toda velocidad por la oscuridad. Viktor ayudó a bajar a Hermione luego de que él bajara primero, Hermione volteó y vio que el Flitwick esperó en la entrada a que ella entrara.

—Te veo más tarde, Herrmione —dijo Viktor despidiéndose—. Fue bueno volverr a verrte.

—Para mí fue una sorpresa —respondió un poco atontada, dio unos pasos torpes hacia atrás y chocó contra un pilar, por suerte pudo atajarse antes de caer—. Nos vemos.

Hermione entró caminando lentamente, una vez adentro corrió lo más veloz que pudo, era el primer año de Hogwarts en que Minerva McGonagall sería la encargada del típico discurso de comienzo de año, pero se dio cuenta al llegar al Salón Comedor que ya todos se encontraban disfrutando del banquete.

Buscó a Ron y a Harry entre la larga mesa de Gryffindor, allí estaba Ron, abusando de la comida como siempre y Harry riendo entre dientes, se acercó a ellos rápidamente y se dio cuenta como ambos no paraban de mirarla.

—Puedo decir que a mí también me abandonaron en sexto y no me quejé —puntualizó Harry.

—Yo intenté buscarte, fue Ron el que dijo que ya te habías ido y justo como ahora lo único que hacía era tragar cuanta cosa se le ponga en frente.

— ¡Tantas horas me dan hambre! —Se defendió Ron con un pedazo de pollo en la mano—. Además, Harry fue el que dijo que seguramente fuiste con los prefectos, ya ves que son los primeros en bajarse y toda la cosa..

— ¡RON! —dijo casi gritando—. Tú eres PREFECTO.

— ¿Qué? ¿Sigo siendo prefecto? —preguntó Ron casi escupiendo lo que tenía en la boca.

—Sí. Y no digas idioteces —volvió a decir Hermione—. Yo ya no soy prefecta.

— ¿Quéeeeeeeeeeee? —preguntaron Harry y Ron al unísono.

—Sí, es así, ahora la nueva prefecta del séptimo año es la Señorita Lavender Brown —respondió Hermione con una postura extremadamente recta, daba la impresión de que estuviera enojada aunque no lo estaba—. La conoces muy bien ¿o no, Ronald?

Ron se enrojeció hasta las orejas en un solo instante, pero ya no respondió nada que Hermione pudiera objetar. Así que Hermione tomó un plato y se dispuso a disfrutar del banquete. Pronto los trastes sucios desaparecieron. Todos voltearon a ver a McGonagall, quien se puso de pie y caminó hasta donde habitualmente Dumbledore hacía sus discursos.

—Este año tenemos más cambios que los ya mencionados— Hermione supuso que se trataría del tema de Dumbledore, quien muerto fue sustituido, claramente—. Tenemos el orgullo de contar con un nuevo profesor de Defensas contra las artes oscuras, así como uno nuevo de transformaciones.

Los murmullos fueron creciendo en tanto en tanto, McGonagall apuntó su varita en su garganta provocando que su voz sonara más fuerte.

—El nuevo profesor de Transformaciones es muy conocido por aquí, supongo. Den la bienvenida al Señor… Percy Weasley.

Hermione, Ron y Harry se miraron con la cara más blanca que pudieron presentar, al lado Ginny rió fuerte empujando a Ron, él sólo atinó a voltear la cara pálidamente hasta Ginny, quien no paró de reir. Las puertas del Gran Salón se abrieron con fuerza, dejando ver a Percy, lucía un excelente traje, y no llevaba túnica. Caminó con altivez hasta llegar junto a McGonagall y con un apretón de manos se saludaron, y como era costumbre se escucharon aplausos.

—Tú sabías de esto, pequeña desquiciada —dijo Ron mirando directamente a Ginny.

— ¿Y qué si lo sabía? —preguntó Ginny divertida—. Será divertido, sé que Percy es tu hermano favorito.

—¡Es el más pesado! —gritó susurrando Ron.

Pronto Hermione notó como McGonagall seguía parada con su varita en la garganta, carraspeó un poco y luego se dispuso a seguir hablando.

—Y el nuevo Profesor de Defensa Contra Las Artes Oscuras es el Señor….

Las puertas del Gran Comedor se volvieron a abrir con estruendoso sonido, a Hermione le pareció que con aún más fuerza que con Percy, de afuera se hizo notable como un hombre vestido como extranjero caminaba con mucha fuerza hasta McGonagall, todos quedaron con la boca abierta… pero Ron fue el que más palideció.

(Continuará~)

Espero que les haya gustado, esperaré sus reviews igualmente ^^,