La era del Mito en el País del Fuego


Disclaimer: Los personajes de Saint Seiya pertenecen a y los de Naruto a Kishimoto. Solo la historia es de mi invención.


Capitulo 1:

Dioses caprichosos y mortales fastidiosos.


No estaba precisamente en la mañana que ella había deseado. La joven diosa de ojos grises poso su vista en cada uno de lo presentes, pero ninguno parecía advertir en ella. ¿Y esos eran sus más leales, poderosos y respetables guerreros? Si por ella fuera solo se quedarían en poderosos, porque de eso no había duda; pero en lo demás existían muchas pruebas en contra. Y toda vía algunos no habían aparecido después de su invitación a desayunar.

Cerró los ojos, buscando paciencia en su interior. ¿Dónde estaba el honor y la seriedad de los guerreros que viajaron al infierno? Si ella hubiera conocido esa faceta antes…

-Ya te he dicho que así no se tratan a los invitados. – dijo el menor de los gemelos, tomando asiento en la mesa. Ni siquiera se había dignado en saludarla. Abrió un poco sus ojos solo para asegurarse que el mayor de los hermanos le enseñaría modales…

-Tenia entendida que eras un Santo dorado al igual que todos los presentes. – replico Saga con su profunda voz, se sentó junto a su gemelo y comenzó a servirse.

Saori alzo una ceja, incrédula.

-Me alegra que el mensaje haya llegado hasta ti. – dijo Kanon, sonriéndole descaradamente a su hermano.

-Entonces estarás de acuerdo que también tienes obligaciones como todos aquí.

-Ese, hermano mio, es el punto donde diferimos. – Kanon mordió un trozo de la fruta que reposaba en su plato y mastico con lentitud mientras Saga esperaba con la ceja alzada. – soy sustituto, lo recuerdas. Un caso sumamente especial y las responsabilidades recaen sobre el caballero oficial. En este caso tú. – termino su discurso colocando su mano en el hombro de Saga, que se movió con brusquedad para quitar el contacto.

¿Y ese era Kanon de Géminis? Se pregunto Saori, incrédula ante el descaro del hijo prodigo del santuario. Bueno, tenia que admitirlo, no había cambiado mucho.

-Pero eso es injusto y lo sabes. – replico Saga perdiendo la paciencia. -¿Por qué yo tengo que hacer todo cuando, tú solo te dedicas a ir a clubes con Milo o Mascara de muerte?

¿Y ese era Saga de Géminis? Uno de los caballeros que no le importo perder su honor por protegerla, la rencarnación del dios de la guerra sangrienta era el mismo que ahora se quejaba como un crio con su hermano. Un tic se instalo en su ceja derecha y volvió a cerrar sus ojos en busca de paciencia.

-Venia en el paquete junto a la armadura, recuerdo que era tu sueño cuando éramos unos críos. Ya sabes soy tan buen hermano que te dejo tener todo lo que quiera.

-¡Kanon!

-¡Hola a todos! – las puertas se abrieron de par en par dejando entrar al caballero de escorpio feliz. ¿Al menos uno saludo? – pensó Saori. Detrás de él entro Aioria mirando a todos lados. – ¿Que se te perdió gatito?

Un gruñido fue la respuesta que dio el castaño y camino decidido hasta la mesa.

-Oye, con esa falta de vocabulario nunca conquistaras a la pelirroja. – rio Milo. Los gemelos se rieron ante el comentario, para después seguir con su discusión. Mascara de Muerte que ya llevaba varios minutos, levanto su vista de su plato y rio con cinismo al castaño que se había sonrojado súbitamente.

-¡Cállate bicho! – le grito.

¿Milo de Escorpio se rio ante un insulto a su persona? – Saori estaba atónita, además el honorable Aioria estaba perdiendo la compostura en su presencia.

-Como si le hará caso de todas formas. – dijo Mascara de muerte, olvidando por completo su comida para ver como saltaba el Leo.

-Nadie te metió a ti, necrófilo.

El pie de Saori comenzó a golpear el suelo desesperadamente. Ella solo quería un desayuno tranquilo con sus queridos caballeros dorados. Hacerles notar lo mucho que los extrañaba cuando ella estaba en Japón y lo agradecida que iba a estar siempre con ellos. Había dejado en el santuario guerreros revividos que apenas se podía ver entre ellos y lo que haya es esto.

Ahora solo los quería a diez mil años luz de distancia, bien calladitos.

-Mira que si no fuera por las raras ordenes de Athena, yo ni estaría aquí. – Las palabras de Mascara de Muerte llegaron hasta sus oídos y perdió el control.

Su cosmos caracterizado por ser cálido, comenzó a elevarse violentamente, inundando el salón completo, sin que ella se percatara. Estaba tan sumida en imaginarse a los molestos caballeros en un lugar lejos, muy lejos de ella. Ahora cabo Sunion parecía una buena idea… no aun estaba en los limites del santuario.

-Athena.

-Athena-sama.

-Princesa.

-Atenea.

¿Y ahora que querían? ¿Gastarle el nombre? O acaso la creían tan inútil como para que no supiera que ella era la rencarnación de la diosa de la sabiduría.

Los caballeros por su parte estaban atónitos, observando el cosmos ondulante y divino de su señora llenar el comedor principal. ¿Qué le ocurría a su diosa? Era escalofriante la sensación eléctrica que recorría la piel de los cinco guerreros al contacto con la energía.

Saga se levanto de su silla con precaución, seguido del resto de los guerreros y con pasos cautelosos, se acercó poco a poco al origen de aquel extraño fenómeno.

-¿Por qué su cosmos es tan agresivo? – pregunto Milo desconcertado, mirando a cada uno de sus compañeros en batalla. – Nunca lo había sentido así. ¿Creen ha sido poseída?

-Es imposible, es una diosa… - respondió Kanon, cruzándose de brazos y evaluando la situación. – por lo que sabemos. – agrego mas bajo

La puerta doble de roble y oro se abrió un par de centímetros, pero a ninguno de los guerreros le importo.

-Señorita Athena ¿Qué estas haciendo?

Y ahora uno más que venia a cuestionar sus acciones. ¡Era Athena la diosa de la guerra justa y la sabiduría, hija predilecta de Zeus, empuñaba a Niké en su mano derecha y no le daba explicaciones a nadie de lo que hacia! ¡A Nadie! Abrió sus ojos con enojo, sin percatarse que el gris había sido sustituido por el dorado. Ahora entendía porque sus hermanos los habían confinado a una prisión donde nunca podrían rencarnar, pero no ella y ¡no! Tenia que ir ella y todo su estúpido y benevolente amor a sacarlo

Jamás se percato de los rostros desencajados de sus súbditos al verla en tal estado, ni de como todos encendían su cosmos y llamaban a sus armaduras para protegerse especialmente de ella.

-Largo de aquí. – siseo con furia, pero todos estaban muy lejos de ella como para escucharla. -¡AHORA!

Una onda expansiva de cosmos estallo, empujando hasta las paredes a los seis hombres de la habitación. Un segundo después no había rastro de ellos.

Saori parpadeo confundida una, dos y hasta tres veces. Hasta recobrar un poco su auto control, miro toda la habitación en pánico y lo que había sido hasta hace unos momentos el banquete magnifico que las doncellas habían colocado, ahora estaba arrimado a cada pared y el centro de la habitación era un salón vacío. Se sentó en su trono e intento localizar el cosmos de los dorados, pero no sentía nada. Se mordió el labio con nerviosismo, tal vez estaban inconscientes debajo de toda aquella comida.

¡Oh! Solo esperaba que no estuvieran muertos, Hades no los quería de vuelta tan pronto.

Las puertas se abrieron con un gran estruendo y dos caballeros llegaron hasta sus pies, apresurados. Ella los miro con nerviosismo.

-¡Señorita Athena! – exclamaron ambos antes de arrodillarse frente a ella.

¿Por qué los demás no se podían comportar como ellos? – se lamento internamente.

-¿Se encuentra bien?, estábamos subiendo la escalinata cuando sentimos la explosión. – se excuso Shura.

-Oh, si. Me encuentro perfectamente, no te preocupes. – respondió con un ademan en la mano.

-¿Qué ha pasado aquí? ¿Nuestros compañeros donde están? –Aioros miro el desastroso salón.

-No ha pasado nada. – la joven diosa se levanto y camino hasta una de las grandes ventanas, apartando con puntapiés la comida y utensilios que se le atravesaban. – solo se… ¿Fueron?

-¿A una misión? – pregunto el castaño, levantándose. El caballero de capricornio lo imito para evitar darle la espalda a su amada diosa.

-¡Exacto Aioros! Por eso me agradas tanto. – celebro, dándose la vuelta con energías renovadas. – están en una misión, donde yo los mande a los cinco.

-Seis. – corrigió Shura. – eran seis los cosmos que estaban aquí, aparte del sueño. Antes de la explosión.

-Aiora no me había mencionado nada. – murmuro Sagitario por lo bajo.

-Aioros, recuerda que la confidencialidad es una virtud entre mis guerreros mas queridos, por eso el caballero de Leo no había mencionado nada. Ahora pueden retirarse.

El portador de excallibur alzo una ceja y miro a su compañero que simplemente atino a encogerse de hombros. Con una leve reverencia los dos chicos salieron aconsejando a sus compañeros que iban en camino que ni se acercaran al lugar de los hechos.

-Recuérdame no hacer enojar a la señorita Saori. – le dijo Aioros, rogando porque su hermano estuviera bien, dentro de lo que cabe para un guerrero.


El sol brillaba con toda su magnificencia esa mañana, habían pasado días enteros con lluvias y por fin podían volver a entrenar como era debido. Sin embargo, los tres chicos estaban parados a mitad de un puente mirando aburridos como las horas pasaban.

El pelinegro miraba la corriente del rio, absorto en sus pensamientos y jugueteaba con la cadena con el símbolo del clan que había regalado su hermano para su cumpleaños decimoséptimo, hace un par de semanas. Miro sobre su hombro a sus dos compañeros, Sakura estaba apoyada en el barandal opuesto al de él, contemplando quien sabe que en el suelo y con la guardia completamente baja; y Naruto… ¿Esta dormido?

¡Oh, claro! La fiesta a la que sus amigos habían ido a pesar de la torrencial lluvia. Se separo de su posición y se dio la vuelta, quedando frente a la pelirosa. El había dejado la aldea por bastante tiempo junto a su hermano, mientras ambos entrenaban en una de las guaridas de los Uchiha alrededor del país del fuego. Y no podía dejar de pensar en lo mucho que había cambiado la chica frente a él en ese tiempo.

-Sakura. – llamo con su voz profunda.

Ella levanto sus ojos jades hacia él y después todo fue muy rápido. Una nube de humo apareció entre en medio del puente, donde apareció su maestro y como acto reflejo el rubio se levanto de golpe, dispuesto a gritarle; sin embargo una fuerte ráfaga de viento los azoto, se agarraron del pasamanos con fuerza, mientras una brillante luz cubría todo el lugar por una milésima de segundos. El aire seso de golpe, al mismo tiempo que escucharon varios golpes sordos en el suelo y otro en el agua.

Los tres chicos y su maestro, miraron el cuerpo más cercano con curiosidad.

-¡Rápido! Hay que sacar los que cayeron al agua. – ordeno el peliplata. Dejando que sus alumnos fueran por los tres cuerpos.

-¡Por Kami! ¿Que pesan? – dijo Sakura, dejando caer el cuerpo que ella recogió en la hierba.

-Es esa extraña armadura, creo que son Samuráis. – indico Sasuke inspeccionando al chico castaño que se encontraba a sus pies.

-Sakura-chan, ¿Por qué no revisas si están vivos? – pregunto Naruto, agachándose hasta la altura del peliazul que había rescatado. Con una pequeña rama comenzó a tocarle la cara al desconocido.

-No hagas eso Teme. – le advirtió el moreno.

-¡No seas aguafiestas!

El chico que estaba inconsciente abrió de pronto los ojos, dejando ver el extraño color aqua que poseían.

-¡¿Qué demonios?! – grito, tomo el brazo del rubio y lo lanzo varios metros de distancia.

Se paro en una milésima de segundo y se coloco en una posición defensiva, Sakura y Sasuke lo imitaron.

-¿Quiénes son ustedes y que les han hecho a mis compañeros? – demando, clavando su fiera mirada en el Uchiha. – respondan o sufrirán la tortura de la aguja escarlata.

-continuara-