Disclaimer: Harry Potter y su mundo son míos y... *Tomate* Vale. No lo son. Nada de lo que puedan reconocer es mío, todos es de la Gran JK (Amén). Esto está hecho sin fines de lucro, sólo diversión propia y de ustedes.

Summary: Su básicamente inexistente "vida" es todo lo malo que puede ser una vida porque se ha convertido lentamente en un perene infierno de eterna agonía en donde el único culpable es... ¿Pues quién va a ser? Entre la esfera, su vecina, su trabajo, su familia, su jefe y Scorpius Malfoy, iba a volverse loca. Er, más loca.

A mi mejor amiga Yaya y a mi Prim personal, que bastante lata les he dado y, aún así, creen en mí.


Prólogo


La vida es un asco y las leyes del universo sólo están allí para confirmarlo. Aclarado ese punto, bien podría comenzar a relatarles como fue que, exactamente, llegué a esta situación; una que no hubiese imaginado ni en sueños que ocurriría. Quizás debería culpar a mi lista ascendente de enfermedades mentales o a mi irremediable manía de infringirme a mí misma el mayor daño mental posible porque si no mi cuerpo no está contento y mi alma no encuentra paz.

O, tal vez, debería ser realmente honesta y culparlo a él de todos mis males.

Y es que no había ni un maldito segundo de normalidad cuando él se encontraba a mi alrededor.

Porque justo cuando yo pensaba que las cosas volverían a la normalidad, aparece él nuevamente luego de años sin vernos y me demuestra con hechos que el retorcido de Merlín no se puede estar quieto mucho rato sin fastidiarle la existencia a alguien. La vida no puede darte un descanso por mucho tiempo porque puedes pensar que se está ablandando y para ella, eso es más bien un insulto. Así que dice "No, jódete por iluso" y, efectivamente, te jodes. Entonces es cuando tú te retuerces en la miseria de la agonía por haberte dejado embaucar tan fácilmente.

Ése es el momento que las leyes del universo (escritas a pulso por alguien que de verdad debe tener serios problemas de sadismo o una maligna perversidad. O ambos) deciden restregarse en tu cara con un baile de victoria despiadado porque, de cierta forma, te lo advirtieron.

Pero siendo absolutamente honestos, la relevancia de sus advertencias es nula hasta que ocurre la catástrofe. Es como cuando estás tranquilamente sentada en un parque poco transitado bajo la sombra de un árbol, miras hacia arriba y descubres a un hermoso pajarito gorjeando emocionado. Sabes que se alimenta y, por ende, produce desechos, pero jamás piensas en la posibilidad de que estos sean vertidos sobre ti. No lo piensas hasta que, en efecto, te ha cagado un pájaro.

Así que vamos por la vida conociendo cosas como "cuando puede salir mal, saldrá mal" y lo ignoramos completamente hasta que el pájaro, metafóricamente, te caga. Y esas leyes o verdades universales, tanto escritas como no, cubren desde esa tostada que cayó del lado de la jalea por la mañana, hasta aquellos tacones nuevos que se han atascado en una rejilla en el suelo cuando huyes por tu integridad física y profesional.

Argh, tacones.

Son esas armas mortales por las cuales las mujeres le desean el infierno al que los inventó, que seguro fue un hombre (que son idiotas, ya que estamos).

Y lo que hacía que yo estuviera maldiciendo a la vida, las leyes, los pájaros y a los hombres, era precisamente eso. Unos hermosos, altos y mortíferos tacones.

Porque cuando una está corriendo para salvar su pellejo, su reputación y su profesión, lo menos que deseas es que el tacón se quede atascado en una rejilla en el suelo de una de las calles más concurridas del Londres muggle (como ya dije, vamos). Si por lo menos el vestido de gala tan perfecto al inicio de la noche, ahora roto y sucio, se elevara graciosamente por los aires como a aquella actriz muggle de los años 50, se le añadiría un matiz dramáticamente encantador a la escena vergonzosa en mi cabeza.

Más aún cuando el caballero que debería auxiliarme como a una damisela en apuros me está jalando con vehemencia hasta el punto de que ya no siento el brazo y mi pierna está comenzando a acalambrarse.

Sería genial poder lanzarse una frase del tipo "sigue sin mí", pero la verdad es que si me deja abandonada, lo perseguiré y le arrancaré los testículos.

–Ahí vienen –dice con un tono que no disimula su desesperación. Se arrodilla frente a mí, deja el paquete que carga a un lado y toma mi tobillo firmemente. Con habilidad, lo mueve ligeramente y, cuando me fijo de nuevo, el tacón ha quedado atrapado y sin vida en la rejilla.

Scorpius toma el otro pie y repite el proceso. Si no estuviera precisamente en esa situación, encontraría el gesto absurdamente romántico. Pero no me dio demasiado tiempo de pensar en las semejanzas con aquel cuento de hadas muggle porque él se incorporó inmediatamente, cogió el paquete que segundos antes había dejado en el suelo para liberarme de mi infernal prisión y volvió a halarme del brazo con insistencia hasta que faltó tan poco para terminar la avenida y salir del perímetro de anti-aparición que mi corazón corrió aún más alocado en mi garganta y me esforcé por concentrarme en la imagen llena de vegetación del Bosque de Dean.

El único pensamiento coherente que se formula en mi cerebro es "sólo un poco más y ya".

Y cuando Scorpius logra cruzar la línea de la meta, siento una mano pesada en el hombro que me detiene y una varita en el costado izquierdo. Malfoy, al percatarse de mi repentina inmovilización, se detuvo en seco y se dio la vuelta lentamente. Miró la varita que me apuntaba, al grandulón que me sostenía y, por último, a mí mientras palidecía a una velocidad impresionante.

Nos habían atrapado.

Todo nuestro maldito esfuerzo había sido en vano.

Intenté suplicarle con los ojos que se desapareciera, que nadie lo estaba reteniendo, que tenía que resolver el misterio por los dos, pero su rostro inmutable no varió ni un ápice mientras descubría a la gran esfera que ocultaba el paquete sin quitar la vista de mí.

Quería gritarle que era un horroroso momento para querer hacerse el caballero y no abandonarme, que yo tenía una infinidad de posibilidades para zafarme de este lío y que él no, que él sería directamente culpado y enviado a Azcaban sin juicio por allanamiento y robo.

Sin embargo, él parecía muy determinado a no dejar que me hirieran. Para él, era evidente que si hacía algún movimiento en falso, yo podría pagar las consecuencias.

Se acercó a mí y extendió la esfera lentamente. Mientras alguien detrás de mí la hacía levitar a unos tres metros por sobre nuestras cabezas por temor a ser repelidos por su poder, me fijé en que la reliquia parecía muerta y opaca.

Ya no brillaba.

Sabía que le habíamos fallado.

Algo en los ojos de Scorpius me indicó que él estaba pensando exactamente lo mismo y apreté los labios para contener un sollozo, optando por darme la vuelta para no seguir enfrentándolo. Y ojalá no lo hubiera hecho; había, al menos, unos 20 aurores apuntándonos sin vacilar mientras otra docena se encargaba de los pocos transeúntes muggles que paseaban a esas horas de la madrugada y que nos observaban con los ojos desorbitados por el miedo y el asombro.

Imaginé que les borrarían la memoria. Para ser honesta, me gustaría que alguien me hiciera el favor a mí también para poder olvidar los últimos meses infernales de mi antes apacible vida.

Cuidadosamente, me deshice del mastodonte que tenía su varita firmemente hincada en mi estómago y Scorpius avanzó los pasos que nos separaban con lentitud deliberada para situarse a mi lado. Sin pensármelo mucho, me pegué a su costado porque quería sentirlo allí; de alguna forma que se me antojaba asquerosamente egoísta, me alegraba que no me hubiera abandonado. Él no me miró, pero me cogió la mano con fuerza y supe que, aunque se lo hubiera rogado, él jamás se hubiera ido. No sin mí.

No sin mí.

Cuando el Ministro de Magia se apareció frente a nosotros y sonrió victoriosamente, ambos lo observamos con expectación y procurando no mostrar ni una onza del nerviosismo que sentíamos.

–Como comprenderán, no podemos dejar que se retiren –comenzó con voz áspera y entrecerré los ojos, sintiéndome súbitamente enojada. La semana anterior... no, esa misma noche ese hombre no dejaba de adularme y ahora me trata como a una criminal. Hipócrita–. Todo lo contrario. Han atentado contra la paz del mundo mágico hurtando un presunto objeto de magia negra que está bajo la jurisdicción del Ministerio de Magia y, además, han intentado escapar. Eso sin mencionar la importante violación al Estatuto Internacional del Secreto –todos los aurores tras David Vance nos veían con reproche, en especial James Potter. Ni siquiera le devolví la mirada porque estaba demasiado ocupada conteniendo un bufido; si la "importante violación" eran esos ocho o nueve solitarios muggles que tenían toda la pinta de estar regresando a casa después de una juerga, sería realmente tonto, a decir verdad. Es decir, no fuimos nosotros quienes usamos magia...–. Al ser los únicos que han podido tener contacto directo con la esfera sin ser repelidos, son sospechosos de manipular artes oscuras sin nuestro consentimiento y serán llevados al Ministerio para un interrogatorio. Así que, si gustan acompañarnos, nos desapareceremos en la siguiente esquina –Finalizó con una sonrisa tirante que me erizó los vellos de la nuca.

Intercambié una rápida mirada con Scorpius y creí ver algo de pena en sus ojos, pero fue tan fugaz que probablemente lo imaginé. Caminamos con el ejército de aurores rodeándonos y toda esperanza de escapar de ese asunto se esfumó cuando nos desaparecimos junto a ellos.

Si... la vida es una mierda.

Cuando uno piensa que no puede empeorar, aparece Scorpius Malfoy y una maldita esfera con magia milenaria y te jode aún más.

Ni siquiera puedo creer que la Rose de unos nueve meses atrás sea la misma que está siendo interrogada por aurores en el Ministerio. Vamos, que ni siquiera ansiaba amor o riquezas; yo sólo quería tener un trabajo decente y vivir en paz.

Y es que todo comenzó de manera relativamente tranquila hasta que alguien decidió que sería divertido lanzar mi vida a una máquina de centrifugado rápido a ver si salía en una pieza del torbellino.

Absurdo.

Si algo he aprendido es que, cuando las cosas vayan bien, algo irreversiblemente terrible ocurrirá y todo irá mal. Y cuando parece que ya nada puede ir peor, empeora (por supuesto). Entonces, si una serie de sucesos pueden salir mal, saldrán mal en la peor secuencia posible y, cuando uno piensa ingenuamente que las cosas van mejor, es que algo se ha pasado por alto, como el posible conflicto internacional y cárcel por robar una reliquia con magia antiquísima y milenaria.

Oh, sí. Perfecto.

Sólo falta que me cague un pájaro, literalmente.


Esto es sólo el prólogo a una historia mucho (muchísimo) más larga. Está completamente terminada, epílogo incluido, así que no hay nada que temer. No la abandonaré porque es un proyecto en el que he estado trabajando durante todo el tiempo que tengo inactiva (más o menos un año y medio). No quiero repetir la historia de otros de mis fics en donde mi inspiración se esfuma para siempre y no regresa jamás.

Así que sí. Considero que he mejorado un poquito en lo que a escritura se refiere, pero la comedia sigue siendo mi debilidad y Rose/Scorpius es mi OTP amada xD Espero que hayan disfrutado esta enigmática introducción, porque se nos viene un largo camino lleno de dramatismos ridículos y que pueden-o-no-rozar-con-la-histeria xD

No he contabilizado cuantos capítulos serán y no quiero espantarlas diciéndoles cuantas páginas en word tiene esto, pero sí puedo decirles que los capítulos serán largos (algunos más que otros) y que la publicación será constante (todos, todos los viernes de cada semana). Y si por alguna razón no puedo publicar, se los comunicaré de alguna manera.

Sin más, espero que disfruten esta long-fic tanto como yo lo hice al escribirlo y al editarlo (dos veces, pero siempre pueden haber dedazos. Sorry).

Besos, Clio :)

Viernes, 3 de agosto del 2012.

11:55 pm.