Actualizado! y de milagro n_n

SE SOLICITAN HIJOS

Capitulo 7.- Romper y Reparar

Un silencio largo.

—No me importa. —Itachi suspira—. Creo que es ridículo, pero ¿estoy enfadado? No. ¿Creo que surtirá efecto? No. ¿Creo que es posible que estés realmente enloqueciendo? —Mira a Sakura y decide dejar la última pregunta como retórica.

Sakura está sentada en el otro sofá, envuelta aún en la sábana, después de haber amontonado las velas derretidas y las hierbas en una esquina de la habitación, y haber colocado la mesa de nuevo en su sitio antes de que Itachi tenga ocasión de perder del todo los estribos.

Tenten se ha largado a su hotel.

—Tú eres el que no para de decir que necesitamos hacer algo al respecto —dice Sakura con un mohín.

—Sí. Me refiero a ir a ver a un experto en fertilidad. No a bailar medio desnuda porque has encontrado algo ridículo en internet.

—¿Cómo sabes que es ridículo?

—Sakura, es ridículo.

—Pero Tenten conoce a una mujer que se quedó embarazada después de hacerlo y había tenido problemas un montón de tiempo.

Itachi resopla disgustado.

—¿Qué más se supone que debo hacer? —suplica Sakura—. La única razón por la que no he ido a ver un experto en infertilidad es porque no quiero que te lleves un disgusto.

—¿Un disgusto? ¿Por qué coño me iba a llevar un disgusto? —Y poco a poco cae en la cuenta—. Me echas la culpa de esto, ¿verdad? Crees que yo soy el problema. Que si no fuera por mí te habrías quedado embarazada hace meses. Dios mío, no me lo creo. ¿Qué demonios te hace pensar que no es también culpa tuya? ¿Cómo sabes que no tienes tú el problema?

—Porque he estado embarazada antes —espeta Sakura—. Por eso. Porque cuando tenía veintidós años tuve un aborto. Por eso. Ahora ya lo sabes. No me hace falta ir a ningún maldito experto en fertilidad porque a mí no me pasa nada.

Hay un largo silencio hasta que Itachi la mira por fin resentido.

—Arpía. —Es casi un susurro.

—Oh, Dios. Lo siento. —Sakura se da cuenta, demasiado tarde, de que se ha excedido, y se levanta para acercarse a él y reconfortarlo, creyendo erróneamente que sus lágrimas se deben al dolor de saber que es estéril. Él la aparta.

—Maldita arpía —repite—. Ahora entiendo por qué nuestra relación es una mierda. Ahora entiendo por qué ya casi no hablamos aparte de para discutir. Me echas la culpa a mí. Crees que eres perfecta y yo no, y me odias por eso, ¿no?

—No... —Ella titubea—. No lo hago, pero no quería que lo supieras. Pensé que tal vez con el tiempo ocurriría.

—Solo sé una cosa —dice Itachi, cogiendo el abrigo—. Tienes un rostro que te lo pisas al acusarme a mí. Tuviste un aborto hace diez años. ¿Y qué? Tienes las mismas probabilidades que yo de tener un problema. —Se pone el abrigo mientras Sakura lo observa asustada.

—¿Adónde vas?

—A la calle. —Y da media vuelta y cierra la puerta de un portazo.

—0—

Oh, mierda. Mierda. ¿Qué he hecho?

Sakura se pasea nerviosa por la sala de estar. Llama a Ino, desesperada por hablar con alguien, pero le salta el contestador automático, y parece haber un problema en la línea del móvil que Tenten ha alquilado mientras está aquí.

Se sirve una copa de vino y se queda perpleja al ver cómo le tiembla la mano. ¿Qué ha hecho? ¿Qué ha hecho?

¿Es demasiado tarde?

No quería decir esas cosas. O tal vez sí. Aun asustada como está de que se haya terminado todo, de haber podido tirar por la borda su pareja, su seguridad, los últimos cuatro años, necesitaba decir esas cosas.

Una olla a presión. Eso es. Ha sido una olla a presión que ha ido acumulando poco a poco vapor a base de contenerlo, tratando de impedir que se balancee el barco con la fuerza de su cólera, de su resentimiento, y ahora que ha hecho saltar la tapa está aterrorizada. Por otra parte, también es una sensación bastante agradable.

Es agradable no tener que seguir ocultándolo. Seguramente podrá arreglarlo. Itachi volverá más tarde esa noche, todavía dolido, con el orgullo herido, pero ella logrará hacerle sentir mejor con un beso y restablecer el equilibrio.

Llama a Itachi. Muchas veces. Su móvil está desconectado, y ella tiene los nervios demasiado a flor de piel para hacer otra cosa que quedarse sentada junto al teléfono, apretando la tecla de rellamada.

Oh, Dios, ¿qué ha hecho? Cuanto más tiempo pasa peor se siente.

Las horas transcurren muy despacio. Las ocho. Las nueve. Las diez. A las once empieza a sentirse un poco más tranquila, porque ¿adónde puede haber ido Itachi si no es al bar? Y el bar debe de estar cerrando, pronto estará en casa.

A las once y media se echa a llorar, y esta vez encuentra por fin a Tenten en su hotel.

—¿Dónde has estado, por el amor de Dios? —estalla, con la voz tomada por el llanto.

—¿Sakura? ¿Eres tú? ¿Qué ha pasado?

—Creo que Itachi podría haberme dejado. —Y expresarlo en voz alta hace que parezca una posibilidad real. Una realidad posible.

Sakura se echa a llorar.

—Voy para allí —dice Tenten, pero Sakura la detiene.

—No, no. No hace falta que vengas. —Tenten se siente secretamente aliviada, ya que se está alojando en un modesto hotel del área este y no tiene mucho ánimo como para recorrer media ciudad hasta el apartamento de Sakura. Una vez al día ya es bastante, gracias.

Sakura le explica lo que ha ocurrido desde que ella se fue de la casa, avergonzada de que Itachi las haya sorprendido envueltas en sábanas y haciendo la danza del bebé.

—Mierda—dice Tenten—. ¿Dónde crees que está?

—No lo sé —dice Sakura llorando—. Ojalá no hubiera dicho nada. Ojalá no hubiera pasado nunca el día de hoy.

—¿Sabes qué creo que necesitas? Unas vacaciones.

—Teníamos previsto ir a Yugagakure este verano. Teníamos. Antes de que se marchara. —Una nueva oleada de sollozos, y Tenten espera paciente a hablar entre hipo e hipo.

—No me refería con Itachi, sino tú sola. ¿Por qué no vienes conmigo a Iwagakure? Me han llamado hace un rato de la oficina y necesitan que vuelva. Urgentemente. Me han reservado un vuelo para mañana a la hora de comer. Apuesto a que todavía hay plazas.

—¿Iwagakure? —A Sakura se le secan las lágrimas de golpe—. ¿Iwagakure? —Es una propuesta interesante, y Tenten nota por el tono que está estudiando el cebo. Aunque es posible que no pique, es indudable que le tienta. Es un comienzo.

—Podrías llamar ahora y reservar un boleto, y no tendrías que gastar dinero en hoteles ni en nada ya que estoy encantada de que duermas en mi sofá-cama, y lo pasaríamos en grande, y sabe Dios que necesitas unas vacaciones y...

—Pero ¿e Itachi?

—¿Itachi? Mujer, ustedes dos son infelices, los dos se dijeron cosas horribles, y lo mejor que pueden hacer en estos momentos es estar un tiempo solos. Habla con él cuando vuelva a casa, dile que lo haces para salvar vuestra relación, luego vente conmigo y diviértete. Cielos, Sakura. ¿Cuándo fue la última vez que te divertiste?

—No puedo. Quiero decir que suena muy bien, pero no puedo irme así sin más. Hay demasiadas cosas que hacer y...

—¿Qué tienes que hacer?

Sakura suspira.

—Está bien, no es que esté muy ocupada, pero la mitad de mi ropa está en la lavandería y no tengo nada que ponerme, y…

—Por Dios, Sakura. Iwagakure es la capital del comercio popular, allí todo es barato y fácil. Mete unas bragas en una maleta y vente. Todo lo demás lo podrás comprar allí.

—Hace años que no Salgo de Konoha —dice Sakura para sí.

—Bien. Entonces te vienes conmigo. Voy a ver si puedo hablar con mi oficina para que organicen tu vuelo. Te llamo luego.

—0—

Sakura está demasiado perpleja para hacer algo, pero media hora después, cuando la llama Tenten, deja a un lado su preocupación por Itachi y se pone a trabajar a toda marcha para hacer la maleta.

Apenas piensa mientras se mueve como una exhalación por la enorme casa, separando la ropa negra de la blanca antes de meterla en la lavadora, planchando suéteres, ajena a la hora que es, al hecho de que Itachi aún no ha vuelto, y cielos, ¿qué es esa sensación en la barriga?

No un bebé. Es imposible cuando acaba de venirle la regla, pero ¿es... podrían ser... nervios? Mientras dobla pulcramente suéteres y mete zapatos en una maleta, se queda atónita al sorprenderse sonriendo.

Se detiene solo para poner agua a hervir y prepararse un café, porque aunque los pensamientos le invaden la mente, se le están empezando a cerrar los párpados. El café surte efecto, y termina por fin de hacer la maleta y se desploma en el sofá.

Y la llave gira en la cerradura.

Sakura se vuelve y mira el reloj. Son las seis y cuarto de la mañana. No dice nada mientras Itachi entra en la habitación y se sienta en el sofá frente a ella, incapaz de mirarla a los ojos.

Tiene un aspecto lamentable. Una de dos, o está muy borracho o tiene una fuerte resaca, y Sakura supone que se trata de lo segundo. Tiene el traje arrugado, la corbata torcida, el pelo desordenado.

Hubo un tiempo en que Sakura habría exigido saber dónde había estado y con quién, pero ha sido una noche muy larga, y el alivio de verlo es demasiado grande para someterlo a un interrogatorio.

—¿Te vas? —susurra él por fin, y Sakura se conmueve, porque él ha visto la maleta en el pasillo y está claro que ha pensado que le abandona.

—No —dice—, no exactamente. Aunque en parte sí. —Itachi levanta la vista, confuso—. Lamento lo que he dicho antes. Lamento todo. Sé que no hemos sido felices últimamente y sé que no ha sido divertido vivir conmigo, y me doy perfecta cuenta de lo duro que ha sido para ti, esta mala suerte, mis problemas para quedarme embarazada y mi obsesión… Pero lo único que sé con seguridad en este momento es que necesito un respiro y, dado que has desaparecido hasta —consulta el reloj— las seis y cuarto de la mañana, supongo que tú también. No me voy en el sentido de que te dejo, pero he decidido irme a Iwagakure con Tenten para descansar. Necesito estar un tiempo sola, para pensar en mi vida, en nuestra vida juntos, necesito intentarlo, y no sé... Dios, suena estúpido decir que necesito volver a encontrarme a mí misma, pero así es como me siento.

—¿Tan infeliz eres? —pregunta él, y Sakura piensa unos momentos antes de responder.

Podría mentir, decir que en realidad está bien, que no ha sido tan horrible, que podría ser algo pasajero, pero está harta de mentir.

—Sí —dice—. Y tú también. Ya no estoy segura de si es porque no podemos tener un hijo o por nosotros. Por lo que ha ocurrido en nuestra relación, o por mí, pero sé que ninguno de los dos lo vamos a averiguar si me quedo aquí y seguimos con la rutina de siempre.

—Supongo que te vas a ir pronto.

Sakura asiente.

—¿Por qué no preparo café? —se ofrece.

Él se levanta justo cuando ella pasa por su lado para ir a la cocina, y en esa fracción de segundo los dos se miran y extienden los brazos a la vez. Itachi abraza a Sakura muy fuerte, y ella lo abraza a su vez, los dos aferrándose desesperadamente, los dos sorprendidos de la intensidad, tratando de contener la certeza de que esos abrazos solo significan una cosa.

Adiós.

—0—

Itachi insiste en llevarla en coche al hotel donde se hospeda su amiga, y aunque Sakura tenía pensado pasar a recoger a Tenten en taxi a su hotel para ir con ella, sabe que los dos se sienten frágiles, y de alguna manera estar juntos, aun después de la noche que han pasado, a pesar de que no es una ruptura sino solo unas vacaciones, de alguna manera ese fingir normalidad es reconfortante.

No tienen mucho que decirse durante el trayecto al aeropuerto, y sin duda no ayuda el hecho de que pasar toda la noche en vela ha dejado a Sakura casi incoherente por el agotamiento.

—Antes lo hacía continuamente —dice bostezando—. ¿Por qué tengo la sensación de que me han dado una paliza?

—Eso es lo que pasa cuando llegas a los treinta y tres —dice Itachi, que no se encuentra tan mal, y que por suerte aún no ha tenido que explicar dónde ha estado.

—Recuerdo cuando iba de juerga —evoca Sakura—. No salíamos de casa hasta las doce y no volvíamos hasta por lo menos la mañana siguiente, y la mayoría de las veces ni me molestaba en meterme en la cama ese día. Me encontraba bien.

—¿Y lograbas estar levantada toda la noche bailando sin ayuda de, esto, sustancias ilegales?

—Bueno, supongo que eso ayudaba. —Ella se ríe de su memoria selectiva.

Itachi enciende la radio para llenar el silencio mientras Sakura se queda mirando por la ventana y recuerda la última vez que salió del país. Hacía años que no pensaba en ello, y a medida que los recuerdos acuden a su mente, se sorprende sonriendo.

Sin embargo, la sola idea de irse… sin Itachi, arranca toda optimista expresión. Pero esto es necesario, es como dejar que se hiciese una costra sobre la herida… cicatrizar y que el tiempo en soledad reparase un poco las cosas.

Ojalá y sólo eso bastase.


CONTINUARA


N/A:... este fic es dificil, muy muuuuy DIFICIL, minimo es pasar "tijera" a los dialogos, cambiar las descripciones, voltearlo un poco y re escribir... y luego borrar todo y empezar de cero. Todo y de golpe y porrazo... es dificil porque es demasiado íntimo... y es difícil porque luego la cosa se va de las manos... no se como es que lo llamo "comedia negra", esto no peta ni como las nuevas series de Warner Channel, y sin embargo no es tanto drama, es realista y punto.

Y por eso es muy dificil.

Si quereis comentar, adelante! :D :D