-¿Jareth? ¿No estás molesto? En verdad lo lamento, no debí haberme dormido, soy tan torpe, -y me hizo callar de inmediato. Sentí sus labios sobre mi boca, dejando un dulce sabor, podía sentir su aroma cada vez más cerca de mí. Besándome apasionadamente, como si fuera un veneno, tenía miedo, miedo a esto que sentía este sentimiento que me hacia necesitarlo tenerlo aun más cerca de mí.

Ladee mi cabeza ligeramente para que se detuviera.

-¿sabes Sarah cual será tu castigo?-dijo con una mirada amenazadora mientras me arrinconada en una esquina de la habitación. Sentí la pared a mis espaldas, el tomo mi muñeca y me jalo hacia él, acariciando mi cabello.

-que linda niña obediente ¿Qué pasa Sarah tienes miedo?- pregunto él. ¿Porque me trataba de un momento para otro así?

Me sostuvo de la cintura y me acerco más a él, sintiendo su respiración casi en mi boca.

-se obediente esta vez…-

-yo no soy tu esclava, para hacer todo lo que pides-me separe de el al instante, y caí al piso de rodillas, yo estaba asustada tenía razón él.

-¿dime qué actitud te gusta más? ¿Por qué no haces las cosas como yo digo? ¿Por qué osas desafiarme?-

-me he disculpado, perdóname. Pero yo estoy aquí solo para ayudarte a recuperar tu reino, no para nada más, añoro que seas el rey de todo nuevamente para que yo pueda salir de aquí-

-ya veo-dijo Jareth en un tono serio, con aquellas palabras lo había apuñalado.

-entonces eso te convierte en un simple sirviente que trabaja para mi, mañana a temprana hora hablaras con los consejeros, tu vida depende de ello-

-¿y que si me niego? ¿Tú me harás daño de nuevo?-

-no yo, eso ya no depende de mí si no de ti. Es un juicio Sarah, argumenta bien tus defensas porque si lo pierdes no puedo hacer nada mas por ti-

-pero…Jareth. Me estas lanzando con los leones-

-no me vuelvas a llamar así, muestra la poca educación que tienes, quieras o no soy tu rey-sostuvo mi rostro entre sus manos y me empujo hacia atrás, más que aquel trato me dolían mas sus palabras.

Al salir cerró la puerta fuertemente, después de unos minutos de estar sola allí en aquella oscura sala llorando en silencio, Raven entro por mí.

-¿Sarah que has hecho?-me miraba ella con los ojos abiertos, asustada y preocupada, no lograba entender su pregunta, que había hecho yo mal.

-Sarah, Sarah ¿porque lo has hecho? ¿Porque lo has hecho enfadar, sabes que no saldrás con vida de ese juicio?, es tu fin niña-

-a quien le importa eso, yo morí desde que llegue a este lugar-

-Sarah, ruégale, dile que te salve, el lo puede hacer por ti, por favor-Raven empapada en llanto me gritaba, estaba desesperada y muy preocupada, pobre Raven.

-prefiero morir que lastimar mi orgullo-me puse de pie y camine a mi habitación, tal vez aquella noche seria la ultima que pasaría viva.

No podía ni dormir, hasta mi habitación se escuchaba como Jareth destrozaba su habitación y se desquitaba con el primer Goblin que pasara. Mas que preocuparme por mi misma estaba preocupada por él. Enseguida se escuchaba como rompía todos los vidrios que tuviera frente a él. No podía soportarlo más.

A media noche quise buscar a Jareth no sabría que decirle ni sabía si yo iba pedir disculpas, solo quería verlo, quería estar segura de que me odiaba con todo su corazón, así de esa manera yo también pudiera hacerlo.

Me escondí detrás de la pared de su habitación y eche una mirada él estaba sentado en el pido recargado contra la cama con sus manos cubriendo su perfecto rostro. No podía acercarme más a él, yo no sabía qué hacer o como actuar.

Pase más de dos horas recargada contra la pared, no tuve el coraje para entrar y mostrar mi cara. Escuche como él se ponía de piel y abría su armario. En ese momento entre y corrí hacia él y lo abrace por atrás, su pecho estaba completamente desnudo pues estaba cambiando sus ropas, y su piel era tan suave.

-¿Qué haces aquí?-me pregunto, al reconocerme tratando de ser igual de frio conmigo.

El dio la vuelta y se impresiono al verme echa un mar de lagrimas. El limpio cada una mis lagrimas mirándome con compasión. Lo abrace mas fuerte aferrándome a él, el coloco sus manos sobre mis hombros tratando de separarme de él, el seguía molesto conmigo ni siquiera podía voltear a verme a los ojos ¿es que ahora me odiaba tanto?

El me empujo de el al principio creí que me estaba rechazando, pero después de caer en su amplia cama, supe que estaba equivocada.