¡Konnichiwa! He vuelto de vacaciones ya T^T me deprimo, alli tenia una piscina para mi solita, i aqi no xd pero bueno! al menos vuelvo a tener un internet q no me falla, y puedo subir :D vengo con una fic nueva, sii, Titanic! no os preocupeis, no la voy a dejar como las otras, pq ya la tengo acabada(: Bueno, me voy rapidamente, espero q os guste, mañana mismo subo el proximo capitulo :D
Warnings: Copia de Titanic (?), Yaoi, Ameripan, ¿Muerte?
Disclaimer: Titanic no es mío, tampoco lo és Hetalia^^
Aclaración: Es una copia basicamente identica a la peli, solo que pasada a letras, asi que a quien no le este bien eso, no hace falta que lo lea o lo comente, pq me puedo imaginar q pensara alguien. Nada es mío, o sea, q yo me he limitado a mirar la pelicula y copia, pero quizas termine bien? no se nose, ya veireis^^
Canciones para este capitulo: Never an absolution, Distant memories, Southampton y Leaving Port
Espero que os guste!
Never an absolution
-¡Me apuesto tres billetes del Titanic!- gritó un hombre, que estaba jugando al poker con un americano y dos italianos. Su dos amigos le miraron asustado y preocupado, pero decidieron confiar en él. -¡Oh venga! ¿te atrevés a igualar?- el americano miró a sus dos amigos italianos y suspiró.
-Apuesto, dos mil libras.- murmuró el americano. El menor de los italianos, se acercó a su oído.
-¡No tenemos ese dinero!
-Lo se, no te preocupes.- continuaron la partida. -¿Feliciano?- dicho italiano mostró sus cartas.
-Nada.- refunfuño.
-¿Lovino?- este negó y mostró que no tenia nada. Dos de los otros mostraron que no tenían nada, pero el otro tenía pareja. El americano suspiró y miro a los italianos quien le miraban preocupado.
-Lo siento...- susurró.
-¡¿Que?- gritaron los dos.- ¡Idiota, confiábamos en ti y has apostado lo que no teníamos, ahora lo hemos perdido todo y con que viviremos!- gritó el mayor, Lovino.
-¡Eh, eh! Lo siento, porqué no volveremos a ver a nuestros amigos en un tiempo. ¡Porqué nos vamos América!- hubo un momento de silencio, pero enseguida los tres se pusieron a gritar como locos abrazándose mientras que los tres que perdieron bajaban las cabezas y murmuraban insultos.
-¿América?- dijo el camarero del bar.- El Titanic se marcha en cinco minutos.- dijo riendo. Los tres se miraron sorprendidos y enseguida se pusieron a recoger sus cosas y el dinero que habían ganado. Salieron de aquel bar de Southampton corriendo hacía donde el Titanic estaba a punto de salir.
Un mozo se fue corriendo a abrir la puerta de un coche que acababa de llegar delante del barco de los sueños. De él bajo un hombre chino, que llevaba el pelo largo recogido en una cola y seguido de él, un chico mas joven de origen japonés, con los cabellos negros como la noche y unos ojos castaños profundos.
-¿Ves, Kiku? El barco de los sueños, maravilloso, imposible de hundir.
-¿De verdad no se hundirá?- preguntó incrédulo el japonés. El chino se limitó a reír, mientras que un hombre que se les acercaba por detrás contesto a la pregunta del joven.
-No, imposible, ni dios mismo sería capaz de hundirlo.- un noble inglés, llamado Arthur que acompañaba a los orientales, grandes amigos y de la nobleza, gente de primera clase.
-Ya veo.- dijo Kiku sin ningún tipo de ilusión. A él no le hacía ninguna gracia que lo hubieran sacado de Asia y encima ahora le llevasen a América después de haber pasado dos años en Inglaterra. Y esa razón es porqué ahí tenía que casarse con una chica, una chica que aún no conocía pero que por supuesto, traería mucha suerte a su familia. El inglés le mostró el brazo.
-¿Le acompaño?- le preguntó. Si no fuera porqué tenía modales y que Arthur le caía bien, seguramente Kiku le hubiera dado una negativa pero le tomo del brazo con una sonrisa. - Les puedo asegurar que este es el barco mas lujoso que se haya construido. Sus aposentos son los mejores por supuesto, me he encargado de que os lo lleven todo ahí.
-¡Corre Feli! ¡Que no llegamos!- gritaba Alfred, con una sonrisa de oreja a oreja mientras admiraba aquella obra de arte que se encontraba delante de él, aún así seguía corriendo como si la vida le fuese en ello.
-¡Ya voy!- el italiano mayor iba mas por delante que su hermano, aunque procuraba que este no se perdiese. Llegaron justo a tiempo para que no hubieran quitado las pasarelas y consiguieron llegar a la puerta.
-¡Eh, eh tenemos billetes!- se los pasaron al revisor y este les observó.
-¿Os habéis revisado?- se miraron entre los tres y Alfred sonrió.
-¡Por supuesto, además no tenemos piojos, somos americanos, los tres!- el revisor alzó una ceja pero les dejo pasar. Dando un salto entraron en el barco. Los pasillos de tercera clase estaban abarrotados de gente, cada uno buscando su camarote. Como pudieron, los amigos se abrieron paso entre el gentío y lograron encontrar su camarote. Cuando abrieron la puerta observaron dos literas, una ya estaba ocupada por un chico de pelo ondulado rubio y un rizo que parecía tan indomable como el que poseían los dos italianos. Este se giro, llevaba gafas y tenía cara de ser muy joven. Sonrió cordialmente a sus nuevos compañeros de cuarto y se levantó para saludarles.
-Hola, me llamo Matthew, encantado de conocerles.- se dieron la mano y cada cual se presentó. Cuando hubieron dejado los trastos en la respectiva cama salieron a cubierta donde todo el mundo se despedía con la mano de los que se quedaban a puerto. Alfred se subió a una de las barandillas y empezó a saludar.
-¿Conoces a alguien vee~?- le preguntó Feliciano mientras veía que su hermano imitaba al americano y saludaba a la gente.
-Este no es el punto Feli, tu simplemente saluda.- y eso hizo, empezó a saludar a la gente la cual se despedía de sus familiares o amigos. Alfred salto de la barandilla y suspiro.
-Si, sin duda es el barco de los sueños.
-Vamos Kiku, llegaremos tarde a cenar.- decía el Yao dándole prisa a su hermano pequeño.
-Ya va, ya va, también nos pueden esperar ¿no?
-Es de mala educación y tu lo sabes.- le espetó el chino. El japonés solo suspiro y se miro por última vez en el espejo, desagradando como le quedaban las ropas occidentales, antes de salir por la puerta con su hermano siguiéndole.
Llegaron al comedor de primera clase donde todos los "amigos" les esperaban.
-Senyores,- comenzó el inglés.- veo que ya estamos todos, así que podemos empezar.- se sentaron todos en una mesa.
-Entonces, por lo que me han dicho, usted fue quien tuvo la idea del Titanic ¿Senyor Kirkland?- preguntó una Francés.
-Así es Senyor Bonnefoy, pero nunca hubiera sido posible si muchas otras personas no me hubieran ayudado, se económicamente o con sus manos.
-Vaya que modesto. - comentó Yao, mirando de reojo a Kiku para que dijera algo peor este estaba totalmente concentrado cortando lentamente su filete.
-No, el señor Beilschmidt también contribuyó mucho en crear este sueño que tuve.- dicho alemán sonrió con modestia.
-La verdad es que me apasionó la idea de crear un barco enorme y lujoso, y además que no se pudiera hundir, fue una fantástica idea contribuir en tal proyecto.- concretó Ludwig. A Kiku le parecían todos la mar de agradables, pero aún así, parecía gente bastante vacía, todos preocupados de sus millones, de sus casas, de sus contribuciones, y aunque parecía que se preocupaban por él y le eran muy amables seguramente no les importaba nada lo que él hiciese con su vida. Kiku suspiró deseando volver a Japón.
-¿No es genial? Me encanta como este aire marino me acaricia...- comentó el americano mientras paseaba por cubierta con Lovino.
-Tss, me recuerda a las playas de Italia.- entonces cuando el italiano miro a su lado vio que su amigo ya no estaba. Miro al frente y vio que este estaba corriendo hacía la proa del barco. Lovino lo siguió corriendo y gritando que fuese con cuidado. Alfred se fue hasta la punta del barco y se subió a la barandilla estirando los brazos.
-¡Ven aquí, es como si estuvieras volando!- Lovino le hizo caso y también se puso encima de la barandilla. Cerró los ojos y de verdad se sentía como si estuviera volando.
-¡SOY EL REY DEL MUNDO! ¡YUUUUJUUU!- grito el americano haciendo que todos los marineros que estuvieran cerca se girasen a ver que hacían aquellos dos. -¡Hey, mira mira! ¡Son delfines!- le dijo a su amigo italiano señalando a los mamíferos que nadaban al lado del barco.
-Ya puedo ver la estatua de la libertad...- murmuró el italiano.- Muy pequeña, claro.- los dos rieron disfrutando de aquel momento mientras el aire les soplaba los cabellos.
-Entonces ¿Quien pensó en el nombre del barco?- preguntó Elizaveta, una de las mujeres mas ricas de aquel barco junto con su esposo, Roderich. Kiku escuchaba aburrido las banales conversaciones que tenían el círculo de amigos ricos de su hermano mayor.
-Estoy seguro de que fue Arthur.- comentó Yao.- O quizás Ivan.- dijo el chino mirando al mencionado ruso quien le sonrió como si fuera con segundas.
-En realidad, si fue Iván. - aclaró el inglés. Todos se giraron hacía el ruso.
-Quería que el nombre representará la mida del barco, grande, que sea grande significa estabilidad. Este barco es enorme, y Titanic surgió de los titanes, aquellas criaturas mitológicas tan grandes.- dijo Iván.
-Vaya, que originalidad.- dijo Kiku con sarcasmo. Su hermano lo miro amenazante y sonrió a los demás.
-Lo siento, últimamente no se que le pasa.- en ese momento el japonés se levanto de la mesa. Todos le miraron sorprendidos por la repentina mala educación que estaba mostrando cuando siempre había sido un muchacho la mar de educado y respectuoso.
-¿Kiku?- le llamó Arthur.
-Si me disculpáis, voy a tomar el aire.- hizo una pequeña reverencia y se fue tan rápido como pudo hacía cubierta. Paso por el lado de los oficiales, los cuales le saludaban al pasar aunque él no les conocía de nada, les devolvía el saludo. Con un suspiró se apoyó en la barandilla observando el horizonte, el enorme océano que se extendía por delante y por detrás de ellos, aunque hacía relativamente poco que habían dejado las costas de Irlanda. Entonces sintió la mirada de alguien encima de él y miro hacía la cubierta de abajo, donde vio que un chico de ojos azules rubio le estaba observando. Repentinamente nervioso rehuyo su mirada pero enseguida se vio atraído hacía ella. Miro aquellos ojos azules que le estaban observando a través de las gafas, y el chico tenía una pequeña sonrisa que le daba un aire soñador. Todo esto termino cuando Arthur le vino a buscar pidiéndole que volviera dentro ya que ya habían llegado los postres. Kiku echo una última ojeada al chico rubio, este aún le estaba observando y no parecía tener la menor intención de apartar la vista.
-¿Alfred?- le llamó el italiano. Los dos estaban hablando con un chico de procedencia irlandesa llamado Patrick. El americano no respondía absorbido en su mundo, observando lo que para él era la personas mas hermosa que existía en la faz de la tierra. Aquellas fracciones tan suaves, sus ojos rasgados y profundos. Una boca pequeña y esa cejas que pretendían mostrar enfado. Todo de él era perfecto. Patrick miro hacía donde Alfred miraba y rió.
-¿Ese? Olvídalo, está fuera de tu alcance. Es como un ángel para ti, de primera clase. Además es un chico, por si no lo sabías, aunque no lo parezca.
-Lo se, se que es un chico.
-¿Entonces?
-¿Acaso eso importa? Es hermoso. Beautiful... - murmuró. Lovino se estiró completamente en la tumbona sobre la que estaba sentado y suspiro.
-Se chico o chica, es de primera clase. No hay acceso posible hacía él.- dijo zanjando la conversación, aunque Alfred no estaba para nada convencido.
¿Reviews?(:
Sayonaraa