Capítulo 1: Plumas, otra vez

Mi nombre es Bella, soy una chica común de Forks, aunque vivo en Volterra, Italia.

Hace dos años me fui de mi casa, cuando tenía quince años. Aún era una niña, pero quería mi libertad y Charlie no estaba decidido a dármela. Ahora que lo pienso fui algo tonta en irme.

Así llegué a las Vegas. Una ciudad donde la libertad se respira. Pero, como no, el destino jugó en mi contra una vez más. Me di cuenta que no sabía cómo ganarme la vida.

Aro Vulturi, el dueño del "Cabaret Vampire" me abrió las puertas para que trabajara con ellos. No estaba segura, no quería caer tan bajo ¿Pero que más podía hacer? Aro me trajo a Italia. Aunque llegamos a un acuerdo: Yo soy sólo striper. Me desnudo pero no hago favores especiales

"Iugh! De pensarlo me da asco"

A cambio de mis servicios, puedo vivir en la casa. Tengo un pequeño cuarto que me mantiene en pie. Aun extraño mi hogar, pero la libertad es sin duda una de las mejores cosas.

Después de cada función llego directo a mi cama, hasta el otro día, desayuno, ensayo, maquillaje, peinado, vestuario, show y cama otra vez.

Una vida algo rara, pero aun así, libre.

No hay día que no me pregunte ¿qué pasará en mi casa?, que no piense en que huir fue un error. Pero también hay otros días en que pienso que esto es lo mejor del mundo.

"Oh por el amor de Dios, lo mejor del mundo es ver como viejos asquerosos pagan por verte prácticamente desnuda, anhelando tocarte"

Esa noche llovía a cantaros. Acostada en mi cama y viendo como algunas gotas caían producto de las filtraciones del techo de mala calidad. Lloro en silencio para no molestar a mi compañera de cuarto.

Angela Weber, la chica más dulce que he conocido, mi confidente y mi hermana. Junto con su pequeña hija Daisy de tres años.

Por eso ella llegó aquí. Su novio abusó de ella y Angela quedó embarazada. Les dijo a sus padres pero ellos no le creyeron y la echaron. Esta vida era fácil, le daba tiempo de estar con su hija y sanar las heridas de su corazón. Por eso no dudó en tomar un avión a Italia junto con Aro.

— ¿Que tienes tía Bella? — preguntó Daisy con su tierna vocecita infantil. Se ve adorable, recién despertada, con su osito en una mano y con la otra rascándose un ojito.

— Nada cariño, cosas de adultos.

— Mi mamá está dormida y tengo pesadillas ¿Puedo dormir contigo?

— Claro D, ven aquí. — Le abrí un lugar en mi cama mientras ella se subía, se acurrucó a mi lado, estaba muy helado. La abrigué bien y antes de dormirse susurró un "Te quiero".

Angela había llegado dos meses después que yo, desde entonces ambas nos apoyamos.

La tarde se convierte rápido en noche y estamos arregladas para nuestra función. Me han maquillado y peinado, ahora solo me queda el vestuario.

— Aro ¿Plumas otra vez?

— Sí, la última vez esa porquería vendió muchas entradas — suspiré resignada y me calcé las plumas del traje. Angela a mi lado se ponía su traje de policía, para otra función.

— Bella, cuando acabes, ¿puedes subir a cuidar a Daisy? Creo que hoy tengo cliente.

— Que asco.

— Lo sé, pero es la única forma de poder alimentar a mi hija — una lagrima rodó por su mejilla.

— Tranquila Ang, a Daisy no le falta nunca para comer. Sabes que a pesar de todo, esa niña es una bendición. Pero no sé, podríamos mantenerla ambas sin que tu tuvieras que…

— No te preocupes Bells, uno más, uno menos — se encogió de hombros — todo por D.

— ¡Bella! ¡No tenemos toda la maldita noche!-Gritó Aro antes de anunciar mi show.

— Me tengo que ir, termino aquí y subo a cuidarla. Descuida.

— Te debo una — salí de prisa.

— Señores, esta noche les tengo la octava maravilla…Una chica cuyo cuerpo nos enloquece. Cuya belleza nos aturde…Señores, con ustedes dejo a ¡lady B! — Si, ese era mi nombre artístico, Lady B.

La música de cabaret comenzó a sonar. A medida que la canción avanzaba, menos prendas traía encima. La mirada de ellos en mi espalda era la cosa más asquerosa que había sentido. Aun así mantenía mi sonrisa coqueta y segura.

Cuando todo terminó solo me quedaban unas diminutas bragas, las medias y los tacones.

"A menuda hora aprendí a usarlos. Te debo una Ang"

Me vestí lo más rápido que pude. Cuando Aro me habló.

— Bella, necesito hablar contigo.

— ¿Qué pasa Aro? Tengo prisa.

— Veras…Hay un cliente que…Pagará lo que sea porque tú le hagas un favor especial.

— ¿Qué? ¡Eso está hablado! No lo haré.

— Bella, se razonable, el pagará lo que ganamos en tres noches buenas por una sola noche contigo.

— No Aro, no puedo.

— Por favor, lo necesitamos.

— ¡Que no Aro! ¡No lo haré y es mi última palabra! Envíalo con alguien más.

— Él quiere a Lady B.

Corrí escaleras arriba, me encerré con Daisy en nuestro cuarto para que Aro no nos molestara.

— ¿Dónde está mi mami? — preguntó levantándose.

— Ella tuvo que salir ¿Tienes hambre?

— Sí.

— Bien, te serviré tu cena.

— ¿Qué tenemos esta noche?

— Fideos.

— ¿Otra vez?

— Daisy, no tenemos mucho para regodearnos con las comidas.

— Lo sé, pero son como de hace tres noches — se cruzó de brazos e hizo un pequeño puchero.

— Vamos D, aún están deliciosos — los dejé calentando mientras me cambiaba ropa. Cuando volví ambas pudimos disfrutar de una cena relativamente sabrosa.

Acosté a Daisy y esperé que Angela llegara. Como a las tres de la madrugada apareció.

— ¿Estas bien? — pregunté.

— Dentro de lo que se puede, no es como si fuera el mejor empleo del mundo.

— ¿Te sirvo la cena?

— Por favor.

— Mañana es nuestro día libre.

— Ya era hora.

— ¿Qué haremos?

— Pues…Daisy quería ir a una feria de atracciones.

— Entonces iremos. Tia Bells invita.

— ¡Oh claro que no! Yo pago.

— Hagamos un trato… yo pago nuestros comestibles y tú pagas los juegos ¿Trato?

— De acuerdo — bufó. Le serví la cena, conversamos un rato y nos fuimos a dormir.