Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a Stephenie Meyer.

MI ULTIMO INTENTO

CAPITULO 1

Se envolvió en una toalla blanca y mullida para correr a la cocina en cuanto pudo oler el penetrante aroma a quemado de las galletas que Nessie había metido al horno.

Le había dicho a su hija que no se olvidara de mirar las galletas y apagara el horno y se había metido a la ducha.

Era evidente que la niña lo había olvidado. Seguramente estaba encerrada en su habitación con la música a todo volumen, como era habitual.

Mascullando molesta sacó la bandeja del horno y la lanzó sobre la encimera al ver las galletas carbonizadas.

Como siempre, el interés de Nessie por cocinar había acabado en cuanto la masa había estado en el horno y ya nada le había preocupado, ni limpiar los cacharros ni tan siquiera controlar el horno.

Edward entró en la casa y el inconfundible olor a quemado lo llevó sonriendo a la cocina.

Allí se encontró con Bella. De espaldas a él despotricaba metiendo los cacharros en el fregadero. Del horno caliente aún salía una leve cortina de humo.

Después de tantos años aún no podía evitar excitarse al ver a la mujer desnuda y con el cabello húmedo cayendo sobre sus hombros, cubierta únicamente por una toalla que le cubría desde el pecho hasta la mitad de los muslos.

Admiró sus hombros delicados y femeninos y sus piernas firmes y torneadas.

Su piel conservaba la suavidad y cremosidad que él había conocido hacía catorce años cuando se había enamorado de quien entonces era una chiquilla de 16.

Su noviazgo había acabado en matrimonio cuando la dejó embarazada. Bella acababa de cumplir 19 y él tenía 23.

Hasta entonces, mientras él iba a la universidad, sólo se habían visto durante los veranos y las vacaciones en las que Edward volvía a casa.

La pasión que los arrolló en cuanto él volvió definitivamente los sumergió en un embarazo no buscado. El único paso factible para ambos fue el matrimonio y allí se encontraron, jóvenes, casados y con una pequeña niña que se había convertido en una preciosa y difícil adolescente.

- Tal vez debiste sacarlas antes – dijo Edward burlón haciendo a Bella sobresaltarse.

La chica se giró con una mano en el pecho para encontrarse la mirada del hombre más guapo que hubiese conocido jamás.

- Muy gracioso – bufó molesta – Qué haces aquí?

- He venido a recoger a Nessie – explicó como si fuera evidente

- Eso lo imagino. Me refiero a qué haces en mi cocina?

- TU cocina? – repitió incrédulo

- Sí, Edward, MI cocina – espetó ella cogiendo un paño que había sobre la encimera para secarse las manos – Ya no vives aquí, ésta es mi casa, y preferiría que llamaras al timbre en lugar de entrar como si fuera tu casa.

- Yo compré esta casa – rebatió él molesto

- Sí, y quedó a mi nombre en cuanto nos divorciamos. No tienes derecho a entrar así.

- Oh, Bells, eres tan susceptible

- No soy susceptible y no me llames Bells – gruñó

- Buff, veo que tienes un mal día – dijo displicente haciéndola enfurecer

- Vete al cuerno, Edward – rezongó sintiendo su rostro de color grana por la rabia que intentaba calmar – No se te ocurre que pudiese estar ocupada, verdad? Algún día interrumpirás algo que no te gustará ver. Podría estar con alguien. Podría estar desnuda! – gritó

- Ya te he visto desnuda – sonrió seductor – Y te aseguro que no me molestaría volver a hacerlo, así que si es por mí no hace falta que te vistas – susurró

- Qué pasa, Edward Cullen? Acaso tu última novia ya se cansó de ti? Quién era esta vez? – dijo golpeándose el mentón con el dedo Jessica Stanley? No, creo que con Jessica se había terminado en agosto. Lauren Mallory? Oh, no, Lauren sólo duró hasta... noviembre? No, disculpa, pero no lo recuerdo bien, era una de las gemelas... pero no sé cual, Kate o Irina?

Edward la miraba sonriendo despectivo recostado en el marco de la puerta con los brazos cruzados sobre el pecho.

- Veo que tienes un claro conocimiento de mi agenda – sonrió – Era Kate, pero lo hemos dejado hace un mes.

- Cómo podría no tener conocimiento de tu agenda si cada vez que Nessie vuelve de tu casa no hace más que comentar sobre la última novia modelo de su padre. Creo que ya podrías montar tu propia agencia de modelos en vez de dedicarte a la publicidad. A cuántas te has tirado en los últimos cinco años? A todas las que pasaron por la agencia por algún trabajo?

- Te molesta eso, Bells? – murmuró seductor acercándose a ella para enredar un mechón del castaño cabello entre su dedo – Te molesta que no haya hecho como tú y me haya pasado los últimos cinco años durmiendo solo en mi casa? Te molesta que haya buscado compañía?

- Una novia es compañía, Edward, dos novias en cinco años, lo es. Pero diez, eso es una manada.

- Qué puedo hacer si la única mujer con la que he querido tener algo serio me dio una patada y me pidió el divorcio? Por qué lo hiciste, Bells? – dijo acercándose peligrosamente a ella mientras posaba su mano sobre la estrecha cintura de ella – Aún podríamos recuperar lo que teníamos... – ronroneó bajando sus labios para posarlos sobre el desnudo cuello de la chica

- No funcionó, Edward, y no volveré a discutir sobre eso, no estoy interesada, no desperdicies tu encanto conmigo – respondió empujándolo para separarse de él – Tengo que hablar contigo antes de que os marchéis – le informó dirigiéndose a la puerta – Voy a vestirme y le diré a Nessie que estás aquí.

- Quieres que te ayude a vestir? – gruñó burlón al verla salir de la cocina

- Vete al carajo – espetó molesta al salir

- Qué boquita, cariño! – se carcajeó apoyándose contra la encimera y respirando profundamente intentando calmar la erección que le había provocado ver a su ex mujer semidesnuda.

Siempre había sido así. Se excitaba nada más verla. La había amado desde la primera vez que la había visto en el pequeño restaurante de su madre en el que trabajaba durante los veranos.

Edward había estado allí con Emmett y Jasper. Hacía una semana que habían vuelto de sus respectivas universidades para pasar las vacaciones de verano y ya eran nuevamente inseparables.

Al menos hasta que Bella le volcó su cerveza en el regazo.

Se ruborizó al instante en cuanto él saltó de su asiento maldiciendo. Hasta entonces no se había fijado en la camarera, pero cuando clavó la mirada en el sonrojado rostro de la joven que le pedía disculpas sin atreverse a mirarle, toda su furia se apagó.

La disculpó, desde luego, y no sólo eso sino que la invitó a tomar un helado en cuanto acabara su horario.

Las citas se sucedieron durante todo el verano y cuando en septiembre tuvo que volver a la universidad, sólo había logrado robarle a la chica besos y caricias furtivas en el coche.

Bella estaba convencida de que sólo había sido un pequeño romance de verano, pero cuando él la llamó desde Nueva York diciéndole cuánto la echaba de menos, pensó que todavía tenía una esperanza.

Él volvió en noviembre para las vacaciones de Acción de Gracias y entonces formalizaron su noviazgo.

Cuando Edward acabó la universidad, volvió con su título en Publicidad, decidido a hacer algo grande y realmente lo había logrado.

Con ayuda de sus padres y gran ayuda del banco, abrió una pequeña agencia de publicidad, que doce años después estaba entre las más reconocidas de Seattle.

Desde luego que el éxito en su trabajo había sido directamente proporcional al fracaso en su matrimonio.

Bella siempre había deseado acudir a la universidad, aunque después de conocer a Edward, su amor por él sobrepasó a su amor por la literatura y aplicó para las universidades que le permitirían estar lo más cerca posible de Seattle.

Finalmente consiguió una plaza en la universidad de Utah, no tan cerca como para seguir viviendo en la ciudad, pero lo suficiente como para volver al menos una o dos veces al mes.

Claro que cuando llegó el momento de irse a la universidad ya había confirmado su embarazo de dos meses y la universidad perdió prioridad.

La solución de Edward fue instantánea. Se casarían y se mudarían a un pequeño departamento alquilado de dos habitaciones.

Así lo hicieron y cuando Nessie nació, ya llevaban dos meses casados.

Edward trabajó mucho para sacar a su familia adelante, pero también encerró a Bella en una jaula dorada.

De ella esperaba que fuera su mujer y la madre de su hija. No esperaba nada más. Él, a cambio, la amaría por sobre todas las cosas.

Así lo hizo pero Bella quería más. Y cuando Nessie cumplió 2 años se matriculó en una universidad a distancia y completó su carrera de Literatura.

Pero cuando comenzó a trabajar en la editorial, los problemas con Edward crecieron.

Él no quería que ella trabajara y menos que Nessie estuviera con una niñera. Durante un año intentó convencerla primero y obligarla después a renunciar a su trabajo mientras él pasaba cada vez más tiempo en su agencia de publicidad.

Las discusiones se volvieron el denominador común de sus días y sus noches, hasta que Bella, cuando se cumplió su séptimo aniversario de matrimonio, le presentó la solicitud de divorcio.

Edward dejó la casa esa misma noche buscando hacerla reaccionar.

Con el mismo orgullo firmó los papeles convencido de que ella le rogaría que volviera.

No fue así.

El divorcio prosperó y ya llevaban cinco años divorciados y compartiendo la custodia de Nessie, aunque en realidad más que una custodia compartida parecía que fuese Bella quien la tuviese y Edward un simple régimen de visitas ya que la niña vivía con Bella y pasaba los fines de semana y algún que otro día con su padre.

- Papi! – gritó la niña tirándose en brazos de su padre al entrar en tromba en la cocina.

- Hola, cariño – la saludó besando la frente de la mujer de su vida – Qué tal el día? Qué tal el colegio?

- Como siempre, un asco

- Lo imagino – rió revolviéndole el cabello

Bella entró en ese momento vistiendo unos vaqueros y una camiseta de manga larga bastante holgada. Mucho más holgada de lo que Edward hubiese preferido.

- Nessie, ve a acabar la maleta y no te olvides de los libros. Tengo que hablar con tu padre – dijo a la niña que se fue a su habitación mascullando

- Qué le pasa? – indagó Edward

- Lo de siempre. Está enfadada conmigo

Edward la observó esperando más explicaciones pero no las obtuvo.

- A ver, Edward, cómo te lo digo? – dijo ella como si hablara con un niño pequeño – Nessie está castigada y confío, espero y te rogaría que no le levantes el castigo.

- Por qué está castigada? – preguntó curioso

- Porque sus calificaciones son un desastre.

- No será para tanto.

- Edward, por favor – rogó molesta – No voy a discutir contigo. Sólo déjame decirte que el último fin de semana que pasó contigo no tocó un solo libro del colegio.

- Era necesario que lo hiciera?

- Dímelo tú. Tuvo tres exámenes esa semana y obtuvo dos D y una E. Tú qué crees? Era necesario que estudiara?

- Dos D son dos aprobados, no?

Entrecerró los ojos para mirarlo exasperada

- Deduzco que te parece bien.

- No es que me parezca bien pero tampoco creo que sea una tragedia – dijo quitándole importancia – Es una niña.

- No, Edward, no te equivoques. Es una adolescente manipuladora que sabe perfectamente cómo manipular al inmaduro de su padre.

- Hey, cálmate, quieres? Sólo digo que tampoco es para tanto

- Edward, sus calificaciones de este año son un desastre, es el último trimestre y tu hija no hace más que sacar deficientes. Qué crees que va a pasar si continúa así? Sólo te estoy pidiendo que le fijes un horario para estudiar el fin de semana, sólo eso. Es mucho pedir? – bufó crispada

- Ok, lo haré. Pero es muy fácil para ti. Estás con ella toda la semana, yo sólo la veo los fines de semana. Es natural que quiera darle los gustos los únicos dos días que está conmigo.

- Hey, hey, hey – le cortó blandiendo un dedo frente a él Detente ahí. No tengo que recordarte que tenemos la custodia compartida de la niña. Eres tú quien no tiene tiempo para que Nessie viva contigo durante la semana.

- Lo siento, Bella, - dijo displicente - pero trabajo hasta muy tarde casi cada día, qué quieres que haga? Que me lleve a Nessie y no la pueda atender?

- Y aún después de cinco años sigues pensando que mi trabajo no es importante, verdad? No hace falta que yo trabaje hasta tarde, no? Mi única obligación es estar aquí para la niña.

- Nunca hizo falta que trabajaras.

- Vete a la mierda, Edward. Eres un machista estúpido y troglodita. No puedo seguir discutiendo esto contigo, ya lo he hecho más veces de las que quiero recordar. Simplemente encárgate de que Nessie estudie el fin de semana. Y en lo posible intenta pasar dos días sin presentarle a una nueva amiguita cabeza hueca, de esas que no hacen más que decirle que no es necesario estudiar para ser una modelo exitosa.

- Al fin y al cabo es verdad contrarrestó él

- Buff. Sí, claro, sólo hace falta abrirse de piernas para el dueño de la agencia publicitaria. No es lo que quiero para mi hija.– espetó en el momento en que la niña entró a la cocina cargada con su bolsa de viaje y sus libros - Vete de una vez - replicó antes de despedirse de la niña.


Hola! Aquí estoy con una nueva historia para compensar que se acabó FANTASMAS DEL PASADO.

Ojalá los guste tanto como aquella.

Besitos enormes y ya me dirés qué os parece este fic.