LA APUESTA

(The Wager)

Por outtabreath

Traducido por Inuhanya

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8.- Ocho de Ocho: Segundo domingo

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Tony era un cariñoso. El hecho me había sorprendido momentáneamente—después de todo, había escoltado por años a sus compañeras de su cama vacía—antes de desecharlo junto a otra información que había reunido en París: era hábil, tierno, dulce, grande, inventivo, dominante, excesivamente ruidoso, y particularmente estaba enamorado de mi cabello.

Y si la nueva información no encajaba perfectamente, qué importaba cuando, en mi último momento de lucidez, me di cuenta que Tony había redecorado su habitación y que lo había hecho por mi; mientras recuperaba su aliento yo me apretaba rodeándolo; cuando me llamaba Pepper y Virginia y, una vez, Ginny; cuando sus ojos se habían abierto cómicamente mientras le mostraba cuán fuertes y diestras se habían vuelto mis manos tras años de escribir; mientras se aseguraba que el reactor arc no me lastimara.

Cuando estaba tan completa e innegablemente presente.

Qué diferencia hacía cuando había acomodado su cuerpo alrededor del mío y sus ojos se habían cerrado?

Mientras abrazaba.

Mientras caía dormida.

Mientras dormía sin soñar.

Cuando finalmente salí de la saciada y exhausta inconsciencia, él aún estaba aferrado a mi: acurrucado contra mi hombro, un fuerte brazo unido a mi sección media y halándome casi sobre él, el otro de cierta forma apretado contra mi espalda, ambas de sus piernas apretando una de las mías. Cada vez que tomaba un profundo respiro, podía sentir el reactor arc golpear la punta de mi seno y su mano apretarse en la piel sobre mi espina.

Había esperado despertar con él aplastado al otro lado de la cama—o ausente, durmiendo en una de las habitaciones de huéspedes; en vez, estaba envolviéndome; como un pulpo.

Traté de moverme, por un sentido de experimentación y por necesidad—era de mañana y había ciertas cosas que necesitaba atender—y me acercó más e hizo un extraño ruido de protesta contra la piel de mi cuello.

Codeé su brazo. "Tony, necesito levantarme."

"Cinco minutos más, Potts," dijo sentimental. "La reunión puede esperar."

"No tenemos una reunión," gruñí y comencé el proceso de zafarme de sus brazos y piernas. Me tomó mucho más de lo que podría haber esperado.

Tampoco esperé sentir despojo por la simple acción de remover mi cuerpo del suyo.

"Cancélala," murmuró, sonándose y frunciendo. "No quiero…" Se desvaneció en una rítmica respiración.

Sacudí mi cabeza amablemente, lo cubrí y presioné un beso en el terrible desorden de oscuros rizos y ondas.

Diez minutos de aseo después regresé para encontrar a Tony sentado en la cama, sábana y cobija completamente lejos de su extraordinaria anatomía.

"Ginny, pue-," comenzó mientras se estiraba de una forma alarmantemente fascinante.

"No," dije.

"No qué? No he terminado de preguntar."

"No a Ginny."

"Anoche te gustaba."

"Anoche estaba un poco distraída," corregí. "Inténtalo de nuevo."

"Virgie."

"Nunca."

"Nena."

Sacudí mi cabeza definitivamente.

"Iron Woman."

"Hablas enserio?"

"Podría ser peor," dijo. "Podía llamarte Iron Chica."

"No si quieres continuar respirando."

"Debidamente anotado. Virginia."

"Sí, pero no hoy."

"Pepper."

"Aceptable."

"Gracias a Dios. Pepper, podrías por favor regresar a nuestra cama?"

Me hundí instantáneamente; en segundos estaba besando el cuello de un superhéroe de medio tiempo muy despeinado y hermoso.

"No vas a renunciar, verdad?"

"Uhuh," murmuré. "Estaba pensando en moverme más abajo."

"Dejar de trabajar para mi," clarificó él.

Sorprendida, dejé de explorar su piel y lo miré. Se veía nervioso.

"Por qué renunciaría?"

"Porque, Srta. Potts, he estado seduciéndote activamente durante la semana pasada."

"Estoy bien con eso."

"Y estás durmiendo con tu jefe."

Ahogué una carcajada. Yo había llegado a términos con eso tan fácilmente—lo había pensado y aceptado casi instantáneamente—que me sorprendí de que le perturbara.

"Tony, nuestra relación ha sido mucho más que de jefe y empleada por un largo tiempo."

"Pero aún firmo tus cheques."

"No, el computador en Payroll firma mis cheques. Rita Dempsey maneja el computador. La Junta aprueba mi salario. Tu nombre está en mis cheques, esa es toda la participación que tienes."

"Entonces no vas a renunciar."

"He invertido mucho tiempo y esfuerzo en ti como para renunciar ahora." Tracé el borde de su pectoral con una uña. "Confío en que te comportarás apropiadamente y no tomarás ventaja de nuestra alterada relación."

"Entonces no vas a renunciar y vas a continuar durmiendo conmigo."

"No nos veo durmiendo mucho por un tiempo, pero, sí."

Él giró su cabeza y besó mis labios. Me incliné para extender la presión, pero él alejó su cuerpo del mío, una mirada seria en su rostro.

"Qué?" Demandé.

"Quiero hablar sobre las reglas," dijo.

"Reglas para qué?" Pregunté, completamente incapaz de seguir su tren de ideas.

"Esto. Nosotros. Nuestra alterada relación."

"Van a haber reglas?"

"Pautas. Para mí."

"Pautas," repetí. "Para ti."

"Sí, y son: probablemente voy a molestarte el noventa y cinco por ciento de las veces, aún voy a odiar las aburridas reuniones a las que quieres que vaya, y voy a llevarte flores cuando lo sienta así—lo cual podrían ser muchas veces."

Lo miré.

"Es aceptable?"

"Entonces las pautas son cosas que ya estás haciendo."

"Con flores."

"Con flores," repetí.

"Entonces, son aceptables?"

"Seguro," respondí.

Sonrió gentilmente y recogió un rizo solitario detrás de mi oreja. "Hay más."

"Más?"

"Voy a intentar no pasar días en el taller, nunca voy a engañarte y voy a continuar coqueteando escandalosamente contigo en cada oportunidad que tenga."

Lo miré asombrada. Él se había metido en esto; sin embargo, estaba haciendo promesas de las que no estaba completamente segura iba a ser capaz de mantener.

"Esas son muchas pautas, Tony, y realmente no eres bueno con las reglas," dije gentilmente, tratando de comunicar mi trepidación.

"Lo seré con estas," dijo él y sonó como un juramento.

"Hablas en serio."

"Sobre ti? Sí."

Procedí a besarlo sin sentido por un plácido momento antes de separarse de mis labios.

"Pensé que hoy nos quedaríamos aquí," sugirió él.

"Por aquí quieres decir?" Pregunté, mis labios rozaban la curva de su cuello.

"Aquí, aquí, Pepper. En la cama."

"Uh uh. Me debes los zapatos. Chanel abre al mediodía." Giré mi cabeza para mirar un reloj. "Lo cual nos da veinte minutos para esto."

"Necesito al menos veintiuno," murmuró en la curva de mi hombro.

"Bueno, entonces no debiste haber perdido tanto tiempo hablando," me burlé.

Él nos rodó y me sonrió. "No trabajo bien bajo presión, Potts. Lo sabes."

"Diecinueve."

Me miró por largo tiempo, entonces insinuó sus manos alrededor de mi torso—sus pulgares en la parte inferior de mis senos—y sus labios contra los míos. Me besó, mandón, dominantemente. Abrí mi boca para él, lo acerqué más. Me aferré a él.

Interrumpió el beso mucho antes de que estuviera lista para que lo hiciera.

"Qué? Por qué?" Me quejé.

"Tengo algo para ti," dijo, alejándose de mí, deslizando su piel a lo largo de la mía más de lo estrictamente necesario. "Espera aquí."

"Ton-."

"Te gustará."

"Sólo tenemos quince minutos!"

"Tendremos mucho tiempo. Lo prometo," sonrió él, luego se giró y alejó—cada músculo se movía en perfecto unísono.

Sólo nos quedaban diez minutos para cuando finalmente regresó, su rostro limpio, su cabello domado de cierta manera y luciendo indecentemente bien.

"Toma." Se desplomó en la cama y me alcanzó una conocida caja blanco y negro. Era una prueba de la asombrosa belleza de su cuerpo que no había notado que estaba cargándola.

"Mis zapatos," susurré.

"Tus zapatos."

"Mis zapatos," dije, más fuerte. "Cuándo los compraste?"

"La última vez que estuvimos aquí." Sonó tímido.

Miré de la caja a su rostro y viceversa. "Perdiste a propósito la apuesta," dije. "Nunca planeaste ganar."

"No, sabía que tú ganarías. Tú eres tú, Potts. Yo soy yo. Fue una inevitable conclusión."

Decidí no decirle cuántas veces casi había perdido la apuesta. Era mejor de esa forma.

Miré la caja en mi regazo y repasé la anterior declaración de Tony. "Has tenido mis zapatos por un mes," dije, abriendo la caja para asegurarme de que estuvieran de una pieza.

Tony no era conocido por cuidar sus zapatos. O ropa. O casa. O autos. O a él mismo.

"Dónde los guardaste?" Demandé mientras los sacaba de la caja y los examinaba. Cada flor y semilla estaban en su lugar.

"En una bóveda herméticamente sellada en mi refugio antibombas. Jarvis monitoreaba constantemente el CO2 y los niveles de oxígeno y los ajustaba automáticamente si era necesario."

"De verdad?"

"No. Son zapatos, Pepper, no figuras originales de Star Wars."

Le arrugué mi nariz y continué examinando mis zapatos.

"Podrías haberlos comprado," dijo. "Podrías haber comprado docenas de pares."

"Soy una contadora," le recordé.

Sacudió su cabeza indefenso.

"Cómo puedes no entend-? Son frívolos, Tony."

"Frívolos?"

"Significa algo no serio-."

"Sé lo que significa, sólo no entiendo qué significa en contexto para ti."

"No puedo usarlos para trabajar. No tengo vida social…"

Él aclaró su garganta.

"No tenía una vida social. No podría justificar comprarlos."

"Necesitas ser mejor contigo misma," dijo él.

Levanté mi cabeza y lo consideré fijamente, dudas llenaban mis ojos.

"Te enseñaré cómo." Juntó sus manos. "Dios, voy a ser tan buena influencia para ti."

"Esa es una idea aterradora," sonreí.

"No debería serlo," se bufó, presionando su mano sobre la mía; juntas nuestras manos se deslizaron por el cuero y la organza.

"Me gusta el Tony en Cortejo," susurré.

"Suena como una figura de acción," gruñó, sonriendo.

Mi Tony, pensé. Total y sólo mi Tony.

Regresé los zapatos a la caja para poder tomar su cabeza y halarlo en un profundo beso; segundos después, comencé a tratar de empujarlo sobre la cama. Él me enderezó. Empujé más duro, profundizando el beso aún más y buscando partes importantes del cuerpo. Me tomó de mis antebrazos y cuidadosamente me retiró de su cuerpo.

Le parpadeé; miraba significativamente la caja.

"No quieres ponértelos?"

"Ahora?" Estábamos desnudos y en una cama y… oh.

Saqué los zapatos, suspirando un poco mientras mis dedos se deslizaban por las cuentas.

"Puedo?" Tony estaba extendiendo su mano hacia mí.

Cautelosamente le alcancé el izquierdo. Sus manos, callosas, grandes y cálidas, rodearon mi tobillo, llevando mi pie hacia su rodilla; deslizó el zapato con toda la delicadeza de un neurocirujano.

Era increíblemente sexy.

"El otro," ordenó; salí de mi niebla hormonal y le alcancé el derecho. Pasó sus dedos gentilmente por el arco de mi pie, luego deslizó el zapato, cerrando sus dedos por mi tobillo cuando terminó.

"Oh."

Su cabeza se levantó de golpe, ojos ardiendo. "Cómo se sienten?"

"Bien," declaré.

"Entonces, vamos a ver." Su tono era animado y completamente contrario a su acalorada expresión.

Salí de la cama; se ajustaron perfectamente y se sentían maravillosos.

Tony dejó escapar un bajo gruñido; lo miré. Estaba mirándome fijamente, sus ojos brillaban negros con excitación.

"Los zapatos son tanto para ti como lo son para mi, verdad?" demandé.

"Tal vez."

Zapateé mi pie y lo miré.

"Tal vez los he mirado y pensé en ti modelándolos para mi."

Arqueé una ceja.

"Desnuda," admitió.

"Y ahora lo estoy."

"Ciertamente lo estás."

Sonreí cálidamente y me incliné. Captó la idea y me besó—tan profundamente que mi cabeza comenzó a dar vueltas y mis rodillas se aflojaron. Entonces puso sus gentiles manos en mi piel.

Estaba a diez segundos de perder completamente la razón; necesitaba asegurar los zapatos antes de que fuéramos más lejos.

Me alejé de sus ocupados labios y manos—poniéndome a una distancia segura para poder balancearme en una pierna y doblar la otra hacia atrás y arriba. Estaba alcanzando por mi zapato izquierdo cuando Tony aclaró su garganta. Me detuve a medio movimiento y lo miré en silencio.

"Tan completamente increíble como lo es observarte hacer eso, estaba pensando…," se desvaneció, sus ojos ardientes.

La comprensión me recorrió—mi Tony era retorcido.

Entonces, estaba muy segura de que siempre lo había sido.

"Quieres que los deje entonces," terminé, bajando mi pie al piso. "Quieres que me deje puestos mis zapatos nuevos." Mi tono estaba diseñado para comunicar la gravedad de lo que estaba pidiéndome.

Sus ojos se abrieron y prácticamente jadeó su, "Sí."

Mi tono, obviamente, no había sido lo elocuente suficiente.

"Amo esos zapatos, Tony."

"También yo."

"Los quiero de una pieza."

"Lo estarán," prometió.

"Estás completamente excitado en este momento, verdad?"

"Dios, sí. No creo que puedas entender lo que me hacen y tus zapatos."

Toda idea, cada parte de juicio se evaporó ante la fuerza de su voz, sus ojos, su completa Tonydad.

"Bien." Comencé a regresar a la cama.

"Pep."

"Qué?"

"Puedes?" Él giró su mano.

Por varios segundos, lo miré simplemente—tratando de descifrar su lenguaje de señas. Cuando la comprensión llegó destelló por mi sistema como un rayo.

"Entiendo. Quieres que camine con ellos. Quieres que pretenda hacer llamadas y enviar e-mails en mi BlackBerry y te grite sobre reuniones mientras los uso."

Sus ojos se movieron sobre mi—de pies a cabeza y de nuevo a pies; mi cuerpo se tensó—entonces su mirada—adoradora, incendiaria—encontró la mía y comencé a caer, a hundirme, a volar una y otra vez.

"Para comenzar, Srta. Potts," dijo él, bajo y profundo. "Para comenzar."

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Fin.

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Nota de Inu: Hola a todos! Aquí estoy de regreso para publicarles finalmente el último capítulo de esta divertida historia de outtabreath, espero que les guste y muchísimas gracias por sus reviews llenos de apoyo, igualmente por la paciencia que me han tenido, les pido mil disculpas por la demora pero la espera ya terminó. Al igual que ustedes, me divertí mucho leyendo y traduciendo este fic, lástima que no haya sido más largo, jejeje... Cuídense mucho y espero traerles nuevas traducciones de sus personajes favoritos... Hasta pronto!