DETRÁS DE LA PUERTA

-¡Cállate!- gritó Lovino en una voz casi gutural haciendo retumbar las paredes, despertando a Antonio de un sobresaltó que tardó un poco en reaccionar aunque parecía algo confundido -¿Por qué lo hiciste Feliciano?- preguntó ahora en voz baja y algo ronca por el grito antes propinado, dejando resbalar su mano por su cara fijando sus ojos tanto en el alemán como en su hermano que parecían realmente asustados

-Eso ya no importa, ahora sé porque fueron asesinados ¡Pude ver que ustedes son inocentes!- exclamó Ludwig viendo como Lovino torcía la boca en un claro gesto de rabia así que el mayor de los Vargas fue hasta donde estaba Ludwig y lo tomó por la camisa arrojándolo hasta el otro lado del sótano con una fuerza tremenda hasta hacerlo chocar contra la pared dejándolo inconsciente

-¡Cállate, cállate!- le volvió a ordenar Lovino viendo al chico desmayado en el piso con un hilillo de sangre escurriendo de su sien hasta su cara

-¡Ludwig!- llamó Antonio corriendo hasta su amigo pero de nuevo el de ojos chocolate se lo impidió tomándolo de la muñeca torciendo su brazo hasta su espalda -¡Suéltame!- exigió Antonio sintiendo una gran presión en su hombro gracias a la manera en como Lovino lo estaba sujetando

-Ve~… hermano, clámate- intentó tranquilizarle Feliciano –Ellos ya cumplieron, no tenemos porque mantenerlos aquí… ya saben que nosotros somos inocentes-

-¡No es cierto!- gritó Lovino doblando aun más el brazo de Antonio hasta lograr dislocarlo haciendo que el español soltara un tremendo grito de dolor al que le siguieron otros mas mientras se llevaba la mano a la articulación herida –No es cierto, Feli… ellos solo están actuando, son como todos los demás ¡Ellos quieren engañarnos! Así como Gianni ¡En realidad quieren hacernos daño como lo hicieron esos bastardos del pueblo!- decía Lovino fuera de sí mientras que el de ojos verdes solo se retorcía en el piso dando alguno que otro alarido de dolor por su hombro lastimado.

-¿No te das cuenta Feliciano? No podemos confiar en nadie… seguramente ellos entraron aquí con la intención de hacernos algo desde un principio pero ahora tú le has dicho nuestro secreto; solo fingen creer que somos inocentes pero en realidad están pensando que somos unos despreciables asesinos… ellos van a hacernos algo malo- seguía diciendo llevándose ambas manos al garganta, de nuevo rasguñando su cuello de manera desesperada hasta que una extraña sonrisa se dibujó en su rostro.

-Pero no te preocupes Feli, yo no dejaré que te hagan daño otra vez…- dijo fijando sus ojos en los verdes de Antonio que miraba con terror a Lovino –solo tengo que matarlos- declaró sonriendo ampliamente dejando su cuello en paz

-¡E… espera!- le pidió Antonio con la voz cortada por el dolor y el miedo -¿Cómo podríamos hacerles algo si ustedes ya están muertos? Es demasiado ilógico, no podemos hacerles nada- trató de razonar el hispano.

-¡No hables!- le ordenó Lovino llevándose las manos a los oídos

-¿O será acaso que solo estás buscando un pretexto para matarnos?- inquirió de pronto la voz de Ludwig que se incorporaba en el piso con la vista borrosa y sintiendo la sangre viscosa en su cara –Estás resentido porque no pudiste salvar a Feliciano así que quieres matar a quienes quieran hacerle algo...- seguía diciendo viendo la cara de Lovino y sus ojos desorbitados -¡Pero no importa a cuanta gente mates no vas a cambiar el hecho de que está muerto!- le gritó por fin

-¡CALLATE!- Ordenó de nuevo el mayor de los espíritus aun con las manos en los oídos y esta vez hasta el techo tembló junto con toda la residencia, incluso el mismo Feliciano mostró miedo ante su propio hermano.

-¡No me voy a callar! Sólo quieres revivir la misma situación de hace siglos, una en donde Feliciano esté en peligro y tú puedas salvarlo- comenzó a decir Ludwig intentando ponerse de pie, con su mirada seria y decidida a pesar del dolor de cabeza y su herida abierta.

-Cállate, no sabes nada- le contradecía Lovino sin embargo Ludwig siguió hablando

-Pero no importa cuántas veces recrees la misma escena, tú hermano no va a volver a la vida…-

-Cállate-

-Así que deja de tratar de convencerte con eso de que Antonio y yo vamos a hacerles algo porque sabes bien que eso no es cierto- concluyó Ludwig y un extraño silencio reinó en donde tan solo se escuchaban las respiraciones aceleradas de los muchachos.

-Ve~… hermanito… ¿Eso es verdad?- preguntó Feliciano casi con cautela de no alterar aun mas a su consanguíneo que estaba cabizbajo al parecer sin querer contestar, o al menos así estaba hasta que una risita se escuchó. Lovino alzaba su cabeza al mismo tiempo que reía poniendo de nuevo su mano en el vendaje de su cuello acariciándolo siguiendo con su extraño hábito.

-Es cierto todo lo que dices… pero te equivocas en una sola cosa- dijo el castaño de ojos chocolate de nuevo adoptando esa expresión prepotente en su rostro captando por completo la atención del resto de los presentes, sobre todo la de Antonio pues Lovino lo tomó de la camisa obligándolo a levantarse a pesar de los quejidos por su hombro lastimado.

-Aun hay una forma de salvar a Feliciano- El espíritu pasó una mano por la mejilla de Antonio que sintió los dedos helados recorrerle la piel haciendo que los escalofríos que lo atacaban se hicieran más intensos –Tal vez no lo puedo revivir como tal… pero puedo darle un cuerpo nuevo- dijo con otra risita extraña y Antonio supo de inmediato a que se refería con esas palabras, incluso Ludwig que pareció demasiado sorprendido ante aquello ¡Tenía que buscar una manera de salvar a su amigo y salir de ahí!

-No puedes hacerlo, nosotros ¡Nosotros ya cumplimos con el trato! Dijiste que si descubríamos la verdad de su muerte antes del amanecer nos dejarías ir, nos diste tu palabra ahora cumple- le dijo antes de que el enfermo fantasma le hiciera algo a Antonio.

-¿Y te lo creíste?- dijo Lovino frunciendo el seño ante la estupidez de Ludwig –Lo siento pero la palabra de alguien no vale para un carajo, la gente miente, traiciona y te utiliza para su propio beneficio… y yo no soy la excepción- el fantasma obligó a Antonio a encararlo mientras que el chico sentía como los dedos helados le quemaban la cara.

-Así que vamos Feliciano, ven y podrás vivir de nuevo… está vez te salvaré- le ordenó a su hermano el cual lo miró con ojos muy abiertos, petrificado en su lugar

-No te preocupes, haz lo que te pide- dijo de pronto Antonio con una sonrisa forzada

-¿Qué tonterías dices?- le regañó Ludwig al ver que el castaño se estaba poniendo a sí mismo en peligro, incluso el mismo Lovino pareció un poco descolocado.

-Perdón otra vez por ponerte en esta situación Ludwig, pero si puedo salvar a alguien de esta manera lo haré- dijo tratando de ignorar el dolor en su hombro para seguir sonriendo viendo las caras estupefactas de todos. –Yo no tengo hermanos así que no estoy muy seguro de cómo debe sentirse perder uno o no haber podido cuidarlo pero si estás dispuesto incluso a matar a alguien por él entonces creo que puedo sacrificarme- el chico soltó una risita forzada ahora volteando a ver a Lovino que definitivamente no tenía idea de cómo reaccionar o decir.

-Te lo dije ¿No es así? Que lograría que descansaras en paz- le recordó al fantasma que abrió mucho sus ojos –aunque tengo que admitir que me estoy muriendo de miedo, hasta siento que voy a vomitar y no aguanto mi hombro… creo que soy algo patético, aun así espero no te desagrade tener un cuerpo como el mío- dijo está vez dirigiéndose a Feliciano.

-¡Antonio no digas esas estupideces por favor!- le pidió Ludwig al ver que el ojiverde hablaba completamente en serio.

Eso no podía estar pasando ¿Cómo es que habían llegado a eso? Mejor dicho ¿Cómo es posible que Antonio de verdad estuviera intercambiando su vida por la de alguien más, alguien que ya ni siquiera de ese tiempo, un alma perturbada que no podía encontrar el descanso eterno?

-No te preocupes Ludd, todo estará bien solo dale mis disculpas a todos por favor, aunque esto suena como una nota de suicidio- el hispano soltó otra risita que intentaba ocultar sus nervios y su voz temblorosa

-¡No lo voy a hacer, no te voy a dejar hacer esa estupidez porque no puedes solo dejarte morir! ¿Qué va a pasar con Gilbert y con Francis, con tus padres y todos?- trataba de convencerlo el ojiazul

-Si… ¿Qué va a pasar con toda esa gente?- fue Feliciano quien habló acercándose con pasos lentos hasta donde estaban su mellizo y el otro adolescente –Es muy fácil morir ¿Pero sabes lo difícil que es para las personas que dejas atrás? Yo sí… me bastó solo unos minutos para saberlo- dijo volteando a ver a su hermano que para nada se esperaba ese breve discurso.

-Ve~ hermanito, yo no quiero vivir una segunda vida sin ti- Le dijo a su hermano que aun no soltaba al ojiverde y solo escuchaba a su mellizo –Todos estos años he estado tan enojado porque nos mataron injustamente… porque te mataron a pesar de que solo intentabas cuidarme. Yo ya no quiero ser una molestia ni ser salvado a costa de tu sufrimiento ¿Por qué siempre quieres llevarte todo el peso? ¿Qué no somos hermanos? Se supone nos tenemos que cuidar juntos- Decía Feliciano retomando aquel tono de voz inocente y algo aniñado a la vez que Lovino soltaba lentamente al hispano que dudó unos segundos antes de alejarse con pasos cautelosos de Lovino que miraba con algo de arrepentimiento a su mellizo.

-Por eso fratello quédate conmigo- le pidió con esa sonrisa algo ingenua y cariñosa que hacía tantos siglos no dejaba ver, tomando las manos del mayor entre las suyas como cuando solían ser niños y temía estar solo, cuando jugaban por los campos acompañados de su abuelo, de la misma manera como cuando estaban vivos y eran felices.

Tanto Antonio como Ludwig vieron la puerta del sótano abrirse lentamente, y en el pasillo un pequeño rayo de luz de luna se dejaba ver junto con el sonido del rechinar de la pesada puerta principal que se abría dejándoles el paso libre así que sin dudarlo los adolescentes se dirigieron fuera del sótano dejando la emotiva escena de los mellizos atrás.

Feliciano soltó por un momento las manos de Lovino para abrazarlo gentilmente, pasando sus brazos por el cuello del mayor, con una de sus manos ensangrentadas acariciando la cabeza de su hermano, colando sus dedos por entre los cabellos marrones, pegando su boca al oído de su mellizo, susurrándole algo a la vez que sus labios rozaban con la oreja del mayor que a medida que escuchaba la voz de Feliciano iba abriendo mucho los ojos y una amplia sonrisa se formaba en su boca a la vez que afirmaba con la cabeza mientras que el menor al terminar de hablar le dio un pequeño beso en el oído para luego compartir la misma siniestra sonrisa sin dejar de abrazarlo… la actuación de un ingenuo e inocente Feliciano acababa de terminar.

Al mismo tiempo al otro lado de la oxidada verja, había otros dos jóvenes que vigilaban la puerta esperando que alguien saliera junto con el sol que no tardaba mucho en despertar e iluminar el cielo negro que se iba aclarando conforme el inminente amanecer se acercaba.

-¿Qué haces aquí?- le preguntó Gilbert a Arthur mientras tiritaba de frío viendo al muchacho rubio de ojos verdes que miraba directamente y casi sin parpadear la casa.

-Lo mismo te pregunto- respondió con ese típico tono seco y golpeado sin desviar su atención de la vieja construcción

-Estoy esperando a West- contestó el albino metiendo sus manos en las bolsas de su chaqueta tratando de calentarlas un poco volteando a ver de mala manera a Arthur –no me has contestado tú- le insistió.

-También estoy esperando a esos idiotas, al menos quiero cerciorarme de que van a salir vivos- contestó soltando un suspiro mirando su reloj de pulsera dándose cuenta de que faltaba poco para que dieran las cinco de la mañana.

-Hablas como si de verdad hubieran fantasmas ahí adentro- se burló Gilbert con su peculiar risita maldosa pero Arthur se mantuvo serio

-En realidad no me importa lo que pienses, yo estoy seguro de hay algo raro ahí adentro- declaró finalmente y se mantuvieron en silencio ya que Gilbert no quería comenzar alguna otra discusión, tal vez porque no quería admitir sin querer que estaba preocupado por Ludwig, que había intentado llamarlo toda la noche pero este no atendía su celular al igual que Antonio; tampoco las palabras de Francis le fueron de ayuda pues este solo le dijo que seguro solo querían asustarlos aunque no estaba del todo seguro de eso, su pequeño West era demasiado responsable (por no decir amargado) como para hacer ese tipo de bromas.

-Alguien viene- anunció entonces Arthur y Gilbert se acercó aun más a la reja en donde efectivamente vio a Ludwig que ayudaba a Antonio a caminar.

-¿Pero qué diablos les pasó?- les gritó a los chicos al notar que el rubio tenía la cara llena de sangre, estaba despeinado y la ropa toda sucia mientras que Antonio se apoyaba en el ojiazul pues su brazo colgaba de manera anormal.

-Oigan ¿Están bien?- les preguntó ligeramente preocupado Arthur ganándose una mirada enfadada de Gilbert

-¡Es obvio que no están bien!- dijo el albino trepando por la reja para saltar al otro lado y corrió hasta donde estaba su hermano y amigo

-Mira cómo estás West ¿Qué fue lo que pasó ahí adentro?- le preguntaba a su hermano que parecía un poco aliviado de ver al mayor.

-Yo tenía razón ¿Verdad? Había alguien ahí adentro- les regañó Arthur que los esperaba del otro lado a la vez que Gilbert ayudaba a Antonio a trepar por la reja intentando no lastimar aun más el brazo del castaño que solo reía de manera nerviosa.

-Pues… digamos que si- solo eso contestó Ludwig con su tono serio pasando al otro lado de la reja dejándose caer al piso para intentar respirar hondo, sabiéndose libre de aquella casa a la que le dedicó una última mirada junto con Antonio que vio la vieja construcción con algo de melancolía.

-No entiendo absolutamente nada, además primero tenemos que ir a un maldito hospital, ya nos contarán que pasó en el camino- ordenó el albino de ojos rojos viendo al par de chicos que estaban en pésimas condiciones.

Los muchachos tomaron un taxi mientras que Ludwig y Antonio contaban su historia acerca de ese paranormal encuentro.

-Al final ninguno de ellos era malo- dijo Antonio con su típica sonrisa.

-No importa cuántas veces me lo digan yo no me creo nada- refunfuñó Gilbert cruzándose de brazos aun en el auto.

-Tampoco es necesario que nos creas, a ellos les bastaba con estar conscientes de que eran inocentes, los demás no importaban- contestó Ludwig mirando las farolas de la calle que se iban apagando pues ya no eran necesarias.

-No me refiero a eso, quiero decir que no les creo absolutamente nada de los fantasmas, seguro solo se cayó el piso mientras dormían y por eso terminaron así- concluyó Gilbert negándose a creer tan fantástica anécdota.

-Yo si les creo… aunque insisto en que ningún alma que se queda en el mundo terrenal tiene buenas intenciones- dijo finalmente Arthur viendo que ya llegaban a la sala de emergencias.

-No seas tan cruel- le pidió Antonio saliendo del auto sin evitar quejarse un poco por su hombro que ya se estaba hinchando y tomando un color amoratado.

Esa mañana la recibieron en el hospital en donde a ambos les hicieron un chequeo completo, tenían suerte de que era Sábado y no tenían escuela sin embargo eso no los salvó de un regaño por parte de sus padres y todo adulto que no solo los regañaron por haber entrado a una propiedad privada sino también por haberse expuesto a tal peligro.

El rumor no se hizo esperar así que todos querían escuchar la historia de Ludwig y Antonio quienes se negaron a contar algo mas al respecto, así que los únicos que sabían algo eran Gilbert y Arthur aunque tampoco conocían la versión completa de todos los sucesos ahí presenciados.

El Lunes llegó y no fue uno muy normal gracias a que la que solía ser una gran casona embrujada ahora no era más que añicos, según la versión oficial los cimientos de la casa habían colapsado durante la madrugada pues ya eran demasiado viejos y no pudieron soportar más el peso de la construcción. La gente se reunía viendo los pedazos de la que alguna vez fue la imponente mansión en donde habitaban los espíritus de los hermanos Vargas; algunos decían que habían encontrado el descanso eterno, otros decían que solo era un tonto cuento y que por obvias razones, sin mantenimiento la casa no podría seguir en pie.

Pero ese lunes después de clases cuando todos estaban regresando a casa vieron a Arthur arrodillado frente al montón de ruinas con un par de improvisadas cruces de madera y en medio la placa que rezaba el epitafio en la puerta del sótano, ese que pedía por las almas perturbadas de los hermanos.

-Sé que no es un funeral católico ni tampoco una tumba digna, pero de verdad espero que encuentren el descanso eterno- dijo el ojiverde mirando las cruces que él mismo había hecho para después persignarse y dedicar una breve oración por los hermanos.

-No sabía que fueras tan compasivo- dijo una voz tras de sí, Arthur se sobresaltó y volteó encontrándose con Alfred que lo miraba sonriendo ampliamente logrando que el británico se sonrojara hasta las orejas.

-¡Y no lo soy!- le gritó avergonzado por haber sido atrapado a mitad de su pequeño acto de humildad.

-Si claro Iggy, en verdad eres una persona muy amable- seguía burlándose Alfred revolviéndole el cabello al ojiverde que intentaba quitarse la mano de Alfred de encima. Ambos muchachos solo se alejaron de ahí sin más miramientos, discutiendo dejando las modestas cruces y la placa atrás.

-Esto ya no es necesario- dijo entonces Ludwig acercándose minutos después al lugar, mirando con algo de desdén la cruz de madera. El rubio fijaba sus ojos celestes en el pedazo de metal que era la placa con el epitafio, pateándolo ligeramente alejándolo de su vista... llevándose una mano a la garganta acariciando su cuello como si fuera un hábito involuntario adquirido con el tiempo.

-Aun así es un lindo detalle- agregó Antonio pasando sus dedos por una de las cruces –Nunca tuvimos una… ve~…- agregó con un peculiar tic verbal mientras dirigía sus ojos a Ludwig y sonreía de manera infantil.

Porque Arthur siempre tuvo razón: Un alma que se queda en el mundo terrenal no tiene buenas intenciones.

Ludwig y Antonio nunca lograron salir de esa casa, a pesar de que Feliciano pensó en algún momento salvarlos, este ideal se vio nublado a la hora en que apareció la oportunidad de una nueva vida con su hermano… solo fue cuestión de dar una esplendida actuación final para que los chicos no sospecharan de su cambio de parecer.

El par de adolescentes terminaron siendo víctimas de un amor retorcido y desesperado de las almas perturbadas que perdieron la completa noción del ben y el mal a la hora en que enfrentaron una muerte violenta; acusados a pesar de su parcial inocencia, vilmente abandonados tan solo reconfortados por la presencia del otro creando así un amor y dependencia enfermiza que terminó por arrebatar la vida de alguien más para que así ellos pudieran tener otra oportunidad… comenzando de nuevo, juntos.

FIN

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Finito! Oh si *La autora menea su trasero de manera sexy* Lo terminé y estoy muy orgullosa del resultado, creo que pudo haber quedado mucho mejor sin embargo fue mi primera vez escribiendo este tipo de género (Terror/Misterio) así que gracias por ser gentiles conmigo.

Ya en serio, gracias por los comentarios y haber estado siguiendo esta humilde historia, en verdad se los agradezco desde lo más profundo de mi corazón otaku. Gracias a ustedes y la gente muerta que me inspiró XD Bueno, solo a unos cuantos músicos y autores de terror además de alguno que otro músico vivo.

Espero hayan disfrutado leyendo y bueno, nos leemos entre fics (En una semana estaré de vacaciones y podré escribir todo el tiempo que quiera… soy tan feliz)