Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, pero la historia si.

Lo que está escrito "entre comillas" son los pensamientos de la gente.

Lo que está escrito en cursiva son conversaciones telefónicas o en la lejanía.

La historia está escrita desde el punto de vista de Renesmee.

En esta historia los personajes son humanos.

.-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-.

1.

"Estoy loca. No puedo hacerlo. Estoy muerta de miedo. Yo... no puedo irme."

- Renesmee, cariño.

Dejé de dar vueltas por el dormitorio y me lancé en plancha sobre la cama. Mi madre gruñó. Odiaba que hiciera eso, pero era mi cama y me tumbaba en ella como yo quería. Además, esa era la última vez que podía hacerlo.

- Ha sido sin querer. - dije, aunque, obviamente, no me creyó. - ¿Que ocurre, mamá?

- El taxi te está esperando. - se tumbó a mi lado, aunque con mucho más cuidado que yo, y me cogió de la mano. - ¿Que te pasa?

- Nada.

- Te conozco demasiado bien como para creerte. - besó el dorso de mi mano y empezó a acariciarloa. - Va, dime. ¿Que te pasa?

- No quiero irme. - dije, intentando reprimir las lágrimas.

- Pero... Pero cariño. Tú dijiste que querías irte a trabajar.

- No. - no conseguí aguantarlo más y me puse a llorar. - Fue todo cosa vuestra. Yo nunca he querido ir a Washington. Odio la lluvia. - me sequé las lágrimas con la sábana y me levanté de la cama.

- Cariño...

- No. Ya me largo. - dije, empezando a comportarme como una niña pequeña, pero es que me dolía separarme de mi familia. - Si ya está visto que aquí solo soy una molestia. - cogí mi mochila, que tenía tirada por el suelo, y la colgué sobre mis hombros.

- No digas tonterías. Nosotros nunca hemos dicho nada así.

- No ante mis narices. - dicho esto, salí de la habitación.

Mi padre estaba en el porche, pero no le hice caso. Me arrodillé a su lado, frente a mi hermano pequeño.

- No te vayas.

- Pequeño Eddie, tengo que irme. - acaricié su cabello rizado, mientras que él comenzaba a jugar con uno de mis rizos. - Tengo que trabajar.

- Pues trabaja aquí, en Nueva York, cerca de mí. - dijo, abrazándome, llorando. - No me abandones.

- Cariño, no lloores, que sino me voy a poner a llorar yo.

- Perdona.

- Prometo llamarte cada noche, vale?

- ¿Prometido? - cerró su mano en un puño y alzó el dedo meñique.

- Prometido. - enlacé mi dedo con el suyo y Eddie sonrió. - Vamos, dame un abrazo, que el taxi me está esperando.

Abracé a mi pequeño hermano de seis años, sequé sus lágrimas con mis dedos y me marché sin despedirme de mi padre.

Cuando me monté en el taxi, donde ya estaba mi maleta, y miré hacia la casa, donde mis padres y mi hermano pequeño se despedían de mí con la mano. No pude devolverles el gesto, ya que me ponía a llorar de nuevo y estaba demasiado ocupada intentando que no se dieran cuenta.

Todo había ido muy deprisa.

Hacía solo un mes que mi familia era de las más anideradas de Nueva York. Mi padre era médico (bueno, lo sigue siendo) y ganaba mucho dinero. Ni mi madre ni yo nunca habíamos tenido que trabajar, pero ahora todo era muy distinto. Mi padre había comenzado a trabajar como enfermera en el hospital y me habían encontrado trabajo. Si no trabajaba, no podía seguir estudiando, ya que mi familia ya no podía pagarme la universidad. No me importaba trabajar, pero otra cosa era ser la chacha de otros.

.-.-.-.

- Señorita, despierte. Ya hemos llegado.

Abrí los ojos lentamente y miré al taxista. Se había bajado del coche y había abierto mi puerta. Tomé la mano que me tendía y me bajé del coche, con la mochila en la mano. Cogí mi maleta y fui hacia la casa.

Llamé a la puerta tras dudar varios minutos. Me abrió la puerta una chica que no era mucho mayor que yo.

- Buenos días. - dijo la chica, mirándome de arriba a bajo.

- Hola. Soy la señorita Cullen. Lo siento. Quiero decir, soy Renesmee Cullen. - dije bajando la vista.

- La estudiante de medicina. - dijo. Me sorprendió que supiera quien era yo. Solo era una limpiadora.

- Así es.

- ¿Como es que no has acabado el último curso?

- Eso no es asunto tuyo. ¿Donde está la señorita Sutherland? - dije, entrando en la casa.

La chica me adelantó y la seguí hasta una enorme y preciosa cocina, donde había una chica de unos treinta años, peliroja, muy bella.

- Señorita Sutherland, ha llegado Renesmee Cullen. La casi doctora.

- Gracias, Alice. Puedes irte.

La tal Alice se fue y la chica peliroja se me quedó mirando.

- ¿Por qué no has acabado la carrera?

Casi le respondo como a la chica, Alice, pero me contuve. Dejé la maleta y la mochila en el suelo y me quité la chaqueta.

- Mi familia ya no puede pagarme la unicersidad Ahora tengo que trabajar para pagármela yo.

- Me alegro de que hayas tenido la iniciativa de dejar los estudios para ponerte a trabajar. - dijo, sonriendo, lo que me hizo sentir tremendamente culpable.

Yo nunca había querido dejar la universidad y tener este trabajo. Todo había sido cosa de mi madre y mi padre. Y yo me había enfadado con ellos. "Debo llamarles para pedirles perdón."

- Te acompañaré a tu habitación y luego te enseñaré cual es tu trabajo. - dijo, cogiendo ella mi maleta.

Cogí mi mochila y fuimos hacia una pequeña caseta que había al lado de la pedazo de mansión. En esa casita solo había una pequeña cocina, un cuarto de baño, un pequeño salón y una habitación con seis camas.

- Aquí es donde dormirás. - dijo, cuando estábamos entrando en el dormitorio. - junto a tus compañeros.. Comerás en la cocina en la que nos acabamos de conocer. Aquí teneis una pequeña cocina por si os entra el hambre a deshora. - dijo, esbozando una leve sonrisa. - Va, deja la mochila.

Dejó mi maleta y yo dejé mi mochila en la única cama que no tenía sábanas. Seguí a la que supuse que era la encargada de los empleados, que ya estaba saliendo del dormitorio. Volvimos a la cocina de la mansión y subimos por unas escaleras hacia el piso superior, donde había un cuarto de baño, un pequeño despacho y cuatro habitaciones.

- ¿De que voy a trabajar exactamente? - pregunté, ya que no tenía ni idea.

- Cierto. Aun no te lo he dicho. Vas a ser la enfermera del hijo de la familia.

- Pero es que yo no soy enfermera. - dije, aunque tendría que haberme quedado callada.

- Ni médico. - dijo. Iba a replicar, pero había dado en el clavo. - Perdona.

- No. Perdóneme. Yo... La verdad es que no estoy acostumbrada a trabajar para nadie. Yo soy la que tiene sirvientes. - murmuré. - Bueno, los tenía.

- Bueno. No te preocupes. Los Black son buena gente. Y no vas a ser sirvienta. Trabajarás, más o menos, en tu campo.

- Ya... Vale... Supongo que no estará mal.

- Venga, vamos.

Volvimos hacia la casita y fui al dormitorio a cambiarme de ropa. Me puse unos vaqueros largos, ya que iba con pantalón pirata, me puse un jersey más grueso y salí a dar un paseo, ya que Victoria me dijo que hasta la noche no iba a conocer a la familia.

Fui dando un paseo hasta llegar a un pequeño parque. Me senté en uno de los columpios y empecé a balancearme. Saqué el móil del bolsillo de los vaqueros y marqué el número de casa.

- Residencia Cullen. Edward Cullen tercero al habla.

- Hola, Edward Cullen tercero. - dije, aguantándome la risa.

- Nessie! Te echo de menos...

- Yo también, cariño. Como te prometí, te he llamado.

- Ya sabía que lo harías. ¿Es bonita tu nueva casa?

- No tanto como la nuestra, pero no está nada mal. - reduje la velocidad de balanceo y me sequé las lágrimas con la mano que tenía libre. - ¿Están papá y mamá en casa?

- No. Los dos están trabajando.

- ¿Estás con Emmett? - dije, refiriéndose a su canguro.

- Si.

- Salúdale de mi parte.

- Vale ¿Me llamarás mañana?

- Lo prometo.

- Vale. Emmett dice que ojala te lo pases bien.

- Dile que gracias. Hasta mañana, cariño.

- Hasta mañana. - colgué y volví a guardar el móvil.

Detuve el columpio con los pies. No podía dejar de llorar. A quien más iba a echar de menos era a mi hermano. Cuando tenía pesadillas, ya no iba a la habitación de mis padres, sino que venía a dormir conmigo. Siempre que podía le ayudaba con los deberes, comíamos juntos... "No sé como voy a poder vivir sin él."

- ¿No eres demasiado mayor como para jugar en el parque? - dijo una voz a mis espaldas.

No me moví ni le miré, aunque me di cuenta de que se sentaba en el columpio de al lado. Le miré de reojo y vi que me estaba mirando, como si esperara que le respondiera.

- Nunca se es demasiado mayor. - terminé diciendo.

- ¿Cuantos años tienes?

- ¿Y a ti que te importa? - dije. Ese tio me estaba poniendo más nerviosa de lo que ya estaba.

- Perdona. ¿Como te llamas?

Le miré y, al momento, dejó de sonreir.

- ¿Te encuentras bien? Tienes los ojos muy rojos. - se notaba preocupado, lo que hizo que me sintiera culpable por haberle hablado tan mal.

- Es que he estado llorando. - dije, sin andarme por las ramas.

- ¿Por qué? - parecía ralmente interesado.

Respiré hondo, saqué el móvil de mi bolsillo y le enseñé una foto de mi hermanito.

- Es muy guapo. ¿Es tu hermano?

- Si.

- Creo que entiendo lo que pasa. - dijo, devolviéndome el móvil. - Conozco a toda la gente del pueblo y a ti no te he visto nunca. Has tenido que marcharte de casa y le echas de menos.

- Eres todo un lector de mentes. - dije, guardando el móvil. - Me llamo Renesmee.

- Yo soy Jacob. - me tendió su mano y la estreché. - ¿Por qué has venido a nuestro pequeño pueblo?

- He venido a trabajar.

- ¿Donde?

- ¿Te importa que dejemos el interrogatorio para otro momento? - dije, poniéndome en pie. - No me encuentro bien. He llegado a la ciudad hace solo veinte minutos.

- Claro. Perdona. - noté su mano en la parte baja de mi espalda y me cogió de la mano. - A veces hablo demasiado y no me doy cuenta de cuando tengo que callarme.

- No, es que... mi vida ha cambiado mucho en muy poco tiempo y estoy bastante a la defensiva. - dije, sintiendo como iba a ponerme a llorar, pero no quería hacerlo, y menos delante de un desconocido que, por cierto, estaba buenísimo. - Perdona.

- Ven.

Hizo que me diera la vuelta y me abrazó.

Me sentí muy extraña al estar abrazado a un desconocido, pero sus caricias en mi espalda me calmaban y me hacían sentir mucho mejor.

- ¿Conoces a alguien del pueblo? ¿Tienes algún amigo?

- No.

- Pues ahora ya si.

Levanté la vista y le miré a los ojos. Esos ojos oscuros y brillantes que no dejaban de mirarme.

- ¿Quieres que salgamos a tomar algo?

- No se... - dije, sintiendo como secaba mis lágrimas con sus dedos.

- Podría enseñarte el pueblo.

- Bueno... Vale...

Sonrió, besó mi frente y me cogió de la mano.

Me dejé llevar por él a través del parque, por un pequeño bosque y por el hermoso pueblo. No hablamos en ningún momento, pero no hizo falta. Me sentía muy bien de la mano de ese hermoso chico.

Me fijé mejor en él. Tenía el pelo largo, por debajo de los hombros, la piel morena y, para que negarlo, estaba muy cachas.

Llegamos a un edificio que parecía un colegio y nos sentamos en las escaleras que daban a la puerta. En ningún momento nos soltamos de la mano.

- Este pueblo es muy bonito. - dije al fin.

- Tú lo eres más.

Sentí como empezaba a sonrojarme. Nunca ningún chico me había dicho algo similar. Normalmente era yo la lanzada. Sentí como me miraba, pero no me atreví a mirarle.

- Perdona. He sido un atrevido.

- Si, lo has sido. - murmuré. - Yo... creo que debería irme. Está a punto de anochecer y tengo que ir a trabajar. - me puse en pie y bajé las escaleras. - Lo siento.

- Te acompaño.

- No hace falta

- En serio. No conoces todo esto. Te perderás. - dijo, acercándose a mí. - Prometo no decir nada atrevido.

- No es eso... - sí que lo era. Ese chico me ponía muy nerviosa.

- Vamos. - insistió. - Voy a ser sincero contigo. Me gustas. Me pareces una chica muy sensible y cariñosa. Y me cuesta alejarme de ti.

- Pero si acabas de conocerme...

- Nunca antes me había sentido así.

- Jacob, por favor.

Sentí su mano acariciar mi mejilla y, al momento, sus labios sobre los míos.

Quise apartarle y huir corriendo, pero no pude. Sus labios eran tan dulces que no pude evitar devolverle el beso.

.-.-.-.-.-.-.-.-.

Fic nuevo.

Hace tiempo que lo tengo escrito, pero no encontraba el momento de pasarlo al pc y colgarla. Así que voy a hacerlo ahora.

Espero que me conteis que os ha parecido esto.

Besitos a todas!