¡Hola a todos!
Sé que he estado mucho tiempo lejos del mundo del fanfiction, pero les expliqué que era porque tenía que estudiar. Bueno, he regresado para ponerle punto final a "Viaje Inesperado" y continuar con mis otros fics. Espero que les guste este capítulo extra.
Katekyo Hitman Reborn! no me pertenece, es de Akira Amano.
El cambio repentino del ambiente hizo que se preparara para un fuerte grito de un estresado pelirrojo. El aire en la oficina de Giotto estaba tan cargado que se podía cortar con un cuchillo para mantequilla. Elena ingresó con cierto recelo y mucha culpa en el pecho, y la culpa aumentó cuando vio que Shimon Kozart yacía en un estado algo patético sobre un grupo de papeles. Elena corrió hacia él para ayudarlo, pero el jefe Shimon se despertó y levantó solo.
—Elena, ¿qué haces aquí? —preguntó Kozart aún somnoliento y sin percatarse del papel pegado en su frente.
—Yo… vine a ver cómo estabas. No bajaste a desayunar.
—¡Ah!, sí, es que no pude dormir por terminar de leer todos estos documentos. Todo sería mucho más sencillo si sólo tuviera que firmar, pero hacer resúmenes de todos los documentos que leo es muy agotador.
—Lo siento mucho, Kozart.
—No es tu culpa. Ni siquiera sé con exactitud si esto es culpa de Giotto, pero mi amigo está desaparecido, y si tengo que hacer esto para ayudarlo, lo seguiré haciendo. Así que no te preocupes por mí.
Se le aguaron los ojos cuando escuchó lo dicho por el mafioso. El nudo que existía en su pecho, también conocido como 'culpa', fue poco a poco desapareciendo. Kozart se levantó de su asiento y la abrazó al ver que realmente necesitaba un abrazo. Él podía entenderla a la perfección. Ambos no sabían del paradero de sus amigos, no sabían si se encontraban bien o si estaban vivos.
Un grito femenino fue lo que hizo que se separaran. El pelirrojo se acercó a la ventana pero lo sucedido no podía ser presenciado desde su actual posición. Salió de la oficina siendo seguido por Elena. Escucharon más gritos de sorpresa, los cuales les permitieron llegar hasta el lugar de donde provenía el barullo.
—¿Qué está sucediendo? —le dijo Kozart a una de las sirvientas de la mansión, a la más cercana.
—¡Han aparecido de la nada, señor!
Kozart estuvo a punto de preguntar qué era lo quiso decir con eso, pero una melena rubia y un par de ojos azules entraron en su campo de visión, logrando que olvidara por completo a la muchacha que le había contestado. Allí estaban. Los siete caminaban hacia él con normalidad, como si nunca hubieran desaparecido, lo cual logró que el mal humor de Shimon Kozart surgiera.
Todas las horas de sueño que Kozart no tuvo salieron a relucir cuando un puñetazo, lleno de enojo, fue a parar a la mejilla de su mejor amigo. Giotto se mostró sorprendido por un segundo, pero luego una mirada de compresión y de disculpa reemplazó a la de confusión.
— ¿Qué crees que haces, Kozart? —preguntó un desafiante G, mientras hacía el amago de ayudar a Giotto a levantarse.
—No, está bien, G. Supongo que me lo merezco.
— ¡¿En dónde diablos se habían metido?! ¡¿Tienen idea de lo preocupado que estábamos?! ¡Y ustedes aparecen de la nada y se me muestran completamente tranquilos! Y… —No pudo hablar más al sentir que estaba a punto de romper en llanto. Los continuos quiebres de voz en su reclamo se lo dijeron.
Giotto se puso de pie sin aceptar la ayuda de G, se acercó a Kozart y posó su mano derecha pobre su cabello, acariciándolo suavemente en un intento de reconfortarlo, justo como lo hacía con Tsuna.
—Kozart, discúlpame. Fui irresponsable…
—Y estúpido —le interrumpió Shimon.
—Y estúpido, por supuesto. Pero no me arrepiento ni un poco de lo que hice.
El pelirrojo levantó la cabeza y se encontró con la sonrisa de Giotto. Ésa que decía que estaba muy feliz, realmente feliz. ¿Qué había sucedido para que su mejor amigo sonriera de esa manera? ¿Qué se había perdido?
—¿Podemos hablar en otro lugar? —preguntó el rubio al ver que había demasiada gente como para tocar un tema tan delicado como el motivo de su desaparición.
Shimon se limitó a asentir, y antes de dar media vuelta para regresar al interior de la mansión, alcanzó a ver el beso que intercambiaban Daemon y Elena al reencontrarse. Se alegró por ella. La pobre Elena había estado llorando toda la noche al no saber dónde se encontraba el guardián de la niebla. Kozart sabía que Elena se merecía aquella gran muestra de afecto. Al salir de sus pensamientos, se dio cuenta de que ya se encontraban en la oficina de Giotto.
Giotto levantó una ceja al ver un montón de papeles sobre su escritorio, y luego ladeó su cabeza al escuchar el suspiro de cansancio de su amigo. Shimon Kozart se acercó a su amigo y le explicó brevemente las cosas que había leído en aquellos documentos.
—Los resúmenes de los que te hablo están en el primer cajón de la izquierda del escritorio.
—Muchas gracias. No creo tener vida suficiente para agradecerte por hacerte cargo de mi familia mientras no estuvimos aquí.
—¿Y bien? ¿Adónde fueron? —lo interrumpió el pelirrojo.
Giotto calló por un minuto al pensar en la mejor manera de decirle a su amigo sobre su viaje en el tiempo. Era bastante increíble, y no lo juzgaría si no le creía. Aunque… usar fuego de diferentes colores y habilidades especiales también era algo que la mayoría de personas consideraría imposible.
—Viajamos al futuro.
—Estoy hablando en serio, Giotto. ¿En dónde estaban?
—¡Te estoy diciendo la verdad! —Giotto levantó su mano y señaló su anillo del cielo—. Descubrí que los anillos Vongola pueden resolver algunas dudas que se tiene desde el fondo del corazón. Nosotros queríamos saber cómo sería Vongola en el futuro, y terminamos conociendo a la Novena y Décima Generación.
—¿De-de verdad? ¡Júralo por tu pastel de chocolate favorito! —Al ver la expresión seria de Giotto, Kozart abrió la boca para mostrar asombro— ¿¡Y cómo era el futuro!?
—Era… extraño. Tenían objetos mágicos que explotaban cada vez que los tocabas…
—Ya veo —El pelirrojo parecía realmente fascinado, pero decidió que luego le preguntaría a Giotto sobre cómo el futuro—. ¿Y resolviste tus dudas?
—Estoy más que satisfecho, Kozart. El Décimo Vongola es el mejor sucesor que puedo tener,
Shimon Kozart sonrió levemente al ver la enorme sonrisa en el rostro de su amigo, pero se preocupó al ver que Giotto bajaba la mirada, clavándola en su escritorio. Parecía que toda la felicidad que tenía se había esfumado en un solo segundo. No le gustaba verlo así.
—¿Qué sucede?, ¿te encuentras bien, Giotto?
—Sí, es sólo que…tenemos que olvidar.
—¿"Olvidar"? ¿De qué hablas?
—Sé que cualquier decisión que tomemos será para asegurarnos de tener a la Décima generación como sucesores. Eso me asusta. ¿Qué pasará si nos equivocamos?
—¿Y cómo esperas olvidar? Nunca olvidarás a esas personas, Giotto.
—Los anillos nos ayudarán. Tengo el presentimiento de que todo esto fue planeado por ellos.
— Hablas de los anillos. ¿Los anillos planearon esto?
—Es algo difícil de entender, pero es como si todo hubiera trazado por alguien. Además mi intuición me dice que es así.
—Pero…, si realmente sucede lo que quieres, y olvidan todo lo sucedido en el futuro, ¿no volverás a tener dudas sobre el futuro de Vongola? ¿No será lo mismo?
—Eso no lo sé. Creo que esta vez me dejaré llevar por la intuición.
Habían pasado tres horas desde su inesperado arribo, y la primera generación Vongola se encontraba tomando té en la oficina de su jefe. La tarde era fría y lluviosa, y estar reunidos, compartiendo tiempo entre ellos, era el mejor método para calentar el alma. Giotto se mostraba tranquilo mientras incineraba con sus llamas del cielo todos los resúmenes que su amigo había hecho por él.
—¿Estás seguro, Giotto? —fue lo dicho por Alaude, quien se mostraba un poco reticente a olvidar la destreza de su sucesor.
—Vaya, vaya, ¿quién hubiera dicho que el "frío" Alaude extrañaría a un mocoso de diecisiete años? —se burló G, para luego poner una mano en su barbilla para pensar en algo intrascendente—. ¿Tenía diecisiete, no?
—No, G. Ésa es la edad de Gokudera Hayato —soltó Asari, acompañado de su usual sonrisa.
Mientras que Alaude fulminaba con la mirada a G, y éste le lanzaba improperios al guardián de la lluvia, Giotto acababa de destruir todos los papeles escritos por Kozart y terminaba tranquilamente el té, sin hacer ningún comentario por la pequeña pelea de esos tres guardianes.
—Nufufu, ¿No piensas responder a la pregunta de nuestro elocuente guardián de la nube, Giotto?
—Es que sí estoy seguro de lo que vamos a hacer, Daemon. Cualquier decisión que vayamos a tomar podría afectarlos de la peor manera. Es mejor no saber nada, y hacer las cosas como las hemos estado haciendo.
—Bueno, si Giotto dice que es así, el Gran Lampo obedecerá —Lampo dejó su taza de té sobre la mesa de centro y prendió rápidamente las llamas del rayo en su anillo—. Hagámoslo de una vez.
—Mejor ahora antes de que Giotto se arrepienta —soltó G, imitando la acción de Lampo—. Lo bueno es que no recordarás lo patético que te viste al tratar desesperadamente de ser hermano mayor del Décimo Vongola.
Asari, Knuckle y Alaude no soltaron palabra alguna, sólo se limitaron a prender sus anillos, y esperar a Giotto y a Daemon.
—Si Giotto lo quiere así… —se limitó a decir Daemon, prendiendo su llama de la niebla.
—Muchas gracias, chicos.
Con los anillos prendidos en llamas de última voluntad, todos hicieron un pequeño círculo y cerraron sus ojos para poder concentrarse mejor. Lo único que debían hacer era concentrar una gran cantidad de energía en sus anillos, aunque Daemon y Giotto eran los que debían hacer algunas cosas más para que todo pudiera funcionar a la perfección.
—Daemon, por favor —pidió Giotto, aún con los ojos cerrados.
De la nada, apareció una esfera de color índigo en el centro del círculo. La esfera era pequeña, pero se hacía cada vez más grande. Aquella esfera era la que iba a hacer olvidar a todos lo sucedido. Sólo necesitaban un poco de energía de los anillos, aquel poder de Daemon y un poco más de la energía de Giotto, la cual haría no sólo que olviden, sino que sus sentimientos hacia la décima Generación sean sellados.
—Éste es el último paso —susurró Giotto, mientras una esfera naranja diminuta salía de su anillo.
Ambas esferas se unieron, y aunque la esfera de Primo era mucho más pequeña, al colapsar con la más oscura, el color de la fusión se tornó naranja. La esfera de poder aumentó de tamaño en un segundo, abarcando toda la habitación, y en pocos segundos toda la mansión.
Elena se asustó mucho al ver una luz naranja inundar su habitación, pensaba que Daemon y Giotto corrían peligro, tal vez desaparecerían otra vez, pero al instante lo olvidó. ¿Desaparecer?, ¿por qué lo harían? La luz desapareció en su totalidad de la mansión, y las personas que la habitaban ni siquiera se habían dado cuenta de ella, o tal vez… ya no la recordaban.
Al día siguiente, a las diez de la mañana, Giotto despertó con la misma ropa que había traído puesta el día anterior. Y es que el pobre de Giotto Vongola se había ido a dormir a las seis de la mañana por el excesivo trabajo que había acumulado, ¡y eso que le faltaban tres días más sin dormir en la noche! Ni él ni sus guardianes entendieron cómo obtuvo mucho trabajo de la nada, aunque no tuvo mucho tiempo para pensar en ello porque G lo obligó a que cumpliera con sus obligaciones de todas formas.
—Ese hombre va a terminar matándome —susurró Giotto, mientras se reincorporaba de su cama.
En ese momento recordó que su amigo, Shimon Kozart, estaba de visita. Kozart había llegado el día anterior por la mañana pidiéndole consejos sobre el lugar en dónde debía formar su propia familia. A decir verdad, Giotto tenía los recuerdos del día anterior un poco borrosos, pero lo atribuyó al exceso de trabajo. Lo mismo ocurría con sus guardianes, pero ellos también se habían descuidado con sus obligaciones, así que todos estaban concentrados en lo que debían terminar.
Giotto se desnudó con pereza, lanzando su ropa a la pared más lejana de su cama, pero luego lo pensó mejor y se percató de que G lo haría limpiar toda la mansión si se mostraba así de inmaduro. Recogió sus pantalones a regañadientes y lo sacudió lentamente, sorprendiéndose al ver que un papel caía de uno de sus bolsillos. Lo abrió con muy poco interés, pero al leerlo sintió que su corazón dio un vuelco.
—"Una promesa de eterna amistad"… ¿Qué es esto?
Trató de identificar al autor de aquella frase pero no reconocía la caligrafía. Lo que más le extrañó fue haber sentido, inexplicablemente, un calor extraño en su pecho. Después de pensar por más de media hora en la persona misteriosa que escribió aquella frase, decidió rendirse y utilizar esa frase con sus más grandes amigos. La amistad y confianza que tenía con sus guardianes era inmensa. Gracias a ellos no se sentía solo nunca. Y si debía dedicarle a alguien esa frase, sería a ellos sin duda alguna.
Salió alegremente de su habitación, después de haberse vestido, con aquel papel en la mano. Quería darles una sorpresa a sus guardianes; relojes de oro con aquella frase inscrita en ellos, para que quede grabada no sólo en sus mentes y sus corazones sino en la eternidad.
Aunque Giotto no pueda recordarlo, la amistad que tuvo con Tsuna fue muy grande. Tan grande que no importaba el tiempo en el que se encontraban, ni el problema con la memoria de Giotto, porque el primer jefe Vongola dejó una marca imborrable en Sawada Tsunayoshi. Una amistad que nunca sería olvidada por el Décimo Vongola. Ambos tenían, aunque Giotto no lo recordara, una promesa de amistad eterna.
Bien, aquí acabó "Viaje Inesperado". Espero que hayan disfrutado tanto como yo este fic. Gracias a todas las personas que han comentado, que han puesto esta historia en sus favoritos, a los que siguen este fic, o simplemente a las personas que lo han leído. Mil gracias a todos por ayudarme a escribir y terminar este fic.
Ahora agradeceré a los que comentaron el último capítulo:
Liber Albus: ¡Gracias por haber leído el fic! Dices que te sientes agradecida de haber leído mi fic, pues yo me siento mucho más agradecida de que tú lo hayas leído. ¡Gracias por todo!
Nicole o.O: ¡Gracias por leer! Bueno, a pesar que Fabio esté más tranquilo ahora, sigue siendo la misma persona de antes, y no soporta a nuestro querido Tsuna. ¡Me alegra mucho, en realidad bastante, que te haya gustado el capítulo! ¡Cada review que me escriben me saca una sonrisa! Muchas gracias por el tuyo,
Ishiro Shizuka: ¡Gracias por leer! Tu review me dio ganas de llorar. No me había dado cuenta de lo triste que estaba al terminar de escribir este fic hasta que leí tu comentario. ¡Te agradezco de todo corazón que hayas leído el fic!, y al haber leído que te gustó el último capítulo, lo primero que pensé fue "Wow, realmente le gustó". ¡Muchas, muchas gracias por todo! ¡Ah!, por cierto, sí, la escena de Fabio y Esteban me salió un poco Shonen ai. ¡El yaoi ya corre por mis venas! Estoy muy feliz ya que sé que te gustó este fic.
Oli Scarlet: ¡Gracias por todo! Lamento haberme demorado con el extra, pero estuve en exámenes finales. Yo también lloré al releer este fic por sexta vez. ¡Me alegra mucho saber que te ha gustado el fic! ¡Gracias por tu continuo apoyo!
Sólo me queda decirles que las voy a extrañar mucho. No hay nada mejor, al menos para mí, que encontrar personas que disfrutan leer algo que yo disfruté escribir y crear.
Auf Wiedersehen!
"En caso de que no los vea: Buenos días, buenas tardes y buenas noches" (The Truman Show).