Capítulo final de esta historia, espero que os haya gustado.

Capítulo 5

Kyouya estaba tirado en la cama. Acababa de darse una ducha y tenía el pelo mojado. Miraba el techo perdido en sus pensamientos y recordando cosas del pasado, dándose cuenta que había algunas situaciones que no le gustaban ahora que se paraba a analizarlas y se daba cuenta de que no había sido un esposo ejemplar cómo él pensaba.

-Kyouya, eres idiota – susurró por décima vez – Eres tan idiota que has perdido a tu esposa.

El timbre empezó a sonar una y otra vez. Él se mostró indiferente al constante pitido que sonaba por toda la casa, no quería ver a nadie.

Cerró los ojos mientras recordaba el día en que Hikari fue con Mori a su casa.

Él había llamado a Mori para hablar sobre la fiesta de cumpleaños de Tamaki que estaba organizando a petición de Haruhi.

Él le sirvió un vaso de agua y observó sus delicados movimientos mientras daba vueltas por el salón. Bromeaba con Mori de vez en cuando, aunque su amigo únicamente sonreía y contestaba de vez en cuando mientras seguía haciendo una lista de cosas que a Tamaki le gustaría para su fiesta. Por lo que vio, a ella no parecía importarle que Mori fuera una persona de pocas palabras y aquello le pareció curioso y divertido.

Hikari le preguntó que si era hijo de Akira Ootori y luego le comentó que ella había conocido a su padre cuando el suyo propio, Ryu Kato, firmó con la compañía Ootori un contrato de exclusividad. Su mejor software fue vendido para los sistemas tecnológicos de los hospitales de la familia Ootori, convirtiéndolos en los mejores y más preparados del país para tratar a las personas y diagnosticar a los enfermos.

Desde ese momento sintió interés por ella y por todo lo que podría darle. Hikari era una gran oportunidad de acercarse a la compañía de Kato y poder conseguir la suficiente información para comprarla.

Ryu Kato le aseguró que le daría su compañía si se casaba con su hija.

No le pareció un mal trato. Hikari le gustaba, era atenta, educada y siempre estaba dispuesta a hacer todo lo que él quisiera, ¿por qué no iba casarse con ella?

Ahora se daba cuenta que Mori tenía razón cuando decía que en ese matrimonio sólo era él, Hikari no había contado para nada. Él la había tratado como un intermediario para conseguir su objetivo.

Le sentaba fatal pensar aquello, pero se había convertido en un hombre igual que su propio padre.

-¡Kyouya!

Se incorporó en la cama rápidamente al escuchar aquella voz.

Era Hikari, estaba más que seguro de ello.

Tragó saliva al escuchar pasos acercándose a la habitación y espero que aquello no fuera una alucinación. Sabía que desde que Hikari se había marchado estaba sufriendo un declive preocupante en cuanto a su inteligencia y sentido común.

-¿Kyouya? – escuchó preguntar a Hikari segundos antes de abrir la puerta y quedarse parada mientras observaba como se levantaba de la cama. Había vuelto a casa y eso le provocó una felicidad tan grande que tuvo ganas de ponerse a gritar y reír como un loco.

Hikari tragó saliva mientras observaba como Kyouya se acercaba a ella lentamente. Llevaba puesto el pijama y una camiseta blanca, su pelo estaba mojado y desordenado.

-Has vuelto – susurró mientras la miraba con ojos brillantes y sonreía levemente.

-Kyouya, tenemos que hablar – su voz sonó temblorosa. Mori le había asegurado que Kyouya estaba en aquel momento en su peor momento y que no intentaría coaccionarla, ya que estaba emocionalmente afectado. Esperaba que fuera cierto y que pudiera tener alguna oportunidad para hablar y explicarse.

Kyouya asintió como un niño obediente y se quedó quieto mientras esperaba a que Hikari hablara. Ella, sorprendida por su reacción, observó la desordenada habitación y la ropa tirada en un rincón. Aquello era algo nuevo para ella, Kyouya siempre le había ordenado que todo tuviera que estar limpio.

-Quiero que sepas que no me fui por un capricho o porque de repente decidí irme para llamar tu atención – observó como su marido asentía, estaba escuchándola atentamente.

-Lo sé – dijo él con voz grave – Realmente, lo sé. Has pasado malos momentos por mi culpa y entiendo que decidieras marcharte para pensar. Fue muy inteligente de tu parte.

Hikari estaba realmente sorprendida por la actitud de Kyouya.

Tamaki, Mori, Haruhi y Mitsuo le habían dicho que su marido había cambiado mucho durante su separación. Pero hasta ahora que lo veía, no se lo había creído completamente.

-Me engañaste y te dije que te perdonaría, pero estos últimos meses han sido asfixiantes. Pensé que habías dejado de quererme y que habías preferido marcharte con tu secretaria. Ella es más atractiva, inteligente y...

-¡Ya te dije que lo sentía! – Kyouya parecía desesperado - ¿Quieres que me arrodille y que te pida perdón? ¿Qué te jure amor eterno? ¡Lo haré! Si quieres eso, lo haré con todo mi orgullo a un lado.

-No tienes que hacer eso – le pidió Hikari – Tamaki ya lo ha hecho esta mañana por ti.

-¿Qué?

-Mori... – Hikari tragó saliva, cambiando a otro tema mucho más decisivo y el culpable de que estuviera en aquellos momentos frente a Kyouya y aguantase las ganas de llorar y tirarse en su brazos – Él me dijo esta mañana que le gustaba y yo...

-¿Tú qué? – preguntó Kyouya con miedo.

-Nos besamos – Kyouya se llevó las manos a la cabeza y empezó a dar vueltas por la habitación, desesperado. Estaba claro que la había perdido para siempre y que ella se iría con Mori – Yo le agradecí por haberme dicho que le gustaba. Me sentí amada y…

-Para – dijo Kyouya mientras la miraba suplicante – No sigas. Por favor, no...

-¡Déjame terminar! – le pidió Hikari.

Llegó hasta dónde estaba Kyouya y le abrazó. Sintió como su marido se tensaba por un momento y su corazón latía desbocado en su pecho. Sonrió cuando él pareció darse cuenta que se había equivocado al entender su palabras.

-Me sentí amada y él se sintió agradecido por haber sido correspondido – suspiró al notar como los brazos de Kyouya la abrazaban fuertemente, como si temiera que saliera corriendo y le abandonara de nuevo – Tanto él como yo nos dimos cuenta que yo seguía estando enamorada de ti. Él decidió que todo aquello quedara en una anécdota y nada más.

-Tú...

-Mori ha sido quien me ha convencido para venir aquí y hablara contigo, de una vez por todas – Hikari miró a Kyouya a los ojos – Se ha marchado de viaje por un tiempo. Lo último que dijo fue: "quiero asegurarme que vas a estar con alguien a quien ames y te ame" – Hikari suspiró al recordar la imagen de Mori antes de marcharse.

Kyouya suspiró aliviado. Apoyó su frente sobre la de Hikari y notó como ella sonreía y le acomodaba el pelo tras la oreja.

-Tenía tanto miedo que me dejaras por otra, que decidí abandonarte yo primero – Hikari cerró los ojos y sintió las manos de Kyouya acariciar su espalda lentamente – Pensé que habías dejado de amarme y me asusté. Estaba completamente aterrada cada vez que salías de casa y te ibas de viaje. Pensaba que estarías con otra que pudiera darte lo que yo no puedo o pensaba que no podía darte.

-No pasa nada – Kyouya le besó la frente y volvió a juntar su frente con la de Hikari – Todo ha pasado.

-Lamento haber roto mi promesa – Hikari vio como Kyouya la miró a los ojos sin comprender a que se refería – Cuando nos casamos te prometí que no te dejaría nunca, pasara lo que pasara. Y al primer problema entre ambos te he abandonado como una cobarde, lo siento.

Kyouya sonrió feliz. Tenía a la mejor esposa del mundo y había tenido que perderla para saber lo valiosa que era.

-¿Puedo darte un beso?

Hikari sonrió. Aquella había sido una pregunta sorpresa, no se lo había esperado para nada. Observó como Kyouya parecía estar esperando una respuesta y se dio cuenta que iba en serio.

-Eres mi marido – Hikari se alejó un poco de él y frunció el ceño – No tienes que preguntar esas cosas.

No esperó más, se acercó casi salvajemente a Hikari y le dio el beso más apasionado que había compartido con ella en todos los años que estaban juntos.

Se sintió un hombre completo cuando ella rodeó su cuello con sus brazos y le correspondía el beso con urgencia. Parecía que estaba tan necesitada de él como él lo había estado de ella durante estas semanas.

-Te quiero - le dijo entre beso y beso. Recorría su espalda y brazos como un ciego leyendo la mejor novela de su vida. Estaba ansioso y completamente adicto a su cuerpo, era lo más hermoso que había visto en su vida. Y era toda, y completamente, suya.

Hikari pasó sus manos por su cuello y brazos con lentitud. Sus besos se volvían suaves y luego parecían hambrientos.

-Te he echado de menos – Kyouya la miró unos segundos con tanto amor que Hikari sintió como sus ojos se llenaba de lágrimas – No vuelvas a dejarme, por favor.

-No lo haré – le dijo ella rápidamente.

-Aunque sea el mayor idiota del mundo y me olvide de todo por estar obsesionado con mi trabajo. No vuelvas a dejarme – Hikari le dio un beso y sonrió – Por favor, prométemelo.

-No lo haré, lo prometo – Kyouya empezó a darle dulces besos por toda la cara.

-Mañana iremos por Mitsuo. Y haremos una fiesta – Hikari veía como Kyouya reía sin parar mientras empezaba a hacer planes. Nunca se había mostrado tan animado por algo desde que lo conocía – Y tendremos otro hijo. O dos, o tres más para que seamos una gran familia.

Hikari estalló en carcajadas al ver como Kyouya empezaba decir nombres para sus futuros hijos. Le calló con un beso y le empujó hasta la cama, cortando su retahíla de cosas sin sentido y olvidándose por completo de sus planes de futuro, quería vivir el presente.

Kyouya parecía otro y aquello la hacía feliz.

-Para tener hijos, primero hay que hacer una cosa muy importante, ¿verdad, señor Ootori? - Kyouya sonrió al entender a que se refería Hikari y le hizo una señal para que se acercara a él.

Jamás volvería a perderla. No sería tan estúpido como para dejar que se fuera de su lado. Hikari Ootori seguiría siendo una Ootori hasta el día en que él dejara este mundo.

-Te quiero, Hikari – le susurró al oído antes de tumbarla en la cama y darle el beso más dulce de su vida.

FIN