Disclaimer: los personajes de Naruto, tanto Naruto y Naruto Shippuden, son propiedad de Masashi Kishimoto. El siguiente fanfic está hecho con el único fin de entretener.


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Unbreakable

CAPITULO XIX

No Digas Adiós

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Dentro de la bañera, desnuda, pequeña y débil, una chica de cabello rosa estaba meditando mientras las gotas de su cabello se escurrían por su cuerpo. Había aguantado las lágrimas de la impotencia, dolor y enojo desde hace tiempo, y justo cuando Sasuke la había dejado sola para que se lavara fue cuando se rompió. Ni siquiera quería que Itachi la viera en ese estado, menos cuando ella había tratado de servir como un apoyo emocional para este desde el inicio.

Sasuke no había dicho que robaría los pergaminos de Tsunade hasta que entró a la habitación, pero supuso que era lo que estaba considerando en el camino de regreso. Se le veía bastante serio, inmerso en alguna otra cosa mientras volaba por las casas de los aldeanos. En las alturas de la aldea, Sakura solo podía ver esa expresión tan familiar y extraña, cómo esas facciones alguna vez habían sido un sueño para ella, y ahora su cuerpo temblaba del miedo cuando este se le acercaba.

Al salir de la ducha Sakura incluso se sintió con mayores fuerzas para caminar. Se sentía limpia después de mucho tiempo, su cabello estaba mojado, pero ya no sentía esa desagradable sensación de estar sucio, grasiento y enredado. A la vez ya podía ver las heridas que ya habían cicatrizado y las que no, los rasguños que ahora eran líneas tersas en su piel, las costras que habían sobrevivido al baño y las que no y, sobre todo, la enorme llaga en su espalda. Ya sabía que esa herida iba a convertirse en una horrible cicatriz amorfa y desagradable a la vista, lo era ahora y no había oportunidad de que mejorara después. Durante su consulta con el médico de la aldea, Sasuke había disimulado no verla, el doctor de la aldea ya estaba tan acostumbrado que no había reaccionado a lo antiestético que era, e Itachi no había forma que supiera su apariencia, pero a veces este tocaba los bordes, creándose ideas vagas de que tan horrible debe de verse.

La ropa de Sasuke estaba cuidadosamente doblada a un lado de su futón, que junto a este estaba otro con un kimono de tela texturizada, tenia finos bordados de flores de loto y hierbas acuáticas. Era la clase de ropa que un sauna te brindaba durante su estancia, por lo que era fácil adivinar que Sasuke había ordenado que trajeran algunos de las prendas. Su cuerpo se le erizó a un punto que le aterró estar encerrada en esa amplia habitación con vistas al jardín. No quería dormir a su lado.

El rose de su piel con el suyo, su ronca voz gruñendo en su oído, las gotas de la lluvia haciendo escurrir la sangre de su entrepierna. Todo era tan vivido en su memoria que prefería regresar a Konoha con la multitud enfurecida a pasar por ello otra vez. Ya fuera por el deseo de poseerla, de apresarla como un ave en una jaula, Sasuke Uchiha había cometido una atrocidad hacía ella. Le había ultrajado y ahora planeaba hacerlo otra vez, aprovechando lo débil e indefensa que se encontraba ahora.

Cuando se acercó a la puerta que conectaba con la sala principal, deslizó la puerta dejando ver la silueta alta e imponente del Uchiha menor. Sakura, con el cabello cepillado y húmedo, con el kimono puesto y sus heridas vendadas, le miró como si fuera un oso lo que se paraba frente suyo.

—Vendaste su espalda —no fue una pregunta, Sakura había hecho un intento por tratar ella misma la herida más grande de todas, y lo había hecho, pero de una manera muy principiante—, déjame verla.

—Está bien, no es necesario —no había pretendido sonar grosera, pero su tono de voz y su actitud la traicionó—, tengo que tratar a Itachi.

—Primero trata tus heridas —, y sin dejar paso a otra queja este la jaló con un poco más de fuerza en su agarre, sin lastimarla, pero tampoco dándole opción.

Con un ligero agarre la tela floreada de deslizó hacía bajo descubriendo media espalda de Sakura y su herida. La piel de la chica era tan pálida que la herida incluso resaltaba en una tonalidad violácea, incluyendo las partes cicatrizadas, las costras y las zonas irritadas de su piel. Sasuke tomó los frascos de antisépticos que Sakura le indicó, y con una gaza untó las zonas que ella no había logrado llegar. La piel de Sakura se erizó de nuevo, y la rigidez en su cuerpo le dio un mensaje a Sasuke del ligero dolor que sentía, aun así, no aumentó la velocidad de sus roces con el algodón ni tampoco disminuyó la presión de su toque. Una vez terminó volvió a hacer el vendaje que Sakura ya había hecho, y esta se puso el camisón rápidamente, dándole la espalda en todo momento para no verle ni que este la viera.

Esta se levantó con rapidez, dándole un mareo imprevisto, pero eso no la detuvo se acercarse a la puerta y abrirla otra vez.

— ¿Dónde esta mi mochila? —preguntó antes de salir de la habitación.

—Karin la tiene, le dije que la revisara —este respondió sin mirarla.

Sakura se giró. La mochila no tenía algo que ayudara a Itachi, pero era una clase de excusa que Sakura quería aprovechar para verlo. Se giró hasta el botiquín con el que Sasuke la había tratado, revisando con un vistazo rápido si había algo que le pudiera ayudar, pero Sasuke se dio cuenta de esto.

—Karin ya lo trató cuando estaba inconsciente —Sakura se tensó cuando lo dijo—, ya no está herido, solo está débil y ciego.

Se acercó hasta ella y cerró la puerta, la cual estaba entreabierta.

—Si ya no está herido, ¿por qué sigues cuidándolo?

Los brazos de Sasuke acorralaron a la chica, quien al darse cuenta de su desventaja se quedó quieta, pero ahora sin apartarle la mirada retadora del otro.

—¿Si quiera eres capaz de curar una herida cuando ya no puedes usar tu chakra? —le preguntó sabiendo la condición de Sakura.

Esta sudó frío.

—Puedo hacerlo, así que déjame verlo.

Sin aviso ni ímpetu, Sasuke sacó un kunai de su hakama y se causó un corte superficial en su propio brazo izquierdo. Sakura por puro instinto le retuvo sujetando su brazo con fuerza, evitando que hiciera un corte más profundo. La mirada de ambos se encontró, y nuevamente, como un reflejo, Sakura se apartó.

—Usa tu chakra para curarme —sus palabras sonaron casi como un susurro de lo cerca que estaban. Sakura recordaba lo ronca que era su voz cuando este susurraba.

—Puedo usar el botiquín, no es grave —Sakura se excusó—. Solo… déjame verlo.

—Quiero que uses tu chakra, no los antisépticos.

Sasuke la cargó en su hombro, llevándola sin un cuidado hacia los futones. La dejó caer con lentitud sobre ambos futones, esta al levantar la mirada se encontró con el brillo rojizo de sus pupilas, su sharigan estaba activado y listo para usarse.

—No había la necesidad de hacer eso —trató de sonar fuerte, pero Sasuke pudo ver como le temblaban las piernas—, incluso con los ojos cerrados eres capaz de matarme.

El chico se puso encima de ella, reteniéndola de las muñecas para no darle escapatoria, esta no puso resistencia, pero fue más porque no esperaba esa acción por parte de Sasuke. La sangre de su brazo se escurrió por su mano hasta tocar la piel pálida de la chica, y este la miró varios segundos con esos peligrosos y grandes ojos rojos, sin saber realmente para qué, pero su semblante se suavizó, como si se hubiera percatado de lo brusco que había sido hasta ese momento y volvió a ser ese chico de mirada penetrante y misteriosa, esos iris ónix que compartía la genética Uchiha. Aun así, este no la soltó de su prisión.

Acercó tanto su rostro al de ella que Sakura bien pudo haber pensado que iba a besarla, pero no lo hizo, se quedaron bien fijamente a los ojos encima del futón, Sasuke comportándose como un león antes del acecho, Sakura temerosa como un venado acorralado. Al final Sasuke cerró sus ojos y la liberó de él mismo.

—Ve a verlo —fue lo que dijo finalmente—, pero solo para despedirte de él.

Sakura se quedó pálida.

—¿Qué has dicho? —sus labios temblaron al preguntarle.

—Mañana llevaré a Itachi con una enfermera de Suna, tú ya no le eres de utilidad.

Sasuke no sabía por qué estaba diciendo aquello. Era cierto que ya había mandado un mensaje oculto a esa enfermera, quien había servido como ayudante de Orochimaru hasta su muerte y esta le ofreció su ayuda cuando fuera necesario, pero no era seguro que lo fueran a enviar de inmediato. Incluso Sasuke se había sorprendido al ver la negación de su hermano ante la oferta tan amable que este le había hecho en mucho tiempo. Como ya había pensado antes, no lo odiaba, pero verlo tan diferente lo hacía sentir que era más un extraño que su hermano, así como le escocía el pecho cada vez que este preguntaba por Sakura, así como viceversa.

Por no olvidar que esas sospechas suyas no hacían más que hervirle la cabeza de celos.

Y estas no dejaron de hacerse más obvias cuando Sakura tomó fuerzas de lo desconocido y le tomó de su camisa. No le dijo nada, pero ganas no le faltaban de gritarle por lo menos, varias cosas que bien se merecía, se le veía la furia en sus ojos, la frustración de no poder detener cualquier decisión que este tomara ya fuera mala o buena para ella. Era inevitable pensar que había algo entre ellos, más cuando ambos tenían una voluntad de fuego al querer permanecer juntos, incluso si no se necesitaban, sin ninguna buena excusa o motivo, si no había nada que uno pudiera ofrecerle al otro para querer estar unidos…

«¿Entonces por qué?»

Al final esa amenazadora mirada jade no fue más que eso, ya que las energías rápidamente se drenaron de su cuerpo, y con pasos determinados pero cansados la chica salió de la habitación, dejando a un Uchiha para irse con otro.

El kunai en su mano se rompió, haciendo sangrar la palma de su mano.

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Había adivinado cuál era la habitación de su prometido gracias a lo escandaloso que era el equipo Hebi. Podía escuchar a la chica quejarse, al otro chico de mirada burlona contestarle en risas y al otro sujeto que siempre intentaba tranquilizar la situación. Sakura ya había escuchado algo de los experimentos de Orochimaru, su antiguo maestro, Yamato, era un ejemplo claro de ello, pero desconocida por completo las habilidades de estos, aún así no podía subestimarles.

La única habitación que no hacía ni un solo sonido era el de Itachi, y cuando abrió la puerta pudo ver un bulto cubierto por un futón mal puesto. Itachi se percató de la presencia de alguien, pero este no pensó que fuera Sakura.

—Hey… —intentó sonar lo más cariñosa posible, y esto hizo que Itachi saliera del futón con una rapidez nunca vista de su parte.

Este se sentía un tonto extendiendo su mano para buscarla, pero no había sentido una sensación tan reparadora como la de sus dos manos entrelazadas, Sakura pudo haber llorado ante la desesperación con la que este la buscaba en su oscura realidad, y esta solo pudo limitarse a apretar el agarre entre ambos.

—Él sabe que estoy aquí, podría incluso estar usando su sharingan para vigilarnos, leer nuestros labios o escucharnos detrás de la pared—lo dijo casi en un susurro, e Itachi de inmediato aparto la mano de la de ella, un acto que los hizo un sentir un enorme hueco en el pecho a los dos—, ¿Es cierto que… te vas a Suna?

—Sasuke me dijo que me había conseguido una sanadora en Suna —soltó una risa sin gracia—, como si fuera un animal herido que ya no le sirve.

Ambos tenían unas inmensas ganas de tocarse, de besarse. El peligro de ya no volver a estar juntos era tan alto e incierto que querían aprovechar cuantos segundos fueran. Mientras Sakura deseaba tanto pasar sus manos por ese largo y sedoso cabello una vez más, Itachi se contenía de no tomarla en ese mismo momento, probarla antes de que Sasuke la corrompiera y le arrebatara la vida como si fuera una abeja en busca de una flor, su flor. Egoísta, se sentía tan posesivo y egoísta de solo pensar esas circunstancias.

—Planean robar los pergaminos de Tsunade para curar mi herida —Sakura habló primero rompiendo el silencio doloroso—, mi chakra está desperdigado por mi cuerpo, puede escapárseme de las manos —no tardó en derramar una lágrima que Itachi alcanzó con su pulgar—, intento e intento materializarlo en mis manos y… y si me quedó sin…

Itachi entendía la situación. Sakura vivía de sus habilidades ninja, no solo de sus conocimientos médicos que bien podría aprenderlo cualquier curandero de cualquier aldea. Sakura vivía de ese deber suyo de ayudar a la gente en peligro, como lo hizo con él, lo que comenzó todo. Quitarle esa habilidad kunoichi que significaba su identidad, su propósito y su futuro significaba quitarle la vida sin la necesidad de matarla.

—Sakura… ¿recuerdas aquella vez que te dije que ya no cuidaras de mí, que la muerte llegaría a mí tan pronto te fueras? —Sakura abrió sus ojos, asustada por lo que este pudiera decir a continuación— Necesito que esta vez lo hagas, pero no para dejarme morir.

—¿Estás diciendo… qué estás de acuerdo con lo que dice Sasuke? —los ojos de Sakura se humedecieron rápidamente, y cuando está levantó la mirada de su agarre a su rostro, incluso si este no podía mirarla, ella quería ver la expresión que este hiciera cuando le dijera a la cara lo que Sasuke también pensaba.

—Mi hermano quiere curarte, te está cuidando y está a punto de hacer algo que yo no podría hacer en estas condiciones.

—Itachi, yo…

—Si no te quedas, no sanarás, y al final seremos dos inválidos, o probablemente solo quede yo, si es que esa herida no sana y termines muriendo.

Fue entonces que Sakura no lo aguantó más, y se lanzó a los brazos del otro hundiéndose en un beso desesperado más no apasionado. Itachi le tomó de la nuca y la apretó contra sus labios aun más, y esta se abrazó a su abdomen tanto como pudo. Ya no importaba si Sasuke entraba y enfurecía, si los demás estaban espiándolos para darle su aviso y separarlos, eso ya era un hecho, parecía que le destino siempre los separaba.

—No pienso separarme de ti sin que valga la pena —le dijo este a la chica cuando el beso terminó, ella llorando en su pecho—, cuando estés sana, cuando vuelvas a ser esa bella flor llena de energía, regresaré, y tampoco seré el débil ciego inútil que conociste.

—No eres así, de ninguna manera —ella se apartó de él para decírselo en un susurro cerca de su oído—, no por nada eres Itachi Uchiha.

Permanecieron un momento abrazados, tocándose el rostro, memorizando con el tacto en la oscuridad sin luna que el cielo les había brindado. Sakura pensó en cómo Itachi viviría ahora como un ciego, ya no podía curarle esa condición, pero sabía que su chakra podía recuperarse si este reunía las fuerzas necesarias. Cerró los ojos y pasó sus manos por todo el cuerpo de Itachi como si ella también fuera ciega, viendo un plano oscuro sin comienzo ni final. Una oscura noche sin estrellas.

El grito de uno de los miembros de Hebi, Suigetsu, los hizo salir de esa realidad y Sakura, antes de abandonar la habitación le hizo el favor a Itachi de acomodar el futón y darle un beso de despedido. Uno lento, profundo y con demasiadas emociones que no fueron suficientes de expresar en un simple acto.

Cuando se separaron escucharon pasos, y ambos supieron que era Sasuke a punto de entrar la habitación. Cuando esto pasó lo único que vio fue a Sakura mirando a su hermano y a este acostado en el futón. La mano que tenían entrelazada ya no estaba, solo la sensación de ausencia en los dedos de cada uno.

—¿Necesitabas ser arrullado, hermano? —preguntó Sasuke con cierta burla, sabiendo en parte de dónde venían esos celos al verlos juntos. Después se dirigió a la chica—, regresa a la habitación.

Itachi sonrió con el recuerdo de los dedos de Sakura escribiendo sobre su palma antes de irse.

"Te amo".