Disclaimer: Todo pertenece a J.K Rowling (Personajes, ambientes, etc.)
"Olvidar puede ser por cobardía o necesidad. Pero el olvido es parcial, porque todo vuelve durante los sueños provocando agonía y desesperación." "El primer amor siempre prevalece, no importa cómo, ni porque, siempre sigue ahí"
El camino a la casa de Slytherin y su posterior ingreso a la sala común, no fue de lo más agradable. Siendo objetivos, varios comentarios ácidos de sus ex compañeros de Gryffindor la habían lastimado bastante, al igual que los comentarios de sus ahora compañeros de Slytherin. Agradecía a Merlín la compañía de su hermano, porque sin él ahí no hubiese tardado en comenzar a derramar lágrimas a diestra y siniestra.
-No debes llorar por quien no lo merece. –Le había dicho él, mientras pasaba uno de sus brazos por sobre sus hombros. – No dejes que te afecte, Hermi. –Pero le era imposible de ignorar. Después de todo era humana ¿No?, un ser racional, que siente y actúa. Y era entre esos dos puntos donde se hallaba su dilema. ¿Cómo sentirse mal, estúpidamente mal, y actuar de forma fría e indiferente? Al menos ella, no quería fingir más. No quería ser como con Harry y Ron. No quería actuar como si fuese la persona más feliz del mundo, cuando no era así.
Ahora se encontraba en su habitación, sola.
¿Habían escuchado el rumor de que los Slytherin no compartían habitación y sus cosas eran mejores? Pues bien, ese rumor era total y absolutamente cierto.
Su alcoba, aunque bella, era muy poco acogedora.
Tenía en el centro de la habitación, una cama matrimonial cuadrada, con sábanas verdes de seda. Sobre esto, un grueso edredón de tela plateada, con el escudo de Slytherin bordado en él. Todo esto repleto de almohadones verdes, de plumas de abraxan. Y, además tenía un dosel con cortinas de terciopelo verdes.
Un escritorio, un librero –Repleto de libros-, un armario, un baño personal, un sofá, alfombras, una mesa de noche y una cama separada para su gato y su hurón. Y un candelabro de araña en el techo.
En una palabra, perfecta. Y ese era el problema, que todo era tan absolutamente perfecto en ese lugar, que no lo sentía como su hogar, nada, ni el más mínimo detalle escapaba a los decoradores y quizás esa era la razón de que no se sintiera cómoda. A ella le gustaba lo imperfecto, adoraba los errores, y disfrutaba aún más corregirlos.
Hermione se encontraba sentada en el suelo, con su hurón en sus brazos. Lo miraba, fijamente, como si el pudiese darle una respuesta a todas las dudas que afectaban su cabeza.
-Dime Dragón. Tienes alguna idea de que puedo hacer. -Preguntó al animalito, que la miraba curioso. ¿En qué momento había comenzado a hablar con animales? Era seguro, que si alguna persona entrara y la viera hablando con su hurón pensaría que estaba loca. Ah, con todos aquellos sucesos su mente iba en una decadencia constante. Dejó a Dragón sobre una alfombra y se recostó en su cama.
Se cubrió con las mantas, cerró los ojos, apretando fuertemente las sabanas de seda y se sumió en un profundo sueño.
En él, veía a una niña, pequeña, de no más de tres años. Con un largo y ondulado cabello castaño que le llegaba a media espalda. Con un vestido violeta claro, sentada en una silla leyendo un libro.
-Señorita, su madre indica que debe bajar –Dijo una temblorosa elfina que Hermione reconoció enseguida, era Lipsie.
La niña dejó su libro a un lado, se acercó a la elfina con una sonrisa y tomó su mano.
-Me podrías llevar ¿Por favor? –La elfina asintió. Y en menos de un segundo ya estaban abajo, donde su madre la esperaba con una sonrisa.
-Hermione –Llamó ella, y la pequeña niña se acercó con un paso elegante pero infantil a la vez. Su madre la levanto del suelo, sujetándola con un brazo para que el rostro de la pequeña quedara a la altura de su barbilla. Despejó la frente de la pequeña, depositando un pequeño beso en ella. –Narcissa y Lucius ya llegaron. – La dejó suavemente en el suelo. La niña la miró decepcionada –Lo olvidaba, Draco también ha venido. –El infantil y adorable rostro se iluminó. –Están en el salón con tu padre. –Tomó la mano de su hija y entró en un amplio salón, de paredes de piedra, con muebles antiguos y una enorme chimenea, donde cuatro personas, más bien tres y media, se encontraban charlando.
Un muchachito rubio de aspecto arrogante estaba sentado en el sofá con una expresión aburrida.
-Lamentamos la tardanza –Se disculpó Clarissa, haciendo una reverencia de forma de saludo. Algo que su hija imitó. Se acercó a Lucius y depositó un tierno beso en su mejilla, provocando una sonrisa en el mortífago. Posteriormente se acercó a Narcissa y beso la mejilla derecha de la mujer, esta la abrazó y besó sus mejillas en tantas ocasiones que las dejó teñidas de labial violeta.
La niña caminó al lugar donde el pequeño rubio estaba sentado. Este, al verla sonrió, y bajó rápidamente de su cómodo asiento. Ambos se saludaron cortésmente, tal y como se lo habían indicado sus padres un tiempo atrás.
-Hermione –Dijo el muchachito con su suave voz infantil, la cual desde entonces denotaba una cierta arrogancia. Tomó una de las manos de la muchacha y la llevó a su boca. –Un gusto verte de nuevo. –La niña se sonrojó y formó una linda sonrisa.
-Gracias Draco. –Apartó suavemente sus manos de las del muchacho. Y recordando algo, lo sujeto del brazo y corrió rápidamente saliendo del salón, con Draco Malfoy intentando seguir su ritmo de carrera. –
La pálida cara del muchacho estaba, debido a la agitación, tan roja como un tomate.
-Hermione… ¿dónde vamos?…-Preguntó aún corriendo, tras de la niña.
-A un lugar que quiero mostrarte. –Le dijo sonriendo. Tomó su mano y se detuvieron frente a una pared, vacía. Sin cuadros parlantes, ni fotografías móviles, solo una pared.
-¿Corrimos para ver una pared? –Dijo frunciendo el ceño.
-No, quiero mostrarte lo que está dentro de la pared. –Golpeó tres veces la pared y murmuró: "La luna brilla, oculta un secreto, ¿Cuál es el tuyo? Deseo Saberlo."
La pared se abrió y mostro una bella habitación, llena de libros, juguetes y muebles, para niños. Hermione la miró sonriente, se volvió hacia el niño y dijo:
-Mi abuelo la creó para mí, y dijo que era para traer a mi persona especial. –Soltó la mano de Draco y ambos entraron. Ella se sentó en una pequeña silla rosa, parecida a un trono. Y la pared volvió a cerrarse, sólo que con ellos dentro.
–Tú eres mi persona especial, Draco. –Susurró la pequeña con una sonrisa, pero luego esta cambió a una expresión de tristeza. – Pero sé que yo no soy la tuya, porque a ti te gusta Daphne Greengass –Sonrió con los ojos llenos de lagrimas.
El muchachito frente a ella, arrugó el entrecejo y miró al suelo, intentando buscar una solución poco vergonzosa para él. Dio grandes pasos para acercarse a la niña y tomarla de los hombros con determinación.
-¡Escucha! –La niña lo miró con los ojos vidriosos y unas lágrimas amenazando con salir. El niño mordió su labio con desesperación. –Yo te…-Ella pareció más triste aún- Yo te…-Tomó aire y rápidamente lo dejó salir. - Yo te quiero…Hermione y tu vas a ser mi esposa cuando mayores y tendremos muchos hijos…-Sonrió. – Eres mi persona especial. –Murmuró acercándose a la niña, lentamente. Ambos se miraban a los ojos. Fijamente, en un trance hipnótico. Sus infantiles labios estaban a punto de rosarse, sus alientos se entremezclaban, cuando…la pared se abrió de golpe.
Un niño de 5 años, de piel blanca, ojos verdes y cabello castaño oscuro, rizado, miró perplejo la situación, abrió la boca y gritó a todo pulmón.
-¡PAPÁ!¡MAMÁ!¡TIO LU, TÍA CISSY! ¡DRACO QUIERE SUCCIONARLE LA BOCA A HERMIONE! –Nicholas corrió lo más rápido que pudo. Seguido por los dos sonrojados niños hasta llegar al salón donde los adultos miraban con los ojos bien abiertos a los tres niños. -¡SE QUERÍA TRAGAR A MI HERMANA! YO LO VÍ, LO VÍ! –Los niños se separaron lo más posible, evitando mirarse.
Los adultos se miraron y sonrieron.
-¿No hay nada que hacer, verdad Elliot?-Dijo Lucius Malfoy, sonriendo como nunca.
-No, absolutamente nada. –Tronó los dedos y un pergamino apareció. Lo sujeto entre sus manos y lo leyó- "Hermione Elizabeth Clarisse Ariadna Rumsfeld está desde este momento, oficialmente comprometida con Draco Lucius Malfoy. Un acuerdo irrompible, solo posible de anular debido a la muerte de alguno de ellos. Con el presente documento, se certifica este acuerdo, para la futura unión a la edad que se estime conveniente." –Firmó el pergamino. –Tu turno Lucius. –El mortífago también firmó.
Los cuatro adultos sonrieron.
-Desde ahora, ustedes están comprometidos…
Hermione despertó, se sentó en su cama, apretando con sus dedos las suaves sábanas de seda. Tenía una expresión digna de la mejor película de terror. Su cerebro analizaba con gran velocidad los hechos de ese…¿Sueño?, no, claramente no era un sueño, era un recuerdo. Uno de los recuerdos más extraños que tenía.
El primer recuerdo fue el primer ataque que su familia sufrió, donde la dejaron con una anciana por un mes, hasta que dejaron de buscarlos por negarse a ser mortífagos. El segundo ataque fue cuando tenía cuatro años y medio y la dejaron con los Granger. Por los mismos motivos que el primero.
Pero este recuerdo superaba enormemente a los anteriores. Se había declarado a Draco Hurón Malfoy. Y eso no era lo peor, el también se le había declarado. Peor que eso: Estuvieron a punto de besarse. Mucho peor que eso: SE C-O-M-P-R-O-M-E-T-I-E-R-O-N.
Ella, la que hasta el año pasado era la sangresucia, sabelotodo, rata de biblioteca, amiga de Harry Potter y Ronald Weasley. Estuvo comprometida con el príncipe de las serpientes, el hurón, quien intentó denigrarla los cuatro años anteriores, y a quien superó en todo. No es que fuera Egocéntrica, pero realmente superó a Draco en todo.
-No puedo creerlo. –Murmuró, pasando su mano por su frente. – Draco y yo…-Se dejó caer sobre la cama - Pfft Jaja…jajaja…jajajaja-Comenzó a reír fuertemente, ocultando su rostro entre las almohadas. –Ah. …-Cerró sus ojos con cansancio y volvió a dormir.
Los ojos mercurio de aquel muchacho se centraron en el cuerpo que yacía a su lado. Aquella chica estaba bastante buena, le sirvió mucho para descargar el estrés producido por la reciente reaparición de la castaña en su vida. Pero, inexplicablemente no pudo evitar sentirse vacío cuando miraba a aquella chica. Era morena, de ojos verdes y cabello lacio color marrón, con pechos grandes y un trasero sin igual. Hermosa, sin duda, pero a él, como todas las chicas, le parecía otra más.
Algo en su cabeza, le repetía incesantemente que se sentía así porque no era la castaña, no era su primer amor, en pocas palabras, porque aquella morena de labios gruesos, no era Hermione.
Ya que, aunque intentase auto convencerse de que no sentía nada por ella, aquel sentimiento cálido, que había perdido, reapareció junto con ella, estaba presente, ahí, en el lado izquierdo de su pecho, justo en su corazón.
Aquella voz se encargaba de recordarle que no era así, que él la…amaba…, y, que si se empeñaba en negarlo, no solo se dañaría a sí mismo, si no que a ella también.
Mas ella lo había dañado primero, ella había desaparecido, ella se había hecho pasar por muerta, ella fue la culpable de que dejara de sonreír, ella fue la culpable de volverse un egocéntrico, sin sentimientos. Ella fue la culpable de, que a sus cortos 5 años, dejara de creer en el amor.
La chica que estaba a su lado, comenzó a moverse, estirando sus brazos, intentando abrazarlo. Él se levantó de la cama y la miró con desdén. ¡Intentaba abrazarlo! ¡A él! Ella, una cualquiera que se le había ofrecido intentaba abrazarlo. Nadie, nunca lo abrazaba, estaba prohibido, estrictamente prohibido.
-Hey –Dijo fastidiado, la muchacha abrió los ojos y sonrió. La miró de forma glacial.- Largo. –Ordenó con firmeza.
-Pero…Draco…-Intentó protestar. Con una expresión de Perplejidad en los ojos. ¿Qué mas esperaba?, como él ya dijo, sólo era una más.
-Ahora- Ordenó nuevamente. Ella con lágrimas en los ojos, se levantó de la cama del muchacho y se marchó con la poca dignidad que le quedaba, dejando a Draco solo, tal y como él deseaba.
Solo, siempre había estado solo. Nunca le había importado realmente. Era mejor para el estar solo que rodeado de gente estúpida. Aún así, hubo una vez que se sintió realmente solo, aquel día en que su padre, tristemente le comunicó la supuesta muerte de Hermione. Ella, -Él lo había considerado así desde sus cinco años, o antes- era la única digna de acompañarlo –Para siempre. – Y con su repentina muerte, había destrozado aquellos sueños de niñez, que debido a su compromiso, eran claramente plausibles.
-Draco –La voz de su padre resonó en su cabeza.
Se vio a si mismo jugando contra el cuadro de su abuelo, ajedrez mágico.
-Jaque Mate –Dijo su pequeña versión, sonriendo de una forma tan orgullosa como solo los Malfoy podían realizar.
Su padre se acercó a él, y mirándolo con algo de tristeza en sus ojos dijo, sin delicadeza alguna.
-Hermione murió. –Se quedó estatico, no reaccionó.
-¿Murió? –Fue lo único que dijo. Su padre asintió y pudo escuchar claramente algo rompiéndose. Adiós vida feliz, adiós sueños, adiós muchos hijos, adiós amor, y lo que más le dolía… adiós a Hermione.
Hermione..
Su frágil corazón de niño, roto en mil pedazos, se volvió de piedra, y aquellos pedazos se volvieron imposibles de unir.
En fin, ella lo había dejado solo, abandonado, como a un perro feo bajo la lluvia. Y él no era un perro feo ¿Verdad? ¿¡Verdad! –Se acercó a su espejo para cerciorarse de su aspecto. Seguía siendo un bombón. No estaba de más ser precavido, después de todo, los inmaduros de Weasel y Potty, siempre intentaban realizarle bromas.
Suspiró, era definitivo que el asunto de Hermione Rumsfeld le estaba afectando la cabeza. Caminó hasta su cama, con un movimiento de varita cambió las sábanas y se arrojó boca abajo sobre ella. Se giró, miró a la pared de piedra y gruñó.
-Otra noche más sin dormir. –Volvió su mirada al techo con resignación. Hermione, Hermione… , ¡No podía sacársela de la cabeza!
–Maldición- Murmuró. Mientras su mente creaba una imagen de ella sonriendo, llamándolo por su nombre, acercándose a él, besándolo, más fuerte, más apasionadamente, más rápido, lamiendo su boca, mordiendo sus labios, tomando el control de todo, mordiendo, lamiendo, chupando y…¡Oh, oh! –Mierda- Bufó. Y dirigió su mirada a la puerta. Definitivamente, la morena de labios gruesos le hacía falta ahora. –Maldita sea. –Se levantó de su cama con irritación, y caminó en dirección al baño.
Su subconsciente, conscientemente le estaba jugando una mala pasada, una mala, muy mala pasada.
Una ducha fría le ayudaría.
Nunca había recurrido a las duchas frías por ese tipo de situaciones. Le gustaban las duchas frías para relajarse después de un partido de Quiddich, o antes de algún examen difícil. Le ayudaban a pensar, eran un ritual sagrado para él. Jamás imaginó profanarlo de aquella forma, ni menos por aquella persona.
Las gotas de agua fría caían sobre su pálida piel, relajando sus músculos y disminuyendo notoriamente su pequeño/gran problema. Pasó sus manos por su cabello peinándolo hacia atrás.
Salió de la ducha, vistió nuevamente la parte inferior de su piyama verde de seda. Y secó con una toalla la piel expuesta.
Analizó lentamente lo que su cabeza transmitía. Y daría una solución a su problema.
El sentía algo por Hermione, algo cálido que dejó de sentir cuando niño y que ahora como si nada volvió a aparecer. Pero el no sentía, así que lo mejor era olvidar aquel sentimiento, después de todo, si uno olvida por necesidad, le es imposible recordar. ¿Verdad?
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Un abrazo. Nos vemos en el siguiente capitulo
Atte: MoonyCake.