LOS RÍOS DEL AIRE

El brony que enloqueció de amor


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En un rincón de la Araucanía se levanta mi casa. Mi ciudad no la nombraré (me gusta mantener el misterio) ni tampoco daré mi nombre ni el de mi hermano mayor que ahora agoniza.

Quizá esto sea mentira. Quizá simplemente no sea cierto. Pero, ¿Qué es real? Real es algo que desde que éramos unos cachorros tontos, otras personas nos han dicho que es así y de ninguna otra forma. Y a todos nos han dicho que los unicornios no existen, que la magia es una falacia y que yo soy un imbécil. Pero, ¿Cómo lo saben a ciencia cierta? Sólo "es mentira" porque otros le han dicho que es "mentira." Y ellos saben que es "irreal" porque otros le dijeron que es "irreal". Ya ven, en lo único que aciertan es al decir que soy un imbécil.

Si pregono esto a los cuatro vientos, dirán que estoy loco, o dirán que las cosas maravillosas que experimentó mi hermano mayor fueron alucinaciones provocadas por su locura. Ya ven, todos los "especialistas" son mentes cerradas. Cuando piensan, se forma un cuadrado dentro de sus cabezas. Yo cacho que sin títulos académicos y sin esa pasta insípida que llamamos "ciencia" viviríamos mucho mejor... y creo que me estoy saliendo del tema.

No daré mi nombre. Sólo diré que la tierra tiñó mi piel volviéndola oscura, que mis infamias tiñeron mi pelo de negro y que mis ojos se oscurecieron de tanto mirar la noche. Mi nombre se confundió con el nombre de mi padre y el de mi abuelo, y el viento puelche se lo llevó a todas partes de este pequeño reino de álamos y cipreses. Ya ven, estoy loco. Yo debería estar muriéndome y no mi hermano mayor.

Quisiera ser un brujo, sí, un brujo, uno de esos que abundaban en el tiempo indígena. Porque si fuera un brujo, podría ver los sueños de mi hermano mayor, y así entender su angustia, aquel dolor tan grande que tiene, aquel pesar fruto del amor que para esos doctores hijos de perra es locura. ¡Cómo cresta puede ser locura algo que nació de los sentimientos más puros que puede ofrecer esta raza de mierda!

Perdónenme; estoy cabreado. Esto me llena de angustia.

Ahora mi hermano mayor está su cama, esperando la muerte. Ahora ya no serán sus manos callosas enseñándome a manejar bien el hacha. Ya no serán sus labios araucanos riéndose de mi falta de musculatura. Ya no serán sus abrazos cuando yo espante al peuco. Ya no serán aquellas tardes enteras viendo My Little Pony.

Sí: somos bronies, ¿Algún problema? Mi hermano tiene... tenía las pelotas para pelear con tres weones a la vez y yo pude meterle un hondazo en la cabeza a un weón sin pestañear.

Tal vez se pregunten cómo es que dos muchachos medio rurales medio urbanos de la Región de la Araucanía terminaron siendo bronies. Digamos que ni yo mismo lo recuerdo. O sí lo recuerdo, pero eso no importa.

Somos... éramos bronies. Los dos. Los únicos en la redonda. Era una respiro a nuestra rutina diaria de trabajo, estudio, trabajo, comidas, trabajo, obscenidades y todas esas cosas. O simplemente era una excusa para ser hermanos unidos frente a nuestros otros parientes. El punto es que nadie sabe, ni sabía, que nosotros, cuando decíamos estar buscando información en nuestro viejo computador, en realidad nos repetíamos la temporada uno una y otra vez.

A mi hermano mayor le llegaba al corazón ese programa. Sólo yo sabía en qué pensaba cuando extendía sus brazos y dejaba que el puelche le golpeara el cuerpo.

Pero no sabía qué era lo que hacía en realidad cuando se perdía tardes enteras en el cerro, según él "cazando al zorro".

Voy a contarles el secreto de un brony que enloqueció de amor.

Ni siquiera yo sabía que tenía un diario. Y ahora, yo soy el único ser en el mundo que conoce. Me he guardado este secreto toda la semana, y no pienso contárselo a mis familiares —que no entenderían nada— sino a quienes (espero) puedan llegar a entenderlo un poco. No contaré todavía cómo es que llegó a mis manos, sólo diré que lo cuento aquí donde no va a lastimar a nadie.

Dejaré que sean las páginas de mi hermano las que hablen, y al final, saquen sus propias conclusiones, bronies que espero no enloquezcan de amor.