1 - MI NUEVA VIDA I

POV Bella

Edward… Edward… no te vayas… Ahogue un grito mientras que abría los ojos. Recorrí la habitación con la mirada. No era la misma de siempre. Las paredes blancas de mi cuarto ahora eran rojas, el ordenador inservible avía desaparecido, y en su lugar se encontraba una laptop, el pequeño armario se avía ido y ahora tenía un gigantesco para guardar toda mi nueva ropa, y la pequeña casa en Forks se avía sumergido en el olvido cubierto por todos los otros malos recuerdos.

Me levante de mi cama desperezándome. Recorrí todo mi apartamento: El escritorio, el baño, el living para que finalmente terminara sentándome en la pequeña mesa comedor de la cocina. Abrí el refrigerador para ver que podía encontrar para desayunar.

Nada – susurré al mismo tiempo que serraba la puerta del refrigerador, por lo que decidí prepararme café.

Me senté en la mesa del comedor. Agarré mi celular y me fije en la fecha: 13 de septiembre, mi cumpleaños. No va a volver. Pensé. ¿Tan rápido avía pasado todo? Las últimas palabras que Edward me dijo volaron por mi cabeza

No me convienes, Bella.

Invirtió el sentido de sus primeras palabras, y no tenía réplica para eso. Bien

Sabía yo que no estaba a su altura, que no le convenía.

Abrí la boca para decir algo, pero volví a cerrarla. Aguardó con paciencia. Su rostro estaba desprovisto de cualquier tipo de emoción. Lo intenté de nuevo.

Si... es eso lo que quieres.

Se limitó a asentir una sola vez.

Se me entumeció todo el cuerpo. No notaba nada por debajo del cuello.

Me gustaría pedirte un favor, a pesar de todo, si no es demasiado —dijo.

Me pregunté qué vería en mi rostro para que el suyo se descompusiera al mirarme, pero logró controlar las facciones y recuperar la máscara de serenidad antes de que yo fuera capaz de descubrirlo.

Lo que quieras —prometí, con la voz ligeramente más fuerte.

Sus ojos helados se derritieron mientras le miraba y el oro se convirtió una vez más en líquido fundido que se derramaba en los míos y me quemaba con una intensidad sobrecogedora.

No hagas nada desesperado o estúpido —me ordenó, ahora sin mostrarse distante — ¿Entiendes lo que te digo?

Asentí sin fuerzas.

Sus ojos se enfriaron y volvió a mostrarse distante.

Me refiero a Charlie, por supuesto, te necesita y has de cuidarte por él.

Asentí de nuevo.

Lo haré —murmuré.

Él pareció relajarse, pero sólo un poco.

Te haré una promesa a cambio —dijo—. Te garantizo que no volverás a verme. No regresaré ni volveré a hacerte pasar por todo esto. Podrás retomar tu vida sin que yo interfiera para nada. Será como si nunca hubiese existido.

Y así fue. Nunca volví a saber de él, por lo que me mude a Inglaterra a un pequeño apartamento sola. Convencí a Charlie que como era mayor de edad no podía hacer nada al respecto ya que era adulta, y por mi madures me permitió mudarme. "Será bueno para ti tener un cambio de aire y olvidarlo" recuerdo que me dijo refiriéndose a Edward.

Cuando terminé el café lavé la taza y me dirigí a mi cuarto para cambiarme. Me mire en el gran espejo de mi cuarto. Como has cambiado Bellita. Pensé mientras que sonreía irónicamente.

Mi cabello morocho avía sido cambiado por un rubio claro, mis ojos marrones ahora eran verdes. Mire alrededor de mi cuarto y mi mirada se encontró con el póster que posaba arriba de mi cama. Tenía una foto mía con la entrenadora a un lado y decía TE QUEREMOS EN EL EQUIPO con letras grandes y azules. ¿Por qué? La respuesta es simple. Dejé a un lado todo lo que era cuando estaba con Edward. Mi torpeza desapareció, aprendí a bailar mejor que nunca, la niñita buena se avía ido y en su lugar había aparecido la Bella que no tiene miedo a decir lo que piensa. También me cambie de apodo. Ya nadie me decía Bella, todo el mundo me conocía por Marie Swan.

Cuando inicie el instituto, como en Forks, fui el centro de atención, y por primera vez en mi vida no me molesto en lo absoluto. Me uní al equipo de porristas y en solo dos meses conseguí ser la capitanía del equipo, y con eso logre hacerme popular. Mi vida desde ese momento empezó a ser más interesante. Todo era fiestas, amigos y citas. Pero aunque mi vida fuera tan impresionante por afuera, en el fondo yo todavía seguía con el mismo horrible sentimiento desde que Edward me dejó.

Caminé hasta mi armario. Abrí las dos gigantescas puertas para poder encontrarme con mi uniforme de porrista azul, mi pequeña minifalda azul con rallas blancas, mi mini short para usar debajo de la pollera para sentirme más cómoda y mis zapatos deportivos Nike.

Cuando termine de ponerme mi conjunto me dirigí a mi armario para agarrar mi maquillaje: Sombra de ojos rosa claro, rubor, mascara de ojos y delineador de ojos negro.

Cuando terminé por fin de maquillarme, me mire en el gran espejo.

Estoy lista – me dije a mi misma en voz alta

Me dirigí al comedor para agarrar mi mochila e libros y salí por el umbral de la puerta

El instituto quedaba a solo 3 cuadras del edificio donde me encontraba, así que no tenía que usar el auto.

- ¡Marie! – me llamo una voz

Me di media vuelta para ver quién me llamaba para encontrarme con Lucy, una compañera del equipo de porristas.

¡Lucy! – le dije en tono de saludo mientras que le abrazaba con la mano que me avía quedado libre (ya que en la otra sostenía los libros)

Hoy vas a venir a la práctica ¿Verdad? – me pregunto en tono de orden

Claro que voy a ir tontita – le dije divertida. Lucy se avía convertido en una gran amiga desde que la conocí. Ella fue la primera que me recibió en el Instituto ya que esta aquí hace 5 años y fue mi guía justo en el momento en que pisé el suelo del Instituto de Inglaterra por primera vez. Lucy tenía el pelo corto por los hombros, era morocha y un poco pálida.

Nos pasamos el viaje hablando de cualquier cosa: de los chicos, de las chicas, de los rumores que corrían, y al ser popular, corren muchos rumores sobre ti misma que tienes que desmentir tú sola.

El tonto de Stewart corrió el rumor de que viniste a Inglaterra porque tu novio te avía dejado – me dijo una vez

¿Y qué le dijiste? – le dije con la cabeza para abajo

Le dije que no sea estúpido. Que ninguna chica se cambia de estado porque su novio le dejo – me dijo riendo

¿Y qué te dijo él? – le pregunte aún con la cabeza para abajo

Que era diferente porque tú lo amabas, y yo, obviamente le respondí que ninguna chica se enamora a los 17. O sea ¿En qué siglo estamos? – dijo como si fuera algo anormal.

Caminé todo el viaje al Instituto con la cabeza baja

Marie ¿recuerdas lo que siempre digo de andar con la cabeza baja? – me pregunto en tono de reproche – Mirada baja…

Autoestima bajo – le complete la frase

¿Por qué estas así amiga? – me pregunto

Lucy – empecé - ¿Qué me dirías si te digo que lo que dijo Stewart es real?- le pregunté

Espera… o sea que ¿ese rumor de que te viniste a Inglaterra por que te dejo tu novio?- me dijo con tono de burla

Lucy esto no es gracioso, yo lo amaba, y cuando se termino con migo y se fue a no- se- donde con su familia ya nunca más lo volví a ver, nunca más fui la misma – confesé – y quiero que sepas que te digo esto porque confío en ti y creo que eres una gran amiga – le dije mirándola seria – y te pido por favor que no se lo digas a nadie ¿Lo prometes? – le pregunté

Lo prometo Marie – me dijo con una sincera sonrisa

Feliz cumpleaños, por cierto – me dijo con una sonrisa gigantesca, sacándome de mis pensamientos. Esa era una de las cosas que me recordaban a Alice. Si Alice estuviera justo en este momento alado de Lucy, todos pensarían que son hermanas

Gracias – le dije con una amable sonrisa – pero aunque te parezca extraño, no me gusta que me lo recuerden.

Ho. Y qué pasaría si… - empezó – es una pregunta hipotética no pienses que es real

Lucy, ve al grano – le apuré

¿Qué pasaría si te dijera que te hice una fiesta sorpresa? – pregunto mirando al piso

Lucy ¡¿Qué rayos…? – pero no puede continuar mi pregunta ya que sin darme cuenta ya habíamos llegado a el Instituto.

¡Sorpresa! – gritó Lucy con emoción

En la puerta del instituto en vez del tonto anuncio de siempre que decía BIENVENIDOS AL INSTITUTO DE INGLATERRA avía un cartel GIGANTE que decía Feliz cumpleaños MARIE te queremos mucho con colores brillantes y la misma foto de mi póster a un lado.

¡Ho por dios! – grite entusiasmada – Lucy – le llame volteándome para encararle – No tenias porque… - comencé

Te lo mereces Marie. As sido una gran amiga para casi todos nosotros – me dijo. Y por el casi supuse que hablaba de los que casi nunca hablaba ya que, como decía Lucy, "no estaban a mi nivel".

Gracias linda – le decía al mismo tiempo que la abrazaba

¡Feliz cumpleaños! – oí a Nick a lo lejos

¿Nick? – pregunté más para mí misma, mientras que me separaba de Lucy

¡Feliz cumpleaños! – canturreo mientras que me abrazaba y me daba vueltas en el aire – Te estás poniendo vieja amiguita – dijo riendo mientras que me bajaba

¡La verdad es que si! – dijo Sam mientras que me abrazaba de atrás – feliz cumpleaños ricitos de oro – me saludo (como siempre ) por mi apodo

Gracias chicos – les agradecí – los quiero mucho – admití

Nosotros también te queremos enana – me dijo Nick. Desde que avía llegado a Inglaterra muy pocas personas me llamaban Marie, mis sobrenombres eran ricitos o enana, que, por cierto, los dos sobrenombres los avía inventado Nick.

Mjm… - se aclaro la garganta Lucy – me encanta que haya tanto cariño en el aire como en san Valentín pero tenemos que ir a clases – señalo sonriendo como siempre. La verdad, nunca la avía visto seria.

Nos dirigimos a la entrada del Instituto y al pasar por al lado del estacionamiento… lo vi.