¡Qué onda raza! XDDDD

Jejeje, ok… ¿Hola?

Aquí, yo de nuevo. Esta vez vengo con un Teddy/Victoire (estos dos son hermosos juntos *_*). Y bueno, solo eso.

AVISO IMPORTANTE: primero que nada, decirles que esto NO es RP (para los que no sepan, RP= Real Person. Es cuando escribes sobre una persona real famosa… actores, cantantes, etc.), por mucho que pueda parecerles. En este fic se mencionan repetidamente a los miembros de la banda inglesa One Direction, pero no es RP porque ni hablo de su vida privada ni los uso directamente. A mí, en lo personal, no me gusta el RP porque no me parece moralmente correcto escribir sobre una persona real. Eso es calumniar y está mal XDDDD OJO: que no por eso estoy en contra de quien sí lo hace, cada quien con su vida ñ.ñ

Aunque yo AMO 1D. Son geniales *¬*

Vendrán a México a dar un concierto y yo iré (gritillo fangirl XP).

Antes de empezar aclaro que nada de esto es mío, sino de la maravillosa, asombrosa, genialosa e increíblemente esplendorosa J.K Rowling (¡Amén!). Las canciones son de 1D y ellos, aunque indirecta y no perjudicialmente mencionados, se pertenecen a ellos mismos (¿?).

Ahora sí, ¡A leer se ha dicho!


One Thing.

1. ¿Concierto?:

—…Y ese es el motivo por el que de verdad necesito ir con toda mi alma— concluyo con la que seguramente fue una larga y bien elaborada explicación una niña, que no aparentaba más de once años, con la mirada decidida y el rostro serio.

— Entiendo lo que me dices, Victoire, hija— respondió lenta y pausadamente un hombre pelirrojo, mirando a su hija directamente a los ojos, azules y tan parecidos a los suyos propios—. Pero necesito que comprendas que nos es imposible llevarte al concierto de One Way.

— ¡Es One Direction, papá!— exclamo la niña con indignación, meneando la cabeza y provocando que sus rubias coletas bailotearan en el proceso.

— Lo que sea— masculló su padre, con un deje de cansancio en la voz—. Ni tu madre ni yo podemos llevarte.

— ¡Pero si no voy, moriré!

Ante tal muestra de dramatismo, todos los presentes soltaron una sonora carcajada. Era domingo y, como ya se había convertido en costumbre, todo el Clan Weasley se había reunido en La Madriguera para disfrutar de una amena comida familiar. Ese fue justo el momento que la pequeña Victoire había escogido para comunicarle a sus padres que había sido la ganadora de un concurso de radio y que había sido premiada con nada más y nada menos que dos boletos en primera fila para el concierto de su banda favorita, One Direction, en el Londres.

Creyó que con boletos en mano y toda la familia presente, sus padres serian incapaces de negarse. Pero que ingenua había sido…

— No seas dramática, ¿quieres?— le riñó Bill a la niña mientas le mandaba miradas envenenadas a sus hermanos, George y Ron, los cuales reían socarronamente.

Victoire se cruzó de brazos y frunció los labios en un infantil puchero.

Victoige, en primer lugag, nadie nunca te dio pegmiso de llamag a un pgoggama de gadio a concugsag— esta vez fue su madre quien habló, de forma dura e impasible—. Y en segundo, tienes que entendeg que ese día tu padge tgabaja y yo tengo que ig a veg el gecital de tu hegmana.

— Por mí no hay problema en que acompañes a Vicky, maman— saltó una pequeña pelirroja con el rostro lleno de ilusión y anhelo.

— No digas tontegias, Dominique— gruñó Fleur, molesta—. No me pegdegia pog nada del mundo la actuación de ma petite fleur.

Victoire le dedicó una mirada de disculpa a su hermanita. Ella sabía lo mucho que Nicky odiaba esas clases de Ballet en las que su madre le había obligado a incursionar. De hecho, la propia Dominique había incitado a su hermana mayor a llamar y concursar en ese programa radiofónico, en un desesperado intento porque su madre acompañase a Victoire en lugar de ir a verla a su recital y, de esa manera, poder escapar antes de que fuese su turno y librarse de verse como una boba vestida de rosa y usando ese insufrible tutú. De nuevo, pero que ingenuas habían sido…

— P-pero, papa, maman, le prometí Bridget Forest que iría— dijo la rubia, imaginando la cara de suficiencia que pondría su compañera de habitación una vez hubiesen regresado a Hogwarts después de las vacaciones de Pascuas, mientras le presumía lo maravilloso que había sido el concierto y le presumía de lo mucho que se había perdido.

— Oh, claro. Y si le prometes Bridget Forest tirarte de un puente, ¿lo harás?— inquirió su padre con la ceja alzada.

— Bueno… pues no, pero aún así yo… — respondió la niña con un hilo de voz.

— Suficiente, Victoire— le interrumpió su padre con voz severa—. No iras y es mi última palabra.

La niña bajo la mirada y sus ojos se humedecieron parciamente. Ella de verdad quería ir. Realmente le gustaba esa banda, eran sus ídolos y se sabía todas sus canciones. Pero no era una niñita inmadura ni caprichosa, así que se tendría que resignar a no ir, esperar a que hubiese otro concierto, otro concurso y a que sus padres estuviesen menos ocupados de mejor humor.

Con los hombros caídos y habiendo dejado escapar un suspiro resignado, Victoire dio media vuelta y comenzó a caminar a paso lento y frustrado. Pero justo cuando se estaba disponiendo a dejar de aferrarse a sus últimas esperanzas, esas que te dicen que algo sucederá y cambiara el rumbo de las cosas, efectivamente, ese algo sucedió…

— Tal vez alguien más pueda llevar a Vicky a su concierto— sugirió tímidamente tío Ron, y a Victoire sus palabras se le antojaron como caídas del cielo.

— ¿En serio, Ronald?— tía Hermione le dedicó a su marido una mirada de circunstancias mientras mecía a su pequeño y babeante hijo Hugo sobre su regazo—. ¿Y serás tú quien la lleve acaso?

— No; tengo trabajo ese día— se apresuró a aclarar el hombre, con una risilla nerviosa—. Yo me refería a otra persona.

— Podría acompañarla yo— se ofreció una voz tímida. Victoire dirigió su mirada llena de ilusión hacia el alma generosa que se había ofrecido, pero inmediatamente se convirtió en decepción cuando vio la regordeta e infantil manita de su prima Molly al aire, mientras que con la otra se acomodaba sus enormes gafas negras sobre su pecosa naricita.

Tía Audery dejo escapar una risilla mientras tomaba a su hija en brazos, la sentaba en sus piernas y le susurraba al oído amorosamente—: No creo que tú seas la mejor opción, mi cielo.

Victoire paseó sus azulados obres alrededor de toda la pequeña y acogedora sala de estar, evaluando a los presentes y buscando algún signo de ofrecimiento. No encontró nada.

— ¿Tío Charlie?— preguntó Vicky con tono suplicante y mirando fijamente a su bonachón tío.

— Lo siento, linda— se disculpó el aludido, rascándose la mejilla con nerviosismo—. Yo regreso a Rumania esta misma noche.

— ¿Y tú, tío George?— volvió a tratar suerte, esta vez mirando esperanzadoramente a su padrino y tío favorito, George Weasley.

— Rubiecita, sabes perfectamente que estaría honrado de acompañarte— comenzó su tío con una gran sonrisa—. Pero me surgió un problema con la sucursal de Sortilegios Weasley en Escocia y tengo que viajar de improvisto para allá. Y tu tía Angie, Freddie y Roxie me acompañaran— rodeó con un brazo los hombros de su esposa, la cual miraba fijamente a los pequeños Fred y a James quienes, ocultos bajo una mesa, se susurraban cosas el uno al otro con aire malicioso.

Victoire, desilusionada, siguió pasando la mirada por sobre los adultos. No se molesto siquiera en preguntarle nada al tío Percy.

— ¡Tío Harry! — exclamo la pequeña rubia con tono ilusionado. El hombre, de desordenado cabello azabache, miró a su sobrina con culpabilidad y se revolvió su mata de pelo obscura, desordenándola aún más.

— Lo siento, Vicky. Tengo una misión ese día. Junto a ése de allá, justamente— comento, señalando a Ron con un dedo, quien lo confirmo alzando una mano juguetonamente.

Otro suspiro nació de lo más hondo del pecho de Victoire y escapó por entre sus rosados labios. Ella sabía perfectamente que ni tía Hermione ni tía Ginny serían una opción: la primera estaría muy ocupada con su trabajo en el Ministerio de Magia y la segunda tenía que ir a hacer un reportaje sobre un importante partido de Quidditch entre los equipos representativos de Reino Unido e Irlanda. Tía Audery tampoco estaba entre las posibles candidatas puesto que, como Victoire tenía entendido, la mujer trabajaba todas las noches en un lugar Muggle llamado Hospertan… o algo así. Y, como ya antes mencione, tío Percy no se le pasó por la cabeza ni por asomo.

— ¿Qué tal alguno de ustedes, abuelos?— preguntó a los ancianos de mirada amable y que tanto amaba, aunque se arrepintió inmediatamente de haberlo hecho al ver las miradas severas que sus padres le enviaban. Está bien, tal vez preguntarles a ellos no fue la mejor idea, ¡pero es que realmente estaba desesperada!

— Oh, Victoire, cielo— susurró con voz maternal su abuela—, yo ya he quedado en cuidar a tus primitos esa noche. Y no creo que tu abuelo este para conciertos y esas cosas— agregó, mirando a su marido quien asintió dándole la razón a su mujer.

Si, definitivamente tendría que esperar a otro concierto…

— ¿Por qué no te acompaña Teddy?— sugirió de pronto tía Ginny. Victoire alzó la cabeza y posó su mirada sobre un muchacho flacucho y con una mata de pelo color azul turquesa imposible de pasar desapercibida. Sin embargo, el chico se había escabullido y se hallaba parcialmente oculto tumbado sobre un viejo sofá algo apartado del barullo, mientras ocultaba su rostro tras un libro de tamaño monumental y que Vicky estaba segura solo tía Hermione sería capaz de leer — y en unos cuantos años, tal vez su primita Rosie—. De hecho, el joven se había mantenido al margen de todo desde que había llegado en compañía de la familia Potter.

El aludido levantó la mirada de su monumental libro y miró a los presentes como si se hubiese perdido de algo importante.

— ¿Que yo qué?— cuestionó con el rostro confundido el muchacho, enderezándose ligeramente en su asiento.

— Dime, cariño, ¿conoces a One Direction?— le interrogó tía Ginny con voz dulce. Ante la sola mención de la banda inglesa, el muchacho frunció el ceño como si estuviese oliendo— o viendo e incluso escuchando— algo verdaderamente desagradable.

— Por desgracia, sí— afirmó él en tono despectivo.

— Perfecto. Entonces tú puedes llevar a Vicky a su concierto— exclamo jovialmente la pelirroja mujer, pasando por completo de la notable aversión que Teddy parecía sentir por el ya antes nombrado grupo musical.

— Espera, Gin— protestó Bill Weasley, mirando fijamente a su hermana—. No creo que Teddy, que es apenas un niño, este mu capacitado para llevar a Victoire, otra niña, a un concierto solos.

— Oh, no digas tonterías, William— le espetó tía Ginny, con aire ofendido—. Teddy es un muchacho muy responsable para su edad. Saca buenas calificaciones y jamás hemos recibido quejas de él en Hogwarts. Estoy segura de que el año que viene será nombrado prefecto. Además, Ted ya no es un niño; este mismo mes cumple quince años. Ya es todo un hombre (aunque para mí siempre será un bebé) — la mujer volteó a ver a Teddy quien, después de escuchar a su casi madre enlistar sus virtudes, se hallaba con el cabello de un color rojo chillón. Se había avergonzado, seguramente.

Victoire, por su parte, se encontraba en medio de un gran dilema. No comprendía cómo no había pensado antes en Teddy, es decir, desde siempre el metamorfomago había sido su mejor amigo en todo el mundo mundial, pero aun así, en ningún momento se le había pasado por la cabeza— al igual que tío Percy— que él pudiese acompañarle…

¿El motivo? Bueno, como ya antes mencione, Teddy Lupin siempre sería el mejor amigo de Vicky. Ellos habían crecido juntos; habían compartido buenos y malos momentos; habían compartido risas, lágrimas, travesuras y castigos. Pero el tiempo pasa, las personas cambian. Ellos no habían sido la excepción a esa norma. Aunque no, en ningún momento la palabra indiferencia se había colado en la relación de ambos, tal vez alejamiento sería mucho más acertado. Lo que sucede es que ambos habían crecido. Teddy había iniciado su primer curso en Hogwarts, y aunque habían mantenido el contacto durante todo el trayecto del curso escolar mediante cartas, no era lo mismo.

Poco después había sido el turno de Vic para ingresar a ese mágico colegio, donde siempre ocurrían cosas maravillosas. Aun cuando la hija de Bill y Fleur había sido sorteada a la casa de los leones al igual que Teddy, debido a que estaban en diferentes cursos, realizaban actividades distintas y no frecuentaban al mismo grupo de personas, su relación inevitablemente había sido víctima de un enfriamiento.

Claro que jamás habían sido indiferentes el uno con el otro— como ya antes aclaré—. Cada que se topaban por los pasillos, en la sala común o en cualquier otro lugar, se saludaban entusiastamente y chocaban las palmas con compañerismo. Teddy había ido a animar a Victoire al campo de Quidditch cuando esta se había decidido para presentarse a las pruebas de guardián, y le había regalado un enorme paquete de Grageas de Todos los Sabores para animarle por no haberlo conseguido.

Sí, ellos jamás serian indiferentes el uno con el otro, tenían demasiada historia detrás como para permitir eso. Pero eso no había impedido que sus vidas tomasen rumbos diferentes. Teddy se había decidido a convertirse en Auror y se hallaba muy metido en sus estudios, con sus amigos y, no lo negaría, conocer a una que otra chica… y bueno, Victoire, por su parte, tenía intereses un poco distintos; como lograr entrar al equipo Quidditch, escaparse con sus nuevas amigas por las noches para dar interminables paseos por los oscuros pasillos del colegio y, ¿para qué negarlo? One Direction.

— Bueno, tal vez tengas razón— a vacilante voz de su padre sacó a Victoire abruptamente de su cavilaciones.

— ¡Oh, vamos, William!— le apremió su madre a su padre con entusiasmo—. Ginevga tiene gazón. Estoy seguga de que Teddy cuidaga muy bien de nuestga adogada Victoige.

Se formó un silencio sepulcral en el que muchos pares de ojos se posaron sobre un cohibido Bill quien, dejando escapar un largo suspiro, soltó un está bien algo vacilante y tembloroso.

— En ese caso, está todo arreglado— apuntó la tía Ginny con voz solemne—. Teddy llevará a Victoire a su concierto.

— ¡Esperen!— se escuchó la protesta clara de Teddy, quien se había puesto de pie y cruzado los brazos sobre su pecho—. Yo en ningún momento he aceptado llevarle— les recordó con voz firme.

— Por favor, Teddy— le rogó tía Ginny—. Mira, si tú no la llevas, la pobre Vicky se quedara sin ver a sus ídolos. Y mira que estaba muy entusiasmada con la idea. Si no va, se pondrá triste. ¿Quieres que Vic este triste?

Eso era chantaje en su estado más puro.

— ¿Aceptas?— volvió a preguntar Ginny Potter, insistente.

Teddy lo dudo un segundo. Realmente se le ocurrían una y mil cosas mejores que hacer que ir a ver a un concierto a un montón de caras bonitas sin talento. Realmente se vio muy tentado a responder con un rotundo NO. Pero luego sus ojos se posaron en Victoire y no supo exactamente qué fue, tal vez el toparse con sus enormes y expresivos ojos azules, en ese momento, brillantes y llenos de ilusión y temor a la vez; o la expresión de su cara, suplicante, con los labios fruncidos en una mueca de desesperación, mientras se retorcía el volado de su falda de una manera que, él sabía, solo denotaba lo nerviosa que estaba. Tal vez fueron todos esos factores combinados, no lo sabe. Simplemente no lo pudo evitar.

— E-está bien— su respuesta sonó mucho menos clara y firme de lo que hubiera deseado.

De pronto, sintió como alguien se abalanzaba sobre él y le abrazaba el torso con fuerza. Era Victioire, quien había enterado su rostro en el pecho de el metamorfomago y exclamaba pequeños gracias quesonaban ahogados pero no por eso menos gratificantes.

En ese momento, Teddy sintió un extraño sentimiento cálido inundarlo por dentro. Y, con una sonrisa algo boba impregnada en sus labios, rodeo el menudo cuerpo de su amiga con sus brazos, mientras apoyaba delicadamente su barbilla en la coronilla de ella y aspiraba el embriagante aroma que sus rubios cabellos desprendían. Era dulzón. Flores, definitivamente.

—Y… ¿qué día es el concierto?— preguntó para intentar alejar los pensamientos sobre el perfume que desprendía su mejor amiga. Eso sí, sin soltarle en ningún momento.

— Este viernes— respondieron al unísono Victoire y Dominique, aunque cabe destacar que en tonos de ánimo muy diferentes.

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Dejo escapar un suspiro por decimo cuarta vez en los últimos dos minutos y se volvió a recordar por qué se encontraba allí… era por Victoire, su mejor amiga, con la que ya hace mucho no pasaba tiempo. Quería hacer algo lindo por ella, como hace mucho tiempo no hacía. Se recordó que esto era por ella.

Y si, no lo negaría. No soportaba para nada a ese grupito que en ese momento estaba obligado a ir a ver. Estaba hastiado de ellos y de su música, como algunos osaban llamar a lo qué fuese que esos tipos hiciesen. Estaba harto de que las niñas no parasen de ellos, de lo bien que cantaban y de lo graciosos, talentosos y guapos que eran. ¡Si incluso una compañera en Hogwarts había tenido el descaro de pedirle que usase la metamorfomagia para tomar la forma de uno de ellos! Un tal Liam Payne que en este momento, Teddy aborrecía con toda su alma.

Esto es por Vic, se recordaba mientras chasqueaba la lengua con fastidio, ¿hace cuánto que no pasamos tiempo los dos juntos? ¿O que no hablamos de algo? Se preguntó, mucho tiempo, se respondió, no muy orgulloso de si mismo.

Levantó la mirada mientras con un pie seguía zapateando impacientemente la lustrada madera del recibidor de El Refugio, a la espera de que su amiga bajase y poder terminar con todo eso de una buena vez. Sus ojos se encontraron con unos enormes y azules que lo obcecaban desde detrás de uno de los sofás color beige que se encontraban en el lugar. Sonrió al reconocer al pequeño Louis ahí observándole fijamente, con su cabello rubio pulcramente peinado hacia un lado y su camisa blanca e inmaculada abrochada hasta el tope. No durara mucho tiempo así, se dijo con seguridad.

— Hey, Lou. ¿Cómo estás?— saludó con jovialidad el muchacho al niño, acercándose a él y colocándose en cuclillas para poder encararlo. Louis se encogió de hombros.

— Supongo que bien— respondió el niño con voz infantil—. Dime, ¿tú llevaras a Vicky a su concierto?

Teddy frunció el seño antes de mover la cabeza afirmativamente.

— Pues lo siento por ti— se compadeció Louis, colocándole una manita en el brazo al peliazul en gesto reconfortante.

— Yo también— le dijo Teddy en tono solemne.

De pronto, comenzaron a oír que alguien bajaba las escaleras. Se trataba de vio que se trataba de una muy enfurruñada Dominique, quien se hallaba ataviada por un traje de bailarina que contaba con un pomposo y horrible tutú rosa claro.

— ¡Buenos días, Dom!— exclamó el muchacho, saludando a pelirroja.

— ¡¿Qué tienen de buenos!— le rugió la niña con la mandíbula apretada, dando grandes y rabiosos pasos hacia la cocina.

— Pero que humor…— susurró Lupin por lo bajo.

— Oh, no eres tú— le tranquilizó Louis—. Ha estado así toda la semana. Se niega a ir a su recital de baile pero maman le obliga— le explico con tranquilidad—. Ayer intentó escapar de casa tres veces.

Teddy no pudo evitar reír por lo bajo al imaginarse tal escena.

— Teddy, lamento haberte hecho esperar.

El muchacho giró la cabeza y se topó con una sonriente Victoire. No pudo evitar pensar que se veía realmente hermosa con su blusa de tirantes color azul cielo y su falda abombada de color blanco; todo tan su estilo pero a la vez tan especial. Además de traer su largo cabello rubio suelto y solo adornado con una simple diadema a juego con el conjunto.

Se veía hermosa… ¡Espera un segundo! ¿En qué demonios estaba pensando?

Luego se miró a sí mismo y no pudo evitar sonreír al notar que llevaba puestos los jeans más desgastados que pudiese haber en su armario. Él siempre se había caracterizado por ser un chico desgarbado, pero tal vez esta vez se había excedido.

— No hay problema— le tranquilizo sonriente.

Ella también sonrió y se acerco a su amigo, para luego saludarle con un beso en la mejilla, sin notar que esta acción provocó que las el chico enrojeciera instantáneamente, sin estar muy seguro del por qué.

— Teddy, Victoire, ¿están listos para ir?— les preguntó Bill con cara de fastidio, mientras salía de la cocina donde parecía estarse desarrollando una fuerte discusión entre su hija menor y su esposa, ya que desde el interior podían escucharse potentes gritos en francés.

— Así es papa— respondió su hija.

Ya estaban listos para salir, aunque el dichoso concierto comenzase a las seis de la tarde y faltasen siete horas para eso, tendrían que viajar desde El Caldero Chorreante hasta el lugar donde se celebraría en autobús debido a que nadie podía llevarles, sin mencionar la interminable fila de fanáticas locas para poder entrar al lugar y que les tocasen buenos asientos.

Sí, en definitiva, ese sería un largo día para Ted Remus Lupin.

Después de las indicaciones correspondientes, y de que Bill le pidiese una y mil veces a su hija que se comportase, la niña tomó le dio un sonoro beso en la mejilla al hombre, tomó un puñado de polvos flú de un recipiente, pronuncio fuerte y claramente Caldero Chorreante y fue consumida entre las llamas verdes— no se despediría de su madre ya que ella seguía algo ocupada con Nicky en la cocina—.

El muchacho se disponía a realizar el mismo procedimiento que su amiga momentos antes realizo, pero de pronto sintió como una mano se ceñía alrededor de su muñeca. Giró el rostro y se encontró con un hombre pelirrojo que le miraba serio.

— Prométeme que cuidaras de ella— le dijo con voz dura.

Teddy sonrió, con una sonrisa enorme y confiada, una que el señor Weasley solo había visto en otra persona anteriormente: Tonks.

— Descuida, Bill. Jamás sería capaz de permitir que a Vic le sucedéis algo— aseguró mientras se posicionaba dentro de la chimenea— ¡Caldero Chorreante!— exclamó antes de ser consumido también por las llamas verdes.

Y Bill estaba seguro que cumpliría su promesa.

Cayó pesadamente al suelo y no pudo evitar toser potentemente. Odiaba viajar por polvos flú; debido a su naturaleza torpe, siempre terminaba en el suelo y con hollín en la boca. Aunque en definitiva prefería eso a un viaje en traslador.

— Teddy, ¿estás bien?— escuchó la preocupada voz de Victoire, quien se acercó y le ayudó a levantarse.

— ¡Oh, por Merlín! ¡Miren nada mas cómo han terminado ustedes dos!— una mujer, rubia y de rostro rosado, se acercó a ellos un sucio trapo entre las manos.

— Buen día, señora Longbottom— saludó amablemente la Weasley a la esposa de su profesor de Herbología. Hannah Longbottom les sonrió cálidamente a ambos jóvenes.

— Buen día, niños— les respondió el saludo. Luego les miro de arriba a abajo y se llevó una mano a la boca, ahogando un grito—. Pero miren nada mas lo sucios que están— les dijo reprobatoriamente.

Teddy se miró a sí mismo. Estaba sucio, pero solo lo normal considerando que acababa de realizar un viaje por la red flú.

La mujer sacó rápidamente su varita, hiso un par de florituras con ella e inmediatamente los atuendos de ambos Gryffindors quedaron limpios e impecables. Tal vez demasiado.

— Gracias, señora Longbottom— agradeció amablemente la rubia—. Esto… ¿y dónde está el profesor Longbottom?— preguntó, paseando su vista por todo el lugar.

— Neville salió a dar una vuelta con los niños— respondió la mujer—. Tú sabes, quiere asar todo el tiempo psible con ellos antes de que terminen las vacaciones.

— Entiendo— Victoire asintió con la cabeza.

— Bueno, señora Longbottom, nosotros tenemos que irnos— interrumpió Teddy, tomando a Victoire por los hombros y halándola hacia la salida. Pero antes de salir, frunció el ceño en signo de concentración y su cabello se torno color castaño claro— como sabía era el color de cabello de su padre—. Lo que menos quería era llamar la atención en ese lugar y sabía que un cabello color azul turquesa, inevitablemente, lo haría.

— Hasta pronto, niños. ¡Cuídense!— se despidió la dueña de El Caldero Chorreante, agitando las manos al aire.

— ¡Adiós!— le respondió Vic.

Los muchachos caminaron durante un tiempo por las calles, hasta que llegaron a una estación de autobús. Por suerte el autobús no tardo mucho en pasar y ambos amigos ingresaron al vehículo grande y rojo. Mientras Teddy pagaba las entradas, miraba de reojo a Victoire, quien miraba maravillada todo a su alrededor. Era el primer viaje en autobús para la niña, aunque no para Lupin. Él y su padrino solían dar paseos por el Londres Muggle todo el tiempo, así que se sentía bastante familiarizado en ese ambiente.

El viaje se paso más rápido de lo que el chico hubiera imaginado y realmente hablaron muy poco durante el trayecto. Ambos bajaron cerca de un puesto de hamburguesas y, como ya sentía sus tripas rugir exigiendo alimento, compraron un par y se las comieron a toda carrera. Luego reanudaron su marcha al estadio donde se celebraría el concierto. Para su sorpresa, el lugar ya estaba lleno de chiquillas gritonas con camisetas y pancartas pregonando su amor por la dichosa banda.

Se posicionaron en la fila, justo detrás de un grupito de niñas que chillaban y gritaban como desquiciadas.

— ¡No puedo creer que les veré!— chilló una.

— ¡Es asombroso!— corroboró otra.

— ¡Me casare con Niall Horan!— canturreó una tercera, casi llorando de la emoción.

— ¡Y yo con Harry Styles!— exclamó la primera.

Teddy chasqueó la lengua con fastidio. No, realmente no terminaba de comprender el por qué estaba ahí, rodeado de niñitas gritonas y odiosas, para entrar a un concierto al que no quería ir y escuchar música que él detestaba.

De pronto, sintió como una mano le jalaba tímidamente por la camiseta. Al girarse, se topó con una Victoire cuyo semblante denotaba culpabilidad pura.

— Teddy, a ti no te gustan, ¿cierto?— inquirió en un susurró—. Les odias, ¿no es verdad?

— ¿Odiar? ¿A quiénes?— se extrañó él, aunque ya presentía a quien se refería.

Como toda respuesta, Victoire señalo una enorme pancarta que sobresalía en el lugar. En ella se apreciaba a cinco chicos posando sonrientes a la cámara.

— Oh… ellos— murmuró Lupin por lo bajo—. Bueno, no son de mi agrado. Pero decir que les odio es un tanto exagerado.

— Merlín, debo ser la peor amiga en la historia de universo— se lamentó la Weasley—. No te gustan, y yo te he arrastrado aquí conmigo. ¿Sabes qué? Nos vamos. No puedo seguir haciéndote esto y… — antes de que la rubia pudiese continuar, el muchacho le colocó un dedo sobre los labios, lo que provocó que sus mejillas adquirieran un tono rojizo al instante.

— No digas tonterías, Vic— le reprendió, mirándole directamente a los ojos—. No nos iremos porque tú realmente deseas verlos. Concursaste por la radio y te enfrentaste a tu familia para venir aquí y no seré yo quien lo impida, ¿estamos? Además, no vuelvas a decir que eres mala amiga porque no es verdad, eres una de las mejores. Ten en cuenta que los amigos se apoyan en todo momento. Yo quiero hacer esto por ti y seré perfectamente capaz de soportar… ¿Qué? ¿Una hora? ¿Hora y media? No importa. Sé que tú harías lo mismo por mí. ¿O ya no recuerdas cuando me acompañabas a ver esas películas de terror a escondidas de os adultos a pesar de que tú las odiabas y te provocaban pesadillas?

Con una pequeña sonrisa adornándole los labios, Victoire se tiró a los brazos de Teddy, rodeándole el cuello. Él le abrazo por la espalda, estrechándole contra sí como si la vida se le fuese en ello. El muchacho volvió a captar ese exquisito aroma floral y lo aspiró profundamente, embriagándose con él más que nunca…


¿Sabían que si me dejan un review un perrito será adoptado en Brasil…?

¿Les gusto? Aunque esto aun no termina, falta otro capítulo. Al principio iba a ser un One-Shot pero me extendí demasiado… Two-Shots fuck yeah!

La iluminación para este fic me llegó porque estoy deseosa por ir a al concierto de 1D— 5 de Junio— y luego recordé que Vic en este momento ha de tener doce añitos y que probablemente sea fan al igual que yo… y ¡CHACHAN! Esto quedó, jeje. Sé que debería estar trabajando en Sangre Mágica— quien se quiera pasar, cheque mi perfil— pero cuando hay inspiración, la hay.

Tal vez me este contradiciendo con eso que digo de que no me gustan los RP y luego voy y escribo esto, pero considero diferente describirlos dando un concierto (que es lo que hacen todo el tiempo), a poner que en Londres quedan completamente prendados de alguna Mary Sue y ellos de verdad ni en cuenta de que ya embarazaron a la prota XD Esa es una delgada línea que no planeo cruzar. Pero como dije, respeto a quienes escriban este tipo de fics.

Ah, y sobre la opinión de Teddy sobre la BoyBand, no es mi opinión— a mi me encantan y soy una de esas niñas chillonas—, es la opinión de cualquier hombre. Yo me guie por mi hermano, que cuando le pregunté si me quería acompañar a su concierto en el D.F me dijo que prefería desayunar clavos oxidados durante el resto de sus días ¬¬

Bueno, pues eso es todo. Espero actualizar esta misma semana, aunque mañana inicio clases (llanto lastimero) así que no prometo nada.

En serio apreciaría un comentario.

Un besote y nos leemos ñ.ñ

Atte,

Pam.